Partida Rol por web

Esbozo una sonrisa. Una perversa satisfacción me embarga al descubrir que he desconcertado a la Furia Negra. Obviamente, esa sensación dura muy poco, mientras Riley me recrimina como me complico la existencia. La sonrisa tiembla, pero se mantiene valientemente, cuando me pregunta si puede reducir mi nombre aún más...

- Claro, claro... Ty ya me considera su nemesis, asi que... Lex Luthor...- Bromeo, sin demasiada fortuna.- Precisamente, Riley, es exactamente lo que quiero... Que os conozcaís... Que charleís... Tyler es un tipo listo, ya lo sabes...

"Que cabrón... Esa idea tendría que haber sido mia..."

Noto como me ruborizo cuando me confirma que a Aletheia le caigo bien. Apenas balbuceo mientras veo como se larga despues de guiñarme un ojo.

"Me largo a la cama... Dios, necesito una ducha... Gelida...Helada...Fria..."

Estamos en marcha. Repantingado en el asiento trasero del Camaro, sentado detras de Helen, disfrutando del viaje al Protectorado del Norte...

Tenia que admitir que la noche habia sido cualquier cosa menos tranquila... Por lo menos para mi, que habia estado charlando con Riley y con Amber durante sus guardias y trabajando durante la mia. Estar en forma lobuna resultaba extraño. No era una forma que adoptase habitualmente y me costaba acomodar mis patas deformes en una postura comoda... Por no hablar de que no podia teclear en la tableta... sin cargarmela.

Por suerte, la noche habia dejado paso al dia y pude levantarme... tarde.

El olor a café del Starbucks, bollos, croissants, donuts, tarta de manzana y bizcocho, consiguió arrancarme de los brazos de Morfeo. No haber podido realizar mis ablaciones matutinas me molestaba bastante, pero no tenia sentido llorar por la leche derramada.

El desayuno trascurrió con normalidad, aunque la noticia de que me tocaba en el Camaro en lugar de viajar con Riley y Aletheia hizo que rezongase durante unos instantes... Aunque menos que el hecho de que seria Tyler quien haria el viaje con ellas.

Gracias a Dios, Eve iba con ellos.

Y alli estaba yo, repantigando en el asiento trasero de un Camaro clásico, enfurruñado y meditabundo.

"Y por el Valle de la Muerte, cabalgaban los seiscientos."

Mi guardia se desarrolla sin sobresaltos. Todos duermen o eso parece y en mi forma de lupus me siento más en sintonía con los espíritus que custodian el túmulo. No tengo sueño después del día pasado y agradezco tener algo que hacer que mantenga mi mente y mi atención ocupada y no dándole vueltas a lo mismo una y otra vez. 

Si no tuviera que conducir mañana probablemente me quedaría un rato más de lo que me corresponde, pero con el viaje por delante prefiero ceñirme a las órdenes de Tyler y cuando llega el momento, busco a Alex sobre su saco y me acerco trotando hacia él. Golpeo su hombro con mi hocico, con la estúpida idea de que quizá viéndome en lupus no trate de hablar conmigo y pueda escaquearme de una conversación que en el fondo sé que tendrá que tener lugar. Pero no cuela. 

Dejo que mi cuerpo fluya hasta mi forma natural dando gracias por haberme puesto la muda dedicada y me siento junto a su esterilla. Me siento un poco mejor después de la guardia y la charla con Jane. Preparada de nuevo para afrontar lo que se me presente delante. Y sin embargo, no puedo negar que me siento incómoda con Alex. 

Escucho todas sus explicaciones, jugueteando con un hilo deshilachado de mis vaqueros entre los dedos y cuando termina niego con la cabeza. 

- Lo que no entiendo es por qué, Alex. - Mi tono suena confuso, dolido. Siento que debería comprender algo que me resulta inexplicable. Suspiro antes de continuar hablando. - No me importa que sepas dónde estoy. Si me hubieras pedido ese foco o que llevase esa piedra incluso podría haberme hecho un collar con ella. Pero... - Levanto la mirada y busco sus ojos con el ceño levemente fruncido por la incomprensión y las mejillas ligeramente sonrojadas por la vergüenza, por el temor a escuchar que me considera indigna de alguna manera. - ¿Por qué a mí? ¿Dudabas de mí? ¿De mi lealtad o mis propósitos?

Tras una guardia aburrida, en la que ya no sabia que hacer, además de buscar arañas por algún rincón. Casi agradezco que llegue la hora de despertar a Ty, aunque se que irá por el desayuno, al menos me permite hacer algo diferente.

Mientras desayuno abundantemente, dedico miradas a todos, buscando signos de preocupación, de cansancio, mientras pienso tranquilamente, para estas cosas deberíamos tener un fondo común, aunque igual lo tenemos y no me he enterado, el dinero nunca me ha preocupado. Miro un bollo abandonado sobre la mesa, antes de pillarlo, miro a los demás, por si alguien piensa comerselo, me encojo de hombros antes de pillarlo y llevarmelo a la boca, para terminar de pasarlo con el cacao.

Tras el desayuno poco a poco vamos recogiendo las cosas. Ayudo a Helen con las suyas, y después empiezo con las mías. Una vez terminamos bajamos las cosas abajo, y comenzamos a organizarnos, a distribuirnos en los vehículos, vale, en el camaro, guay, y mientras continúan los demás hablando, me giro notando algo extraño, ¿qué?. Suelto la mano de Helen un instante, haciéndole un gesto de que no se preocupe, que aguarde tranquila, casi puedo ver las pequeñas motas doradas, como ayer por la mañana. Poco a poco voy acercándome al árbol, al corazón del Túmulo, y mientras camino abandono el mundo adentrándome en la Umbra, desvaneciéndome como un sueño al despertar, como un recuerdo olvidado.

Al cabo de un tiempo, que no sabría determinar regreso con los demás, sintiendo como la Celosia se abre dejándome regresar. Cuando lo hago, encuentro a Helen mirando, pero no logro descifrar su expresión, entre asustada y preocupada, le sonrío tranquilo y me acerco a ella de nuevo, con ganas de besarla, de decirle todo lo que he callado, de decirle todo lo que siento, y tomándola de la mano, le retiro cariñoso el pelo del cuello, y me acerco a su oreja susurrándole, - Helen, te quiero, para dejar después un beso en su cuello.

Entonces miro al resto, no se si se han percatado de mi ausencia, cuando uno permanece callado, es fácil pasar desapercibido, tomo aire disfrutando el momento, antes de decir con voz clara, - ya... podemos marcharnos cuando queráis. Sonrío algo azorado, sabiéndome el centro de atención en ese fugaz momento.

Puedo ver la alegría y la sorpresa en algunos rostros, mientras mantengo mi mano enlazada a la de Helen.

- Antes de partir, sería bueno hablar, me gustaría contaros algo, no es mucho, pero es necesario contarlo.

Miro de nuevo a Helen y le digo sonriendo, - ¿me disculpas un momento? no tardaremos, te lo prometo.

Me retiro un momento con mis hermanos para contarles lo que he escuchado.

- Sentí hace un momento que algo me llamaba, que tiraba de mi, un tirón suave pero constante, miro a todos sabiendo que tengo su atención, pero queriendo confirmarla con la mirada, - caminé de lado, y me encontré con el Hijo de Búho, me habló de ese día, no necesito aclarar que habló del silencio umbral, del rito fallido, aquí tienen que terminarse todas nuestras dudas, todas nuestras culpas tienen que terminar, - habló con su particular lenguaje, como hacen siempre los espíritus, no tengo claro a que se refería exactamente, dijo que todas las estrellas miraron a los cachorros, a nosotros, que no conocemos nuestro nido, nuestro cascarón, no... niego un instante con la cabeza antes de seguir, - no estoy seguro, pero creo que hablaba otra de vez nuestros linajes, maldita sea, - dijo que no podían las estrellas guiarnos, creo que se refería a que sin saber nuestro pasado no podíamos afrontar nuestro futuro, no estoy seguro, tendría que hablar con alguien que sepa mas que yo, dijo que somos como las hojas de otoño, que caen al suelo, sin llegar a saber nunca de que árbol cayeron. Luego añadió que debía llevar a familia a casa con el lobo del norte, hago un gesto algo decepcionado por no poder ofrecer una mejor explicación a mis hermanos antes de concluir, - y ya, me devolvió mi voz.

Me quedo un rato pensando, - y ayer, por la mañana, joder, parece que ha pasado mucho tiempo, que me dijo... miro al techo pensando... - ya, ya me acuerdo, dijo que cuando mudaron de piel. Ciervo fue su primer padre pero la Rabia ganó, que otros estuvieron, pero por discusiones tontas los padres se fueron, salvo Ciervo, que Ciervo hablo cuando dejasteis a los otros Ty, que ahora todos los padres saben, y también dijo que cuando le ayude y vuelva de dejar a mi familia, Helen... alzo la vista un instante posandola en Helen, - en el gran nido, me contará el resto.

Tuerzo la boca pensativo, - ya no me acuerdo de nada mas, creo que nada mas dijo.

- ¿Porqué?- Amber, con su habitual instinto, habia dado justo en el clavo. Por desgracia, la expresión de sus ojos, de sus gestos y la tristeza que rezumaba, quedaba claro que la pregunta era muy importante.- Esa es una gran pregunta...

Me acuclillo frente a ella, consciente de que tiene que marcharse a dormir y de que el asunto tiene que quedar resuelto cuanto antes.

- A ver... No desconfio de vosotros...- Resoplo. Estaba siendo muy dificil.- Amber... Sois mi Manada... Eso, para un Metis como soy yo, es algo muy importante... No pued... Si os pas...

Me froto las manos, incomodo, nervioso.

- Estabamos todos hechos polvo con el asunto del silencio umbral... Necesitaba saber que podria localizarte si hubiese algún problema, porque los demás se quedaron en el Refugio... No podía soportar la idea de que te pasase algo y de que no pudiese hacer todo lo posible por localizarte.

En ese momento, las palabras de Riley brillaron en mi mente, como si estuviesen marcadas a fuego.

- Toda mi vida he desconfiado de los demás... Se han burlado de mi, me han hecho sentir mal, me han humillado... Todas esas cosas han... En fin... Queda ese poso de desconfianza y, a veces, vuelvo a dejarme llevar por mis antiguas actitudes negativas...

Me rasco la cabeza, nervioso.

- Suena manido pero... No es por tí, es por mí...- Sonrio cansinamente, incomodo.- Alguien me dijo que cuestionaba porque mi sombra es mi sombra...

Amber no llega a terminar su frase antes de que aparezca Lex. La verdad es que me gusta oír a mis hermanos escudarme, consolarme, incluso aunque sepa que no es verdad. Aunque, por supuesto, es una pérdida de tiempo. No soy más que un monstruo de laboratorio, y no hay vuelta de hoja posible.

- Gracias, Lex - digo sonriendo ante su gesto -. Si ves que no me despierto, me pegas un buen zarpazo

Parece que querría decir algo, pero yo misma no tengo muy claro qué decir. Amber me mira como pidiéndome ayuda, seguramente porque no tiene ganas de hablar ahora mismo con nuestro pequeño Philodox. Podrá perdonarle, me apuesto lo que me queda de cordura, pero le llevará tiempo. Si él pudiera explicarse. O, bueno, igual no es una idea muy feliz, ahora que la herida aún sangra.

- Necesitamos mejorar nuestras maniobras de grupo, ¿eh? - comento por hablar de algo -. En Australia jugaba rugby, creo que lo podemos extrapolar a alguna "jugada" en forma Crinos en la que incluso Alex hubiera podido partir en dos a Riley. Ya sabéis, una manada es tan fuerte como el más flojo de sus miembros

Ante esto último guiño el ojo. Intento incorporar parte del espíritu de mi deporte favorito a nuestra hermandad. Nadie se queda atrás. No hay feudos en el vestuario. Somos uno o no somos nada. Pero Lex se despide y parece que se retira, ¿le habré ofendido? En rugby nadie que está en el equipo es una carga, sino un compañero con sus circunstancias. No puedo ser la primera que le diga a Lex que no es el mejor de los luchadores de la manada, ¿no?

No contengo un suspiro de alivio cuando Alex se aleja, aunque la idea de la pequeña Jane vestida con uno de esos uniformes con hombreras me saca una pequeña sonrisa. Espero algunos segundos antes de hablar, contemplando la comida que Alex nos ha traído y sintiéndome confusa de nuevo ante lo que se me antoja una nueva contradicción de nuestro Philodox. - No trates de comprenderlo. Sólo acéptalo -me digo a mí misma, sin demasiado resultado-. 

Con un nuevo suspiro alargo la mano para coger un vaso de zumo y dar un buen trago que me hace darme cuenta de que me pica un poco la garganta. Y tras él, me giro un poco para mirar a Jane y tratar de retomar lo que estaba diciendo cuando Alex llegó.

- Eh... Lo que te decía -digo, acercándole un poco algo de comer y haciendo un pequeño gesto de hermana mayor hacia la comida con las cejas-. ¿Y si los espíritus no intentan atacarte, Jane? ¿Y si intentan enseñarte, guiarte para que no repitas los mismos errores de tus Ancestros? - Hago una pequeña pausa. Es imposible que no se lo haya planteado antes, pero es necesario que deje de infravalorarse de esa manera, como sea. - Tú eres una luz pequeña, pero muy brillante en la oscuridad en la que ellos moran, preciosa.

Estiro una mano para acariciar su frente y colocar sus cabellos detrás de sus orejas. - Y por eso se te pegan como polillas a una bombilla. Quizá no lo hacen de la mejor manera posible, pero... Tal vez no quieren castigarte, ni dañarte. A lo mejor es sólo que necesitan contar todo eso a alguien. Y no hay nadie que brille más que tú. 

Observo a Alex con los ojos bien abiertos mientras se explica, pero no puedo evitar que sus palabras me resulten contradictorias en cierta forma. Me obligo a mantener mis ojos en los suyos, dejando que toda mi franqueza y las emociones que su discurso va provocando se reflejen en ellos.

No bajo la mirada ni siquiera cuando habla de su pasado, aunque en ese momento aprieto los puños y mis labios se crispan en una mueca molesta. Ojalá cualquiera de ellos se atreviese a meterse con él delante de mí. Me encargaría de que no volviese a pensar siquiera en menospreciar a nadie por su nacimiento.

Recuerdo a Riley, con su forma de guerra amenazando al pequeño Philodox y me hierve la sangre como entonces. Hasta que me muerdo el interior de la mejilla para devolverme al presente y a las últimas palabras de Alex, misteriosas, enrevesadas, sencillas y al mismo tiempo complicadas. Tal y como es él. 

Niego con la cabeza, con el ceño levemente fruncido y la sensación de que no ha llegado a responderme. Pero al mismo tiempo con la duda de si lo ha hecho y yo no lo he entendido. Y finalmente busco de nuevo su mirada. 

- No más secretos, Alex -pido en un susurro-. Si dudas, dímelo. Júzgame, ponme a prueba, castígame... Lo que necesites, dame la oportunidad de que lo aclaremos desde el principio.

Hago una pequeña pausa y tomo aire despacio, todavía con cierta tristeza en mi expresión. La sensación de que algo se ha quebrado entre nosotros esta noche todavía permanece en mi pecho, insistente e insidiosa.

- Pero no más secretos en el Círculo. Por favor. - Suspiro y mis ojos se llenan de determinación. - Daría la vida por cada uno de vosotros. No hay lugar para la desconfianza en mi cabeza. 

Asiento lentamente, aceptando el compromiso con Amber.

"No más secretos... No más secretos en el Circulo..."

Salta la alarma de mi movil, señalando la hora de mi guardia y el fin del turno de Amber. Lo apago rápidamente, agradeciendo en silencio la oportunidad de sustraerme a la emocionada mirada de nuestra Galliard. Resoplo y me rasco la cabeza, pensativo, sopesando las consecuencias de hacer honor a mi promesa.

"No más secretos en el Circulo... La mancha de Wyrm crece en la sombra, en la mentira y en el miedo... ¿Como puedo ayudar a mis hermanos, si no soy capaz de dejar de preguntar porque mi sombra es mi sombra.?"

- No más secretos en el Circulo... Esta bien... No puedo fiarme de mi capacidad para notar la presencia de la esencia del Wyrm... No sé sí es por el silencio Umbral de nuestro rito, por las emociones del día o por las extraordinarias influencias de Helen o de Eve.

Agito furtemente el vaso de café para que se inicie la reacción quimica que lo calentará y hará mi guardia más liviana.

- Y estoy asustado...- Me fuerzo a esbozar una sonria breve.- Creo que nuestro viaje al Protectorado y a ese gran Concilio pueden servirnos para encontrar respuestas. Hasta entonces, me temo que seré un poco más trasto de lo habitual.- Mi sonrisa se ensancha un poco más aunque no consigo dotarla de más calidez.- Si no os lo he dicho en la reunión, ha sido por vergüenza y por soberbia... Y porque tampoco estoy seguro de que hubiese sido bueno comentarlo, teniendo en cuenta lo tensos que estabamos todos.

Destapo mi café y dejo que el aroma invada mis fosas nasales. El olor me sirve para tranquilizarme un poco y decido moverlo de un lado a otro, para compartilo de una manera figurada con todo e Túmulo.

- Mañana, en cuanto el Circulo se quede a solas, compartiré con todos vosotros ese miedo, Amber.- De nuevo, asiento con la cabeza.- Gracias. De verdad, gracias. Y, ahora... venga, cada uno a lo suyo. Que mañana, madrugamos.

Hago caso a Amber y como. A veces dejo que me mangonee más que Ty, pero es que nunca había tenido un modelo femenino en que mirarme, aparte de mi madre, y ella no es Garou. Es un espejo en el que mirarme, aunque, espero, eso no me exigirá hacerme rastas.

- Otros también dijeron eso - confieso -. En Australia y en Nueva Zelanda, algunos Theurge creyeron que era una marca de favor. Pero entonces, ¿Por qué me hacen daño? ¿Por qué no tenemos Tótem? Deberían estar matándose por nosotros, si fuera así, porque, al menos vosotros, sois el orgullo de la Nación, aunque seáis un poco chapuceros - digo con una sonrisa culpable -. Por Gaia, si fuera verdad que me miran con favor, a nuestra manada, a nosotros cinco unidos, nos ampararía el mismísimo Hiperión

Estoy a punto de explicar a Amber quién es Hiperión, pero no lo hago porque no quiero ponerme a dar clase a alguien que me está ayudando y, también, porque ni yo misma conozco más que cuentos que he oído entre jóvenes Cliath que deseaban ganar al Tótem más legendario de todos y ser los salvadores de la Nación. Pero bueno, son sólo historias, pero sirven para ilustrar lo que intento decirle. Sacudo un poco la cabeza y vuelvo a apoyarme en el hombro de mi hermana.

- El problema soy yo, Amber, y lo peor de todo es que no soy lo bastante fuerte como para dejaros y permitiros ser los héroes que debéis ser sin mí, porque me da miedo quedarme sola

Frunzo el ceño cuando menciona que su poder no está funcionando como debe y después arrugo también la nariz, dándole vueltas. - Quizá es sólo que estabas muy cansado. Puedes repetirlo mañana cuando estemos más tranquilos...

Sin embargo, dejo ese tema cuando menciona su miedo y me esfuerzo por dedicarle una pequeña sonrisa de ánimo que me sale demasiado cansada. - No tienes que temer. Si estamos juntos podemos enfrentarnos a cualquier cosa -afirmo con seguridad, antes de matizar-. Si estamos juntos. Eso es lo más importante. 

Suspiro y asiento a sus palabras. La verdad es que aunque no tenga ganas de dormir, estoy cansada. - Buenas noches, Alex. Que tengas una buena guardia. 

Le doy un pequeño golpe con el puño en el hombro antes de levantarme y marcharme hacia el lugar donde coloqué mi saco. Por ahora ese es todo el gesto de camaradería que me siento capaz de ofrecerle de forma sincera. Necesito dormir y aclarar mi cabeza y mis emociones antes de poder hacer algo más.

No puedo evitar encogerme de hombros ante unas preguntas para las que, desgraciadamente, no tengo ninguna respuesta. ¿Por qué? No lo sé. Tan sólo sé que miro a Jane y no veo nada malo en ella. ¿Cómo podrían verlo otros? Acaricio su frente con los dedos cuando apoya la cabeza de nuevo en mi hombro.

- Tú nunca has sido ni serás un problema, Jane -aseguro con convicción-. No tengo ni idea de por qué te hacen daño. Creo que puede ser porque todavía eres demasiado pequeña para la grandeza de lo que te sucede y que, con el tiempo, conseguirás mantenerlo en un nivel soportable. O a lo mejor son ellos los que no son capaces de graduar la intensidad de todo lo que tienen que decirte... 

Sacudo la cabeza. - No sé quién es el Hiperión ese. Y no sé por qué no tenemos Tótem. Pero desde luego no creo que sea por ti. Eres la más inteligente de nosotros y tus habilidades de combate son increíbles. Vas a ser la garou que quieras ser. ¡Y además eres preciosa! ¿Has visto tu pelaje inmaculado? Podría hacer cientos de canciones sólo hablando de él. - Me permito una pequeña sonrisa de medio lado, relajando un poco la situación. - De hecho, puede que las haga. Te ensalzaré en mis canciones hasta que te des cuenta de lo genial que eres. 

Suspiro quedamente e inclino un poco la cabeza, para buscar los ojos de Jane con los míos. - Además, la verdad es que todo el asunto del Tótem sólo me importa porque os importa a vosotros. No digas eso, ni siquiera pienses en abandonarnos. No sé qué haríamos sin ti, pequeña. Y puedes tener claro que te prefiero a ti antes que a todos los espíritus guías de la Umbra juntos. Si ellos no nos quieren, yo tampoco los quiero a ellos. No los necesitamos para ser grandes, ya lo somos. Sólo... Sólo tenemos que estar juntos.

Querría contestar, corresponder a tantas buenas palabras. ¿De verdad me quieren tanto? No lo entiendo. No soy más que un arma rota. Así me siento. Por eso mi padre...por eso el hombre que tiene la culpa de todo; que negó a mamá una hija normal y a cambio le dio un monstruo que estuvo a punto de matarla, por eso no vino a buscarme. Sin duda sembró semillas de criaturas como yo para recoger monstruos a los que utilizar. Pero yo estoy rota, y por eso nunca vino a buscarme ni ayudó a mamá cuando la llevé al lecho de muerte. Ni siquiera ése demonio me quiere, ¿Cómo pueden quererme mis hermanos, estos cuatro Colmillos Plateados que son el orgullo de la Tribu? No es posible. Me cuesta creerlo, a pesar de todo. A pesar de lo que demuestran me empeño en pensar en el fondo de mi alma que me aprecian porque soy útil, no por mí misma. Por eso tengo que ser la mejor. Por eso y porque quizá algún día tenga enfrente al hijo de puta que le hizo esto a mamá...que me hizo esto a mí, y quiero poder demostrarle el gran error que cometió tirando a un lado la mercancía defectuosa.

Quisiera poder expresar algo así con palabras, pero sólo puedo llorar y abrazarme a Amber.

Me estiro para dejar la guitarra en el suelo y poder rodear bien a Jane con el brazo. Apoyo la mejilla en sus cabellos y la mezco en silencio algunos minutos, dejando que llore y se desahogue, como he hecho yo misma hace un rato. 

Sin embargo, cuando creo que ya ha pasado tiempo suficiente empiezo a cantar en voz baja con un tono suave una melodía sencilla, que por algún motivo inexplicable siempre me ha servido para dejar de darle vueltas a las cosas y ver esperanza.