-Quien no se haya escondido tiempo ha tenido- la voz de la niña, acompañada por una brisa fría que agitó las ramas y la hierba haciendo que se le pusiera piel de gallina a los niños.
Durante unos minutos que se antojaron eternos, no pareció haber ningún indicio de la cercanía de la niña, pero entonces Lucas creyó ver un tobillo pasando junto al arbusto, pero de lo bien que estaba escondido y por la oscuridad no podría haber puesto la mano en el fuego por ello.
David sí la vio o más bien la intuyó, pues había pasado muy cerca de él para llegar hasta Hector.
Hector estaba prácticamente al descubierto y, para la niña era obvio donde estaba. Le apretó en el hombro y su aliento, similar en temperatura a la brisa dijo en un susurro junto a su oído.
-Te pillé.
Como una sentencia, desapareció sin dejar más rastro de ella que la arruga en la camiseta del niño.
Era su turno.
Motivo: Cantidad de niños a encontrar
Tirada: 1d10
Resultado: 2
Motivo: post para fin del escondite
Tirada: 1d6
Resultado: 1
Motivo: Esconderse crío 1
Tirada: 1d10
Resultado: 6
Motivo: Esconderse crío 2
Tirada: 1d10
Resultado: 9
Niños a encontrar: 2
Post de master en el que el juego finaliza: 1 (siguiente master)
Dificultad para encontrar al crío 1: 6
Dificultad para encontrar a la niña: 9
Al notar la mano comprendo que si no encuentro a ningún de esos extraños niños, compartiré su suerte en este bosque siempre intentando cazar a algún niño que tenga tan mala suerte como nosotros. Busco por todo el lugar, pero no encuentro a nadie y empiezo a ponerme frenético, quiero calmarme para ver si puedo encontrarlos cuando este más tranquilo.
Motivo: encontrar
Tirada: 1d8
Resultado: 2(+1)=3
Pongo el +1 por Perspicaz a ver si hay suerte y encuentro algún niño...
Quería ayudar a Hector... Pero tenía miedo. Podía escuchar cómo buscaba a los otros niños pero no parecía tener suerte. ¿Y si dejaba que me atrapase a mí? Entonces yo tendría que contar... Y no quería. Quería que nos fuésemos YA. ¿Y si salía de mi escondite y tiraba de Hector hasta el linde del bosque? ¿Serviría de algo? Lo dudaba...esos niños...se movían...extraño, y rápido. Muy rápido.
Al final me quedé igual de quieto y callado y recé por que Hector encontrase a alguien y nos dejasen ir a casa...
David no se movio de su sitio. Esperaba mantenerse bien escondido para que no le encontrase su amigo...
Al final, los nervios me pudieron, y susurré esperando que tan sólo David y Hector me escuchasen.
-Vámonos. Corramos fuera de aquí.
Lo único que quería era irme a casa...¿Por que siempre tenía que acabar en lugares raros en los que no quería estar?
Hace un gesto a Lucas para que espere, solo por si acaso. No se fiaba de toda aquella situación.
Les digo al resto:- Vamos chicos, tenemos que encontrar a los niños.- Y me lanzó a buscar a los dos niños restantes, como si la vida me fuera en ello.
Motivo: Buscar
Tirada: 1d8
Resultado: 5(+1)=6
Pero buscarlos todos juntos era trampa, en el escondite. Uno busca, el resto se esconde, y cuando pillas al primero ese la lleva... Si haces equipo es trampa y no cuenta...
- Pero... ¿Y si no les gusta que hagamos trampas? ¿Y si nos obligan a jugar otra vez? - susurré aún sin moverme del sitio.
Yo quería huir. Huir o esconderme, pero no jugar...
¿Tenemos muchas opciones?- pregunta, decidiendo ayudar a su amigo a buscar a los niños.
Motivo: buscar
Tirada: 1d8
Resultado: 8
Hector, buscando a tientas prácticamente , había dado con la niña que le había encontrado antes mientras Lucas preguntaba a sus amigos sobre la consecuencia de hacer trampas.
-¡NO ES JUSTO!-protestó la niña cruzándose de brazos, su palidez era completamente antinatural y el hecho de que pudieran verla casi como si estuviera iluminada no ayudaba, sin embargo parecía corpórea y sus pasos, aunque mucho más livianos que los de ellos también sonaban al pisar el suelo.
David buscó por otro lado, sin separarse del grupo pasó cerca muy cerca de donde se hallaba mientas la niña canturreaba "frío frío... caliente...". Pasó una formación rocosa agrietada y cubierta por helechos cuando la voz de la niña sonó claramente entre los árboles, acompañada de la del niño.
TARDE
Hubo una vibración imperceptible en el aire que sacudió las ramas de los árboles y removió la tierra. Notaron como sus camisetas se movían con una sola pulsación, como la sensación al golpear una onda sonora proveniente de un altavoz que suena a todo volumen. El pelo de la frente se les alborotó y si no se les alborotó, notaron el impacto como una breve tobita.
Algo había pasado, y no era nada bueno.
-No vais a volver a casa-dijo el niño, apareciendo junto a ellos, sentado en una piedra, tenía las rodillas peladas y manchadas de sangre. A su lado se acercó la niña que, al mirarles hizo visible arañazos en sus mejillas y en su cuello, como de arbustos espinosos.
Era una realidad imposible, claro que volverían a casa... y sin embargo las palabras eran tan sencillas que esa certeza se convirtió en una verdad inamovible. Estaban atrapados. Como si de un sueño se tratara fueron conscientes, pese a que ni lo vieron ni lo oyeron, de que el reloj del edificio principal se había detenido. Todas las luces del campamento estaban encendidas y en su interior solo se oían murmullos asustados mientras que del aserradero situado junto al muelle, bajando ese camino que habían rechazado seguir hacia el lago, brotaban los más terribles lamentos, los más desgarradores gritos acompañados del sonido de las cadenas.
Las estatuas del parque junto al pozo se habían cubierto los rostros con las manos, como si el haber dejado que los niños escaparan hubiera sido una condena para éstos pues, pese a que la luz de la luna parecían grotescas y amenazantes, esas estatuas era lo único bueno que quedaba.
-Es hora de dormir-dijo la niña con voz suave pero cargada de un dolor indescriptible que no deja lugar al llanto.
Hector, Lucas y David intercambiaron una mirada entre ellos que fue la última.
Un leve parpadeo seguido de una nueva vibración en el aire y habían desaparecido todos de ahí, los niños del bosque y los tres amigos.
En el jardín aparecieron tres estatuas más en distintos puntos del círculo, como si de los vértices de un triángulo se trataran. Su carne se había tornado mármol y sus rostros ciegos miraban hacia un pozo del que sólo salía frío.
En el edificio principal, el secundero de un reloj empezó a sonar y voces suaves y atemorizadas llenaron las silenciosas esquinas del comedor.
-Más amigos- dijo la niña del escondite en la linde del bosque con una mano apoyada en la corteza del árbol, al otro lado del árbol estaba el niño que la acompañaba y asintió brevemente.
-Volveremos a jugar.
Sus figuras, sin moverse, se fusionaron con la oscuridad reinante de forma gradual, con la misma rapidez que una hoguera se encendía y el aire era llenado por canciones de campamento.
**FIN**