Crom se puso a tantear la parte de la pared a la que, instintivamente se había acercado y, al igual que el resto la examinó centimetro por centímetro, rogando porque le llegase una señal, una minima muesca, algo que les indicase donde estaba la salida de aquel infierno helado.
Motivo: buscar
Tirada: 1d20
Dificultad: 20+
Resultado: 11(+7)=18 (Fracaso)
venga, que si Unks, supera 10 lo conseguimos
Pero si ya vas por 22!!
No. Porque el +7 ya tiene sumados los +2 de Romt y Urm.
El tiempo pasa, las horas transcurren, pero no os parece notarlo, ya que toda vuestra concentración está en explorar la pared centímetro a centímetro, en lo que parece una obsesión enfermiza que es lo único que os ocupa.
Por eso, cuando encontráis la salida, apenas podéis creerlo al principio.
Es una sección de dos metros de ancho de la pared, completamente de hielo. Y cuando comenzáis a retirar la tierra y la nieve que la cubre, el hielo se revela semitransparente, y al otro lado…
¡Esperad! Ruge Korn mientras baja su hacha, cuya luz se desvanece rápidamente, para dejaros ¿envueltos en la sombras? ¡No! A través del muro de hielo se filtra una tenue iluminación.
¡Hay luz al otro lado!
Permanecéis aturdidos durante unos segundos, hasta que la voz del Guía os saca de vuestro estupor.
¡Derribemos la pared!
Motivo: Buscar
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 15(+4)=19 (Exito)
Realizo la tirada de Unks debido a que a Assa no le es posible. Resultado 19. Éxito.
Este éxito le brinda un +2 a la tirada de Corm, con lo que 18+2=20, justo la Dificultad que debía conseguir para pasar la tirada.
¡Enhorabuena!
Corm era incapaz de contener su alegría. Lo habían conseguido. Habían encontrado la salida. El bárbaro se había apartado extasiado contemplando la maravillosa pared que parecía sacada de las más antiguas leyendas. Con un reverente temor y una satisfacción que no cabía en su pecho, el joven humano apoyó su mano en la helada pared.
Lo hemos encontrado... —dijo en un susurro suave que se convirtió en una alegre risotada— ¡¡Lo hemos encontrado!!
Después de palmear los brazos de sus hermanos, y al borde de estallar de alegría el bárbaro escuchó las palabras de su padre y asintió sacando la espada para ayudar a su padre en la tarea de derribar aquella pared que había minado su ánimo y que había estado además, apunto de matarlos.
Urm, rápidamente, empezó a golpear la pared y a ayudar a su padre a descubrir la ruta de salida de aquella tumba. Parecía que por fín las cosas mejoraban peor seguía preocupado por lo que fuera que hubiese pasado allí arriba. Ni siquiera pensó, y mucho menos temió, por lo que se pudieran encontrar mas adelante.
Golpeo la pared con mi enorme martillo, describiendo unos lentos y largos balanceos para darle con toda mi fuerza, tras unos golpes lo dejo en el suelo unos instantes mientras me agarro las costillas con la mano contraria y recupero el resuello. Tengo una punzada que me duele bastante.
Por fín hemos encontrado la salida. Una sensación de felicidad invade mi cuerpo. Pero me mantengo serio e inmutable. No dejo escapar ninguna muestra de alegría.
- Bien hecho Corm - las palabras de aliento parecen alentar aún mas las esperanzas del bárbaro.
Veo como los tres muchachos se encargan de romper la pared de hielo macizo. Mi espada no sería necesaria. Ya había demasiada fuerza que iba a ser descargada contra el muro azul.
Sin embargo, previendo lo que podría ocurrir me dirijo hacia los muchachos que concentrados cada uno en su arma no paraban de golpear esa pared de hielo - Tened cuidado con lo que pueda aparecer del otro lado. No aconsejaría que los tres estén golpeando la pared. Pedazos de hielo serán desprendidos hacia el otro lado y podría ser la alarma de nuestra presencia. En este caso, estaríamos acorralados en esta tumba - termino con gesto de advertencia.
Rítmicamente, uno después del otro, Unks y Urm golpean con sus pesados martillos de piedra la pared de hielo, que salta en pedazos con cada uno de los poderosos golpes de los hermanos.
Poco a poco, un hueco se va formando, una salida de esta tumba de hielo en la que estaban confinados y en la que han pasado atrapados muchas horas. Afuera, en la Montaña, el Sol ya debe haberse puesto y debe ser noche cerrada, pero los Hijos de Orn no sienten el cansancio. El descubrimiento de esta vía de escape les ha proporcionado nuevas energías.
Tras los dos hermanos gemelos, Romt y Corm mantienen desenvainados y listos sus espadones de acero, dispuestos a recibir con su filo a cualquier peligro que aceche al otro lado del hielo. Detrás de ellos, el Guía del Clan mantiene de nuevo en alto el Hacha de Hielo, y su fulgor ilumina lo suficiente para verse los rostros.
Entonces, un último martillazo hace que la pared de hielo se derrumbe, dando paso al otro lado. ¡Libres al fin! Unos cuantos golpes de martillo agrandan el paso, lo suficiente como para que los corpulentos Hijos de Orn sean capaces de atravesarlo colocándose de lado.
¿Qué hay al otro lado? La pregunta de Korn trata de ocultar sin éxito un tono de preocupación. El Hacha de Hielo deja de fulgir, pero la oscuridad no llega. Hay algo, tras la abertura, que trae una tenue luz hasta ellos.
Corm se adelanta. Su tamaño le permite pasar con más facilidad por el paso y asomarse al otro lado. Es el primero en verlo…
La abertura da al vacío. A lo que en un primer momento parece el vacío. Pero unos tres metros hacia abajo, una cornisa de piedra lisa y horizontal, aunque cubierta de hielo, ofrece un lugar hasta donde descender con seguridad.
¿Y más allá? Más allá se extiende la mayor caverna que jamás hayan contemplado los ojos de un Hijo de Orn. Tan grande que parece no tener fin y que los deja aturdidos y sin habla ante su inmensidad. La abertura por la que han accedido a ella se abre en una de sus paredes, muy en lo alto. El techo se sitúa a unos veinte metros hacia lo alto. Su fondo desciende decenas de metros, al menos cuarenta, hacia abajo.
Toda la caverna está cubierta de hielo, que refleja la luz, la luz de las estrellas.
Sí, hay estrellas que lucen en lo alto de la caverna. Como si un dios las hubiera arrancado del firmamento nocturno y las hubiese colocado allí…
Recuperándose de la impresión de encontrar una caverna tan inmensa que hace pensar que la misma montaña está hueca por dentro, descendéis al saliente próximo al lugar donde habéis abierto el hueco en el hielo.
Sólo se encuentra a unos tres metros debajo de vuestra posición, pero os descolgáis hasta allí con cuidado, porque más allá de esa cornisa, la caída es mortal debido a su altura. Uno a uno, sujeto por los otros, dan un pequeño salto y caen sobre la superficie de roca horizontal, semicubierta por una capa de hielo en la que tratáis de no resbalar.
¿Qué es este lugar? Es la pregunta que os hacéis una vez os encontráis todos en el saliente rocoso de la pared de la caverna, de apenas dos metros de ancho, y que más allá da al vacío. Poco a poco, la sorpresa y el asombro se van disipando y os permiten observar con más calma lo que hay a vuestro alrededor.
En primer lugar, es enorme. Tanto que no llegáis a distinguir hasta donde se extiende, a pesar de las estrellas que flotan en el vacío, iluminando el área. El saliente está en la pared de uno de sus lados y sigue y sigue hacia adelante una de las direcciones, ya que en la otra se ha derrumbado y da al vacío.
De pronto, caéis en la cuenta que este lugar no es una caverna. Al menos no una caverna natural.
Ha sido excavado en la roca.
El saliente en el que os encontráis, por ejemplo. Realizado en negra roca, pero completamente horizontal. Ha sido tallado en piedra. Con una maestría que ninguno de vosotros ha visto en su vida, ni siquiera en construcciones humanas.
Las paredes, suelos y techos de la gigantesca caverna. Completamente lisos. Incluso hay regularmente enormes columnas de más de sesenta metros de altura que sostienen el techo sobre ellas.
En un primer momento os ha confundido el hecho de que casi toda la estructura subterránea se encuentra cubierta por capas y capas de hielo, que esconden la arquitectura original. Incluso el saliente en el que os encontráis está en parte devorado por el hielo. Además, la estructura, que debe de ser muy antigua, está dañada y derrumbada por doquier.
Pero no está abandonada. No está muerta. Rebosa vida y actividad.
Cuando os asomáis con cuidado por el borde de la cornisa y contempláis el fondo de la caverna, cuarenta metros más abajo, observáis la frenética actividad de multitud de orkos y bastantes trolls dedicados a algún tipo de trabajo de minería.
Ver las criaturas es como ver un nido de termitas. Los seres se afanan en excavar en el hielo, la roca, transportar escombros de un lado a otro con grandes carros tirados por trolls, y trabajando con picos y palas alrededor de grandes montículos de mineral oscuro, que parece que es el objetivo final de estos malignos seres…
Espero haberme explicado bien en cuanto al lugar donde se encuentran vuestros personajes. Si no, volveré a explicarlo las veces que sea necesario.
Por cierto, las estrellas son, obviamente, algún tipo de hechizo de luz usado para iluminar la caverna, pero como los hijos de Orn no han visto nada así en su vida, a ellos les parecerían “estrellas”.
Orkos, orkos por todas partes violando a la montaña, destruyendola, comiendola... para conseguir aquellos misteriosos fragmentos de metal, con los que probablemente intentasen hacer algún tipo de arma para atacar elfos y humanos. Además... aquellos trolls... aquellos trolls estaban atados como si fuesen simples bueyes. ¿Que demonios ocurría allí?
—Maldita sea. No se que demonios estran tramando pero hay que detenerlos. No podemos dejar que sigan haciendo esto a la montaña... y si atacasen Erashar no me lo perdonaría nunca.
Inquieto, Corm tratana de observar mejor la situación, pero no había demasiado que analizar.
—Las estrellas....¿que demonios...?—susurró el joven con la mirada fija en aquella peculiar estampa— Da igual...tenemos que hacer algo... no podemos permitir que hagan lo que quiera que sea que esten haciendo
Corm hablaba con la pasión y naturalidad que le caracterizaba, mostrando como era habitual en él sus sentimientos. La indignación por lo que estaba ocurriendo era evidente en sus gestos y sus palabras.
urm miró al techo y luego a los orkos y una vez mas al techo. Aquello era muy raro, sus ojos no acababan de entender que es lo que estaban viendo. Estaban dentro de la montaña, pero allí había estrellas iguales que las que había en el alto cielo sobre la montaña. No comprendía lo que ocurría pero aquello le creaba un gran malestar. No tenía miedo a nada, pero le intranquilizada lo que no podía entender.
-Padre-le dijo en voz baja- ¿por qué hay estrellas dentro de la montaña?
Korn, agazapado junto a vosotros en el borde del saliente, señala hacia las brillantes luces que flotan en el aire, iluminando la inmensa caverna. Afortunadamente esas “estrellas” se sitúan por debajo de donde os encontráis, por lo que estáis bastante seguros que consiguen que no se distinga esta cornisa, ni a vosotros tampoco, desde allá abajo.
Hechicería… Susurra con un tono de desprecio el Guía del Clan, mientras entrecierra los ojos para observar con cuidado lo que sucede decenas de metros abajo, donde orkos y trolls trabajan como si la vida les fuese en ello.
Tratar de asimilar todo lo que habéis descubierto, lo que estáis viendo, es difícil.
Poco a poco comenzáis a fijaros en más detalles…
Desde la cornisa, en silencio, os asomáis más por el borde del saliente, teniendo extremo cuidado, para no hacer caer alguna roca que pudiera alertar a los orkos que allá abajo, en el fondo de la caverna, se esfuerzan por continuar con su trabajo.
Hasta donde podéis ver, la gigantesca caverna está ocupada por estos seres, y no podéis asegurar que no haya más porque el alcance de vuestra visión no abarca toda la inmensidad de este lugar. La mayoría de ellos trabajan usando picos y palas, y van cubiertos de pieles para protegerse de las temperaturas bajo cero de este lugar congelado y ocupado por el hielo. Son docenas y docenas, trabajando sin descanso, organizados en grupos que se agolpan alrededor de unas grandes montañas de mineral negro, cubiertas en su mayor parte, cuando no es en su totalidad, por gruesas capas de hielo. Cada grupo está controlado por un orko enfundado en armadura y capa de pieles, que maneja con crueldad un látigo con el que amenaza e incluso golpea a aquellos orkos que osan flaquear en su trabajo.
El hielo retirado es cargado en unos carromatos que traquetean sobre dos ruedas que son tirados por trolls y llevados a través de entradas que hay en la pared en la que os encontráis y que seguramente conducirán al exterior de la montaña, al campamento militar que hay afuera. Abajo, el suelo es plano, a pesar de encontrarse lleno de escombros y hielo, que lo cubre como si se tratase de una segunda capa de piel, lo que refuerza todavía más la creencia que toda esta gran caverna es en realidad una gran sala. Una gran sala excavada en la roca del interior de la montaña. Algo realizado hace mucho, mucho tiempo, y desde luego no se trata de obra de orkos y trolls, ya que os queda claro que estas alimañas tan sólo están aquí ocupando este lugar y apropiándose de sus riquezas.
Pero, sin embargo, hay algo extraño en todo esto, algo que no cuadra… es como si vuestro cerebro os estuviera tratando de deciros algo a gritos y vosotros no fuerais capaces de oírlo, de daros cuenta de lo que es…
Porque ahora que os fijáis bien, los orkos no están extrayendo mineral del fondo de la caverna… no… lo que están haciendo es excavar en el hielo que cubre esas montañas de mineral negro… eso es lo que hacen…
De pronto, de uno de los montículos de mineral, de uno de los que ya no están cubiertos por capas y capas de hielo, surge una vaharada de vapor, como un pequeño geiser.
Y una zona de roca se mueve. Un poco.
Y entonces, en esa roca oscura, se abre un ojo brillante, de color carmesí.
Y unas fauces repletas de colmillos se desvelan de pronto, acompañadas de un gruñido grave.
Entonces os dais cuenta. Aunque no hayáis visto a uno de estos seres en vuestra vida, aunque sólo hayáis oído hablar de ellos en cuentos y leyendas… reconocéis lo que son. De algún modo, ese conocimiento es innato, lo comparten todos los habitantes de Valsorth, capaces de reconocer a los monstruos de sus pesadillas más oscuras…
Este lugar no es una mina. No están excavando en busca de mineral. Todas esas docenas de formas oscuras que están cubiertas, atrapadas por el hielo son otra cosa. Por eso están los orkos aquí, para liberarlos de su prisión congelada.
Sentís como si una aguja helada os traspasara el alma mientras contempláis el fin de vuestro mundo, tal y como lo conocíais.
Lo que estáis viendo son Dragones.
Dragones.
Enterrados en el Hielo.
Esta escena termina aquí y queda cerrada.
Enterrados en el Hielo continúa en la siguiente escena: La Caverna