Partida Rol por web

Cada uno de los participantes del grupo hizo un magnífico trabajo y nadie supo de su asalto a la cámara hasta el día siguiente, y para entonces Nada y los suyos ya se habían confundido con las sombras de Portoscuro.

—Sureste —repitió para sí el guerrero cuando Dolgen le explicó lo que habían descubierto. Si ese inventor se había escondido en Presagio, era una buena idea: un lugar lleno de ruinas y mazmorras ofrecía una gran cantidad de opciones para esconderse si querías hacer creer al mundo que estabas muerto y enterrado. Y si su ubicación era en realidad Portonovo, el problema era encontrar un pasaje en una embarcación que les llevara tan lejos y por un importe que pudieran costearse— Buscaremos en los muelles un barco mercante que vaya hacia Portonovo. Si en los alrededores de Presagio la brújula cambia de dirección, sólo tendremos que bajarnos antes.

Nada se cruzó de brazos, flexionando los músculos y miró a Llenka. Aunque no había dado pistas sobre sus antecedentes, vestía como una saqueadora o una pirata, por lo que no era complicado imaginar que sabría cómo elegir un barco adecuado— Te toca. 

Llenka se encogió de hombros antes la decisión de Nada. Los barcos que conocía no solían hacer paradas en los lugares que los tripulantes decidieran, pero se guardó su reflexión para si misma.

- A la orden.

Respondió mientras apuraba la cerveza y se disponía a encabezar la búsqueda de un navío que pudiera llevarles. Guió al grupo a los muelles y se interesó por los barcos que se dirigían hacia el Sureste, pero sin llamar mucho la atención. Después de cómo había acabado su último viaje no estaba segura si la convenía encontrarse con alguien conocido o más bien todo lo contrario.

Con el trasfondo de Llenka no necesita una habilidad concreta sino que puede hacer una tirada de Astucia.

-¿Bajarnos antes?- Murmuró el mago para sí mismo, pensativo -como la brújula cambie hacia Presagio espero que no pretendáis saltar del barco e ir nadando...- Murmuró de nuevo mientras seguía a marchas forzadas al grupo a través del gentío que iban esquivando por los muelles.

-Señor... McArthur- dijo Dolgen dando un golpe en el hombro al hombre de negro -¿Cómo debo llamarle?, si vamos a embarcarnos en esta loca búsqueda me gustaría saber los nombres de mis compañeros de viaje- le dijo sin apartar la mirada de una ajetreada Llenka que no para de ir para aquí y para allá buscándonos el mejor transporte posible. 

La idea del guerrero no era nada mala. Conseguir un barco y luego ya veríamos. Siempre y cuando tuviéramos dinero para ello.

Bueno. Todo depende del tipo de barco que consigamos. Si es uno pequeño no tendremos que "insistir" mucho para "convencer" al capitán de que cambie el rumbo. Si es más grande siempre podemos hacernos con una de las chalupas que lleve y remar nosotros. No se nos ha dado mal del todo hasta ahora.

Una vez en la ciudad tocaba buscar algo apropiado. Grend fue con Llenka al puerto. Tenía algunos "conocidos" allí, y eso siempre venía bien.

Tenían dos barcos para elegir, los dos iban en dirección a Portonovo. Uno era un correo, un barco pequeño y veloz con media docena de tripulantes.

El segundo era un ballenero con una treintena de tripulantes y unas amplias bodegas. Tenía su base en la bahía de Colmillo de Tiburón y afirmaba haber viajado a Portoscuro para unas reparaciones, aunque Llenka estaba bastante segura que el motivo real había sido el contrabando.

En el segundo podían hacerse contratar como marineros con relativa facilidad. El primer barco, el correo, tenía la ventaja de que Llenka podía gobernarlo ayudada por sus compañeros si decidían deshacerse de la tripulación, la contrapartida era que no admitía pasajeros, pero alguien hizo una oferta al capitán que este no pudo rechazar.

Había sido una buena idea que Grend fuese con Llenka. No porque dudase de que la encantadora joven no pudiese conseguir una barco por ella misma. Si no porque sus fuentes en los muelles le hicieron saber que al capitán del barco de correo, La Palabra, le gustaba jugar a las cartas. De hecho su vicio era bien conocido, incluso le contaron que alguna que otra vez ha tenido que "traspapelar" algún documento o envío importante para pagar algunas deudas.

Dejadme una noche y nos conseguiré pasaje.

Encontrar el local de juego donde estaba el capitán no fue dificil, no había demasiados lugares en Portoscuro para ello, y Grend los conocía todos. Le habían echado de alguno de ellos, de más de uno. Entrar en la timba ya fue algo más dificil, pero al menos tenía todavía el dinero que les había dado Nada. Luego hubo que hacerse un poco el tonto y perder un rato, no de forma demasiado evidente, no quería espantar a la presa. Pero a base de unas cuantas manos providenciales fue eliminando a todos los demás jugadores de la mesa. Hasta que finalmente quedaron el capitán, el cual se llamaba Thomas, y él. Una vez más hubo que sortear y tantear las probabilidades, pues si apostaba mucho lo asustaría, y si apostaba poco no lograría que se quedase sin fondos.
Finalmente llegó la mano perfecta en la jugada perfecta. Grend había descubierto el tick de Thomas, y supo cuando creyó tener una buena mano. De hecho debía ser muy buena porque se emvalentonó y empezó a apostar fuerte. Justo lo que Grend quería. Como no podía ser de otra manera apostó lo que tenía...y lo que no.

Y bueno. No hace falta que os cuente cómo acabó ¿no? Somos propietarios de un barco de correos.

Dijo Grend mientras jugueteaba con un mazo de cartas y cambiaba la primera tan solo pasando la mano por encima.