Partida Rol por web

Alaia tras hacerle el vendaje y darle las cartas a Dalfrid se dirigio a la otra habitacion.

-Brent, hemos encontrado un pequeño cofre, pero esta cerrado, quizas puedas echarle un vistazo con tus habilid...

En ese momento se fijo que estaba Buri

-¡OH, POR EL AMOR DE LA DIOSA, QUE ALEGRIA BURI, ESTAS BIEN! 

Dijo ilusionada, alzando la voz mas de lo que hubiese querido.

-¿A donde habías ido a parar?

Gracias, Alaia... -mi compañera de la Guardia logró vendarme mejor de lo que lo podría haber hecho yo sola-. Será mejor que tomemos este cofre. Yo me guardaré las cartas: ya habrá tiempo de descifrarlas. No sabía que los reyes goblins supieran escribir, aunque dudo mucho que lo haya hecho de su puño y letra... menudos pielesverdes. Venga, Alaia, marchemos -le invité-. Creo que no encontraremos nada aquí, vayamos a ver qué hace el resto.

Me dispuse entonces, tras estar algo más recompuesta, a regresar con el grueso del grupo.

Una vez que Brent comprueba que no hay más trampas, y tras celebrar el pronto regreso de Buri, os ponéis a llevar los impuestos para el Conde Morris, y otra buena parte de objetos y monedas que no formaban parte de los impuestos. No es fácil ni cómodo trasladarlo todo hasta la carreta que esta en la salida, pero algunos de los prisioneros os ayudan en la tarea, y tras un buen rato, todo esta en su sitio y la carreta con sus dos caballos, lista para partir. Había además otro caballo y vuestro burro, que utilizáis para cargar con vuestro propio tesoro.

El comandante Cárdeno ayuda en lo que puede, y logra abrir el cofre que encontraron Alaia y Dalfrid. En su interior hay una serie de cartas, muy llamativas, al parecer algunos de los señores del condado, están conspirando para acabar con el conde y con su principal aliado, Ernesto señor de Fuenterrubiales, vuestro señor. Estas cartas, unidas a las que había encima de las mesas, parecen indicar una alianza entre algunos señores del condado, goblins, orcos e incluso elfos. Habrá que estudiarlo con más calma y llevárselos a vuestro señor.

Esta malherido y cansado, pero el triunfo de vuestra misión, unido al tremendo peligro atisbado en lo poco que ha podido sacar en claro de las cartas, le han dado una vitalidad y energía que no habríais esperado ver en el, antes de unos días de descanso:

-Habéis servido de la mejor de las maneras a nuestra ciudad y a nuestro señor. Y no solo yo estaré en deuda con vosotros, seguro que Ernesto sabrá como recompensaros de forma adecuada. Ahora hay prisa, estos impuestos tienen que partir cuanto antes hacia la capital. Y nosotros deberemos reunirnos en Fuenterrubiales con Ernesto, estos documentos se los daremos en persona. Mucho me temo, que tenemos manzanas podridas hasta en nuestra propia ciudad.-

Tan solo queda pendiente, el que hacer con los goblins encerrados, esto parece ser tan solo un estorbo, al menos para Cárdeno, pero en estos momentos, sois vosotros los que estáis al mando, y es vuestra elección que hacer a continuación.

Vuestro turno.

Habiendo terminado la misión, Finn se subió a al espalda de Alaia, su fiel corcel, y de forma tranquila aún con el tridente en mano, este lo movió de un lado a otro, jugueteando con el, como si de un simple palo se tratase y, sin ningún tipo de duda en sus palabras, solo aburrimiento, habló.

-No soy fiel de trabajar de más, pero podemos encargarnos de los goblins de ahí abajo antes de marcharnos, sino... pues supongo que serán una molestia para el pueblo cercano y para los comerciantes... pero como digáis, yo aún puedo lanzar un hechizo de dormir.

Viendo que estaba todo recogido y dispuesto en la carreta y en los animales de carga, solo quedaba un asuntillo: los goblins de la cocina. Miré a Finn, el cual decía aún de poseer magia para usar contra ellos. Miré a los demás: Brent estaba más o menos de una pieza, Dalfrid estaba herida, Alaia muy herida y Buri casi sin energías.

-"No creo que estemos en condiciones de más batallas, y ya tenemos lo que habíamos venido a buscar. Pero si tú crees que eres capaz de dejar dormidos a la mayoría de los gobos que hay ahí adentro, puede que nosotros podamos con el resto. Además, creo que le dije a Buri que más tarde nos ocuparíamos de esos indeseables, así que... Bien, todos a sus puestos. Buri y yo quitaremos la barricada y abriremos las puertas de golpe. Finn dormirá a los que haya allí y los demás dispararéis a los que queden en pie. Después de ese incio fulgurante, Buri y yo entraremos para acabar con el que quede en pie. ¿Estamos todos de acuerdo?" Les dije a los demás.

Si todos decidían que era buena idea acabar con los goblins, me iría hacia la última puerta para quitar las mesas.

Al fin habíamos encontrado la cámara del tesoro y recogido aquel oro que pertenecía al conde. Sin embargo, cuando me enteré de los entresijos de las personalidades y enemigos de aquel fabuloso reino, me sobresalté un poco.

Una rebelión... Esto se está poniendo peliagudo -pensé-. Quizá todo esto no sea ni la mínima parte que esté por acaecer.

Estoy de acuerdo Karel... -aún me dolían las heridas de los virotes-trampa de la sala del rey-. Será el último ataque que hagamos en esta roca-pocilga -añadí confirmando su propuesta-.

Alaia suspiro un poco exasperada cuando el mediano se volvió a subir a su lomo, por suerte, dentro de poco podrían ir a descansar, aunque aun quedaba pendiente el asunto de los goblins.

-Desde luego que no podemos dejar a tales seres impíos correr a sus anchas solo por que estemos cansados.

Se rasco la cabeza mientras notaba como el cansancio la invadía con cada una de aquellas palabras.

-Aunque tal vez debamos dormirlos, incendiar su sala y encerrarlos en ella, un combate no es algo que me apetezca ahora mismo, no con todo el cuerpo adolorido. Aunque acabar, hay que acabar con ellos, no hay discusión sobre ello.

La misión había sido completada por ello cualquier cosa que hiciéramos extra pasaba por nuestra cuenta. Los demás decidieron que se debía eliminar a los goblin encerrados para que no representaran un peligro posterior. Yo asentí, apoyé la idea como un último esfuerzo en el camino a mi retiro. Está misión debía ser la última  para despedirme del Conde y sus caprichos, estaría por mi cuenta o quizá acompañado de los capaces y valientes compañeros  que me habían tocado en esta misión.

—El plan del señor enano Karel podría funcionar, si Lenguadeespada logra dormir a un número suficiente podríamos eleminar otro tanto con las flechas, y luego si, empuñar hachas y espadas para acabar con el resto.

Buri miró al Cardeno lleno de heridas, con algunas de ellas sangrando todavía y tras las palabras de éste, no dijo nada, sólo se dio la vuelta. Había algo que quedaba por hacer allí y no se haría solo.

Al oír al mediano hablar sobre ello, Buri se llevó una grata sorpresa, pues pensaba que pasaría del tema o estaría en desacuerdo con ir a acabar con los goblins de la cocina. No sólo estaba equivocado, si no que Finn tenía ganas de más marcha.

Karel, como siempre trazaba un plan... y a Buri le gustaba ese plan... y lo que más le gustaba era matar pieles verdes.

Seguidamente Dalfrid, Alaia y Brent se pronunciaron, y todos estaban de acuerdo. Los ánimos no habían decaído a pesar del desgaste que llevaban.

Buri sacó sus dos hachas y dijo.

- ¡Vamos allá! ¡Todavía queda algo de gloria para éste enano! - balanceó sus hachas en modo picadora, después señaló con ambas a la habitación que quedaba por registrar - Vamos a destrozas a esos pielesverdes.

Volvió a guardar sus hachas y se acercó a la mesa que había puesto con Karel, esperando a que llegase alguien más para retirarla.

No tardasteis mucho tiempo en poneros de acuerdo, había que terminar con aquellos goblins, antes de abandonar el lugar. Una vez tomada la decisión, quitasteis las mesas y sillas con las que habíais bloqueado la puerta, y la abristeis. Los dos enanos formaban la primera línea, tras ellos el resto con vuestras armas a distancia. Finn lanzó un hechizo de dormir que afecto a varios de los goblins. Dalfrid y Brent dispararon contra los que estaban en pie, mientras Alaia lanzaba una plegaría solicitando una victoria rápida sobre aquellos pieles verdes. Algún golpe tuvo que ser detenido por el escudo de Karel, que acabo además con alguno de lo que quedaban, como hizo Buri. Tras una segunda ronda de proyectiles, todo quedo en silencio en el interior de la gran cocina. El suelo estaba lleno de goblins, muertos o dormidos.

Vuestro turno.

Heroicamente Finn llegaría para dormir a los goblins, tal y como había prometido que haría, aunque para su mala fortuna, el precio que tendría usar este hechizo es que este terminaría herido a causa de ser el primero en entrar para neutralizar a la amenaza goblin que aún quedaba presente.

-¡Me han dado!. -Gritó el mediano llevándose una mano a la herida- ¡No sobreviviré de esta!. ¡Con mis últimas fuerzas os maldigo!. Excepto tu, Alaia, tu fuiste un buen corcel... te lego mi colección de uñas de los pies...

Tras retirar los muebles y abrir las puertas de golpe, el necio mediano se adentró el primero en la cocina para lanzar su sortilegio, en vez de lanzarlo desde la retaguardia; por eso fue herido. Yo me adentré tras él, interponiéndome después entre los pieles verdes y los demás. Mi buena armadura y mi escudo pararon numerosos golpes. Las flechas volaban a nuestro alrededor, la magia chisporroteaba por la sala, algunos caían muertos o dormidos... todo era caos. En unos pocos segundos, todo quedó en silencio, con nuestros enemigos caídos en el suelo.

-"Bien hecho, compañeros." Les dije limpiando el filo mi hacha en un cuerpo inerte de goblin.

Buri ayudó a retirar la mesa del medio y tras esto Karel irrumpió en la sala furiosamente. Por suerte Finn lanzó un sortilegio rápidamente y fue capaz de dormir un par de goblins.

Los pielesverdes reaccionaron rápidamente y los que no estaban dormidos se lanzaron al ataque. Por suerte para Buri, había entrado tras Karel y éste recibió todos los impactos parándolos con éxito.

Tras los ataques, Buri se lanzó al interior de la sala con Venganza y Vergüenza en sus manos empuñadas. Las hachas estaban sedientas de sangre, y Buri había llegado para satisfacerlas. Buri se abalanzó sobre uno de los atacantes que acosaba a Karel y lo hizo picadillo.

- ¡Vamos Karel! Destrocemos a esos mierdas.

Buri soltó otro ataque dañando a un segundo goblin y se encaró a los que quedaban esperando a que entrasen sus compañeros.

La formación era: primero Finn, secundado por los enanos como fuerza machacadora y por último nosotros los humanos lanzando flechas a diestra y siniestra con cuidado de no darle a ninguno de los nuestros. Mi flechado va a dar directamente en la cabeza de uno de goblinoides esperando que la herida sea suficiente para matarlo.  

—¡Con cuidado! —grito a los que van al frente— no se confíen esos malditos son duros a veces.

Disparé un par de flechas una vez comenzamos a ejecutar el plan final. El caso es que ninguna de ellas acertó, tal vez por lo reducido de las dimensiones (tenía a mis compañeros delante y aquella sala era realmente pequeña). No obstante, su buen hacer propició que no quedara ni uno de aquellos pielesverdes (al menos ninguno con más ganas de luchar). 

Compañeros, será mejor que nos vayamos de aquí cuanto antes. El oro nos espera, y le espera al conde... creo que nos hemos ganado el sueldo de la guardia y cumplido con nuestro mandato... -dije entonces-.

Tras acabar con aquellos goblins, fuisteis hasta la salida, y emprendéis el camino de vuelta a la civilización. Matáis a los dos dormidos, no hacéis prisioneros. Al salir, veis que falta poco tiempo para el amanecer, así que os habéis tirado muchas horas en esos túneles. Estáis muy cansados, algunos y algunas, a penas podéis moveros, a la fatiga se unen las heridas recibidas. El camino de regreso es difícil, la pesada carreta amenaza en más de una ocasión con precipitarse por la ladera de la montaña. Muchos de los rescatados, están en unas condiciones penosas, y a penas pueden seguir un paso que es más bien lento.

La llegada del amanecer os pilla terminando de bajar la montaña, llegáis hasta donde pasasteis la noche cuando vinisteis, y dado que hay muchos que no pueden más, se decide parar un rato, comer algo y descansar unas horas. Para de esta forma evitar pasar muchas horas bajo el sol que en pleno julio es duro en la montaña. Pero al final hay que seguir el camino, y os volvéis a poner en marcha, con algo más de energía al saber que os acercáis a Valdecillo, en cuya posta podréis descansar. Sin mayores novedades, ya entrada la noche llegáis a la posta, tras atravesar el desolado pueblo. Pero en la posta hay mucha actividad, los soldados os reciben como a héroes, tras un rato para dejar los animales en las cuadras, y bajo buena vigilancia el oro del conde y también el vuestro. Os aseáis y bajáis al salón para celebrar vuestra victoria.

Día 21 de Julio cerca de la media noche.

El comandante Tomasu esta muy contento, es un gran amigo del comandante Cardeno, de quien no se ha separado desde que llegasteis. Pero eso no ha evitado que se encargue de supervisar todo lo necesario, y tener todo a punto.

-En unas horas llegaran de Fuenterrubiales un grupo armado de soldados, para escoltar la carreta hasta la ciudad. Estamos a tiempo, el conde podrá enviar los impuestos antes de que el Duque solicite su cabeza. -