Partida Rol por web

Día 3 (17 de julio), aproximadamente mediodía, lloviendo.

Mentras que Karel, Brent y Daldrid, se vendan a si mismos, tratando sus heridas lo mejor que pueden. Finn logra recuperar por completo a Eneris, tras extraerle la flecha. Y Panomenix tras terminar de masticar su bandido, intenta reanimar con una de sus plantas a Eneris. Esto hace que nadie del grupo se preocupe, lo más mínimo por el ladrón que acababa de rendirse, y este como es normal aprovecha para salir corriendo y alejarse de allí, lo antes posible.

Vuestro turno.

La mujer que estaba henchida de rabia por haberse tenido que casi tragar aquella cosa asquerosa que Panomenix le había puesto en la cara.

- Mas te vale mantener tus pezuñas lejos de…. ouh…. Al ladrón.-

Dijo al tiempo que iniciaba una carrera para detener al tipo. Con un pisotón hizo que su escudo volara del suelo a su mano, y luego emprendió una marcha en pos de localizar al tipejo que tenia de llevarles al campamento bandido y las carretas robadas.

- Alto. Guardia de Fuenterubiales. Alto en nombre de la Ley.-

Dijo con la esperanza de que el maleante entendiera que estaba en un aprieto y se detuviera ahí mismo. Cosa que todos sabían que no iba a ocurrir. Todos, menos ella claro.

Alzó la vista y vio como se escapa el ladrón.. menudo desastre.

— Quizá deberíamos seguirlo, seguro que el zoquete ese nos llevará directo a su escondrijo, como una rata. Si lo capturamos nos la jugamos a que nos mienta o nos haga perder el tiempo.

Miró al resto, estaban todos bastante tocados, pero su pista estaba corriendo lejos.

Mientras me curo la profunda herida que me había hecho la flecha, veo como ninguno de mis compañeros va hacia el ladrón para atarle, rendido como estaba. Unos y otros se dedicaron a curar a la pobre Eneris o a curarse ellos mismos, dejando que el bribón se escapara. Yo no iba a ser el que fuera corriendo detrás de él, dado que mis cortas piernas no le alcanzarían nunca. Cuando terminé de vendarme, me acerqué al cuerpo destrozado del jefecillo para registrarle y a continuación me acerqué al carromato para recoger mi lanza. Con mis armas a punto, esperé a ver qué querían hacer ahora los demás. Eneris ya corría detrás del maleante... y solo emití un gruñido.

-"¡Vaya por dios, grrrrr!"

Aquel tipo de había largado...¡huido delante de nuestras narices! Lo cierto es que no nos podíamos esperar tal reacción, pero fue así. Tras observar la dirección y sentido por el que se marchó, me incorporé y anduve hasta el carromato para inspeccionar qué estaban transportando, si es que llevaba algo sobre sí.

Ya que estamos, vamos a ver qué llevaban estos tunantes -les dije mientras ojeaba el carromato-.

El ladrón restante escapaba, eran los peores guardias que se podía imaginar. Al menos ninguno de ellos había muerto. Se alegró de poder utilizar lo aprendido para ser útil en la refriega, había pensado que resultaría más un estorbo que otra cosa, pero al final lo que le había enseñado su maestro resultaba de suma utilidad.

- Bien, creo que lo mejor será ir tras él, ¿no?  Donde hay ladrones puede haber carreta con impuestos, y después de todo podrían no rodar nuestras cabezas si damos con ella.

La clérigo volvió unos minutos mas tarde, con el pelo revuelto y marcas de barro en un costado.

- Se me ha escapado, jo.-

Fue lo único que dijo. Dejo a cada cual que se imaginara que se había resbalado un poco mas allá y se había dado un golpe contra el suelo.

Se acerco a Brent y se cuadro.

- El maleante ha escapado, pero no estoy segura de a dónde va, corría como una rata señor. Puedes castigarme por mi falta.-

La mujer lo decía completamente en serio. Seria preocupante si fuera la primera vez que decía algo en ese sentido. Pero solía echarse la culpa cuando no conseguía que los demás llegaran a una reunión, o estuvieran presentables para una revista de equipo.

Y evidentemente había obviado que era la única que había corrido tras el tipo. Cosas de la mente juvenil de Eneris.