Me quedo con el dinero y la daga. Como un poco de queso para llenar un poco el estómago, y le coloco la espada en la mano, como si hubiera intentado defenderse. También le subo las calzas, para que si encuentran el cuerpo no parezca lo que es, que le han atacado a traición.
Luego me las piro dando un rodeo para aparecer por otro sitio.
Desde la supuesta seguridad de la iglesia te paras un momento a pensar en lo que está ocurriedo y una gran duda te invade.
¿Todo esto no tendrá nada que ver con lo pendenciero de tu vida y con todos los malos actos que has llevado a cabo?, una especie de castigo del Señor o algo así...