Bharnus estaba acechando tras la puerta entornada. No sabía si era la conversación que los compañeros mantenían sobre la fuente lo que le distraía de la puerta, o si simplemente no había nada detrás. Como fuere, Bharnus no percibía nada extraño tras ella.
La abrió empujando con el pie mientras sujetaba fuerte el martillo en posición de defensa y miraba en el interior.
Motivo: percepción
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+2)=22 [20]
Bharnus abrió la puerta con cuidado. Esta daba a una sencilla habitación con una cama, un armario y un escritorio, todos ellos cubiertos por una capa de polvo que permanecía intacta. Sobre la mesa, también cubiertos de polvo, había un candil sobre un plato de peltre y un pergamino hecho de metal batido.
El monje desenrolló le pergamino metálico y en el se encontró un largo texto escrito con runas enanas. En el hablaba un sacerdote llamado Averes quien llevaba la capilla de la mina y dirigía los rezos entre los enanos creyentes que allí vivían. Contaba que El Nudillo no era la mina más productiva pero que al seguir la veta hacia las profundidades de la tierra los mineros descubrieron otra nueva, mucho más rica. El hallazgo de aquel deposito enardeció el espíritu pero también la avaricia de los enanos manifestándose en una psicosis conocida como aurhrek o "fiebre del oro".
De pronto en aquella mina se desató la locura haciendo que el oro fuera mas importante que las relaciones o la amistad entre ellos. Según el propio sacerdote "El aurhrek se ha manifetado de dos formas entre mis hermanos: o bien están obsesionados por extraer todo el metal posible o, peor aún, tienen un instinto homicida por el que creen que deben eliminar al resto para que no les roben su oro".
Tras aquello el enano, que según sus palabras no había sucumbido a aquella locura, trató de hacer todo lo posible para eliminar aquella "maldición" de sus compañeros. Trató de pedir ayuda a Moradin pero sus plegarias no fueron escuchadas así que lo intentó con otros dioses. Averes terminaba así su relato, declarando la intención de bajar a la mina y transfromarla en una catedral digna de su nuevo dios.
Alrik se acercó a Bharnus mientras este les leía en voz alta la historia relatada en el pergamino de metal. Su rostro tomó un aspecto sombrío conforme el relato avanzaba. Había leído sobre el aurhrek en viejos relatos de historia, y conocía al menos un par de casos documentados de aquel fenómeno, pero habían ocurrido hacía miles de años cuando los enanos aún eran una raza menos avanzada. Con el nivel tecnológico de hace unos pocos cientos de años y contando con una fuerte fe en los dioses como parecía demostrar la portentosa capilla que acababan de atravesar, no le cabía en la cabeza cómo podían haber sucumbido a algo así.
—Tuvo que ocurrir algo más... no puede ser que nuestros hermanos se volvieran locos de avaricia sólo por encontrar mucho oro... ¿no? —preguntó inquieto a los demás, inseguro de querer conocer la verdad detrás de aquella pregunta.
Bharnus terminó de leer con la ceja enarcada. No le sonaba ese mal del que hablaba Averes.
- no conozco mucho sobre el tema, pero si el propio sacerdote usó la expresión ''maldición'' tal vez no sea casualidad... de todas formas, no creo que el aurhek convierta a nuestro pueblo en piedra... algo más debe haber ahí abajo
Tras decir eso, el monje se puso a rebuscar en el armario y en el escritorio en busca de algo más de información.
Motivo: percepción
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+2)=20 [18]
Motivo: investigación
Tirada: 1d20
Resultado: 10(-1)=9 [10]
no sé cuál se necesita así que tiro las 2 (per. e inv.), para tenerlas ahí y aplicar lo que corresponda ^^
Ethbel suspiró con pesadumbre. Aquellas líneas arrojaban algunas respuestas sobre lo ocurrido en la mina, y a su vez mucha tristeza. Cuando un reino o asentamiento enano cae tras una batalla, al menos queda el honor de haber luchado con valentía, y la esperanza de volver para cobrarse una justa venganza. Sin embargo, escuchar ese relato de un derramamiento de sangre hermano contra hermano era muy duro.
-Sin duda algo más debieron liberar ahí abajo. Algo que les invadió el espíritu y luego sus cuerpos. Por otro lado, me inquieta ese apunte en el que Averes afirma rezar a un nuevo dios, buscando ayuda. ¿Y si esa otra deidad, lejos de ayudar, empeoró la situación? O quizá estoy viendo más sombras de las que hay en este horrible lugar...
En cuanto los demás estuviesen listos, la guerrera estaba preparada para continuar explorando el complejo. Puede que más adelante encontraran más pistas.
-El aurhek es peligroso, sin duda, pero estoy seguro de que no transforma a los enanos en monstruos de piedra o en babosas gigantes-dijo alejandose de la fuente de oro-. No me gusta esto, tanto si Ethbel tiene razón como si no aquí ocurrió algo terrible...
Como herrera que era, Hilda sabía de sobra que el metal fundido por medios mundanos era peligroso y estaba caliente: se atrevería a decir que aquello lo sabían incluso los humanos, aunque nunca se podía estar seguro con aquellos cabezas huecas.
De la misma forma, sabía ya que aquello era magia: no irradiaba calor en absoluto, mientras que si hubiese sido oro fundido de forma normal en la sala haría un calor agobiante. Se acercó a solo unos pasos de la fuente y la escrutó con el ceño fruncido, mientras escuchaba a sus compañeros.
-Sí, es casi seguro oro, pero yo no lo tocaría. Manipular un objeto mágico sin saber lo que hace es como meter la mano sin mirar en la madriguera del térraro. Puede no pasarte nada... o puedes perder la mano. Y esto sin duda es magia, y no me hace gracia que esté intacto cuando todo lo demás está destrozado y saqueado. Si lo dejaron, tenían que tener un motivo.
Dando por zanjado el tema, siguió con Bharnus hacia la puerta. Por suerte allí se encontraron lo que más necesitaban: no oro ni metales, sino respuestas. Tenían que descubrir lo que había pasado allí, y aquel pergamino por fin arrojó algo de luz. Hilda había pensado que leer algo del puño y letra de uno de sus hermanos devotos de Moradin le alegraría el espíritu, pero según pasaba su mirada por las benditas y rectas runas, su ceño solo se incrementaba. Era increíble cómo la mala gestión de aquella mina había llevado a tal extremo de descontrol, y aún se oscureció más su mirada cuando leyó lo del nuevo dios, cómo había abandonado a Moradin para buscar la ayuda de otros. La llama de sus ojos parecía ahora ascuas oscuras y chisporroteantes.
-Conozco bien la aurhek-dijo, con el rostro y la voz más serios que le habían visto y oído-Es un mal endémico en nuestra raza. Los orcos tienen la locura de sangre, los drow la locura de la lujuria. Nosotros la locura del oro. Me temo, Alrik, que la respuesta a tu pregunta es sí. Yo lo he visto. Un mal que te consume, que te hace perder la razón, el oro se te mete en el cerebro y te oscurece la mente y el alma.
Suspiró, miró de nuevo el pergamino como si al releerlo esperase que su contenido fuese otro.
-Y sin embargo, Okkar tiene razón. Es un mal terrible, pero no el causante de la transformación de nuestros hermanos. Al causante lo tenemos justo aquí-dijo señalando al pergamino-En tiempos de aurhek, la guía de Moradin es fundamental. No estás viendo sombras, Ethbel, estás viendo la verdad. Si se separó del culto del Padre, y cuando su congregación más lo necesitaba, se desvió del camino por otros dioses... los enanos se sumirían en el caos.
Hilda casi podía verlo, y se le encogía el corazón. En su mente veía las imágenes, el fuego, el oro convertido en maldición, la guía de Moradin desaparecida, los enanos sin líder ni señor que les apartase de su obsesión. La llama de la fe flaqueando justo cuando con más ahínco la buscaban, una chimenea fría en mitad ee una ventisca.
-Oscuras son las cosas que pueden aparecerse al enano desesperado-no quedaba rastro de la jovial y entusiasta Hilda de hacía tan solo unos minutos-Y aún más oscuras y terribles las que pueden responder a las plegarias del sacerdote que ha perdido la razón. Justo cuando su fe debería haber sido más fuerte, se quebró. Abandonó el camino. Encontró algo en sus desquiciados rezos, algo que no era Moradin. Algo que decía ser un dios. Y no pudo defenderse de ello, fuera lo que fuese. Bajó a las minas y condenó a un pueblo ya condenado por la aurhek.
Y ninguno somos inmunes a ello. Parte de mí quiere salir y sellar para siempre este lugar, derrumbar sus puertas y sus salones. Pero si no lo hacemos, si queréis bajar y ver lo que Averes encontró en la oscuridad de su locura... deberéis estar seguros. Deberemos todos estar preparados, cerrar nuestra mente como una fortaleza y agarrarnos a nuestra fe como un náufrago a su tabla. Como el guerrero a su hacha.
Decidme, hermanos, ¿estáis dispuestos a ello?
-Estoy dispuesta a continuar-respondió Ethbel-. Si mis días tienen que acabar aquí, no me importará que estos viejos huesos descansen junto a nuestros hermanos. Me preocupa más que, en lugar de morir, me transforme en una de esas criaturas, pero estoy preparada para correr el riesgo. Es más, si llegase a transformarme sin remedio, os pediría que acabárais con mi vida si tenéis la oportunidad.
La guerrera hizo una pausa.
-Pero no quiero ser ceniza, demonios. No tenemos por qué perecer aquí. Podemos salir victoriosos contra aquello a lo que nos enfrentemos, o retirarnos si es preciso, llegado el momento. Mientras tanto, contad conmigo.
Alrik también asintió, solemne.
—Creo que es nuestro deber como enanos resolver esta situación. Además, nuestros hermanos merecen que sus almas descansen y que el resto de nuestro pueblo conozca su historia, para evitar que algo así se repita.
Como historiador, Alrik no podía dejar aquel lugar sin haber obtenido respuestas y haber dejado todo ese conocimiento por escrito. Se tomó unos minutos mientras los demás meditaban y hablaban sobre el asunto para apuntar unas cuantas notas en uno de sus cuadernos de viaje.
El grupo decidido a continuar y acabar, si es que era posible, con la causa de aquella "maldición" se preparó para salir de aquel cuarto que no tenía nada de utilidad mas allá de ropajes viejos de clérigo. Por suerte la puerta continuaba cerrada y ninguno de los enanos de piedra les hizo una emboscada al salir al pasillo. Con cuidado el grupo se preparó para entrar a la siguiente estancia, la que tenía unas puertas grandes y mazizas.
Las puertas crujieron y de la parte de arriba se desprendió polvo y pequeñas piedrecitas que cayeron sobre los enanos que empujaban las dos hojas. La sala permanecía a oscuras. Una enorme grúa con cabrestante ocupaba la mayoría de aquella enorme habitación cuyo techo era de más de 20 pies de altura. Colgando del cabrestante había un cubo de hierro gigantesco, de unos 20 pies de diámetro. Una sección de uno de los lados tenía bisagras y podía abrirse, permitiendo la entrada y salida. Bajo el cubo colgante había una fosa de unos 25 pies de ancho. De ella salía una brisa cargada con un olor insalubre, que hedía a minerales y a mundo subterráneo.
—Ajá... el acceso a la mina. Dejadme que compruebe el estado de la grúa.
Se acercó a los mecanismos que accionaban la enorme grúa para revisar el estado de bisagras engranajes y poleas. Aunque nadie la hubiese saboteado era probable que necesitase un buen repaso de mantenimiento tras tantos siglos sin supuesto uso.
Motivo: Investigación
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+4)=14 [10]
Tiro Investigación.
A pesar de que en parte seguía con la mirada oscurecida por lo que había visto y leído, la buena disposición y energía de sus compañeros, siempre voluntariosos, había devuelto el ánimo a Hilda. Aún quedaban enanos firmes bajo aquella montaña, y ellos no se doblegarían. La llama de Moradin ardía fiera en su corazón.
Tras atravesar otro par de magníficas puertas, se encontraron con una maravillosa obra de ingeniería enana: una grúa con cabrestante. Hilda se acercó a ella de inmediato y se puso a revisarla junto con Alrik, pues le encantaban aquellas construcciones de metal y piedra, testigos del avance de su pueblo.
Reviso yo también, no sé si en la 5 se puede como en la 3.5 hacer la acción de prestar ayuda a otro pj en una tirada.
La grúa llevaba años sin usarse pero pese a que algunas partes de la cadena y mecanismos parecían tener herrumbre nada indicaba que no pudiese funcionar bien. El foso sobre el que estaba era profundo y de haber sido diseñado el elevador por otra raza probablemente no sería de fiar. Sin embargo la ingeniería enana resistía bien el paso de los años y no encontraron un motivo por el que fuera peligroso usar la grúa.
Bharnus observó la sala y la grúa. No era muy listo y no entendía mucho de ingeniería, aun siendo de su propio pueblo. Mientras analizaban la estructura, el monje aprovechó un breve momento para sentarse y meditar. Las palabras de Hilda le rondaban la cabeza.
Cerrar le mente; fácil para Bharnus, acostumbrado a meditar y controlar lo profundo de sus pensamientos y sentimientos. Agarrar la fe; posiblemente problemático, hacía muchos años que la había abandonado. Pero no iba a dar oportunidad para que le pasara lo mismo. Concentró su atención y visualizó el vínculo que le unía a Hilda, Okkar, Alrik y Ethbel. Un vínculo muy joven, reciente, pero fuerte. Eso necesitaba, si no se aferraba a la fe en una deidad, se aferraría a la fe en sus compañeros.
Cuando Alrik y Hilda dijeron que era fiable la grúa, Bharnus se incorporó dispuesto a continuar con la busca y miró con curiosidad el mecanismo de la grúa.
- Y... ¿Cómo funciona? ¿Uno de nosotros debe quedarse arriba para manejarla, o se puede manejar desde dentro? -preguntó a sus compañeros.
Cogió una de las antorchas que llevaba en la mochila, la encendió con un chasquido de dedos y la dejó caer en el foso, observando si había algo en el fondo.
Es una buena pregunta Bharnus. ¿Qué hemos visto, master? ¿Se puede manejar desde el cubo?
Ethbel observó a sus compañeros inspeccionar la máquina, y todo parecía indicar que estaba bien a pesar de los años transcurridos. Era de agradecer que los malsanos habitantes actuales de la mina no la hubiesen destrozado. Incluso puede que ellos la utilizasen.
Sea como fuere, la guerrera estaba lista para bajar en cuanto pudiesen ponerla en marcha.
Si si, tiene una palanca en el interior para que podais accionarla desde dentro y bajar todos :)
La inspección de la grúa resultó realmente satisfactoria. Alrik se ocupó más de los mecanismos y de las piezas móviles, mientras que Hilda revisó el estado de los materiales en sí y la resistencia y conservación del metal. Por supuesto, y como no podía ser de otra manera siendo obra de verdaderas manos enanas, aquel artilugio estaba casi en perfectas condiciones, salvo algo de herrumbre en la cadena y algún engranaje. No afectaba a la integridad estructural de la grúa en absoluto, así que aquello tenía pinta de ser completamente seguro. De haber sido construida por humanos, ya estaría en el fondo del pozo, pero aquella estaba como nueva.
-Tiene una palanca de control dentro-respondió a Bharnus-Se opera desde el interior, y soportará el peso de todos nosotros.
Hilda sacó el martillo, se embrazó bien el escudo y abrió la puerta del cubo.
-A partir de ahora, la cosa puede ponerse realmente fea. Haced todos los preparativos que necesitéis. Podemos bajar en cuanto estéis listos.
Bajamos si nadie necesita nada más.