Olaf entendió el mensaje que Conor le intentaba transmitir con la mirada y asintió levemente con la cabeza en un movimiento apenas perceptible.
Aquellos dos hombres ya habían probado su valor y su habilidad en la lucha y parecía que ya habían cumplido su propósito. Además, sin duda compartían una animadversión común hacia los vanires.
Podrían ser de gran ayuda en la misión que se habían propuesto y no le importaba compartir parte de la recompensa con ellos.
Los miró fijamente, y tras una pausa, les habló con solemnidad:
- No hemos venido a estas montañas a cazar a esas bestias pelirrojas. Nuestra empresa nos lleva más al norte, atravesando esta cordillera, hasta el mismísimo corazón de Vanaheim.
Y comenzó a relatarles la historia del cuerno y su plan para recuperarlo.
Al ver que aquellos guerreros le escuchaban con gran atención e interés les contó algunos de los detalles que habían conseguido conocer durante el tiempo empleado recopilando información...
El Plan
- Necesitaréis escalar la peña sobre la que se asienta Jormanshalt y la empalizada de madera o bien engañar a los guardias juramentados del templo que vigilan las puertas. Deberéis decidir si os acercáis durante la tarde o por la noche.
- Conor y Olaf conocen aproximadamente el número de guerreros que habrá en la fiesta. De alguna forma ocupar o distraer a los guerreros del banquete. Habrá aproximadamente un centenar de guerreros presentes, con sus respectivas familias.
- Alejar a los guardias de las puertas del templo. Hay más de una docena de guardias (3 a las puertas de la empalizada, 5 patrullando, 4 en el festival y 4 en el templo).
- Arreglárselas con los sacerdotes del templo. Hay 4 sacerdotes. Olaf ha oído que uno de ellos es ciego, otro es un borracho y otro un lujurioso, así que sería posible distraerlos o confundirlos.
- Abrir las puertas cerradas del templo interior para robar el cuerno. Según algunos relatos, las puertas fueron forjadas por los legendarios enanos de la montaña, considerados como los mejores herreros del mundo. Olaf no cree en enanos mágicos de la montaña que forjan cerraduras encantadas, pero no tiene duda de que el templo estará solidamente cerrado.
- Asegurar un modo de salir de Jormanshalt tan rápido como sea posible y huir hacia Asgard.
Se irán dando algunos detalles más sobre la marcha.
Bueno id cerrando el prólogo y ¡nos vemos a las puertas de Jormanshalt!
Conforme Olaf va relatando las vicisitudes de su plan, voy abriendo más y más los ojos.
- ¡Por los dioses!, - exclamo, - ¿nosotros cuatro contra más de un centenar?.
Miro a los demás, para ver su reacción, espero que el viejo no esté buscando entrar en Valhalla por la puerta grande a nuestra costa.
- ¿Y dices entonces que Cnulf, pagaría buen oro por ese cuerno? ¿De que serviría toda esa fortuna si estamos muertos?
- Lo primero sería ver el terreno y la situación, para poder ajustar el plan según las circunstancias... - Luego miré a Kellen preocupado. - ... El problema que tenemos es saber si tú podrás contenerte y obedecer las ordenes. No queremos que te vuelvas loco y hagas lo que te apetezca, estropeándolo todo y poniéndonos a todos en peligro... Ya sabes que me refiero...
Si se vuelve loco y entra en su frenesi, estaríamos todos muertos. Si no puede controlarse, mejor es que se vuelve por donde a venido y nos deje a los tres solos.
Olaf miró decepcionado al aesir de pelo blanco, pero enseguida comprendió la cautela del muchacho.
- Cien guerreros, si, pero borrachos como cubas. Para cuando comience la ceremonia algunos ya habrán caído inconscientes, derrotados por el alcohol. La mayor amenaza es sin duda la guardia del templo que estará atenta, aunque muy ocupada. También los sacerdotes, a los que seguramente tengamos que sustraer las llaves del templo.
Aunque parezca una locura, la fiesta es el mejor momento para acercarnos al templo.
-Para mí la mayor recompensa es el oro, pero otros preferirán la gloria. La humillación que sufrirán los vanires será recordada durante muchas generaciones a ambos lados de las Montañas Azules. Vengaremos la afrenta cometida veinte años atrás y honraremos la memoria de Hrulf. Seremos famosos y se compondrán canciones alabando nuestra hazaña. Se nos abrirán las puertas de todos los salones de Asgard y las mujeres caerán rendidas a nuestros pies.
Y si por desgracia fallamos en la misión y caemos en el intento, Ymir nos cederá un puesto de honor en su mesa, sentados al lado de los más grandes héroes.
- Imagino que pensarás que robar a Ymir en su propia celebración es un sacrilegio y que nos castigará. Pero Él es sabio y todopoderoso, y premia a los valientes. El cuerno pertenece a los aesires por derecho propio y seguro que favorece nuestra temeridad.
- ¿Acaso no os he contado nunca como perdí mi brazo izquierdo? No, seguro que no. Olvidaba que nos acabamos de conocer.
En mi juventud, cuando aún no habíais venido al mundo participé en una contienda contra los perros vanires. La mayoría de los guerreros murieron. Yo estaba malherido y vagaba confundido por el campo de batalla sembrado de cadáveres.
Fue entonces cuando contemplé maravillado que a cierta distancia había una joven de una belleza sobrenatural imposible de describir con adjetivos humanos. ¿De dónde había salido?
Con las pocas fuerzas que me quedaban la seguí, sin saber a dónde me llevaría, porque no había ninguna población cercana que yo supiera. Mi voluntad era suya, mi cuerpo y mi mente parecían controlados por ella, y era incapaz de detener mis piernas.
Finalmente caí de rodillas, rendido, exhausto, y luego mi cara besó la nieve. Conseguí levantar un poco la cabeza y ver como esa mujer se aproximaba con paso delicado.
Sentí un frío intenso cuando me dio la vuelta y me puso boca arriba. Entonces sacó un cuchillo ceremonial, decorado con bellos motivos. Luché para incorporarme y huir, pero mis miembros estaban agotados y no me respondían.
Luego ella exclamó mirando al cielo:
“!Oh, padre mío, Rey de los Gigantes de Hielo! Recibe como sacrificio el corazón de este bravo guerrero.
Entonces comprendí que sin duda se trataba de Atali, la hija de Ymir, de la que hablan las leyendas.
Horrorizado contemplé como alzaba su cuchillo para clavarlo en mi corazón. Sólo conseguí levantar el brazo izquierdo con mis últimas fuerzas en un intento vano de parar aquel puñal. El miedo terminó de paralizarme como a una estatua de hielo, y mi brazo quedó así estirado y rígido.
Pero en ese mismo instante el cielo se iluminó intensamente con una luz cegadora que me obligó a cerrar los ojos, y una impresionante voz que no podía ser humana retumbó como el trueno:
“Hija mía, es la voluntad de tu señor que perdones la vida a este joven guerrero. Todavía tiene grandes gestas que realizar en su vida. Aún no ha llegado la hora de que descanse eternamente en mi morada”
Perdí la consciencia, y cuando me encontraron más tarde mi brazo había quedado completamente congelado, por lo que tuvieron que amputármelo.
-Es por ello que creo que cuento con el favor de Ymir en esta empresa.
-De todas formas pienso intentarlo, con vuestra ayuda o sin ella. En ese caso mayor será la parte del botín que nos corresponda a los demás.
Conor ha oído tantas versiones de la historia de cómo Olaf perdió su brazo que no sabe si esta es la verdad o es otra trola.
Mcklow, vaya parrafada me he tenido que inventar para convencerte. Y yo que pensaba que ya estaba finiquitado el prólogo. Parece que no me lo vas a poner nada fácil. ¿Seguro que en la vida real no eres pelirrojo?
Permanezco con el semblante serio mientras Olaf cuenta su historia.
Cuando termina no puedo reprimir una carcajada, al tiempo que golpeo con la mano la espalda del manco - la hija de Ymir ni más ni menos ¡ja! ¿y que más? ¿por qué no dos gigantes de hielo también?
Le ofrezco mi pellejo de vino, - volviendo al tema que nos atañe, no te falta razón, sin duda la festividad será el mejor momento. Los sacerdotes no serán un problema, solo alzan sus cuchillos contra esclavos designados al sacrificio. - palmeo mi espada ahora en su vaina - Y creo que podremos mantener a raya a unos po...
De pronto paro y alzo una mano para que todos callen, como si escuchara algo.
- ¿eh? ¿cómo? si, si ha dicho Jormanshalt, ... aham, si, vale.
Me levanto y me estiro haciendo crujir mis articulaciones. - Bueno, ¿cuando partimos?, - digo poniéndome el escudo a la espalda, y la espada al cinto, - parece que los dioses van a estar observando, así que tendremos que esmerarnos.
Me giro hacia Kellen, - en cuanto a tu furia, no tengo queja, a mi hasta ahora me ha venido muy bien, - concluyo con una media sonrisa.
Digamos que es un rubio acastañado...
Olaf carraspeó y desvió la mirada. Ya estaba acostumbrado a los incrédulos que ponían en duda sus historias, ya que el viejo fanfarrón solía exagerarlas en el mejor de los casos, cuando no se las inventaba.
"Éste parece oír voces, y el otro es sin duda un tipo peligroso. Conor ya lo conocía de antes y no parece muy convencido. ¿Acaso estén locos?"
Empezó a dudar si había hecho bien intentando convencer a esos dos extraños personajes.
"En cualquier caso"-intentó consolarse- "Podrían servir de distracción mientras Conor y yo entramos a robar al templo".
Dejo abierta la escena hasta el lunes por la noche por si queréis añadir algo más.
-Me apunto- Dijo Kellen ante la perspectiva de una gran matanza
-No espereis de mi sigilo, si no mi hacha presta para clavarse en cabezas vanires, tened esto bien claro, pues nada se interpondrá entre mí y mi venganza-
Le tendió la mano llena de sangre a Olaf, para cerrar el acuerdo
finiquitado por mi
Olaf estrechó la mano del cimmerio, y aguantando el fuerte apretón que estaba recibiendo, tiró del brazo de Kellen hacía si para tenerlo más cerca. Y mirándolo fijamente a los ojos con gran seriedad exclamó:
- Sin duda es de gran ayuda contar con un guerrero de tus facultades. Pero recuerda que tenemos que ser precavidos y muy sigilosos si queremos tener alguna oportunidad de éxito.
Si piensas entrar allí como un mamut en una tienda de alfarería más vale que nos avises antes para que los demás podamos aprovechar el ruido y la confusión que provoques para llevar a cabo nuestro propósito y poder huir con vida. Si quieres suicidarte hazlo tu sólo, sin arriesgar nuestras vidas de una forma tan estúpida.
Y dicho esto terminó de empaquetar sus cosas para continuar con su viaje. Por delante les esperaban varios días de dura marcha hasta alcanzar su destino.