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Halruéi, país de magos supervivientes de la antigua Nezheril. Nezheril era una antigua población de humanos, originariamente procedentes del norte, dónde ahora está el desierto de Anaurokh. Hace unos cuatro mil años, en el norte, siete pueblos costeros se unieron para luchar contra un mal común: los orcos. Los elfos de los bosques de los alrededores también se unieron, pero no directamente, sino en un segundo plano, participando sólo en el comercio de materias primas y víveres. A cambio de no luchar abiertamente en la guerra, los elfos transmitieron su saber sobre la magia a los humanos. Éstos se interesaron mucho en la magia, y empezaron a estudiarla, ampliando así sus conocimientos y ganando confianza en sí mismos. Cuando los orcos desistieron, viendo la magia, arma la cual los humanos antes no poseían, se dispersaron hacia el este, sur y oeste, sobretodo.
Los humanos, ansiosos de poder, investigaron sobre la magia por su cuenta, ya que los elfos ya no podían darles más saber; los humanos ya sabían todo lo que los elfos sabían. Nezheril, sin embargo, pensando que los elfos les ocultaban información, inició una guerra contra ellos para, al final, con un descubrimiento fortuito, emprendió un camino hacia la grandeza y la ruina. Nezheril se volvió rica, y hasta se llegaron a construir ciudades que flotaban sobre la tierra.
Aunque tanto poder acaba corrompiendo.
La primera prueba para el poder de la gran civilización fueron los fhaerimm, una raza de criaturas mágicas que vivía bajo tierra. Ésta raza maligna sufrió por culpa del uso continuado de la magia en Nezheril. Cómo represalia, estos empezaron a pudrir sus campos y bosques, convirtiéndolos en trozos de desierto. Los humanos terminaron descubriendo la inteligencia que había tras aquel extraño desgaste, iniciándose así una guerra mágica. Al final, el desgaste de la magia empezó a afectar a los conjuros que funcionaban en las ciudades.
Karsus, un archimago de increíble talento responsable de los avances de la magia, sintió que su obligación era mantener unida la nación. Lanzando un conjuro que había estado investigando durante una década, Karsus creó un vínculo con Mystryl de modo que pudiera robarle su poder y convertir-se en una deidad. Cuando el sortilegio estuvo completado, su cuerpo se llenó de poder divino y su mente se amplió con conocimientos inimaginables (cómo el del error que acababa de cometer).
Karsus estuvo al borde de condenar a Faerûn sin magia. Mystryl se sacrificó para salvar la magia antes de que el daño fuera irreparable. Esto cortó su vínculo con Karsus, petrificándolo y negando temporalmente toda la magia del mundo. Las ciudades flotantes se desplomaron y Karsus, en su forma pétrea, vio cómo todo lo que conocía y amaba se desplomaba por culpa de su desatino. La diosa de la magia se reencarnó como Mystra, limitando más el lanzamiento de conjuros.
En Halruéi hay instaurada una magocracia, y su rey, Zálazhorm, es un gran adivino, previniendo ataques de los países vecinos y pudiendo crear en las mentes ajenas visiones; ya se han salvado muchas vidas, así.
Los magos halruyanos son gentes satisfechas consigo mismas, más interesadas en continuar sus investigaciones que en explorar Toril. Aquellos que abandonan su tierra es debido normalmente por asuntos comerciales. A veces, tales agentes son lo bastante importantes como para viajar en los famosos barcos celestes halruyanos, grandes naves utilizadas en el comercio. Halruéi dispone de dos de éstas fabulosas naves. Grandes como dragones venerables, surcan los cielos en las misiones de vital importancia.