Presiono mis manos en una oración. Estoy aterrorizada, quiero salir corriendo, sobre todo al ver la mano de huesos que sale de la tierra y el cuerpo que comienza a emerger. Pero he tomado una decisión. Cierro mis ojos, dejo que mi cuerpo tiemble y mi adrenalina recorra cada tramo del mismo pero me quedo allí, arrodillada.
-Déjalos ir...
Me muerdo el labio para contener un alarido, pues una parte de mí quiere salir de aquí.
-Ya tienes tu sacrificio.
En mi mente recuerdo las cosas buenas que tuve: el abrazo de mi mamá cuando gané el concurso, las palabras de aliento de mi hermano, cuando me fueron a despedir al aeropuerto. También recuerdo cuando Neil me desató, cuando conocí a Jonathan y a los otros dos jóvenes. Quiero irme pensando esas cosas.
"Dios dame fuerza para soportar hasta el final si es que, en este mundo recóndito tu voz y oído están presentes..."
-¡Déjenme!! -le ordeno a mis amigos.
-¡Completen el ritual! ¡Os quiero y os ordeno ésto!
Y continúo mis rezos. Diciendo esa frase que me dió tanto valor alguna vez.
-"Yo soy Yael Tomada..."
Pues dijiste que harias lo que quisieramos y que no causarias mas problemas. Asi pues sal de ahi y alejate de esa manaza. Ademas antes que suicidarte y condenarte, para eso seria mejor que vinieras a vivir donde los gitanos. No se come mal y no parece que trabajen demasiado. Y ni siquiera tu sacrificio seria valido porque eso te atraparia antes de tener siquiera listo el muérdago y lo tendriamos que repetir con alguien de nuevo porque un nuevo sacrificio seria necesario. Lo tuyo no es un sacrificio sino un suicidio Neil parece desesperado y ceceaba y tartamudeaba mas que nunca. De hecho si pudiera oirse a si mismo se imaginaria a un goblin verde desdentado poniendo escusas a su diabólico señor; y da dos pasos alante hacia el cementerio y uno atrás como si temiera acercarse demasiado a una mujer. Siempre le pasaba igual: nunca sabia acercarse a mujeres ni aunque estén siendo asoladas por un monstruo de ultratumba ni aunque tuviera posibilidades serias de dar un baboso morreo con lengua a un bonbonazo que además puede conseguir manga de importación. Finalmente consigue extender su mano para que la joven pueda no mas que agarrarla si da un pequeño salto hacia el. Y por un instante piensa en el amuleto de los gitanos... puede que la bestia no sea la misma de la que hablaban pero quizás esa baratija todavia ofrece algun tipo de proteccion contra los seres de ultratumba o de mas allá de las estrellas en este caso...
y apenas medio segundo después el amuleto esta en la mano que tiende hacia Yael.
¡Yael! ¡No lo hagas! Exclama impotente Jonathan junto al árbol de los condenados, sin ser capaz de dar un paso más.
¿Qué puede hacer? El espíritu que es el Ente ha tomado el cuerpo que reposaba en la tumba, que ahora se alza frente a la muchacha. ¿Y qué puede hacer él?
¡¿Qué, maldita sea?!
Se vuelve hacia David, que continúa machacando la planta que ha recogido. ¿Qué ha dicho antes? ¿Qué había que esparcir sobre el Ente la sangre y la mandrágora? No se fia en absoluto del chico, pero una cosa está clara, si no hace algo para detener a ese ser Yael va a morir.
¡David, dime qué puedo hacer para ayudarte a matarlo! ¡Vamos!
Ayayayayay....
Habéis pasado de la relativa tranquilidad a una situación de lo más estresante en apenas unos segundos, principalmente por culpa de Yael, quien ha instado a que algo entrara en el cadáver del cementerio y lo levantara de su tumba. Pero lo peor de todo es que la japonesa parece convencida de querer ofrecerse en sacrificio y terminar la pesadilla con una muerte horrible.
Y ahí estás, confundido ante la situación que acontece y preguntándote qué diablos hacer. Observas con cierto temor la escena del cementerio y tu cuerpo se tensa, lanzas una mirada hacia el árbol y te percatas de que David está paralizado por el miedo; su rostro agónico parece ahora más demencial mientras contempla horrorizado los hechos del cementerio. En sus manos tiene una bolsita de cuero marrón e intuyes que ha metido la mandrágora molida o semimolida en su interior.
Un pensamiento te ilumina. David no parece ser capaz de llevar a cabo ningún ritual visto su lamentable estado, pero ahora sabes qué hacer para llevarlo a cabo. Una pregunta te asalta, está claro que hace falta una víctima, pero permitirás que sea Yael? Queda poco tiempo.
Un pensamiento, una idea, impacta a Jonathan de golpe. Sabe lo que hay que hacer, sólo que... ¿será capaz de hacerlo? ¿Tendrá tiempo para ello?
No es momento de pensar. Es momento de actuar.
De un manotazo le arranca a David la bolsa de cuero que sostiene en la mano con la mandrágora molida y seguidamente agarra del cuello al chico paralizado por el miedo para intentar levantarlo y arrastrarlo hacia la lápida de la que el Ente está surgiendo.
Pero mover a David no es fácil. Necesita ayuda. Por eso grita:
¡POR DIOS NEIL AYUDAME!
¿quequeuquequeueue? dice Neil antes de obedecer a la imperativa voz de Jonathan, mas por su fuerte tono de voz que porque esté convencido de lo que hace.
Escucho los gritos de Neil y Jonathan pero no les prestó atención. Temo que si abro mis ojos mis ganas de salir corriendo me venzan. Tengo que ser fuerte.
"Dios, dame fuerzas... no me dejes flaquear ante el miedo. Mis padres estarán orgullosos de mí cuando me recuerden. Habré hecho lo correcto."
Sigo rezando, mis manos tiemblan tanto como si estuviera en un congelador.
Mientras Jonathan y Neil corren hacie David, que se encuentra terriblemente asustado y paralizado por el miedo, el cuerpo ha salido completamente de su tumba y es perfectamente visible. Se trata de un cadáver dantesco, con ropas tan sucias por el polvo acumulado que parece formar parte de ella. Las cuencas de sus ojos están vacías, aunque un ligero brillo rojizo asoma desde el interior. No hace otra cosa que gruñir y moverse espasmódicamente, babeando mientras localiza a su presa con angustioso interés.
Yael parece dispuesta a ser devorada y no hace nada por impedirlo, sin saber quizás que si no se lleva a cabo bien el ritual, seguramente su muerte no sirva para nada más que para acabar con su propio sufrimiento.
David parece conmocionado, o tal vez es que es así. El caso es que entre los dos lo lleváis a los límites del cementerio, donde se pone a jurar para sí mientras no deja de mirar a la criatura con creciente terror.
Apenas quedan unos segundos antes de que Yael sea horriblemente descuartizada. ¿Qué hacéis?
Siento el ruido de algo levántandose al lado mío. El terror ahora me paraliza. Cuando abro los ojos, apenas, veo a esa figura horrible salida de la peor pesadilla.
No puedo dejar de verlo.
-Dios, dios, dios, dios, dios...
En este momento quiero salir corriendo pero algo aún me retiene. Es una mezcla del terror y de la creencia que es lo mejor para todos, al menos para ellos.
-Dios... no... no...
De pronto una pierna comienza a moverse y, de espaldas al ser, comienzo a retroceder sin pensarlo. Es como si mi cuerpo se moviera por mí. Me muevo con las piernas y los brazos, caminando de espaldas como una araña estúpida.
"Voy muy lento, voy muy lento"
Entre Neil y Jonathan logran llevar a David hasta los límites del cementerio, pero el chico está fuera de sí ante la aparición del cadaver poseído, que ahora ha salido fuera de la tumba y se dispone a caer sobre Yael.
Fruto de la desesperación, Jon corre hasta la chica, llevando en su mano la bolsa con la mandrágora molida.
En cuanto llega junto a ella... lanza con todas sus fuerzas la bolsa abierta contra el resucitado...
¡¡Maldito seas!!
Y sujeta por la cintura a Yael, ayudándola a retroceder lo más rápido que pueden, hasta donde Neil está con David.
Jonathan no es precisamente un portento físico como para levantar a Yael en el aire y llevársela corriendo, pero la japonesa no debería pesar mucho y ya está intentando huir, lo que creo que ayudará en esta situación.
P-p-p-pero... no vale solo con la mandrágora.... ¿ Y el sacrificio de sangre? dice mientras abobado y sin saber que hacer avanza a grandes zancadas hacia yael y Jonathan enarbolando en su mano extendida el amuleto que le dio la gitana.
¿Y como decia ahora el padre Karras....? ¡ah si!
El señor es mi pastor, nada me falta
En verdes praderas me hace recostar
Me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas
Me guía por senderos de justicia por el honor de su nombre
A pesar de que camine por el valle de la muerte,
nada temeré porque tú vas conmigo dice con una voz que solo suena imperativa y severa en los fantasiosos oidos de Neil pero que al resto le puede resultar un esperpento de un bravo exorcista.
No vale de nada... este tipo debe ser protestante. ¿necesitamos sangre....mmmmmm? ¿Cuánta sangre? ¿un par de gotas? Neil cierra el puño y aprieta los afilados dientes de los que se compone el amuleto contra la palma de su mano con gran fuerza mientras emite un gruñido de dolor hasta que un par de gotas de sangre humedecen la baratija. Y cuando las garras del engendro avanzan peligrosamente hacia nosotros y al tiempo que la mandrágora le impacta de lleno en lo que sería su pálida y calva cabezota la baratija ahora teñida de rojo lo hace a su vez en su pecho.
Jonathan, ayudado por el friki Neil, consigue arrastrar al temeroso y demente David hasta los límites del cementerio del Ente. Ambos logran atraer a Yael, que parece sumida en una especie de éxtasis causado, más que probablemente, por un estrés desmesurado y caótico.
Ya alejados, y con el polvo de la mágica mandrágora esparcida por el cuerpo del Ente, creéis ver una chispa de cordura en los ojos del muchacho, David, como si fuera perfectamente consciente por primera vez desde que lo visteis. Su mirada es fugaz, y en un instante la dirige hacia el Árbol con tristeza y cierta melancolía. Una lágrima recorre su rostro justo en el momento en que el cadáver atraviesa su abdomen con el brazo y aparece por la espalda arrastrando consigo una cantidad ingente de sangre y restos de algo blanquecino que parecen ser sus huesos.
La vida del muchacho se escapa en un último suspiro, torciéndose su boca en una especie de sonrisa. De repente, una vibración emana del Árbol y observáis como montones de pequeñas luces, en las que apenas podéis distinguir el contorno de un rostro en ellas, salen y se dirigen al cadáver, rodeándolo, golpeándolo y atravesándolo mientras este grita con furia de dolor hasta desaparecer completamente y disiparse entre la luz.
Cuando todo acaba solo escucháis silencio. Lo que antes era un claro en medio del bosque con una casa en medio se ha convertido en luz brillante deformándose a vuestro alrededor, lo que hace que os llevéis las manos a los ojos, deslumbrados. La conciencia parece alejarse de vosotros, como sumiéndoos en una especie de sueño, pero justo antes de que la oscuridad y la inconsciencia os envuelva, sentís cómo esas luces se acercan a vosotros agradecidas. Entre ellas distinguís al chico, David, con un aspecto totalmente diferente, con una mirada cuerda y astuta y acompañado por una chica que intuís debe ser Raquel, la chica que dejó el diario.
Ambos sonríen, os saludan con la mano y comienzan a elevarse hacia el cielo junto a todas las demás almas.
[FUNDIDO EN NEGRO]
Finalizo yo la escena porque se está haciendo muy lento este final :_P