Siento contradecirme a mis palabras anteriores... - aprieta con fuerza y firmeza el colgante de su madre.

Se que sería útil ayudando en la Resistencia, ayudando a liberar a Alice , pero.... - mira su puño apretado con fuerza en el colgante de su madre, con tanta fuerza, que hasta se ha hecho herida y empieza a sangrar.

Hice un juramento a mi madre, a mi Reina Blanca, en mi interior hice también un juramento a los pocos Guardianes de Landover que quedan, ya entre nuestro propio grupo, las esperanzas están mermando - se gira con fuerza, mirando a los hermanos.

Juré que conseguiría una cura para mi Reina Blanca, guardaré mi propio orgullo, soportaré las enemistades que he forjado con mi antigua acción, pero juro, por todos los Guardianes, que conseguiré una cura para mi Reina Blanca. Esta decidido, iré con vosotros para conseguir la flor. - sin decir nada mas se acerca al grupo, su mano aun sangra , aun sostiene apretando con mucha fuerza el colgante de su madre.

Se gira hacia los demás.

Perdonad mi forma de ser y el haber dicho de ir ayudaros, pero ante todo esta el juramento que hice a los míos. Tanto mis padres como lo que quedan de los Guardianes. Sin esa cura, jamás lograremos nada. Perdonad, mi indecisión hasta el final. - dice con voz apenada.

Acto seguido se pone delante de Mary.

Dame una bofetada con toda la rabia que tienes. Si no eres tu, que lo haga el capitán James. - su mirada felina miraba con seguridad y orgullo a ambos.

- Ese no es mi estilo - Respondí a Eizhan. - Pero la anterior advertencia sigue en pie, tenlo en cuenta. - Añadí.

Me encontraba algo incomodo y nervioso en aquellos pasadizos. La decisión de los grupos estaba alargandose demasiado, y los hombres de Rocheford estarían al caer. Crucé mirada con mi hermano, cohibido y pensativo, quien también parecía esperar un momento más adecuado para las presentaciones. - En otro momento hermano, y seguro que será pronto. - Pensé.

Derek sintio el olor de la sangre cuando Eizhan agarro aquel colgante lastimandose y aquello que dormia en su interior se revolvio de nuevo pidiendo pasa. Su mente le ofrecio una imagen de como le gustaria castigar a aquella mujer de ondulados cabellos que parecia tan segura y firme en sus convicciones. Cerro las mandibulas y saco un pañuelo de su bolsillo acercadose a la mujer.
- Con que deje de hacer estupideces sera suficiente.- gruñio y le tomo la mano para vendarsela con el, burdamente ya que no era medico, con un nudo.
Se dirigio a todos los presentes y hablo, deseoso de comenzar ya el viaje para rescatar a la princesa.- Les deseo suerte.- dijo en general.

-No voy a golpearte...

Aunque esa mujer le haya golpeado, ella no es de las que va por ahí pegando a los demás... aunque se lo pidan a modo compensatorio por alguna falta que han hecho. Aun está un poco enfadada con ella por lo que ha hecho, pero no como para devolvérselo...

-Deberíamos irnos... supongo...

Se entristece pensando en sus abuelos y en los tres hermanos... ¿Qué les pasará? ¿Volverá a verles? Desea con todas sus fuerzas que así sea.

Ya todos habían decido a donde irían y la incertidumbre fue patente en cada uno, no sabía se lograría el cometido encargado, si librarían Landover  y si lograrían detener la maldad que existía en aquellas tierras. Ya no había marcha atrás, estaban obligados por las circunstancias a hacer para lo que estaban hechos. Freud  tomaba nota de las decisiones y de los cometarios, sin dejar de pensar que muchos se detenían en nimiedades, y que no lograban atisbar que en ese preciso momento estaban haciendo historia, eran los albores de hechos que llevarían al fin de la tiranía de la reina roja, o la muerte de todos.

Dejó que todos hablaran, Mark y Sharon se le acercaron y comentaron unas cosas, él asintió y les dijo a todos que irían a pasar la noche a una de las fincas abandonadas en las afueras de la ciudad, que ahí estarían seguros por lo menos el resto de la noche, porque nada sacarian con salir en sus misiones sin provisiones y sin armas, por lo menos para todos. Freud los llevó a todos por unos pasillos que cada vez se hacían más y más sinuosos, que se habían más oscuros,debió sacar uno de las antorchas para poder llevar al grupo tan grande.

A medida que sentían que iban avanzando sintieron que iba cada vez subiendo y haciéndose más y más frio, sentían la brisa acariciar sus cabellos, su piel, debieron seguir caminando, todos detrás de Freud que en un punto apago la antorcha, cuando podían ver un poco de luz al final del túnel. 

Llegaron a un bosque de pinos, cargados de nieve, estaba demasiado helado, y calculando, habían caminado por lo menos una hora, así que estaban bastante lejos de la cuidad y de momento seguros, por lo menos eso esperaban. Freud y Mark tomaron la parte delantera de la comitiva, caminando por un sendero que sólo los dos hombres que iban delante conocían, y sólo les quedaba caminar, estaba heladísimo,  sus respiraciones se volvían en vaho delante de ustedes, y los que estaba menos preparados para el camino, comenzaron a temblar. 

Al fin pudieron ver un edificio en medio del  bosque, era una casa de dos pisos, que se veía bastante abandonada, siguieron caminando y Mark se separó del grupo para ir por la parte trasera y presionar unos ladrillos, el que estaba a una izquierda de su cabeza, tercera línea. Lo presionó y una puerta en medio de la pared de ladrillos se abrió, Eizhan reconocería el lugar, aunque fuese hace mucho tiempo... Ese lugar estaba sobre un altar de magia blanca, y esta magia haría reaccionar la pluma en el brazo de Ava,que comenzaba a hacerle cosquillas.

Entraron por un angosto pasillo, bajando unas escaleras en espiral hasta una bóveda que estaba más cálida, y habían varias mantas, y baules, era obvio que era uno de los centros de la resistencia. Les dijo que todos buscaran un lugar donde dormir que por la mañana con el alba partirían hacia sus destinos....

FIN DE ESCENA