Asiente con un leve gesto a la propuesta del ministro. Eso suena mucho mejor... Cuando finalmente este les consulta, acota en baja voz.
-Debo buscar algunas cosas. Volvere en breve.
Sin decir mas, se gira sobre sus pasos, emprendiendo el camino para salir del palacio...
Sola, si nadie la sigue, emprende el camino de regreso a su casa...
Alli recoje las ultimas cosas que no habia empacado, la varita que conservaba, el escaso dinero... solo las pertenencias que pueden serle de utilidad en un viaje. Con labios apretados, cierra desde atras adelante, todas las puertas y ventanas de su vida anterior, tratando de no pensar en cuando las volvera a ver... si es que lo logra.
Una por una pone todas las trancas, dejando la casa en la total oscuridad. Y una vez mas... siente esa fuerza que la invade cuando esta sumergida en la misma... esa asquerosa fuerza que no es suya, que viene de "eso"...
Molesta , termina, y sale de la casa, cerrando la puerta de calle con un estampido. Como si con ese golpear cortara su coneccion con el pasado, a lo bueno y lo malo... Luego, desanda camino en direccion al puerto del navio celeste.
recojo todo lo que quedaba del equipo.
-Estoy listo, Mi Señor -afirma el guerrero con voz serena-. Partiremos cuando deseéis.
Sin decir más se mantiene firme y a la espera de que lleguen las nuevas órdenes. En cierto modo no puede dejar que su mente divague y empiece a pensar en sus nuevas posibilidades, en cómo esta nueva misión de gentes tan importantes puede serle de gran ayuda a la hora de iniciar su búsqueda. ¿Quién sabe? Podrían tener información que el desconociera... tendría que llevar a cabo sus pesquisas más adelante: ahora la prioridad era triunfar en la misión.
"Puede que al final los rumores de estas tierras me acaben siendo de gran ayuda..."
Miro con esos ojos rojos que relucían en la oscuridad de la capucha.
-Creo que todo lo que había que decir ya lo han dicho mis compañeros- dijo con un marcado acento, no se sabia muy bien de donde -Por mi parte, no pido gran cosa, sitio donde alojarme, comida y quizás algo de remuneración para poder seguir viajando, nada excesivo, todo obviamente después de averiguar lo que podamos de nuestro soberano, ser aun placer ayudar- hizo una graciosa reverencia
Sorry pero estoy algo deshorientada, iré cogiendo rodaje, según vaya posteando más.
El consejero asiente frente la proposición de Miriel, y no pasa demasiado rato cuando la joven llega de nuevo, con su mochila de viaje.
- Perfecto entonces. -dice el consejero, dándose la vuelta- Seguidme.
Y empieza a guiaros a lo largo del patio de armas Halariense, rodeando el palacio con ello.
Si quereis hablar por el camino entre vosotros, adelante. Mañana intento postear lo siguiente, el a donde os lleva.
El consejero os guía por el lateral derecho del palacio, rodeándolo y llegando a la parte trasera, donde contempláis con esplendor uno de los barcos celestes del reino. Os encontráis en el puerto celeste, un complejo de pasarelas, vigas y demás uniones que se elevan más de 50 metros hacia el cielo, donde está anclado el barco celeste Halruyano.
El consejero os indica el camino, y llegáis hasta unas plataforma de madera, y os pide a cada uno de vosotros que os posicionéis encima de ellas. Él se coloca en otra, y hace un gesto con la mano encima de una especie de ranura que hay a su lado. En la ranura, con forma de N, aparece una especie de esmeralda que encaja a la perfección, y empieza a brillar. Notáis un pequeño temblor en vuestras plataformas, que van, poco a poco, elevándose hasta las plataformas superiores.
Llegáis, finalmente, arriba. Allí, el consejero os indica que paséis por una amplia pasarela que une las platafromas superiores con la nave celeste, y una vez allí os indica que esperéis allí.
Observa todo a su alrededor, todo aquello era nuevo para ella, nunca había visto algo taaan grande, había vivido toda su vida con campesinos y agricultores, las grandes ciudades la asombraban cada vez más.
Miro a sus compañeros, eran de lo mas dispar, no le gustaba demasiado la mujer, tenia una mirada que no le trasmitía nada de confianza, y por sus preguntas era bastante interesada, aunque cierto es que alguna recompensa por pequeña que fuese les iría bien a todos, suponía. Así que espero allí, tal y como le dijo el consejero, tapándose cuidadosamente con su capucha y sus guantes.
El consejero vuelve junto con un par de hombres fornidos y con lentes. Uno de ellos lleva el pelo largo y castaño, y el otro, negro y corto. Sin embargo, se parecen mucho en todos los demás aspectos.
- Bien. Ellos cuatro deberán ser protegidos en todo momento. Deberán tener los mejores camarotes y la mayor protección. Sin ellos, nunca encontraremos al rey. -dice el consejero dirigiéndose al hombre de pelo corto.- Éste, -dice mientras os señala al hombre de pelo corto- es John. Es el capitán de vuelo. Éste otro, -dice señalando al de pelo largo- es su hermano menor, Thomas. Es el encargado de las fuentes mágicas.
Después de las presentaciones, el consejero se va hacia los camarotes interiores, y John y Thomas os indican vuestros camarotes, sin decir ni una palabra.
Camino en silencio, tratando de mantenerme firme y en actitud solemne. No tengo nada que demostrar, pero me parece que la situación lo requiere: este hombre ha perdido a su soberano y pone su confianza (¿algo ciega, quizás?) en cuatro desconocidos para encontrar a su señor. No es para nada alentador, la verdad...
Observo con curiosidad todo el proceso. La verdad es que no deja de maravillarme esta ciudad y sus costumbres. Son tierras lejanas, de eso no cabe duda, y "donde fueres haz lo que vieres", pero... No puedo evitar sentir cómo se me encoge el estómago ante las enormes diferencias que hayentre las costumbres de estas tierras y las de mi propio hogar, donde los rudimentos y las tradiciones más mundanas están a la orden del día y lo que se premia es la ordinariez y no la excelencia.
Nos presentan a los que serán nuestros anfitriones de viaje. La verdad es que la idea de montarme en una de las impresionantes naves de esta nación hace que se me pongan los pelos de gallina. ¡Yo soy un guerrero, necesito tener los pies sobre la tierra!
Inclino ligeramente la cabeza mientras llevo la mano derecha a mi pecho en señal de saludo y respeto a ambos hombres.
-Caballeros...
Mantiene la mirada distante, y los labios cerrados todo el trayecto. El hermoso barco celeste le provoca solo un ahogado sentimiento, una evocacion de cosas que fueron hace demasiado tiempo... Sus compañeros son todos ajenos a Halruey, por ende es dificil determinar si seran o no de confianza o tan siquiera utilidad. Hay tiempo sin embargo y tal vez, ni siquiera llegue a plantearse la situacion mas temida...
Una vez abordan, asiente sin decir palabra a las indicaciones del consejero, acatandolas con sensatez. Sus oscuros ojos miran asi mismo a los dos oficiales, saludandolos con una respetuosa inclinacion. Todo el honor a los que se encargan de la nave... No reconoce en un principio sus rostros, ni estos tienen por que reconocer el de ella, si fue este el barco en que viajara antes... Tantas cosas perdidas.
Acepta la invitacion a ir a su camarote, caminando con suavidad, y una vez alli dispone sus escasas pertenencias de modo que queden todas al alcance de la mano en caso de un imprevisto...
Sigo al consejero observando en todas las direcciones con mis ojos muy abiertos. Todos estos acontecimientos me tomaban por sorpresa y me maravillaban, lejos de asustarme, aunque debía de admitir que la plataforma que nos elevó me incomodó en cierta medida.
Una vez en la nave celeste, espero, observando el interior de la embarcación con interés y saludo a Jhon y a Thomas con una sonrisa y un asentimiento de cabeza antes de seguirlos con paso animado hacia mi camarote.
Vaya - pienso - Protección, los mejores camarotes, naves celestes...sólo nos falta un festín - me digo a mi mismo, al tiempo que esbozo una amplia sonrisa -
Lamento informar que mis padres me han avisado recientemente de un viaje imprevisto. Esta semana estaré semi-out, por no disponer de una computadora en todo momento.
Llega la noche. Algunos de vosotros habéis paseado por la nave celeste, alguno de vosotros ha paseado por cubierta, otro se ha quedado en el camarote pensativo y tal vez otro se habrá quedado dormido en la cama. Sin embargo, al llegar la noche, el mismo consejero que os ha guiado desde la entrada del palacio os indica que regreséis a los camarotes los que no estuvierais ya dentro, ya que por la noche el viento puede ser fuerte y es peligroso mantenerse en cubierta.
Una vez dentro de vuestro camarote, unos cuantos hombres os llevan la cena: carne y fruta. Después, cuando se retiran, os aconsejan que os acostéis, que a la mañana siguiente probablemente ya aterriceis.
La nave es imponente, desde luego. No deja de fascinarme la capacidad de las razas del mundo para superarse a sí mismas y llegar a extremos antes desconocidos. ¡Naves voladoras! ¡Como si el mar no fuera más que una mera extensión de agua! Increíble...
Apoyado en la cubierta dejo que mis pensamientos vaguen hacia el infinito. Pienso en mi hermana, en mis padres, en Taita, en... Mi corazón se encoge al recordar su rostro, sus caricias, su olor. ¿Dónde puede estar? Sé que no me he equivocado de ciudad, sé que estoy en el buen camino y, sin embargo, el mero hecho de no estar a su lado hace que me sienta tan perdido y equivocado...
Suspiro mientras abandono la cubierta y me dirijo a mi camarote. La cena es exquisita, la verdad. Disfruto de la carne, saboreando cada mordisco, mientras me relajo. Me descalzo para poder liberar mis agotados pies que aúllan de placer al sentir el contacto del aire sobre la piel. Cuando acabo con la carne me desnudo y, tomando la fruta, me tumbo sobre la cama. En la oscuridad, arrullado únicamente por los gemidos y nanas de las maderas de la nave, muerdo una y otra vez la suave forma de la fruta. El azúcar cosquillea mi lengua y su jugo me abraza la garganta mientras se desliza hacia las profundidades de mi estómago. No sé cuándo pero, en algún momento, me duermo.
Tras un tiempo de pasear por la cubierta y juguetear con mi espada, practicando algunos movimientos básicos, regreso a mi camarote.
Una vez me traen la cena, pregunto a uno de los hombres
Disclpe, ¿Hacia dónde nos dirigimos? - inquiero -
Sin duda se me había pasado por alto el preguntar antes... el hecho de que estuviésemos sobre un barco volador tenía mucho que ver con ello, me reconocí a mi mismo.
Luego de esto me dedico a disfrutar de mi cena, para ir a dormir lo antes posible.
El hombre que te trae la cena te responde amablemente:
- Aún no sabemos dónde dirigirnos exactamente. Sabemos que han huido en la otra nave celeste, sin embargo es difícil seguir el rastro mágico después de una noche de trayecto. -hace una pequeña pausa, y mientras se va, añade- Sin embargo, mañana ya estaremos sobrevolando Cormyr, ahora mismo estamos llegando a la Costa del Dragón.