- Nos reunimos aquí para aceptar a unos nuevos miembros. -Comenzó en voz alta mientras miraba a los hombres que le rodeaban. Entonces volvió a mirar al frente- Ahora estáis ingresando en la honorable sociedad de Cosa Nostra, la cual acoge sólo a hombres de valor y lealtad. Entras vivo y sales muerto. La pistola y el puñal son los instrumentos mediante los cuales vives y mueres. Cosa Nostra está antes que cualquier otra cosa en la vida. Antes que la familia, antes que el país, antes que Dios. Cuando se te llame, debes acudir aunque vuestras madres, vuestras esposas o vuestros hijos estén en su lecho de muerte. Hay dos leyes que debéis obedecer sin titubear: nunca traicionareis los secretos de Cosa Nostra y nunca violareis o tocareis a la esposa o a los hijos de otro miembro. La violación de cualquiera de estas leyes significa la muerte sin juicio o advertencia. -Aprovechó aquel momento para hacer una breve pausa para tomar aire-. Levantad vuestro dedo – Les dijo, cuando vio que le obedecían, empezó a pinchar cada una de las yemas con ayuda de una aguja. El punto donde se produjo la picazón empezó a tornarse de un color rubí que iba creciendo lentamente.
– Esa gota simboliza vuestro nacimiento en nuestra familia. -Les dijo mientras les dejaba a cada uno una estampita con un santo. Con una seña les indicó que dejasen caer una gota de sangre sobre la imagen sagrada antes de cogerla. A continuación con ayuda de una cerilla fue prendiendo una a una las imágenes las cuales empezaron a arder con lentitud consumiendo la imagen que iba tornándose cada momento de un color más oscuro mientras se iban consumiendo..
-A partir de ahora somos uno hasta la muerte. Ahora sois hombres hechos, amicos nostros, unos soldatos de la famiglia.
- ¡Así se hace! ¡Enhorabuena! – Exclamó Jimmy convirtiéndose así en el primero en hablar, sonreía al tiempo que le daba un par de palmadas en la espalda de Luca. - ¡Esto hay que remojarlo! Carollo, ¡saca el whisky!
Los siguientes fueron Boldini y Don Gaspare, ambos empezaron a tender sus manos certificando así el ingreso en la familia. Los hombres que empezaron a felicitar al trío de nuevos hermanos empezaron a agolparse al tiempo que aguardaban su turno.
¡Ya está! Sois miembros de la familia Panepinto. Os dejaré un post a modo de conclusiones y se acabó esto.
Mauro recogió el sobre que con toda naturalidad le ofreció el tal Carollo. La cantidad de dinero que podía calcular por el volumen y el peso del sobre podría ser lo suficiente como para abrir de nuevo su negocio con todo el mobiliario y el equipamiento médico incluidos. Y aquel hombre se lo había dado como quien le da un cigarrillo a un amigo.
-Oh, vaya... Gracias.-Fue todo lo que el doctor pudo articular antes de que el mafioso se despidiera y abandonara aquella estancia para dirigirse a la parte trasera del local. El resto de hombres lo imitaron y en apenas unos segundos se dio cuenta de que se había quedado solo en aquella zona. No completamente solo, el barman trabajaba de forma anodina al otro lado de la barra El tal Frank parecía ajeno a la presencia de todos ellos y a todo tipo de conversaciones y acciones que hubieran sucedido durante los últimos minutos allí.
Supongo que esta es la actitud apropiada para un buen "associato", lo tendré en cuenta para cuando empiecen a aparecer algunos de estos hombres por mi consulta.
Carollo le había comentado con mucha formalidad si conocía la salida del local, una invitación demasiado amable como para tomarla a la ligera en ese tipo de ambiente. Su presencia allí ahora mismo no solo era innecesaria, si no que podría ser inapropiada dependiendo de lo que sucediera en la reunión que estaba arrancando en esos momentos en la parte trasera del local.
-Hasta pronto, Frank.-Tras su breve despedida del único hombre que quedaba allí, se caló el sombrero y puso a buen recaudo el sobre que le habían dado en el bolsillo interior de su chaqueta.
Mauro Rossi salió del Panepinto´s con la impresión de que todo había cambiado irremediablemente en los planes que había organizado para llevar su vida en Creekville, hace apenas un año. Venían tiempos en los que podría llenar sus bolsillos de interesantes ingresos extra, aunque también la posibilidad de recibir tarjetas de visita en forma de plomo, como había pasado recientemente en aquel bar... Sin duda la vida del doctor se había cruzado, de forma completamente fortuita, en el camino de la familia Panepinto, y ya no había marcha atrás.
Ahora sí, todo listo jefe.
Un placer haber podido participar (aunque haya sido de forma breve) en esta partida.