¡Eso es justamente lo que quería oír! - Exclamó el alcalde dando una sonora palmada sobre la mesa. La sonrisa de Justina y su señal de asentimiento hicieron sentir bien al viejo soldado. Pues no se hable más... acompañará usted a los tres muchachos que cumplen la mayoría de edad este año. Será un paseo para usted que ha recorrido tantos caminos. Seguro que le sienta bien.
Jonark se levantó como un resorte. Por favor, intente no reírse cuando vea a los orcos cuando les salgan al paso, aunque Holgast es muy bueno con las ilusiones, para una persona experta como usted resultará evidente que son de mentira. Queremos que los muchachos aprendan lo peligroso que es el mundo que les rodea y nadie mejor que usted para recordárselo.
Si no sufren contratiempos llegarán a la cripta en dos días a lo sumo. La ceremonia de despedida es pasado mañana, será entonces cuando les daremos mochilas con vituallas para el camino tanto de ida como de vuelta. La llama estará encendida en el nivel inferior de la cripta, no tiene pérdida. - Explicó el alcalde lleno de gozo por haber conseguido que el anciano acompañase a los muchachos. No es que hiciese falta, ya que la zona alrededor de Kassen era muy segura, pero uno nunca sabía donde podía aparecer un oso o alguna otra alimaña. Como bien le he dicho hemos preparado algunas trampas para que los muchachos se lleven alguna sorpresa más pero, por si alguno se torciese un tobillo o se hiciese alguna raspadura en la rodilla, dejaremos algunos viales curativos repartidos por la zona para que puedan aplicárselos y puedan continuar.
Cambio de planes Hostawen. Tú te quedas aquí en Kassen. Iré yo sola a pescar puesto que tu vas a a tener un honor muy especial. - Arnama no pudo ocultar el orgullo que sentía por las noticias que acababa de recibir. El Alcalde Uptal me ha solicitado mi opinión acerca de si te creía preparada para que tú junto a otros muchachos del pueblo os encarguéis de traer la Llama Eterna de la cripta de Ekat Kassen este año. - La exploradora rió de forma sincera. Le he dicho que no estaba muy segura de si estarías preparada para tamaña prueba... - Bromeó - pero no me ha quedado más remedio que acceder porque si no no habría podido enviar al resto de chicos a por ella por ser muy pocos. - Tomó asiento frente al fuego de la chimenea y toó un cuenco con caldo. Espero que me dejes en buen lugar y los guíes a la perfección. ¡Que no me digan que te has perdido! ¿Me oyes? Es un gran honor para vosotros el que el alcalde haya decidido que este año sean los adolescentes los que se encarguen de traer la Llama. Será un viaje que recordarás el resto de tu vida, ya lo verás. - Comentó tan entusiasmada que pareciese que iba a ser ella quien lo iba a hacer.
Pasado mañana será la ceremonia de despedida así que quiero que estés bien preparada. Vas a tener que pasar unos días con gente a la que no conoces, pero el alcalde me ha asegurado que son buenos chicos. No temas.
Sí, pasa Sigmund. - Contestó el Capitán de la Guardia tan pronto el muchacho se encontró en la puerta del edificio. Gregor se encontraba solo, revisando los libros de intendencia como solía hacer todas las mañanas antes de dar su acostumbrada patrulla para asegurarse de que los soldados no se volvían perezosos. El muchacho no encontró por ningún sitio al alcalde como le había dicho Hitton por lo que en un primer momento pensó que podía ser una broma del soldado. Sin embargo, una vez Gregor soltó los papeles sobre una de las mesas, el capitán se dirigió hacia el chico y colocó su grande y peluda mano sobre su hombro. ¿Qué tal te encuentras? ¿Bien? - Palmeó su espalda un par de veces como para autoconvencerse del porte fuerte del muchacho. Has crecido mucho desde que llegaste Sigmund y...y... nunca he tenido la oportunidad de decirte lo orgulloso que me siento de tus progresos. - Aquello sin duda era una sorpresa ya que el viejo Gregor Wissen no era dado a los sentimentalismos. Hoy he recibido una visita muy especial, no ya sólo para mi, si no para ti también. - Comenzó diciendo. - ¿Sabes que el alcalde ha estado aquí esta mañana? No ha venido para ver el estado de la guardia ni nada por el estilo. No. Ha venido a pedirme a mejor hombre para una misión muy especial y, tras meditarlo mucho, he pensado en ti para semejante tarea. - Su pecho se henchía de orgullo. Este año será el encargado de custodiar la magnífica Llama Eterna desde la Cripta del bueno de Ekat Kassen hasta el pueblo. Acompañarás a dos muchachos más en la tarea y, por tu bien, espero que te comportes como se espera de ti. - Expuso con mirada severa.
En dos días será la ceremonia de despedida y para entonces quiero tu armadura tan pulida que deslumbre al mismísimo sol. ¿Entendido? No quiero que piensen que tengo aquí a una panda de vagos...
El Padre Prasst se mostró sorprendido por cómo la muchacha había avanzado en los años que llevaba en el templo. Aunque al principio la había aceptado únicamente por las presiones de su abuela y por el oro que generosamente había donado, la verdad es que la muchacha daba a veces unas muestras de precoz comunión con Su Excelsa Senectud. Prueba de sus progresos era que no sólo Alétheia había recibido, según sus palabras, los veladas y retorcidas palabras del Dios, si no que además había conseguido descifrarlas a la perfección anticipándose a la noticia. ¡Así es hija mía! - Exclamó con el mismo torrente de voz que si lo hubiese dicho un ratón. A medida que se sentaba sobre la cama un coro de crujidos óseos proveniente de su espalda acompañaba al anciano en su descenso. Tomó asiento junto a la muchacha posando su huesuda mano repleta de manchas propias de la edad sobre la rodilla de la chiquilla. No me equivoqué contigo Alétheia. - Palmeó un par de veces la redonda y pálida rodilla de la chiquilla. En efecto, has sido elegida para traer al templo el orgullo de Kassen, la Llama Eterna. Pero te has adelantado un poco con los preparativos hija mía, no será hasta pasado mañana cuando el Alcalde Uptal oficie la ceremonia de despedida. Su Escuálida Divinidad ha querido que tengas la oportunidad, a tu tierna edad, de ser la representante de la comunidad para traer de vuelta como cada invierno la llama bendita del gran Ekat Kassen. - El anciano llevó con dificultad sus manos hasta su frente adoptando la posición para dar gracias al Dios Débil. Las mantuvo en esa posición durante unos instantes entre temblores pues la artrosis se había cebado enormemente con el sacerdote hasta tal punto que lo único que podía mover sin emitir un chasquido de sus huesos eran los párpados.
Serás acompañada por dos muchachos más de los cuales supongo que Su Divina Debilidad te habrá informado también. El alcalde me ha asegurado que son buenos chicosy el orgullo de sus respectivos mentores. - Sonrió mostrando sus blanquecinas encías vacías. Será un viaje de cuatro días hija. Sé que será difícil para ti andar tanto...pero confío en ti.
-El Débil es caprichoso. Le gusta torturarme con visiones difusas e impenetrables. - Así justificó Alétheia no saber quiénes eras sus compañeros de aventura y haber pensado que su partida sería inmediata. Sonrió con dulzura a su mentor y cuidador.- Es un orgullo para mí ir en busca de la Llama Eterna y representar a nuestra comunidad. Me las arreglaré bien.- Siempre había sido mimada, dentro de sus posibilidades, por el padre Prasst y el resto de los acólitos, pero consideraba que podría sobrevivir a esos cuatro días siempre que la Temblorosa Mano del Viejo guiara su camino.- Estoy preparada.- Repitió con gran confianza en sí misma.- Padre, ¿qué sabe de mis compañeros?
Me gusta oír eso Alétheia. Sé que lo harás a la perfección. - El anciano acarició con dulzura la cabeza de muchacha. Muchas décadas hace ya desde que Xualmidan, uno de los mejores clérigos que el templo ha dado para propagar la voz de nuestro Exánime Señor, trajo la lámpara a nuestra querida villa. Ahora es el Sumo Sacerdote de nuestra vetusta orden en Skelt. ¿Sabes qué? Siempre dijo que traer la Llama Eterna al pueblo había sido uno de los actos más gratificantes de su estancia en Kassen. - Seguramente el anciano no mentía, ya que tampoco es que un siervo de Débil tuviese muchas posibilidades de hacer algo que se escapase de la rutina.
Ambos muchachos han sido elegidos por sus excelentes habilidades, aparte de porque son los únicos junto a ti que creemos que estáis listos para dar ese paso decisivo paso que os hará entrar de lleno en el mundo de los adultos. Con esas palabras daba a entender que básicamente eran los únicos que cumplían la mayoría de edad ese año al igual que Alétheia. Una joven elfa, entrenada por la mismísima Lady Arnama Lastrid, la famosa exploradora de Kassen, - y la única - os guiará hacia la cripta. Además, el prometedor pupilo que fue acogido por nuestro Capitán de la Guardia, Gregor Wissen, te escoltará hasta las profundidades de la cripta a fin de que llegues sana y salva para recuperar la Llama. - El anciano quiso darle un tono de tétrico a sus palabras pero debido a su escasa voz aquello distó mucho de causar miedo a la chiquilla. Por otra parte, Alétheia, sabía que para los adultos aquello era algo semejante a una procesión o peregrinación y que distaba mucho de ser algo peligroso.
Las primeras frases hicieron sacar una cara de estupefacción a Hostawen, no recordaba el día en que no había estado fuera de la compañía de Arnama, y ahora no sólo tendría que ir con auténticos desconocidos, si no que no podría confesar todos los pequeños miedos que se arremolinaban en el estómago de Hostawen. La elfa no era muy dada a desconocidos y a veces podía pecar de ser muy paradita e insegura. Le gustaba confirmar sus conocimientos con Arnama y sus habilidades de rastreo estaban todavía muy verdes. Si decía que no a Arnama, ésta se sentiría avergonzada y si decía que sí, tendría que soportar a unos chicos humanos adolescentes, unos auténticos desconocidos que seguramente se perderían en el bosque... El rubor en las mejillas de Hostawen evidenció lo nerviosa que estaba. No-no sé que decir. Claramente lo sabía. Es un gran honor, sí, claro que sí... un gran honor... - Decía para seguir la corriente de su mentora, pero para ella era una mochila pesada que tendría que llevar a su cargo. Ehem... ¿Y se tarda mucho en coger esa llama? - Preguntaba mirando hacia otro lado, como quien no quería la cosa. Vale, voy cojo la llama y ya está. No tiene complicación Hostawen. No tienes que preocuparte de nada. ¿Qué es lo peor que podría pasar? - Ji ji ji... - Acabó riendo nerviosa, intentando mostrar cierto entusiasmo. Era evidente que Arnama no podía ir con ella, pero en la cabeza de Hostawen estaba continuamente esa pregunta ¿Tú no vienes? - Mientras se mordía nerviosa el interior del labio inferior.
Alétheia cada vez estaba más contenta, feliz de acaparar tanta atención, pues lo que se desprendía de las palabras del Padre Prasst era que ella había sido elegida, no ya por el Alcalde de Kassen, sino por el mismísimo Dios Débil para pasar una prueba. La mención de Xualmidan la hizo fantasear, dando rienda suelta a su imaginación. Tener éxito en la misión significaría entrar a formar parte del mundo de los adultos y ser respetada como un valioso activo en la pequeña comunidad fundada por el héroe de la villa. ¿Quién sabe si no estarían pensando en ella como sucesora del propio Padre Prasst? A la vista estaba que cada vez estaba más viejo y decrépito.
Pobre hombre...- Cogió sus manos llenas de manchas y temblorosas entre las suyas, rollizas y níveas. Le compadecía pero a la vez sentía orgullo por su mentor. Conocer los Misterios del Débil suponían también un sacrificio y una responsabilidad.
Se sintió agasajada y más tranquila cuando el Padre Prasst le comunicó que iría escoltada por dos jóvenes que también tendrían que probar su valía. Una cripta era un lugar donde la oscuridad reinaba y allí donde ésta extendía su manto ella veía reflejado a su padre, uno de sus mayores temores. Memorizó toda la información que le comunicó su mentor, ávida por saber más de sus acompañantes. Como buena conocedora de ritos, liturgias y parafernalia diversa, le quedó claro que la misión no era más que un mero trámite, que no haría más que confirmar en sociedad la elección que previamente el Padre Prasst había hecho, seguramente guiado por Su Demente Sabiduría.
- ¿Cuáles son sus nombres? Me gustaría tenerlos presentes en mis oraciones.- Como Pitonisa del Débil conocía muchos rituales para sacar información a través de los nombres. Prefería leer las líneas de las manos pero no tenía el gusto de tenerlos presentes. Se limitaría a estudiar la grafía de sus nombres, conocer las constelaciones bajo las que llegaron a este mundo, y rogar la atención del Viejo, a través de complejos rituales cargados de simbología, para desentrañar la madeja que formaba su Destino.
El Padre Prasst guardó silencio unos instantes. Cerró los ojos y bajo la barbilla hasta que ésta tocó su pecho. El contacto de sus manos se hizo helador aunque no por ello soltó las manos de Alétheia. Por un momento la joven pitonisa tuvo la impresión de que hubiese fallecido tras su pregunta. El Diós Famélico solía reclamar el alma de sus servidores siempre de manera inoportuna y aquella ciertamente lo hubiese sido. Sin embargo el Sumo Sacerdote despertó de su breve letargo y lo hizo como si no hubiese sucedido nada. Hostawen, Sigmund y... un hombre de larga barba blanca con el que el alcalde no contaba en un principio. - Murmuró contrariado olvidándose de que Alétheia estaba a su lado.
No Hostawen, no te preocupes, tu no tendrás que hacerlo. - Dijo llevándose un cuenco de sopa. - Tú sólo te encargarás de que el resto de tus compañeros lleguen por el camino correcto siguiendo el mapa que te dé el alcalde. No estés nerviosa, será algo muy sencillo para ti. ¡Fíjate! ¡Hasta te dará un mapa! - La exploradora no daba crédito. Habrá una representante del Dios Débil que será quien porte la lámpara y también un chico que os hará las veces de guardián. Además piénsalo, a lo mejor hasta haces amigos.
Se asustó por el bienestar del Padre pero sólo fue una pequeña siesta, muy productiva eso sí. Alé memorizó los nombres y se quedó pensativa sobre el sorprendente y revelador dato final.
- ¿Barba blanca? Tiene que ser una señal...- Algo no cuadraba ahí. ¿Qué pintaba un hombre que ya peinaba canas en una ceremonia de iniciación de tres prometedores jóvenes? La excitación se apoderó de la joven espoleada por la incertidumbre de no saber ni su nombre.-¡Oh, Padre, que nervios! ¿Cuándo conoceré a mis compañeros? ¿Le ha dicho algo el alcalde? Tengo curiosidad pro saber quién es ese misterioso hombre. Estudiaré mucho hasta ser llamada para cumplir la misión por si el Débil tiene a bien mostrarme algo más.
El sacerdote asintió confirmando las palabras de la joven pitonisa. Los conocerás el día de la ceremonia Alétheia, no seas impaciente. Nuestro Decrépito Protector nos informará de lo que sea necesario si es que necesitamos saberlo. - Aunque el anciano intentaba con ello quitar de la cabeza de Alétheia preguntas innecesarias acerca de aquel hombre de avanzada edad, no podía negar que él también se sentía sumamente intrigado acerca de los motivos que el alcalde había tenido para incluirlo en última instancia a una peregrinación que debía ser realizada por adolescentes.
Con un murmullo y con suma dificultad consiguió levantarse de la cama y recuperar la verticalidad. Su mirada se hallaba perdida como si más allá de las paredes del cuarto de la muchacha hubiese una imagen que sólo el podía ver. Sí hija mía, estudia... - Comentó con aire distraído mientras buscaba a tiendas el pomo de la puerta. ¿Habría mediado Su Senil Deidad en que aquel hombre estuviese presente en su futura excursión? Todo parecía indicar que sí.
La idea de hacer amigos no iba con Hostawen, pero parecía que no había otra opción. La elfa simplemente asentía a las palabras de Arnama y cogía con fuerzas el mapa. Ese objeto sería la diferencia entre que todos se perdiesen o no, era una gran responsabilidad, pero también era cierto que con aquel objeto era imposible que Hostawen se perdiese. Así, que... ¿Qué podría pasar? - Está bien. Dijo con muy poco entusiasmo y mira que Hostawen se había despertado de muy buen humor. ¿Quizás ésto es lo que significaba mi sueño? Aires nuevos, aires de cambio... ¿Sería otro sueño premonitorio? - Los pómulos de Hostawen se ruborizaron como si un chico le hubiese mirado y le hubiese gustado. El bosque parecía hablarla y así lo sentía ella...
Dos días...- ¿Cómo iba a aguantar tanto tiempo sin saber la identidad del misterioso hombre? Pero el Padre Prasst tenía razón. Después de todo, en lo que respecta al Débil, Alé siempre se dejaba hacer. Despidió al sacerdote con un beso en la mejilla áspera como la piel de un orco y trató de distraerse un poco. Observó su bola de cristal, la cera derretida de una vela cayendo sobre un cuenco con agua cristalina y fría, lanzó tabas sobre críptica simbología trazada en el suelo con una tiza. Todo lo que había aprendido durante su aprendizaje lo puso en práctica para saciar su curiosidad respecto a sus compañeros.
Por supusto que le dedicó tiempo a los salmos y oraciones al Débil. Se preguntaba si si tras traer exitosamente la Llama Eterna a Kassen y vivir extraordinarias aventuras sus compañeros acabarían profesando su fe.
Eso sí que sería maravilloso.- Si la elfa era una exploradora posiblemente adorara a una deidad de la naturaleza. Sería un hueso duro de roer. Se centraría primero en el chiquillo, de toda la vida se le habían dado mejor los hombres.
¿Realmente el viejo lo consideraba su mejor hombre?. Con el pecho henchido de orgullo el joven aprendiz de soldado respondió a su capitán y tutor. - ¿Su mejor hombre?.... ¿Yo?- Susurró incrédulo para después erguirse y exclamar animadamente. - ¡No lo defraudare señor!... -
¿Qué tan difícil podía resultar aquella tarea? Sólo debían escoltar a aquella linterna; no parecía muy difícil. Por eso debía esforzarse, su espíritu le incitaba a mejorar día tras día y para eso debía ganarse el crédito con trabajos simples como aquel. Aún no se sentía preparado para enfrentarse a amenazas como la de los Ogros, pero debía dar el primer paso lo más pronto posible si alguna vez quería cobrar venganza. - ¿Y... Por qué eligieron a los otros dos? ¿También se han destacado? - Indagó curioso. Sabía que aunque parecía una tarea sencilla, para el pueblo de Kassen aquello era sumamente importante, pues era la representación de su fundador.
Por lo que tengo entendido son dos muchachas Sigmund, así que deberás mantener la cabeza bien centrada. Ya sabes lo que opino de las mujeres, son un mal necesario. ¡Procura no distraerte con sus encantos! - Advirtió con el dedo en alto mientras paseaba por la habitación. Una de ellas será la encargada de portar la lámpara y es la representante del Templo del Débil, donde al fin y al cabo arderá la llama hasta el próximo invierno. - Comentó ilusionado. Por todos era sabido que, cuando no eran los adolescentes los encargados de traer la lámpara, Gregor Wissen siempre se presentaba voluntario para la tarea. No era difícil deducir la ilusión que le provocaba aquella celebración. El Padre Prasst la ha seleccionado de entre sus mejores discípulos y seguramente será una mujer muy delicada, como todos dentro de ese templo. Procura que quede encantada con tus dotes hijo, es importante que el templo nos vea como sus protectores. - Aconsejó al muchacho. Aquel consejo no lo había dado porque sí. El Padre Prasst contribuía de propia voluntad pagando el sueldo de cuatro soldados para que al menos todos los días un soldado estuviese vigilando los alrededores del templo. Nunca nadie había osado robar en el templo, pero según él siempre era mejor prevenir que curar.
La otra muchacha es una guía de los caminos. Es una elfa joven, puede que la hayas visto por el pueblo alguna vez. Su mentora, Lady Arnama, la ha entrenado bien. Su labor es llevaros hasta la cripta durante los dos días que dura el viaje de ida. - Gregor se acercó hasta Sigmund y lo sujetó por los hombros. Haz que todos nos sentamos orgullosos de ti hijo.
Tras el breve discurso del Capitán, Sigmund tuvo el día libre para que se centrase en los preparativos de su viaje, el cual tendría lugar dos días después. Tal y como había dicho el Capitán Wisse, aquello era una oportunidad para que Sigmund demostrase que era un adulto. A lo mejor, si tenía éxito, podría plantearle a su padre adoptivo el asunto de los ogros que asesinaron a su familia. Seguro que el hombre lo miraría con otros ojos si demostraba que podía cuidar de aquellas dos chiquillas.
Rhylen acogió de buen grado la invitación del alcalde. Serían unos días para salir de la rutina y aunque los críos no le hacían demasiada gracia, esperaba poder controlarlos y que no se metiesen en problemas.
El alcalde abandonó junto con Justina la casa dejándolo sumido en sus pensamientos mientras miraba su antigua espada y su oxidada armadura. Habría que afilar la primera y quitar el óxido a la segunda, pero no le llevaría demasiado tiempo. Además, tenía por delante dos días en los que podría hacer los preparativos; que tampoco eran muchos puesto que la cripta estaba a escasos dos días de marcha desde la villa. Aires de cambio soplaban en la cara de Rhylen Carsson sin embargo un nubarrón con aspecto de botella de vino medio vacía se interpuso entre su armadura y él. Habría tiempo para quitar el óxido a la armadura...