Partida Rol por web

Cris mira primero hacia el cielo y suspira, parece que vaya a empezar a llorar. Hinca una rodilla en el suelo y deposita el cuerpo de Clara en el asfalto con gentileza. La pareja armada se va acercando hacia él, el hombre se lleva las manos a la espalda para sacar unas esposas.

Cris, de rodillas en el suelo, solloza a lágrima viva.

Dejadme olvidar, dejadme olvidar de una vez. Olvidarme de vosotros, de ella, de ésta ciudad y de esta mierda de vida.

Cuando los dos policías de paisano están ya a menos de 2 metros de Cris, éste, con su mano derecha, se saca el cuchillo clavado en su nalga izquierda. Un chorro de sangre sale disparado de la herida. Los polis se sorprenden y levantan las armas en señal amenazadora pero antes de que puedan entender lo que está ocurriendo Cris se clava el enorme cuchillo en su ojo izquierdo. 

Ahora es cuando las cosas se ponen feas.

Un grito de dolor que no es de este mundo se abre paso por la garganta de Cris. Comienza como un sonido grave que se vuelve más y más agudo hasta alcanzar una frecuencia que no puede percibir un oído humano. Todos los presentes notan que algo está ocurriendo en sus cuerpos, la piel empieza a estirarse, los músculos a temblar nerviosamente, como cuando uno tiene un tic en el ojo. Pero peor. Mucho peor. Las articulaciones empiezan a doler y se diría que los cerebros se están hinchando dentro de los cráneos, tratando de salir por alguna parte. 

Cada uno de los presentes sufre los efectos de manera distinta. Hay quien lo lleva mejor: María experimenta un fuerte dolor de cabeza y, probablemente, las migrañas nocturnas la acompañarán el resto de su vida. Otros también han tenido suerte: Roberto, que poco antes de que todo esto ocurriera ha empezado a subir por las escaleras, se sorprende al ver como un chorro de sangre le caer por la nariz y pierde el equilibro escaleras abajo hasta el portal. Otros han quedado más expuestos: Marc, con lo que ha sufrido ya el pobre bastardo, se ve proyectado contra la fachada del edificio y, al caer y llevarse las manos a la cara, puede comprobar horrorizado que está llorando sangre y excretando un liquidillo oscuro por las orejas.

Pero hay quienes hoy no se deberían haber levantado la cama. El policía con barbita de 3 días, la última persona a la que Cris había mirado antes de apuñalarse salvajemente el ojo, ha comenzado a hincharse como un globo. Primero se le ha roto la camisa, los botones le han saltado por los aires, los pantalones han dado de si y los zapatos se le han abierto por todos lados incapaces de contener la masa de carne que tienen en su interior. Las extremidades se le han doblado de forma antinatural hasta partirle en astillas los huesos que han quedado asomando a través de músculo y cartílago. Los globos oculares no han podido contener la presión y han reventado como granos de pus demasiado llenos. Al final, las leyes físicas que mantienen su cuerpo unido han dicho basta y toda su personas ha estallado violentamente desperdigando vísceras, huesos, sangre y carne por toda la calle. La honda expansiva ha sido tan potente que ha lanzado a la mujer armada que había a su lado contra el todoterreno plateado rompiendo el parabrisas. Tumbada sobre la parte delantera del vehículo ha levantado la cabeza aturdida mientras sus ojos, nariz y boca expulsa sangre en cantidades alarmantes.

La alarma del coche ha saltado y su estridente sonido llena la calle que más parece la sala de faena de un matadero.     

El aire se torna pesado en varias magnitudes instantes antes de que Cris abra la boca tras clavarse el cuchillo. El propio grito, produce una onda que mueve esas masivas particulas de aire, de medio, de miseria. Casi puede verse la onda expansiva, avanzando hacia los presentes, como un hongo nuclear en miniatura.

El alarido rasga el aire y provoca danyos irreparables en todos los presentes, en mayor o menor medida.

Maria, que no puede ver la calle desde su localizacion exacta, se agarra la cabeza con una mano, cerrando los ojos y abriendo la boca en un grito mudo de dolor. El peso del arma le vence en su otro brazo, con lo que se ve forzada a apoyar el cuello de la misma contra el suelo, a la vez que busca recuperar su equilibrio buscando la pared con su hombro.

Instantes despues abre los ojos y mira alrededor. Todo parece estar discurriendo a camara lenta, el sonido es mas bien un pitido agudo y grave simultaneamente, la respiracion es lenta y pesada, puede oirla retumbar en su pecho: es como si alguien inflara un saco de cuero y cuerda al maximo cada vez, crujiendo al ser estresado al maximo de su elasticidad. Ve a roberto sangrando de algun punto de la cara, ve a Marc tendido en el suelo contra la pared, su existencia ahora parece una anecdota.

Con las pocas fuerzas que le quedan, se incorpora empujando su hombro contra la pared que la sostenia y agarra el arma de nuevo, dispuesta a salir a la calle. Avanza hacia la puerta, cada paso levanta polvo en el suelo y a su vez respira esa atmosfera sucia y oscura que envuelve el portal y parte de la calle.

Procede al exterior empunyando el arma, no sabe muy bien que se va a encontrar ahi, pero la tension es maxima. Busca el boton necesario para apagar esta alarma, esta emergencia multidimensional, esta locura sangrante.

Enfrente del portal ve a Cris de rodillas en el suelo, los brazos en el aire y un charco de sangre creciente junto a su pierna. Hay sangre y visceras esparcidas por media calle y una mujer empotrada contra un todoterreno. Cris tiene la boca abierta en un angulo imposible. Podria meter ambos punyos en su boca facilmente, una boca que muestra una negrura interior muy intensa, un tipo de oscuridad en el que es mejor no aventurarse.

Cris esta moviendo ligeramente la cabeza de un lado para otro, y Maria ve entonces el cuchillo clavado en su ojo. Identifica a Cris como el origen de todo el sufrimiento que la rodea y sin dejar tiempo a su cerebro para racionalizar una situacion imposible de describir epiricamente, apunta con la escopeta a su cabeza, tensa todos sus musculos y aprieta el gatillo cerrando los ojos una vez. Y otra vez. Y otra vez.

Una docena de escaleras más abajo de lo que un principio recuerda, Roberto se intenta poner a cuatro patas. La cabeza le da vueltas, tiene sangre cayendo como pequeños riachuelos por toda la cara y le duele cada hueso del cuerpo. Había perdido el equilibrio y se había caído por las escaleras, pero ¿donde se encontraba la gente?

Sujetando la frente, con miedo a que estalle como una bomba de relojería, se levanta lastimosamente. Tiene la pistola en la mano, agarrándola con fuera inusitada, y se decide en ver que ha podido pasar. Y como no, la escena es implesable... inimaginable, una vez más. El policia parece haberse desperdigado por toda la calle, Marc está tirado en el cuelo, como si una explosión lo hubiera lanzado y lo mismo puede decirse de la mujer, que empotrada contra el todoterreno, parece haber perdido el conocimiento.

Pero lo verdaderamente inquietante se encuentra en la escena central. Maria, con el rifle de Marc, apunta a Cris, que chorrea sangre por la herida de la pierna y ...parece tener un cuchillo clavado en el ojo. La mente de Roberto ata cabos con la velocidad que le proporciona el miedo y no puede dejar de pensar en el "truco" que había realizado momentos antes en el sotano auto infligiéndose la primera de las heridas. Su boca cuelga inerte y su compañera no duda al apretar el gatillo. 

Le hubiera gustado tener el tiempo, o mejor dicho, el coraje de detenerla.-¡No! ¡Joder!-grita mientras intenta acercarse a ellos.-Podría habernos dicho que está pasando. Ese tio no era normal...¿Como saldremos de aquí ahora?-el tono de desesperación de esa última pregunta parece quedar flotando en el aire durante unos segundos, hasta que, con asombro, el químico se percata de que no está todo perdido.

Avanza como puede hasta el todoterreno, con la pistola preparada y apuntando hacia la mujer. Al llegar hasta ella, le coge el pulso y le cachea para hacerse con cualquier cosa útil que vea. En caso de estar viva andará con cuidado pero de cualquier forma busca algún periódico dentro del coche.

KTULU - Alma, Limbo, Polis

La escena es confusa. Se asemeja a uno de esos escenarios en los que, tras un bombardeo masivo, los soldados se adentran en el humo que se va disipando, mareados y sordos por la onda de las explosiones. Así, María, con un pitido terrible en sus tímpanos, se acerca por la espalda a un Cris devastado y de rodillas en el suelo. 

Roberto, que sale del portal trastabillando pistola en mano corre hacia María gritando:

¡No! ¡Joder!

Pero es demasiado tarde.

Cuando María levanta la escopeta y tensa los músculos para ejecutar a Cris, éste, gira la cabeza hacia ella con el cuchillo aún clavado en su ojo izquierdo y entre lágrimas de auténtica desesperación espeta:

¿Por qué no me dejáis desaparecer? Dejad que me olvide de mí...

La detonación es terrible aunque, probablemente, Cris no llega a escucharla. Los perdigones que dispara el arma de María destrozan tejido, carne y hueso con una potencia salvaje. Se lo llevan todo por delante dejando únicamente la parte inferior de la mandíbula intacta. El resto, el cerebro, el paladar, el cráneo, el ojo sano, desaparecen aerosolizadas por el aire o en forma pastosa por el suelo.

Roberto se para en seco - Podría habernos dicho que está pasando. Ese tio no era normal...¿Como saldremos de aquí ahora?

María no responde, está observando como la inercia del impacto hace que el maltrecho cuerpo de Cris caiga hacia adelante. Su mano izquierda sigue entrelazada a la de su hija.  

Roberto entonces se acerca a la policía empotrada contra el parabrisas del todoterreno pistola en mano y al llegar hasta ella le toma el pulso. Para su sorpresa aún no está muerta aunque las constante vitales no parecen prometedoras. La poli, notando el contacto sobre su muñeca intenta abrir los ojos que están empapados de sangre. Quién sabe si por la nublada visión, por su confusa mente o por puro odio irracional, pero lo cierto es que levanta su arma reglamentaria para pegarle un tiro en la cara a Roberto. Éste reacciona a tiempo y desvía el brazo de la poli consiguiendo que la bala impacte en la facha del edificio más cercano.

El sonido del disparo saca de su ensoñación a María que aparta la mirada del charco de sangre que va aumentando y recortando la silueta del padre sin cabeza y su hija muerta. Aparta sus pies que han empezado a mancharse de un rojo oscuro. Levanta la mirada y tiene, por primera vez en mucho tiempo, una panorámica completa de lo que está sucediendo. Del forcejeo entre Roberto y la mujer armada del parabrisas, del ovillo de carne temblorosa que es Marc apoyado contra la pared, del azul eléctrico del cielo. 

En lo que tardáis en parpadear la calle y todos los que estaban en ella han desaparecido, volvéis a encontraros en la escena del accidente en el cruce de carretera bajo el cielo nocturno. Se escucha un grillo. Pero esta vez, de los tres conductores sólo quedan dos que siguen yaciendo en el suelo, rodeados de sangre. También falta uno de los vehículos accidentados Marc está tirado en el suelo con la cara ensangrentada. Roberto, con la nariz sangrante, lleva una pistola en la mano mientras que levanta la otra en la postura que tenía adoptada mientras forcejeaba con la mujer. María tiene una escopeta.

Mierda, lo sabía.

El agente lanza un suspiro de cansancio.

Otra vez el puto Cris Gil.

Algo va mal. De uno de los coches llega un fuerte ruido, casi no da tiempo a ver el humo y las llamas.

Los chispazos de los coches incendian la gasolina vertida sobre el asfalto. El fuego se extiende rápidamente provocando una gran explosión cuyas llamas engullen a todos los presentes.

Godflesh - New Dark Ages

FIN DE LA ESCENA