Estaba dándolo todo. Todo, todo, todo. Casi tenía bajo mi yugo a aquellos gaticos que nos querían atacar...Porque era obvio que yo lo estaba haciendo perfecto, o así me veía. Quien maullara lo contrario sufriría el mismo destino cruel que estos gaticos arrabaleros.
- !Tranquilos! !Casi los tengo bajo control! - toda motivada. - !Bolita para luego! !Ahora a salir! - habían abierto una puerta, y yo me dispuse a salir por patas de allí.
Mientras buscaba una salida, se encontró un ratoncillo al que se propuso dar caza. Ya tenía cena para esta noche. Se preparó, se agachó esperando el momento justo para cazarlo y ¡zas! En sus patas lo cogió. Pero de alguna manera se le escapaba de sus zarpas ¿Cómo consigue escapar? Con lo que he sido...
Sin mirar lo que estaba ocurriendo a su alrededor, Marfelina seguía intentándolo. En aquel ratón había algo extraño que no lograba entender...
Cuando se cansó de atraparlo, se acordó del por qué estaba allí. ¡Sus gatompañeros habían venido a ayudarlos y tenían cómo escapar! Rápidamente se dirigió a la salida y buscó a Zoe - ¡Sardinita! ¡Sardinita! ¿Estás bien?
Aún con el dolor en la cabeza del coscorrón que se había dado Zapa contra la puerta, el peludo gato atigrado se intentó recomponer y hacerse a la situación.
Lo que allí estaba sucediendo era una auténtica gatalla. ¿Qué rayos habría pasado para que acabaran tan enzarzados? Gatos contra gatos... no tenía ningún sentido.
En todo caso, allí estaban nuestros compañeros, los gatos que habían luchado y caído a nuestro lado. Ahora estaban de pie y peleando por la libertad. Zapa tras la hazaña de la puerta estaba envalentonado, así que volvió a coger carrerilla y se lanzó como una mala bestia contra un grupo de gatos que pretendían darle la vuelta a Ginebra.
¡Era fantástico! Zapa había conseguido abrir la puerta contra todo pronóstico. Felicia estaba maravillada, ese gato era más duro de lo que aparentaba. Pero detrás la puerta la escena bélica era más cruda que no esperaba, y los maullidos seguramente pronto podrían oírlos todos los vecinos. Uno detrás de otro hasta que casi todos se implicaron, sus compañeros de incursión se sumaron a la batalla.
—No, no, no. ¡Parad!- dijo la gata ladrona horrorizada. —Dejad de pelearos entre vosotros. ¿No veis lo que hacéis? Los gatos no somos el enemigo, pronto los humanos vendrán ¡y nos descubrirán y encerrarán! Rápido, ¡la salida está detrás de nosotros! ¡Sois libres! ¡¡¡Vamos!!!
P.d.: es cortito pero es el tiempo que me queda ahora que me doy cuenta que igual mañana no se va a poder. XDD
Los otros gaticos no parecían dispuestos a parar, ¿¡pero qué ratones les habían picado!? Uno de aquellos gaticos parecía mandar sobre el resto, así gordo y orondo y se había posicionado en lo alto de uno de aquellos rascadores que los humanos os ponían por casa, cuando era evidente que el verdadero rascador era el sofá. Estúpidos humanos, que no saben para lo que sirven realmente las cosas...
-¡¡Más gatos traidores que no se dejan gatar!! ¡¡Atraparles!!- gritó sin moverse desde su posición. Luego el gatico bostezó y se dio media vuelta para echarse una siesta. Ya había perdido el interés. Pero la orden estaba dada y el número de gaticos con cara de malos perros se había duplicado.
Allí no había lugar para maullidos, aquellos gaticos no escucharían. Deberían huir o lpelear con bigotes y zarpas y ser gatados si perdían.
Supergato no era de los que se retiraban de una pelea, pero se estaba aburriendo de pegar siempre a los mismos gaticos. Los pobres no tenían la culpa, el malvado gato-tirano les controlaba, pero desgraciadamente, esta vez, era obvio que la liga de la gato-justicia no podría imponerse al mal. Sólo harían más daño a los otros gaticos.
—¡Retirada! ¡Me encantaría quedarnos aquí pero tenemos una misión! ¡Al gatomóvil!— Supergato se acercó a la salida, guiando con su ejemplo, y consumó el éxito de huir como una perra realizar una retirada gatoestratégica. Fuera, al ver el gatomóvil, se dispuso a montarse.
Mientras subía se dio cuenta que no era el gatomóvil, era la gata gorda y oronda.
—Disculpas, mi señora, pero debemos escapar— comentó muy contrito.
Estoy saliendo para fuera cuando noto algo ¿montarse? sobre mi lomo de la realeza. Inmediatamente, los instintos que me ha dado la diosa Bastet salen a relucir cuando me vuelvo y bufo a aquel monguer-gatico, enseñándole mis dientes de marfil y mi aliento a pienso premium de perro. !Nadie podía tocarme! Salvo mi humano doméstico, cualquier otro humano atractivo, o el gatico de turno cuando la castaña me pica en determinadas épocas del año y me veo lanzada a una espiral de montas y callejones gatunos.
- !Atrás plebeyo! - me había dicho "mi señora". Bien, ya había captado como iba esto de la pirámide de poderes. Y que él era solo un lacayo, cabeza de turco, sacrificio de turno...Y sinónimos varios.
Creo que Felicia intenta mediar, pero hacía tiempo que eso ya no era una opción. La única posible era escapar e irse a echar una siesta.
¿Traidores? ¿Habían ido allí para salvar a todos los gatos ahí atrapados y les llamaban Traidores? ¡Eso pasaba de gato oscuro!
Felicia no podía creérselo, de pronto sacó las uñas que se clavaron afiladas donde estaba. Dispuesta a saltar.
Ira: —¡A este le voy a enseñar lo que es gatar! Vamos a atacarlos al grito de “por todos los cordeles del mundo con los que poder jugar” ¿Uñas preparadas? Uñas prepar…
Pero pronto, pasaron por su lado un par de los gatos que habían ido a rescatar, cosa que le recordó a la gata ladrona el porqué estaban allí y le dio a pensar que iba a quedarse sola para librar esa batalla.
Miedo: —¡¡AAaaaaaaaaaaAAAaAaaAAargh!! ¡Huyamos!
—Por aquí, ¡seguidme! A todo gato que quiera ser libre. ¡La salida está por aquí!
Intento dirigirlos, junto con los que han venido conmigo, hacia la ventana.
Zapa se revolvía como un caimán que había atrapado una presa, mordía arañaba, pateaba y todo ello con sus orejas bien echadas hacia atrás y los ojos como platos... La sangre se acumulaba en su zarpas y manchaba su rostro, la violencia más gatuna se había apropiado de aquel lugar. Zapa no sabía si iban ganando o perdiendo pues se había olvidado de para que estaba allí, símplemente peleaba.... sin embargo su cabeza se iluminó al ver a la pequeña Felicia saliendo rápidamente por patas por el sitio que habían entrado. Zapa se quedó quieto. ¿Que estaba pasando? se preguntó. ¿Nuestros camaradas están huyendo?, ¿pero en que clase de comando me he alistado yo?
Aquello era un despropósito en toda regla, Zapa se estaba quedando solo con todos aquellos gatos, así que tomó la decisión. Valiente sí, pero perro no..!!!. Se giró y salió rápidamente hacia la puerta para seguir a sus compañeros.
Escuchó de camino a algunos de sus compañeros que preguntaban por Bolita... zapa no dijo nada, solo dibujó una sonrisa cruel en su cara.
Maldito empezó a coger carrerilla para lanzarse contra los gatos que atacaban a sus compañeros gatunos, pero a mitad de trayecto pegó un salto para esquibar a Supergato que pasó por debajo suya.
- ¿Pero que está ocurriendo aqui? - Y al volver la cabeza todo le quedó más claro. - Supergato, no miaudejes aquí con los gatos del maiz. -
Maldito salió tras la estela que dejo la capa de Supergato, y no se paró a mirar hacia atras. La ventaja de Maldito era que al estar más calvo que el culo de un mandril, no tenia pelos que le redujesen la velocidad, así que poco a poco empezo a alcanzar a sus camaradas.
- Ahí delante está la salida, así que no perdamos más tiempo y huyamos de esta megajaula para gatos majaretas -
Ophelia ronroneó en confirmación al buen gusto de su amiga, quien por fin entendía lo delicioso del atún (y de seguro entonces ya habría entendido la pequeña falla en el plan anterior), pero antes de poder maullar sobre cualquier cosa, Zapa se había adelantado y había abierto la puerta de golpe. La gata nórdica baja de un salto para entrar a la habitación, sin embargo se queda estupefacta al ver las técnicas de ataque de Ginebra. En algún lugar le habrían funcionado para que aún las usara, suponía. Fascinada con el asunto, se quedó mirando con la cabeza ladeada. Es que estos compañeros felinos podían ser muy peculiares.
Entonces el gato gordo la sacó de su estupor. ¡¿Atraparles?! ¡Pero si ellos venían a sacarlos! Ya se las iba a ver ese gato doméstico... o al menos eso creía hasta que vio a los gatos en cuestión salir disparados, y a Felicia hacer lo mismo guiándolos hacia la ventana. Era mejor líder que el gato ninja incluso.
¡Desgracias de gatos! ¡Que Odín no permita que alcancen el Valhalla! - maldijo al tirano y soldados mientras huía. Aunque claro, con esa pinta de cobarde que ella misma mostraba ahora, seguro las miaulquirias no la venían a buscar cuando muriera tampoco.
Es así que los gatos escaparon de aquel lugar tan extraño, donde gataban gatos, a saber qué era eso. Sin duda aquello era un cuartel general de gaticos falderos, no podía ser de otra forma. Los gaticos camiauradas cada uno volvió a lo suyo, eran gatos y el interés por las cosas era breve, sobre todo si no se movían provocativas delante de ellos. La misión había sido un fracaso, más con tantas bajas felinas de gaticos que desaparecieron sin más y que seguramente huyeron como perretes cobardes.
La gata Azrael volvió a casa, a llenarse la panza de buen whiskas y que le dieran al coronel, puesto que Zapa difundió el rumor que era otro gato faldero. ¿Cómo iban a seguir a un gato faldero por ahí? Ella no era faldera... Pero a veces los humanos eran soportables...
Felicia también volvió a casa, tenía a unos humanos de los que cuidar, lo cual era un engorro a veces. No veas lo complicado que es comer y hacerles caso para que te rasquen, hay días que daba tanta pereza que hasta usaba el rascador que le habían comprado...
La dueña de Sphynx adoptó a Malditos, dos gatos esfinge mejor que uno para tener fama en instagram. Además que así él se sentía menos desnudo y menos frío en invierno, que a veces el aire le pelaba los bigotes. Además que la dueña de Sphynx con el tiempo le dio por adoptar más y más gatos, cosas de humanas con cierta edad que no tenían cachorros.
Marfelina, Zoe y Guts por fin se asentaron y formaron con el tiempo una familia numerosa. No eran unos gaticos muy ágiles... Pero los querían igual...
A Ophelia la adoptó una señora con muchos gatos en casa también, solo que era una señora que cantaba y hacía cosas para un montón de humanas chillonas. No estaba tan mal, se ve que aquella señora era fín a la causa y les había comprado casi su propia mansión a ella y a un montón de gaticos. Así es como Ophelia pasó a ser conocida como la nueva coronel Ophelia con más de veinte efectivos bajos sus órdenes, todos peludos y mulliditos...
El dueño de Ginebra se dio cuenta que le sobraban unos kilos, uno no sabe cómo ocurrió eso... El caso es que la metieron en la dieta de la alcachofa y la de la piña convirtiéndola en vegetariana, además de llevarse unos masajes gatunos diarios de su dueño que se lamentaba no poder engordarla como antes...
Quien siguió con su duro entrenamiento fue Supergato, el cual fue atrapado finalmente por los bomberos y estos se lo quedaron para que siguiera instruyéndoles en esas formas de bajar árboles tan eficientes. Al menos les hizo practicar diez veces más antes de que decidieran que ya lo habían aprendido todo y que era mejor que Supergato siguiera su camino... En la calle.
Por último y no menos importante, Zapa se dedicó al estudio de la conquista gatil de los barrios. A él fue al único al que el hecho de que hubiera gatos-perro le afectara. Dedicó toda su vida (bueno, no, pero al menos unos minutos de atención y eso es mucho para un gatico) a buscar una cura a esta enfermedad o alguna forma de combatirla. No la encontró, pero sí encontró dónde es mejor cultivar hierba gatera en el jardín y se dedicó a la venta ilegal de la misma, ganando grandes cantidades de whiskas de contrabando.