Partida Rol por web

Dynah podía notar el entumeciemitno que el veneno aun le dejaba en la sangre, asi que pregunto con inocencia:

-Abroshtor, ¿Alguno de estos antídotos nos podria servir contra los efectos que ya estamos sufriendo?

Accedieron a una sala llena de cachivaches y botellitas.
Drabeorn se quedó en la puerta con los ojos bien abiertos por si había más "sorpresas" mientras los compañeros identificaban todo lo hallado.
Por lo que decían, quizá habían tenido suerte y habían dado con algo para contrarrestar los efectos de la sustancia que utilizaban los Astillas para emponzoñar sus armas.
Este pensamiento provocó un gruñido de desprecio por parte del bárbaro; no había honor en combatir de ese modo: el único camino para ganarse el respeto de tus antepasados es mirar a los ojos a tu rival y hacerle frente con la fuerza de tu brazo.

En ese momento, miró al bueno de Abroshtor y comprendió que su razonamiento no era correcto; el gnomo utilizaba artificios muy parecidos a esos y jamás se le ocurriría afirmar que carecía de honor. Respetaba sus artes y en más de una ocasión le había salvado el pellejo utilizando la razón y el cerebro. Apreciaba a su amigo; daría su vida por cualquiera de ellos de ser preciso.

Mucho tiempo había estado solo y había tenido la gran fortuna de encontrar a unos compañeros magníficos que habían sabido perdonar en múltiples ocasiones la testarudez y los torpes arrebatos de un hombre que sólo sabía combatir. Por supuesto que había honor en ellos. No sólo eso: sabían combinarse a la perfección y habían aprendido a suplir las carencias individuales con la potencia colectiva.

Llegó pues, a la conclusión de que la animadversión que sentía por los Astillas no radicaba en el modo que tenían de combatir, si no en el hecho de que habían intentado hacer daño a aquellos a los que él quería.

Eso era muy cierto en parte, pero tampoco podía ser la causa de su desazón. Sabía muy bien que era perfectamente comprensible que los que allí habitaban tratasen de eliminar a cualquier intruso: siempre era igual. Todos ellos habían sangrado juntos en más de una ocasión.

Pero fue la voz de Dynah la que desató esa serie de pensamientos. Estaba acostumbrado a plantarse frente a sus enemigos e impedir que dañasen a los demás amparándolos con su cuerpo, pero en este caso, el veneno había hecho mella en ellos y contra eso, el acero poco puede hacer.
Eso era: no soportaba la sensación de indefensión ante un mal que atacaba de modo tan velado.

Abrió los ojos despacio al comprobar que no tenía ningún asta de madera emplumada sobresaliendo de su pecho. Su sorpresa fue máxima al ver tal cantidad de líquidos y ungüentos de todos los colores. Los olores artificiales le hicieron recordar su pequeño laboratorio en Sevenarches, mucho más modesto que aquel.

Aquellos tiempo eran buenos, pero las emociones de esta búsqueda en las ruinas milenarias y desconocidas del Capitel también lo eran. Su piel tomó color y su morado pelo se volvió más vívido y brillante. Su ánimo mejorado por el magnífico hallazgo habían dado una considerable patada al Bleaching, aquella enfermedad que aquejaba a toda su raza.

Examinó todos los frascos con rapidez, aunque no sabía por donde empezar, y en vez de un metódico proceso para acabar cuanto antes, iba de lado a lado de la sala como pollo sin cabeza. 

-No...- Comentó a Dynah. -NoNo...- Corroboró sus palabras. -ElVeneno yaNo estáEnNUestra sangre...Aunque haDejadoNuestrosCuerposJodidos!- Asintió. -SoloMAgiaCurativa o un PotenteExtractoRestaurador o DescansoReparador... MuchoDescanso...Pueden ArreglarEste estropicio.-

Sin media palabra encendió un mechero y colocó un alambique encima mientras mezclaba ingredientes y reagentes de su propia mochila. Al ver que todos le miraban, apremiantes, dijo. -UnMInuto... SoloSerá Un MInuto...- Tras un rato de fabricación metió el líquido resultante en uno de sus frascos vacíos. 

Tras los preparativos siguió el consejo de Druul y abrió la puerta pequeña. No sin antes investigarla y tomar su nuevo Extracto.

El gnomo hojalatero abrió la puerta tras comprobar que no existía riesgo entre sus goznes y su jamba. Al hacerlo, una jauría de gallinas, ratones, conejos, perros y gatos comenzaron a emitir sus respectivos ruidos agitados por la apertura de la puerta. El lugar, no era más que un corral repletos de jaulas de metal en el cual se almacenaban diferentes especies animales. El ambiente estaba saturado por el aroma de los desperdicios que dicha jauría producía.

Frente a una de las jaulas, un individuo de cara alargada, pómulos huesudos y facciones marcadas, aguantaba en una de sus manos una paloma. Empleaba un extraño utensilio finalizado una púa y estiraba de un émbolo extrayendo sangre de dicho ave. Con el ruido de la puerta, el individuo que llevaba una amplia gabardina compuesta de múltiples bolsillos en los que se almacenaban diferentes odres y viales, se giró viendo al gnomo ataviado con una de las túnicas rubras halladas anteriormente...

-¡¿Quién demonio eres tú, enano?!- exclamó el individuo sabiéndose asaltado por intrusos. - ¡¡Da igual!! ¡¡Pagaréis vuestra insolencia por adentraros en la guarida de los Astillas!!- afirmó mientras se preparaba para la lucha.

Al abrir la puerta, un delgaducho les dio la bienvenida con las protocolarias amenazas. Del mismo modo, para no desentonar en la ceremonia de presentación, la diestra de Drabeorn se cerró en torno al cuero que protegía la empuñadura de Ethelwyn.

-Tu...- Casi agradeció no llevarse un flechazo o un chute de más veneno en su cuerpo. Por lo visto era él quien los fabricaba para los Astillas...

Sus compañeros ya están habituados a ello, pero a veces para un desconocido la apariencia de Druul, un semiorco lleno de cicatrices y una máscara inquietante en el rostro, hace que se piensen dos veces las cosas antes de amenazarle. Tratando de sacar provecho de esa circunstancia, sabedor que estar en una segunda línea detrás de mastodontes como el bárbaro, el brujo trata de evitar un combate minando la moral y alimentando el temor de su adversario.

Harías bien en calmarte y no atacarnos... piensa que si hemos llegado hasta aquí, es porque hemos atravesado muchas salas y defensas. Y algunos astillas, literalmente. Si sales por tu propio pie, podrás comprobar el reguero de cadáveres que hemos ido dejando. Si crees que tú solo vas a ser rival para nosotros, es que eres menos listo de lo que pareces... tienes una única oportunidad para vivir. Ríndete. Aprovéchala.

Dynah se quedó con la boca abierta al encontrarse a OTRO bandido demasiado tonot para no darse cuenta de cuando estaba superado.

-Pero bueno! ¿Es que os han sorbido el coco a todos? ¿Otro que no se rinde cuando lo superan 4 a 1? Vuestro jefe debe pagaros muy bien para que vayais todo regalando vuestras vidas de esta manera. No seas imbécil. Eres el único que queda con vida en toda la planta. Hasta hemos acabado con esa asquerosa aberrracion con tentáculos!

El individuo, contempló como ciertamente, se hallaba en inferioridad numérica y decidió escuchar las palabras que tenían que decirle. - ¡¡Está bien!! ¡¿Qué queréis?!...- dijo manteniendo su mueca enfurruñada - Os advierto que si es un truco lo pagaréis...- exclamó seguro de sí mismo.

Sonriendo bajo su máscara, Druul expone sus preguntas. Hemos explorado toda esta planta, hasta llegar a unas puertas dobles aquí al lado, y otras más al oeste. No hemos dejado nada más... aparentemente. Así que mis preguntas son fáciles.

Qué hay detrás de esos pares de puertas, qué debemos esperar?

A medida que la conversación avanza y el semiorco se queda conforme con las respuestas, añade otras preguntas.

Cuántos astillas hay en total, y dónde está vuestro líder?

Qué sabes de dos magos de la Orden de Fuegodorado que entraron en las ruinas?

Hay algún tipo de mapa de estos niveles subterráneos?

Tú que parece que trasteas con alquimia, tienes o sabes dónde hay fragmentos de noqual?

El alquimista sonrió ante la pregunta de Druul. A pesar de estar en inferioridad numérica, la mueca de su cara no mostraba miedo y proseguía siendo desafiante. - ¡¡Tarrin Dars!!- dijo secamente. - ¡¡Los aposentos de Tarrin Dars y el mausoleo de los antiguos maestres de la Orden de los Astillas!!- advirtió sin darle mucha importancia. Luego prosiguió respondiendo:

- Trece... Quince... ¡¡No lo sé con seguridad!! Yo paso la mayor parte del tiempo aquí- dijo el individuo mientras mantenía su sonrisa incómoda - Ahora somos menos porque Lenik, el segundo de Tarrin, salió en busca de viajeros incautos que transiten por el Bosque del Eco. Si no, seríamos bastantes más de quince...- explicó con tranquilidad.

- Los magos que comentáis prosiguieron por las escaleras sin detenerse en este nivel... Hicieron bien...- se relamió de forma desagradable antes de continuar. Pero antes de seguir respondiendo, el tipo cayó en la cuenta de algo:

- Antes de seguir... ¡¿Qué vais a hacer conmigo?!...- preguntó con astucia

Druul dio comienzo al interrogatorio, y el individuo respondió a las preguntas sin oponerse. O era un valiente, o estaban ante un loco; pues una sonrisilla se dibujaba en su rostro, y no parecia mostrar miedo.

- Por el momento sigues con vida y eso es mucho más de lo que pueden decir tus compañeros. Sigue respondiendo, no te pases de listo y quizá puedas salir de esta. - A Drabeorn no le terminaba de gustar la actitud esgrimida por su interlocutor. Algo tramaba...

Dynah abrió lo sojos ante las palabras del artesano. Desde luego, no se fiaba de él y permanecía bien atenta pero no podía dejar la oportunidad de sacarla más información.

-¿Antiguos maestres? ¿Tanta tradición arrastra vuestra orden? ¡Os tomaba por simples bandoleros! Cuéntanos más, te lo ruego! ¿Tiene algo que ver con el noqual?

Mi amigo el grandote ya te ha respondido. Así a bote pronto, se me ocurre que los Caballeros Infernales estarán encantados de tener una charla contigo. Más vale que sigas respondiendo.

-BuenosVenenos...- Comentó. Sin duda era él el que los había fabricado. -NoTendrásAlgúnReconstituyente...JeJe- Comentó con una risilla incómoda. Luego se acercó al grupo y susurró. -Preguntadle por Gorloth y su relación con los otros niveles...- Mientras lanzaba sonrisas al Astilla.

La elfa se acercó disimuladamente y empezó a dar la vuelta a las mesas investigando el laboratorio, flanqueando al hombre mientras lo vigilaba.

La conversación estaba tomando un tono bastante airado y tenso. La simple mención de los Caballeros Infernales, cayó como un puntapié en las tripas de aquel orate que se rodeaba de animales y brebajes. Entonces sucedió. El bandido chistó con su boca, y una enorme y alargada criatura de escamas metálicas surgió de debajo de la paja que cubría el suelo de una de las pequeñas jaulas. 

El metálico ofidio lanzó un mordisco sobre Cenariel, la cual estaba sorprendida, pero por suerte, fue incapaz de alcanzarla...

-No!- Exclamó. -Mas venenoNO porFavor...- Dijo mientras reprimía las ganas de aporrear la pared de piedra con la cabeza, repetida y compulsivamente.

Consiguió reprimir ese pensamiento y sacó la pequeña daga. Con un torpe movimiento de muñeca la dirigió hacia la serpiente, con el objetivo de distraerla, no herirla.

Druul niega con fastidio. No nos dejas otra opción. Una pena. Dice con sinceridad. Viendo la traidora serpiente a su lado, y del del pequeño gnomo, Druul invoca su poder para manipular la suerte de los ataques del reptil.