Partida Rol por web

En un solo movimiento instintivo se sienta en la cama y posa los pies descalzos en el suelo, con el cuerpo levemente encogido. Los ojos abiertos como platos, sobresaltada, mira a sus compañeras de habitación:

- ¿Habeis escuchado eso? ¿No ha sonado como un grito?

Se levanta de la cama, sin esperar respuesta, y se pone por encima rapidamente la bata que la noche anterior dejó sobre la cama. Camina descalza hacia la puerta, y la abre, intentando saber de dónde viene el sonido.

Enciendo la lamparita de la mesilla de noche y salgo al pasillo con la cara pálida y asustada, llevando aún mi camisón de seda rosa claro. Sigo a los demás preguntándoles qué es lo que ha pasado.

Sube la sábana hasta que sólo se le ven dos ojos, asustadísimos.

-Fiona, no salgas -susurró, cuando la vió saltar de la cama. Estaba tan nerviosa que ni se dió cuenta de que esas palabras siquiera habían salido de su boca. Habían sido un soplo de aire sin contenido, que todavía reposaba en sus labios, abiertos y secos.

No se mueve de la cama.

¿Por qué?quiero saber qué ha pasado. -le digo, aunque me detengo a mirarla y ya aprovecho y me pongo mi bata a juego con el camisón.

No ha escuchado a las demás. Tras levantarse y cruzar la habitación, demostrando más curiosidad que sentido común, sale de la habitación descalza, buscando el interruptor del pasillo, y diciendo en voz alta:

- ¿Qué ocurre? ¿Está bien todo el mundo?

La sigo de cerca, para averiguar lo que está pasando y para que a ella no le pase nada- Ven con nosotras Lizzie, no te quedes aquí sola, no vaya a ser que te pase algo.

-No había pensado eso... -susurra, y se levanta de un brinco. Se viste rápidamente con una bata de seda, blanca, y colocándose de frente a la mesita, se echa unas gotas de perfume en las muñecas.

Se enfunda unas zapatillas blancas con una bola de perlé, y arreglándose el pelo mientras camina hacia sus primas, pregunta: -No estaréis pensando en dejar la habitación, verdad?

Lily mira molesta a su prima:

- Lo que no estoy pensando es en quedarme ahí quieta mientras no sé si le ha pasado algo a alguien. Por Dios, Elizabeth, es la casa de nuestra infancia, ¿qué va a pasarnos? Se habrá caido alguien, o algo.

Vuelve a mirar al frente y continua avanzando descalza por el pasillo, preguntando para que la oigan el resto de los familiares:

- ¿Estais bien? ¿Le ha pasado algo a alguno de vosotros?

Yo creo que no, porque voy preguntando por el pasillo, quiero saber si mis familiares están bien, por eso puse para todos.

Ok.

Aún en pijama, y sumergido auditivamente en los repiqueteos repetitivos de las gotas de lluvia en la pared de la fachada, embutes tus pies en unas zapatillas y con precaución de no advertir a tu compañero de cuarto, te escurres cautelosamente hasta el pasido. Allí te espera el preocupado mayordomo, con un candil en la mano como única iluminación, en una casa donde aun no ha llegado la iluminación eléctrica.

Te dejas guiar por los silenciosos pasillos -cuya apariencia nocturna es un tanto más cáustica que cualquiera que hayas podido comprobar anteriormente- sin que Jamison se digne a murmurar palabra alguna a pesar de tus desveladas y justificadas injurias. En consecuencia, y en un silencio abrumador y agobiante solo roto por la tormenta, llegais ambos a la puerta entreabierta que corresponde efectivamente al dormitorio del abogado del tio.

Pisando con cuidado avanzas hasta ella, y el descenso en la luminosidad te advierte de que el mayordomo se ha quedado atrás. Te giras para recriminarle y su expresión circunspecta es testimonio absoluto de sus nervios crispados. Aun así, ante tu mirada ceñuda, el viejo se pone en nuevo en marcha, animándose a entrar en la habitación contigo, aunque solo sea para enternecerla con la luminaria.

Posas las llemas de los dedos en la puerta y... una mancha en el suelo queda a la vista. Sangre. Abres más la puerta y la luz inunda la estancia revelando un espectáculo digno de un ilustrador de novelas de Poe.

El abogado llace en su cama, muerto a manos de un carnicero. Sangre. Cubierto de sangre coagulada y con el pecho abierto en canal ¡Sangre! Derramada por las sábanas y empapando el suelo en un charco que llega hasta la puerta ¡SANGRE! ¡SANGRE!

Lily y Fiona no dudan, y salen como resortes de sus lechos sin contemplaciones. La única iluminación en la habitación al márgen de las cenizas del fuego, es un candil que Fiona enciende. Eliza, con dudas o temores, quien sabe, parece que se resiste a abandonar el abrazo de las sábanas. Lily, tras calarse una bata, gira el viejo picaporte roñoso y abre la crujiente puerta rapidamente, siendo el rechinar tan efusivo que cualquiera en la planta que tenga oidos para oir probablemente lo haya captado. Normal en una casa vieja ¿Sería un sonido semejante el que os despertó a todas?

Mientras Fiona regresa adentro a por su bata a juego, y Eliza se decide por fin a dejar la cama, Lily sale al pasillo en tinieblas, buscando con las manos en la pared el interruptor de la luz. Tarea que al instante se demuestra inutil, pues recuerda que en esta casa no hay electricidad.

Fiona y Eliza terminan de arreglarse para afrontar debidamente cualquier clase de encuentro nocturno, y salen al oscuro, oscuro pasillo junto a la descalza Lily. Allí echais a andar, decididas, como un grupo de expedición nocturno a la nevera. Las voces de Lily alarman con despertar a toda la mansión, pero es que NECESITAMOS saber qué ha podido ser ese sonido nocturno.

Al fondo del pasillo se vislumbra una luz de candil en el interior de una habitación. La habitación del abogado.

...abres los ojos con la sensación de que ha ocurrido algo. Parece muy temprano y no ha amanecido todavía, aunque la lluvia sigue cayendo con fuerza. Los truenos continúan atronando la finca.

Un golpe. Te ha despertado un golpe. O una exclamación nerviosa. Algo te dice que ha ocurrido alguna desgracia.

En tu habitación, el fuego ha dejado como resto un montón de rescoldos anaranjados. Aparte de eso, está completamente a oscuras, aunque encima de una mesa descansa un candil. Por la ventana no hay ningún rastro de luz exterior por las rendijas de la ventana.

No tardas en descubrir que el buen doctor, tu compañero de habitación ¡NO ESTÁ! La puerta está abierta descuidadamente, no hay rastro de la bata del doctor, ni de sus gafas. Por los pasillos de la casa oyes voces y pisadas que se alejan.

...abres los ojos con la sensación de que ha ocurrido algo. Parece muy temprano y no ha amanecido todavía, aunque la lluvia sigue cayendo con fuerza. Los truenos continúan atronando la finca.

Un golpe. Te ha despertado un golpe. O una exclamación nerviosa. Algo te dice que ha ocurrido alguna desgracia.

En tu habitación, el fuego ha dejado como resto un montón de rescoldos anaranjados. Aparte de eso, está completamente a oscuras. Por la ventana no hay ningún rastro de luz exterior por las rendijas de la ventana, y parece que no hay nadie despierto.

Oyes sonidos de voces, probablemente de la planta baja. Alguien que habla muy alto. Y después, silencio.

...abres los ojos con la sensación de que ha ocurrido algo. Parece muy temprano y no ha amanecido todavía, aunque la lluvia sigue cayendo con fuerza. Los truenos continúan atronando la finca.

Un golpe. Te ha despertado un golpe. O una exclamación nerviosa. Algo te dice que ha ocurrido alguna desgracia.

En tu habitación, el fuego ha dejado como resto un montón de rescoldos anaranjados. Aparte de eso, está completamente a oscuras. Por la ventana no hay ningún rastro de luz exterior por las rendijas de la ventana, y parece que no hay nadie despierto.

Oyes sonidos de voces, probablemente de la planta baja. Alguien que habla muy alto. Y después, silencio.