Averheim
Eöl había recorrido parte de Bretonia cuando decidió cruzar las montañas y explorar las tierras del Imperio.
Siempre había querido conocer las grandes ciudades de Bretonia y el Imperio. La verdad es que las de Bretonia le habían decepcionado bastante. Él esperaba encontrar grandes ciudades de leyenda, y lo que encontró, se parecía mas bien a un estercolero. Todas las ciudades que había visitado eran sucias y su hedor impregnaba las calles y todos sus edificios. La mayoría de los ciudadanos vestía con harapos y si no tenias los ojos bien abiertos cualquier ladronzuelo era capaz de robarte hasta tu último penique.
Eöl iba pensando en eso mientras andaba, sin prestar demasiada atención, por las calles de Averheim, cuando de repente, un jinete salido de la nada se abalanzó al galope sobre él. Esquivó como pudo al jinete mientras este hacia lo propio con su caballo. El jinete estuvo a punto de caer de su caballo pero finalmente lo controló y con la cara desencajada de ira se dirigió a Eöl: -Maldito bastardo casi me parto el cuello por vuestra culpa!!!
Eöl con una voz calmada se dirigió hasta donde estaba el jinete y le dijo:-Esto no hubiera pasado si no fuerais al galope por una calle abarrotada de gente.
El jinete, todavía con la cara roja de ira, grito a Eöl: -Como os atrevéis a contestarme sucio pueblerino. Y acto seguido le golpeó con la fusta en la cara abriéndole una herida.
La reacción de Eöl fue inmediata, cogió al jinete y lo tiró del caballo, con tan mala suerte que este se partió el brazo al caer al suelo.
Eöl no tenia la intención de hacerle daño pero ese mal nacido se lo había buscado.
Eöl se alejo del lugar mientras el jinete aullaba de dolor, vio una taberna y decidió entrar en ella a tomar un té.
La taberna
Eöl estaba sentado en una mesa tomando un té cuando entraron cuatro guardias a la taberna. Echaron un vistazo y uno de ellos le señaló. Se acercaron a la mesa y uno de ellos, que parecía el de mas rango hablo: -En nombre de la guardia de Averheim queda usted arrestado.
Eöl sorprendido contesto:-¿Por que motivo?
-Por atacar y herir a un ciudadano respetado de la ciudad- dijo el sargento
Maldito bastardo aparte de que casi lo atropella encima le había denunciado. Estaba claro que todo era un malentendido pero de momento seria mejor hacer caso a la guardia. Se levanto y retiró su capucha, los soldados se sorprendieron al ver que era un elfo, pero no dijeron nada.
La celda
Maldición, el sargento que le había detenido le dijo que pasaría la noche en la celda y que por la mañana recibiría veinte latigazos como castigo. Eso era una injusticia y no podía permitirlo, pero, ¿que podía hacer?.
Pasaron las horas y calló la noche, Eól se encontraba en aquella pequeña celda, con un sujeto bastante desagradable y apestoso, que había sido condenado a la horca por robo y asesinato. Aquel sujeto le sonreía con sus dientes negros y podridos cada vez que sus miradas se cruzaban y cada vez que lo hacia el sentimiento de repugnancia que sentía hacia él aumentaba.
Fue en ese momento, mientras pensaba en todo eso, cuando oyó el ruido y vio como un objeto caía a la celda a través de la ventana.
Aquel repugnante sujeto sonrió y se llevó un dedo a las labios par indicar a Eöl que no hiciera ruido. Recogió el objeto, que Eöl reconoció como una cerbatana, y se dirigió hacia la puerta de la celda. Disparo el dardo al carcelero y este cayo casi de inmediato. Acto seguido sacó unas ganzúas escondidas en el zapato y abrió la celda con una facilidad increíble.
Eöl salió de la celda y recupero sus armas, mientras su compañero de celda despojaba de armas y dinero al carcelero. Se estaba enfundando el estoque cuando vio que aquella alimaña iba a asestar una puñalada al carcelero. Se movió con la celeridad característica de los elfos y atrapo su muñeca antes de que le asestara el golpe mortal.
Aquel sujeto le miro con desprecio, pero no dijo nada. Luego sonrió y le hizo un gesto al elfo para que le soltara. Así lo hizo y aquella alimaña se dirigió otra vez a la celda y vio como enganchaba un gancho a los barrotes de la celda. Acto seguido se aparto y los barrotes y parte de la pared cedió por la fuerza y el esfuerzo de dos bueyes de carga.
Mientras veía como su compañero de celda salía al exterior del edificio comenzó a oír ruidos de alarma. Eöl decidió salir a la calle y trepar hasta el tejado del edificio. Seria mas fácil escapar por los tejados que por las calles.
La huida
Eöl había atravesado media ciudad saltando de edificio en edificio, algunos guardias le habían seguido por las calles e incluso le habían disparado con sus ballestas, menos mal que no tenían la puntería de los elfos, porque sino, ya habría dado con sus huesos en los adoquines de esa infesta ciudad.
Hacía un rato que no oía a los guardias, seguramente les habría despistado. Vio una arboleda a las afueras de la ciudad y se dirigió hacía ahí.
Estaba en el tejado del último edificio, la arboleda estaba a unos cien metros, pero si saltaba alertaría a los guardias que habían en la calle. No le habían visto pero no se podía esperar a que llegaran mas.
Saltó y hecho a correr. Su huida alerto a los guardias que salieron corriendo detrás de él.
Era mas rápido y no tardó en caerles ventaja. Dispararon sus ballestas contra él pero sus virotes ni siquiera pasaron cerca. Era una suerte que su visión fuera tan pésima por la noche.
Alcanzó la arboleda y se adentró en ella, busco un árbol al que trepar y observó.
No tardo en oír a sus perseguidores, se habían adentrado un poco y ahora se encontraban a escasos metros de él. Eran cuatro y entre ellos se encontraba el sargento que le había detenido.
-Sargento, si nos separamos podríamos cubrir mas terreno en menos tiempo.
El sargento sonrió-Estas loco si pretendes encontrar a un elfo en un bosque y mas siendo de noche. Es posible que nos este observando y ni siquiera sepamos donde está.
Volvamos a la ciudad, no voy a perder la noche buscando aun elfo que agredió a un noble. Además, seguro que se lo merecía. Mañana expediré una orden de busca y captura.
Acto seguido se volvieron a la ciudad. Eöl decidió seguir su camino y no descansar, seria mejor poner tierra por medio lo antes posible.
Había oído que en La Asamblea se celebraba un concurso de empanadas, quizás se dirigiera hacia ahí, seguro que la compañía de los hobbits era mejor que la de los humanos…