¡Miauldición! No sólo sus compañeros estaban tardando demasiado en escapar de aquella casa sino que los humanos habían empezado a atraparles. ¡Y ella no quería acabar rodeada de perros en una jaula!
Esperó un rato a ver cuántos gaticos salían de la casa, pero cuando vio a los bomberos acercarse peligrosamente a ella, acabó por salir huyendo de allí como almiau que lleva el diablo. Lo sentía por sus camiauradas, pero gatico libre gatico que viviría para ayudar a sus compañeros.
La humana había dejado entrar a los bomberos y algunos de sus gatompañeros habían sido capturados, por suerte, Marfelina y su familia había conseguido escapar por la ventana. Ahora solo tenía que huir, aunque sería una decisión difícil, pues incluso Supergato, el cuál había salvado a su sardinita, se había lanzado para liberar a los que habían sido atrapados.
Sin pensárselo dos veces, la gata saltó hacia el interior de la casa intentando caer en la cara del bombero que estaba más cerca. Antes de lanzarse pronunció - Si no salgo de esta, cuida de nuestro cachorro, atuncito - Tengo una deuda pendiente...
Corriendo tras su amiga, se pregunta que exactamente haría la famosa luz con sus pobres compañeros, pero no sería ella quien se quedara a averiguarlo. Además, alguien tenía que reportarle las cosas al Coronel Bigotitos, y ellas eran las veteranas en la misión. ¡Era casi su deber! O algo sí. ¿Así era como funcionaba, no? Es que en la calle no se daban esas jerarquías tan raras.
¡Fusfus! - miró hacia atrás cuando Felicia se lo mencionó. ¿Dónde se había metido ese gato? ¡Si era enorme! ¡Demasiado enorme para no verlo! - Yo no tengo idea, pensé que venía con nosotras - admitió. No, no estaba hecha para andar con tanto gato, y mucho menos para meterse a casas humanas. Estaba empezando a cuestionar las habilidades del coronel al elegir sus reclutas, y no solo por ella.
¿Y ahora qué? ¿Lo vamos a buscar? - preguntó, ladeando la cabeza - ¿O sólo nos vamos? Con el caos que hay no sé que tan astuto sea volver ahí.
Por suerte, Ophelia, Felicia y Maldito (que con Bolita agitándose y colgando de su boca, iba acercándose) estaban lo suficientemente lejos para poder debatir, contrastar opiniones y reflexionar sobre lo que había pasado sin ser atrapados por los humanos.
—Yo también.- Asintió la gatita moteada en cuanto a pensar en que iba tras ellas. —Pero ahora que lo pienso, creo que ni ha entrado.- Pensó un rato lo que podía haber ocurrido. —Igual no pasaba ni por el marco de la ventana y, al verse solo, se ha cansado y ha regresado por donde venía.
Se lamió la patita y se limpió repetidas veces la oreja con ella hasta que se hubo decido.
—No, no podemos volver. Si vamos caeremos todos. Mejor vamos donde el Coronel, alguien tiene que informar de lo ocurrido.- Miró a sus dos compañeros buscando conformidad o negación en sus maullidos. Luego, ella se disponía a seguir adelante en la retirada.
El plan había salido fatal, no habíamos podido secuestras a Rayas, ni tampoco comernos su atún. EL coronel desde luego se iba a agarrar un buen mosqueo. Cuando llegué a donde estaba el grupo ví como se había reducido considerablemente.... caramba vaya cantidad de bajas habíamos sufrido, allí solo estaban Felicia, Ophelia, Maldito, Mitones y Azrael. Algunos andaban algo perdidos y otros debatían sobre qué hacer a continuación. Eso sí,algo bueno había... Maldito había tenido la feliz idea de llevarse con él la bolita de pelo, teníamos algo con lo que presionar a Rayas.
Uf!! Estáis aquí chicos, menos mal que hemos conseguido salir. Maldito sigues llevando a Bolita!, Perfecto, Habría que llevarselo al Coro... uac! uac! UAC! UAC! UAC! UAAC!!! aaaAAArrrgh!! Mierda! Otro pelo.... A que mierda de Dios gatuno se le ocurriría hacernos crecer pelo en la tripa...
Maldito, que ya se estaba hartando de la bola de pelo que llevaba cogido en la boca solo pensaba en llegar junto al Coronel Bigotitos, aunque todo había que decirlo, eso olia a perro mojado, ya que le resultaba muy raro el hecho de que Rayas hubiese nombrado a Lúculo, sin contar que esa bola de pelo se parecía al Coronel Bigotitos en pequeño.
- Pog mi encantagdo de que cojaig a egta boga de pego que tengo en ga boca - dije esperando a ver si algún voluntario se ofrecia para llevar a Bolita, porque a esta marcha se estaría lamiendo el hocido durante una semana, por culpa de los arañazos.
Los gaticos no sabían qué había pasado con Fusfus, seguramente hubiera olido algo de comida en algún sitio y hubiera ido a degustar tan gatuno manjar. Los contenedores de aquella calle olían apetitosos, pero es que los humanos se empeñaban en tirar aquellas delicias en lugar de comérselas por completo... Menudo desperdicio.
También se dieron cuenta que la misión no había sido cumplida: ni tenían a Rayas para ajusticiarlo, ni se habían comido el atún, ni habían preguntado a Rayas qué pasaba exactamente con aquello de los cachorros de su misión. Sin embargo tenían con ellos una bola de pelo, que no paraba de bufar y tratar de arañar a Maldito, que seguía llevándole en la boca.
Detrás habían quedado buenos gaticos como Supergato, Isis, Ginebra y Marfelina... Atrapados por los bomberos sin duda. ¡O por el señor de la jaula! ¿Debían avisar al coronel o solucionar aquello por su cuenta?
No tardaron en ver cómo sacaban a sus compañeros en jaulas, se los llevaban. Rezaron a Bastet para que no fuera a la perrera (¡allí otra vez no!).
Decidid qué hacer y de ahí pasamos al siguiente capítulo.
Los bomberos cogieron a los gaticos, incluso a Marfelina que en lugar de huir entró para ver si podía hacer algo. Rayas se quedó en la casa, la humana se lo quedó en sus brazos y él les miró sin saber qué hacer.
-No debisteis venir, yo podía rescatar a Bolita... No lo entendéis- les dijo con pena a los gaticos capturados, al tiempo que se los llevaban para meterlos en jaulas.
Por mucho que trataran de resistirse, los habían cogido del pellejo y no había escapatoria posible. Aunque por alguna razón Ginebra no se resistía, ronroneaba fuerte y no paraba de frotarse contra los fuertes brazos del humano que la llevaba en brazos. Incluso estaba usando esa famosa mirada de pena que los gaticos usaban para pedir comida o similar... Pero aquel bombero no olía a comida, solo a humano. Qué rara era Ginebra.
Tenéis el tiempo justo para hablar a Rayas antes de que os lleven, no hay más opción de escaparse. Tras eso cambiamos de escena.
Supergato apenas podía moverse, las piedras verdes destruían todos sus poderes, pero las palabras acerca de salvamentos le llamaron la atención, siempre estaba interesado en su parte del negocio.
—¿Salvarle de qué? Lúculo nos dijo que te habías vuelto faldero y no cumplías tu misión. Convenció al Coronel de ello...
Ahora lo recordaba todo. Quizá sus poderes gatunos le aturullaban habitualmente, pero ahora, débil, podía pensar.
Supergato se preparó para escapar, en cuanto volvieran sus poderes y tuviera una oportunidad.
Mi sonoro ronroneo casi me hace perderme la conversación entre Rayas y el gato raro. Pero soy una gata super especial, así que puedo hacer varias cosas a la vez. Es decir, puedo participar en la conversación mientras restriego mis curvas contra el duro pelaje de aquel humano de nombre Bombero. ¿Por que? No se...Pero es agradable.
- ¿Cómo que salvarle? ¿De que mierda de perro maullas? - ronroneo, ronroneo, refrote, refrote - !Explicate rápido, insensato! - ronroneo, ronroneo, refrote, refrote.
Aqui había algo que no olía bien. Y no era el Bombero. Si Lúculo había mentido, quizá el gatico faldero fuera él. No le extrañaba de aquel gato gordo, siempre más pendiente de la comida que le da su dueño. Que hocico tenían los gaticos así...
Podrían haberse largado de allí, ella y el resto, e ir a informar al Coronel si hubiese creído que sus compañeros ya habían corrido su suerte, pero mientras esperaba una respuesta definitiva de su amiga, Felicia vio como sacaban a los felinos metidos en jaulas.
—¡Oh, no!- se lamentó, clavando sus uñas al suelo.
No sabía si aquello era un mal menor o mayor que ser devorado por la luz roja intermitente, pero ahora que sabía la verdad, no iba a dejar un solo soldado atrás, mientras pudieran evitarlo. Los humanos, al fin y al cabo, solo eran humanos, y no había mucho de misterioso y terrible en ellos.
—¡Debemos hacer algo!- Aseguró recuperando su valentía al enfrentarse a una adversidad real y palpable, además, sabía que sino luego tocaría buscarlos y liberarlos igual en la perrera un lugar que se decía tétrico, de difícil acceso y con un nombre absurdo teniendo en cuenta que también apresaba a gatos. Por añadidura, en el tiempo transcurrido quizás alguno sufriese algún daño o alguna de sus muertes de forma repentina.
Miró a aquellos que con Ophelia y ella estaban, no eran muchos y Maldito pedía un justo relieve, un descanso de tanto arañazo. Los observó a todos con resolución.
—Zapa, o quién quiera, que tome el relievo a Maldito, y se lleve a la cría lejos de aquí a donde pueda ser interrogada, el resto, vamos a atacar a esos humanos y a liberar a nuestros hermanos, antes de que sea tarde. Un ataque rápido y sin ser vistos, cayendo sobre sus manos para que suelten las jaulas. Luego, salimos todos juntos a la carrera y sin mirar atrás, la misión está perdida, pero tenemos que ser libres para luchar otro día. Nos encontraremos todos de nuevo a la plaza. ¡Salvemos a cuantos podamos! ¿Quién está conmigo?- Había convicción en su mirada. Y sin esperar respuesta fue hacia los bomberos, avanzando de escondite a escondite intentando ser lo más sigilosa y presta posible.
La misión del grupo había sido un fracaso, pero Zapa y ella habían logrado su objetivo: el atún se había salvado y Rayas de su cruel ejecución, también.
Felicia se podría haber dado por satisfecha, pero como hemos dicho ya, tenía su corazoncito, y el hecho que no quisiera ningún mal para los humanos, o que no quisiera ser linchada por sus iguales, no significaba que estuviese dispuesta a ver sufrir tras una jaula ninguna alma viviente, menos aún, como consecuencia de su “traición”. Así que dispuesta a liberarlos, actuó y maulló como hemos sido testigos, moviéndose como la gran felina que corría por sus venas, como solo una ladrona profesional podría hacer, dispuesta, una vez más, a seguir los latidos de sus impulsos.
Felicia tenía razón, no podían dejar a sus compañeros así, pero tampoco podían lanzarse de buenas a primeras a rescatar a sus compañeros sin más. ¡Que tenían que avisar al Coronel Bigotitos de todo lo que había pasado!
-¡Miau! ¡Alguien debería ir a avisar al Coronel mientras el resto ayudamos a nuestros camiauradas! ¡Que el más rápido de todos nosotros lleve al cachorro al Coronel y le informe de todo lo que ha pasado!
Y tras decir esto salió detrás de Felicia para cubrirle las espaldas, procurando moverse de la misma manera sigilosa que la otra gatita.
Los humanos capturaron a Marfelina ¿Cómo puede ser? Con los niños funciona... - ¡Meww! ¡Meeeww! (¡Soltadme! ¡Soltadme!) - oían los bomberos.
Antes de perder de vista a Rayas, éste comentó algo que sorprendió a los gaticos presentes - ¡Nosotros somos los que hemos venido a salvarlo porque eres un gatico faldero! - ¿Pero qué está diciendo? ¿Ha sido todo una miauldita trampa?
Como la explicación sobre Fusfus le parecía razonable, Ophelia no la cuestionó siquiera, moviendo las orejitas para protegerse de un poco de viento que le llegaba derecho a una de ellas. Y estaba pensando en lo horrible que sería informarle a Bigotitos de todo esto, cuando vio salir a Zapa, bastante alterado, el cual a su vez mencionó a Madito, desplazando la mirada de la grande gata nórdica hacia el gato pelado. No, no iba a tomar de nuevo a esa bola de pelos, o juraba que le clavaba el colmillo hasta atravesarlo.
Entrecierra los ojos, mirando a la bola de pelos y pensando en lo mal que ese bicho lo pasaría en la calle, cuando escucha a Felicia maullar lamentándose y levanta los ojos, siguiendo la dirección a la que apuntaban los de la gatita moteada, los ruidos de pasos sobre el pasto doblándose y el metal de las jaulas.
Ophelia agachó la cabeza en señal de respeto por la muerte de los valientes caídos en batalla, volteándose a Felicia cuando esta habló. Tomaría un cuenco de leche en honor a los guerreros que, tras unas noches sin humanos rescatadores, ya estarían en el Valhalla. Eso, por supuesto, si no lograban hacer nada al respecto.
Pero en esta ocasión, aunque había tomado como nuevo líder a Felicia tras la desaparición del gato ninja, y quería lo mismo que ella, no la seguiría. Ophelia no era especialmente torpe, pero si algo tenía de sobra era orgullo, y no se iba a ocultar de ningún maldito humano. ¡Mucho menos iba a correr a avisar a Bigotitos! Si quería un informe, bien podría informarse si viniera él mismo.
Corriendo a toda velocidad fue hacia los bomberos, saltándole al rostro al primero que viera y clavándole sus garras afiladas como espadas en la cara, así soltaba a sus compañeros, distraía a los otros bomberos, y con algo de suerte, le daba ventaja a su amiga para realizar su ataque sigiloso.
Usted dirá que tiro :3
Cuando dije último post antes de cerrar escena es porque ya no hay forma de salvar a vuestros compañeros. Están en jaulas y se los llevan, ahora decidís que hacer después. No tienes que tirar nada Ophelia ^^
Felicia tenía razón, no podíamos dejar a nuestros camaradas en la estacada, pero pocas opciones teníamos de hacer nada, estaban en jaulas y todos sabíamos (o al menos yo sabía) que salir de ellas era harto imposible. Aunque sus intenciones eran buenas, intentarlo de esa forma era arriesgarse a caer de nuevo en las manos de esos humanos. Y había además un problema, la bola-pelo esa que no hacía más que arañar y quejarse, así que me acerqué al grupo:
Entiendo que queráis ir a rescatarlos, pero ahora no es posible y solo tendríamos más bajas, es preferible un repliegue a posiciones defensivas para poder rearmarnos y luego contraatacar donde menos se lo esperen.... dije, dejando claro mis conocimientos gácticos. Pero.... sois libres de decidir vuestro destino gaticos, si deseáis entregaros lo entenderé, aún así sabed que no cesaré en mi empeño por rescataros, pero lo haré con un plan, no como lo haría un simple perro. Somos gatos, animales inteligentes, no estúpidos canes sin cerebro.
Ahora, yo cogeré a esa bola de pelo y se la llevaré al Coronel, a lo mejor sabe que hacer con ella, aunque lo dudo.... Maldito, ¿te importa? Dije acercándome al gato calvo.
Pongo mis zarpas sobre la pequeña bola de pelo para impedir que se mueva y le digo amenazadoramente.
- Muy bien enano, ahora vas a estarte quietecito y no quiero verte mover ni una zarpa, o de lo contrario te voy a dar semejante baño en el primer charco que nos encontremos que el que te vea no va a saber si eres un gato o un gremlim... ¿Te has enterado?
Lo agarro de nuevo por el cuello y marcho con la bolita hacia el cuartel del Coronel bigotitos.
Y así es cómo el valeroso Zapa volvió con el coronel y el cachorro mientras el resto de gaticos perseguían un furgón que se llevada a sus camiauradas lejos de allí. Les había sido imposible llegar a ellos antes de que aquella cosa a la que los perros perseguían y ladraban se marchara. Ug, perros... Son tan... Intensos a veces, ¿por qué no podrían estar más callados e importarle todo tres latas de comida no-whiskas como a nosotros? ¡Miaulditos perros!
Bueno, que me exalto y eso luego me hace dormir 14 horas en lugar de 17, odio la hiperactividad, me quita brillo al pelaje. El caso ¿qué estaba maullando? ¡Ah!, los gaticos estos... Demos gracias a Bastet de que siguieron a prisa aquella cosa que paró frente a otro edificio ¿sería una perrera? ¿Otra más? ¿Le importaría algo todo aquello a Bigotitos? ¿O solo vería que Rayas seguía en su casa durmiendo cómodamente, calentito y siendo engordado?
¡¡Nunca lo sabremos!! ¡¡Permanezcan atentos a la próxima puuurrrrtida...!! ¡MIAU! ¿Qué? ¿Qué esto no se acabó? Si yo estaba ya de miaucaciones... Desde hace tiempo además, no me digáis ahora que hay que acabar esto... Por mis bigotes, solo falta que a mi humano le de por darme un baño jabonoso... Digooo... ¡Pasen al siguiente capítulo para conocer que les pasará a nuestros intrépidos camiauradas.