Partida Rol por web

—¿¡Pero qué...!?

El grito de confusión e indignación de Velkovis murió en su garganta al descubrir al corpulento lutrillano agarrando a Klee. El tipo inmovilizaba al rodiano con uno de sus gruesos brazos, medio estrangulándole. Velko se incorporó de un salto, mientras manoteaba en su cinto hasta arrancar la pistola bláster de su funda. Un par de disparos láser pasaron cerca de ellos y el twi'lek se dio la vuelta y localizó a más atacantes. ¿Qué significaba aquello? No podían haber sido descubiertos todavía, ¿no? ¡Ni siquiera había empezado a trabajar!

—¡Encárgate del lutriliano, Kha! —chilló mientras abría fuego contra uno de los hombres de negro que se parapetaba tras una maceta.

El haz de energía impactó contra el gran tiesto y lo hizo estallar en un géiser de cerámica, tierra y hojas chamuscadas. El hombre que se ocultaba tras él quedó al descubierto, tosiendo por la tierra que le había salpicado en la cara. Velkovis, gratamente sorprendido por el resultado de su disparo, saltó tras un banco cercano. 

Por todos los cometas...

Mira que el togoriano se había puesto cabezón, pero al final, tras no poco de darle la paliza, había accedido a que Klee pudiese portar su blaster. Y es que al final el tiempo y el destino del rodiano le acababan dando la razón. Un lugar como Bespin no es sitio para que absolutamente nadie vaya por la calle sin su correspondiente dispensador de muerte. Y más aún si se va a hacer un “trabajito” y mucho más aún si resulta que en ese trabajito hay involucrados robos, Hutts, mafiosos y maridos próximamente despechados.

Así, tras muchas negociaciones y amenazas de desmembramiento, el arma del piloto volvió a su cinto y de ahí, en ese instante en que fueron asaltados, llegó a las manos de este en un movimiento rápido y preciso.

La situación se precipitó y como suele suceder en este tipo de casos, Klee sintió unas ganas irrefrenables de llenar de agujeros el repugnante barrigón del lutrillano que le había sujetado antes, pero sabía que Kha’reb, como no,  a apenas unos metros de este, sería más taxativo y para completar el menú, el tipo al que había atacado Velkovis estaba ahora con el culo al aire.

—Eres mío, pedazo de mierda de bantha…

Tras el primer disparo, Kha'reb se puso alerta. Mientras cogía la pica que llevaba a la espalda, observó como todo se precipitaba: un tirador, un cazarrecompensas, y dos hombres de negro como los que habían visto en el mercado. Dos emboscadas por el precio de una.

Ignorando el disparo de bláster que le pasó a un palmo de la cabeza, Kha'reb se abalanzó con un rugido contra el lutrillano, con intención de ensartarlo. Había que ser rematadamente idiota para intentar robarle a un togoriano, y semejante estupidez se pagaba con la muerte.

Naria rodó hacia un lado y sacó su bláster a la vez que su hermano se levantaba de un salto. Velkovis siempre reaccionaba rápido antes este tipo de escenarios, a los que no se podía decir que no estuvieran acostumbrados. Aún habiéndolo visto tantas veces, la twi'lek se seguía sorprendiendo.

En un visto y no visto, Naria disparó desde el suelo a la nube de polvo que había dejado la maceta al romperse en mil pedazos. Cuando el polvo se disipó, apareció en su lugar un humano inerte tendido en el suelo con un tiro ente ceja y ceja.

El hombre de la otra maceta trató de reaccionar y se puso de pie, disparando a la agresora que había abatido a su compañero. Naria, sin embargo, fue más rápida de lo que éste esperaba y los disparos de bláster impactaron de lleno en una papelera. Maldijo de nuevo.

Kha'reb clavó su pica contra el suelo, rompiendo unas baldosas. El lutrillano consiguió rodar en el último momento hacia un lado, esquivando el golpe mortal. Un trozo de su abrigo quedó enganchado por el arma. El blindaje de su pecho se encontraba gravemente dañado por el disparo a quemarropa del rodiano.

El cazarecompensas se revolvió y activó un botón en el pad que llevaba en su brazo con una sonrisa socarrona. De sus botas salieron unos cohetes que le propulsaron hacia atrás. Se elevó en el aire y se marchó volando por uno de los balcones cercanos. Con el brusco movimiento, dejó caer una chapa de color cobre que no tuvo tiempo de recoger.

El francotirador no disparó de nuevo. En su lugar, las sirenas de la policía de Ciudad Nube comenzaron a escucharse cada vez más fuerte. Una alarma sonó por los altavoces de toda la planta anunciando que se estaba produciendo un tiroteo.

Todo se precipitaba a una velocidad vertiginosa: descargas láser cruzándose en plena calle, objetos del mobiliario urbano estallando como piñatas, el lutrillano huyendo con unas botas propulsoras entre las luces de neón que anunciaban casinos y salones de recreo... ¡Cosas así son las que hacen que te sientas vivo!

—¡Casi te cogen, Klee! —gritó Velko con una sonrisa demente— ¡Estos aficionados han intentado cazar a un rodiano! ¡Venga, Klee, ensénales cómo lo hace un cazador de verdad!

Después de azuzar al rodiano, Velko asomó la cabeza desde detrás del banco que le servía de cobertura. No podía ver al francotirador... Quizás haya huido, también, pensó. Eso les dejaba con uno de esos hombres de negro que iban tras Aris. El tipo se había levantado y había disparado hacia su hermana. Nari es demasiado rápida para alguien como tú, slimo... Apuntó durante un par de latidos de su acelerado corazón y apretó el gatillo, mas su disparo pasó de largo el objetivo por un par de palmos.

Klee miró en derredor confundido. La doble emboscada… ¿o acaso era triple? …parecía desmantelarse con la misma facilidad con la que había sido iniciada. El caza recompensas huía como la rata traidora que era, el francotirador no parecía tener demasiado interés en obtener su ansiada presa y el hombre de negro que restaba estaba ahora con el culo al aire.

—Menudos chapuceros… —rio el rodiano con estrépito compartiendo esa dosis de locura que había iniciado Velkovis como un fuego que encuentra en Klee un buen haz de hierba seca. —Te vas a enterar…

Y vaya si lo fue.

—¡Jódete, perra! —sentenció. —Y ahora largo de aquí que llegan los chicos buenos. —azuzó para que todos echasen a correr antes de que fuese tarde.

Kha'reb emitió un gruñido de disgusto al fallar el ataque contra el cazarrecompensas, quién consiguió escapar.

Habiéndose encargado de los tipos de negro, con los cazarrecompensas en huida, y con las fuerzas de seguridad en camino, Kha'reb consideró que era un buen momento para escuchar el consejo del rodiano.

- Vámonos - dijo al grupo, guardando de nuevo la pica -, no podemos permitirnos que la policía nos fiche ahora: eso dificultaría el golpe.

Naria suspiró y se puso en pie saliendo de su cobertura.

- Ni me sorprende-dijo ahogando una queja sobre los problemas que Klee parecía traer sobre el grupo. Pero ella y su hermano tampoco podían hablar muy alto, tenían sus propios problemas. Solo esperaban estar lejos de ellos para cuando les buscasen-. Kha'reb tiene razón. Largemonos antes de que venga más gente buscandonos.