Partida Rol por web

Ya había terminado la cena y estaba con una jarra de zumo de manzana cuando apareció aquel hombre que, en cuestión de escasos minutos se llevó a Luthica de allí. Morwen se quedó con la boca abierta mirando la espalda de la elfa según se iba. Volvió a mirar a sus compañeros y, tras unos segundos la cerró.

En realidad aunque habían perdido a Luthica habían ganado a los dos nuevos, así que estaban igual en número que cuando se había unido Gemnir. Ya aunque la mujer tenía pinta de saber qué hacía, se sentía un poco vulnerable al ver marchar a Luthica. Por algún motivo siempre la había visto como quien podría sacarlos de asuntos feos. También era por eso que entendía su marcha urgente.

Alzó la jarra de zumo con una sonrisa en el rostro para despedirse de Erik y la mujer de las pieles, tras ver cómo desaparecían escaleras arriba ella también se levantó.

- Yo también me ire -posó la jarra sobre la mesa y brevemente miró sus ropas, que aún la incomodaban. Las dejaría secar del todo junto al fuego-. Tened buena noche. -Su mirada recorrió uno a uno a todos los presentes y se detuvo en Lakara-. Nos vemos arriba.

Y comenzó a caminar en dirección a las habitaciones.

Luthica se marchaba. Aunque de entrada le parecía motivo de alivio, pues aquello implicaba menos confrontaciones en un futuro próximo y menos aguantar a la elfa idiota del grupo, si lo pensaba fríamente aquello le parecía malo. Al fin y al cabo, era quien más conocía a la princesa y tal vez algo de aquello hubiera sido de utilidad.

Pero no había mucho más que hacer, además, la mujer oso les estaba saludando a lo que Lakara no pudo más que alzar ligeramente las cejas y asentir en forma de respuesta, sin saber demasiado de qué pie calzaba esa cosa enorme con pieles que hablaba de sueños.

- Soy Lakara... - y ya. No hubo más presentación pues la mujer oso sin nombre ni sueños decidió que era momento de dormir. ¿Para qué, si no soñaba y era lo único que le importaba? Un gran misterioso para la mediana, pero decidió encogerse de hombros y en todo caso afrontar aquella conversación al día siguiente, en caso de que fuera necesario.

De todos modos, parecía que había desbandada general pues la jornada llevaba consigo un tenso agotamiento que el frío por la humedad no sosegaba en lo absoluto.

- Yo también subo ya. Buenas noches - se despidió antes de irse tras la elfa, con quien parecía que compartiría habitación.

La mayor parte del grupo va a dormir para relajarse. En la sala solo quedan Jaskier y Gemnir y pocos más parroquianos quedan con ellos. El posadero mira al bardo y se queda pensativo.

-Historias del bosque. Bueno, es un lugar encantador. Mucha gente va a pasar el día y a recoger piñas en invierno o setas en otoño. Muchos jovenes usan el bosque cercano como un lugar para sus encuentros. Ah... Recuerdo cuando llevé a mi, ahora, esposa a pasar el día allí. Y mis padres o abuelos podrían compartir más historias.

Como Jaskier no ha concretado en qué bosque está interesado y le comienza a explicar aventuras e historias ocurridas en un bosque cercano que nada tiene que ver con el Bosque de las Almas. 

- Me refería al Bosque de las Almas. Es la leyenda eterna.

Gemnir no puede evitar esbozar una leve sonrisa ante la confusión, pero deja que sea el bardo quien intervenga para aclarar a qué se refiere. Mientras tanto, prepara su pipa para echar unas cuantas volutas de humo antes de acostarse, pero no se da demasiada prisa. Quizá el posadero tenga algo interesante que decir sobre el Bosque de las Almas... o quizá no, pero no tardarán en averiguarlo. Luego ya habrá tiempo de ir a descansar.

-¡Ah! Ese bosque... Pues poco tengo que contar. Nos queda un poco lejos para investigarlo. Mi padre vivía en un pueblo cercano y creo que entró una vez, pero era un niño cuando lo hizo y poco nos ha contado. 

Seca una de las jarras mientras sigue hablando. 

-De todas formas, dicen que hay seres feericos que protegen el bosque de entes malvados. Aunque últimamente no se escuchan cosas muy buenas procedentes del otro lado del Río. Se está volviendo peligroso adentrarse allí. 

Gemnir asiente y cambia una mirada con Jaskier que parece querer decir "lo que esperaba". El posadero no podrá decirles mucho más de lo que ya saben y no tiene mucho sentido insistir. Por otra parte, es normal tratándose de un hombre corriente de aldea. El enano se levanta para terminar su pipa junto a la chimenea, pero antes se dirige al bardo.

—Si quieres, compartiremos cuarto dado que somos los últimos en subir —dice—. Y será mejor que no tardemos mucho. Mañana nos espera otro día largo.

Dicho lo cual, agradece la cena al posadero y va a fumarse su pipa para después subir a acostarse.

- Pues mira, supongo que me dará para uno o dos pareados -  le digo al posadero, agradeciendole su historia. Si su padre fue y volvió, eso es algo. Al parecer hubo un tiempo en el que el bosque NO era tan letal.

- Y si, Maese Gremnir, sería un honor... ¡Y me comprometo a no tocar una canción de cuna! - y guardo mi instrumento, con especial cuidado de que la psicótica portátil de Lakara no vaya a entrar en la noche en mi cuarto, a cortarle las cuerdas. Tras esto subo al cuarto, y finalmente dejo colgada la pesada capa, me quito las botas, y escurro las medias del agua que aun podían tener en una palangana.
Dejo mi ropa a secar.

Y antes de dormir, dedico una plegaria a las deidades que mi madre me enseñó a rezar.