Tras abandonar el cementerio Renata fue a informar a la policía debidamente del encargo de la Señorita Waller, de cómo descubrieron que el culpable fue Bob y de cómo al llegar allí Bob disparó a Oliver y de cómo Renata redujo a Oliver después. No le costó mucho a Renata que la policía comprobase su declaración y que todo cuanto había dicho era "verdad", tras lo cual dejaron que se marchara de Sommerville al día siguiente en el último tren de la mañana. Antes de irse, la misma noche en que fue a informar a la policía, éstos se presentaron en el cementerio y al entrar en el foso descubrieron una pila de huesos humanos y una madeja de pelos de algún depredador. Dedujeron que debía ser la guarida de un oso o algo parecido que se comía los cadáveres- Renata no podía por menos que carcajearse de lo estúpidos y pueblerinos que eran aquellos policías-.
Así pues, la mañana siguiente a llegar a Boston , Renata acudió a casa de Laura y tras contarle toda la historia (la "verdad) no tuvo que llevar ningún tipo de prueba, pues a Laura ya le habían llamado las autoridades competentes del hallazgo del cadáver de su hermano, aunque Laura lógicamente, quería saber los pormenores de la historia de los cuales dio cuenta Renata rellenando de motu propio algunos pasajes de la historia.
Tras el relato Laura, aunque con los ojos empañados en lágrimas, quedó visiblemente satisfecha y entregó a Renata 200 $ extras por el trabajo realizado.
Todas las ganancias darían a Renata unos meses de vacaciones sin tener que trabajar, pero algún día ese dinero se acabaría y Renata debería volver al hoyo, a la fosa de la vida. Y es curioso, porque aunque no se sintió para nada culpable de disparar a Oliver de aquella manera, desde entonces a menudo ve en sueños al detective fumando un cigarro, con un agujero en la cara por el que se escapa el humo tras cada calada. Pero esa es otra historia...
FIN