Partida Rol por web

entonces la única forma de cortar la hemorragia es con hierbas o curación mágica no?

Sigo con la mirada el cuerpo de lorn al caer, mirándolo de manera sorprendida...

Luego, doy una mirada al orco muerto y un vistazo a Eadar...

Observo a aquella bestia con furia y preocupación marcados en mi rostro...

Relajo los músculos y observo la trayectoria del proyectil dirigiéndose a su objetivo

Muere condenada criatura - pienso con frustración e ira -

La situación se me hacía eterna, a pesar de que a penas debía de durar poco más de un segundo...

Vamos paliducho!!! Seguimos con la ola: Elfooo, Elfooo!!! xP

Alisterel suelta la cuerda, la flecha surca el aire, las vidas de sus amigos dependen del vuelo de esta flecha, pasa a unos centímetros del enano que se dispone a hacer frente al orco, el tiro a parte de certero es potente, perfora la armadura de cuero endurecido del orco clavándose en su pecho, el orco se tambalea de nuevo, mira al cielo y se desploma hacia adelante.

Una ráfaga de aire pasó a mi lado, desconcertante y potente. Instantáneamente, una flecha apareció en el pecho del orco que se alzaba monstruoso frente a nosotros. Unos suspiros, unas miradas perdidas, el orco yacía en el suelo sin vida.

Mi respiración continuaba veloz, me sentía agitado pero reconfortado ahora por el final de la lucha. Miré en dirección al elfo que mantenía en alto su arco. "- Buen trabajo paliducho, aunque yo podría haberlo acabado de no haberte entrometido- esputé, preso de mi propia arrogancia y celoso por el prudente actuar de mi compañero".

Me acerqué al anciano para constatar que siguiese con vida y, para mi satisfacción, aún lo estaba. Atrás habían quedado esas cinco monedas que deseoso estaba por conseguir. La batalla me había regocijado lo suficiente como para no recordar tales nimiedades.

Dejé a Lorn descansando en el suelo y coloqué mi mochila bajo su cabeza para que se recuperase más prontamente o, aunque sea, para que estuviese más cómodo. Luego, dirigí mis pasos hacia los dos humanos que se encontraban bastante heridos. "- Todo terminó... ¿cómo se sienten sus débiles cuerpos?- detrás de la brusquedad se escondía una obvia preocupación, aunque disfrazada de la frialdad que me caracterizaba".

Miré al cielo escrutando la nada. Detrás de aquella cúpula debían esconderse los Valar, sabios y alertas, seguramente testigos de los hechos que nos precedían. Allí debía estar seguramente Mahal, nuestro padre, a quien debía mi nombre. Allí, entre la nada y la eternidad...

El aturdimiento desaparecía y me permitía ser consciente de la realidad que nos rodeaba. Sin embargo la secuencia de acontecimientos quedaron grabadas a cámara lenta en mi mente. La visión del elfo cargando el arma, cerrando uno de los ojos y acercando la cara al arco, su concentración... La flecha sale disparada del arco tensado. Se puede observar perfectamente como el viento mece la flecha y acaricia las plumas de la misma. Avanza lentamente. Mis ojos siguen el movimiento y la trayectoria hasta que ésta queda incrustada en el cuerpo del orco que, dando un alarido final, cae reondo al suelo haciendo temblar el suelo. 

Mis ojos llenos de lágrimas se elevan al cielo. Los cierro profundamente dando las gracias a los Valar por su intercesión. Por cuidar de nosotros en éstos momentos tan críticos. Durante unos segundos disfruto de la sensación de alivio que libera mi cuerpo de toda carga. Sin embargo, los movimientos del rohir me sacan de mi éxtasis y me indican que ha recuperado la consciencia. Instantáneamente abro los ojos, me secó las lágrimas mientras mantengo el troniquete apretado y le ayudo a recuperarse del aturdimiento que le invade. Mientas tanto grito: ¡Ayuda! instando a mis compañeros a que acudan raudos en nuestro auxilio.

Observo que el enano acude a comprobar el estado de Lorn. Certificando su inconsciencia, pero comprobando que aún latía su corazón. Espero que alguno de los dos se acerque para ayudarme  mantener cerrada la hemorragia del caballero. Intento hablarle: Hador, despierta, debes mantenerte despierto. Has de cuidar de tí mismo. Digo cansadamente y agotado. Mi hemorragia me debilita por momentos, y, o el caballero se hace cargo de su herida o los compañeros acuden raudos en nuestro auxilio, pues mis fuerzas me abandonan poco a poco. Aguanto todo lo que puedo hasta asegurarme que Hador es atendido.

Intento incorporarme tras ello. Apoyo la rodilla en el suelo e intento levantarme. Sin embargo el profundo tajo de mi muslo me hace caer al suelo, sin apenas haber conseguido levantarme. Con un doloroso grito me llevo las manos hacia la herida. Con la mano derecha, arranco la manga de mi camisa e itento hacerme un torniquete para no perder más sangre. Exhausto y debilitado hago lo que puedo, mientras escucho las palabras del enano. Maldito enano, es obvia nuestra situación. Pienso mientras lucho por no quedar dormido y apretar la herida para salvarme.

La luz. Eso fue lo primero que ví. Era un destello borroso, pero inconfundible, aunque no me dejaba en claro si estaba del otro lado del planeta, vagando junto a la almas de otros guerreros perdidos, o despertando de un letargo sumamente inconveniente. Para averiguarlo, intenté sentir. Poco a poco, las sensaciones arribaban a cada parte de mi cuerpo, como si de repente mis deshauciados miembros se desentumecieran y comenzaran a percibir nuevamente. Un dolor insoportable llegó a una de mis piernas, y no pude evitar lanzar un pequeño alarido de dolor.

Mi visión se restablecía con el pasar de los segundos, y a mi lado pude ver a Eadar esforzándose por mantener el sangrado de mi pierna controlado. Me sentí sumamente agradecido, pero a la vez frustrado y furioso. Al parecer, no estaba hecho para combatir siquiera un apestoso orco, al igual que el resto de los míos. ¡Maldita sea! Es imposible, sólo resulté una carga para el resto. Que los Valar y mi gente me perdonen por no ser capaz de defender sus bellas tierras de las manos de esas aberraciones.

Lentamente, intenté sentarme en el lugar, movimiento que el dunadan registró, porque volteó hacia mi a voz en grito. Le estreché la muñeca, murmurando un "Gracias" e intentando esbozar una sonrisa a pesar del dolor. A todo ello, pude ver el resto de la escena. El enorme líder orco había sido abatido, con una flecha atravesando su gruesa armadura hasta llegar a su corazón, pero también el pobre viejo Lorn yacía en el suelo, ensangrentado. No pude evitar pensar lo peor. -¿Qué ha...?- comencé a preguntar, pero Eadar también se debatía entre la vigilia y la inconsciencia, por lo que me vi obligado a atender a su pedido. Hubiera buscado unas vendas entre mis pertenencias, pero por desgracia estaban lejos de la escena, apoyadas contra un árbol más allá de las ruinas. -¡Maldita sea, aguanta Eadar!- exclamé. -¡Angainor, Alisterel, rápido, deben atender al dunadan! ¡Apenas puedo moverme!- les alarmé, mientras intentaba mantener el torniquete en mi pierna, por si acaso.

Sonreí...

Inspiré y exhalé lentamente, aliviado...

Las cosas retomaban su ritmo...la batalla había acabado...

El no estar herido no me permitió comprender la urgencia de la situación durante unos momentos...Lorn se encontraba tendido en el suelo, había recibido un duro golpe en la cabeza, Hador parecía retomar el conocimiento y Eadar lo estaba auxiliando...

Miré al orco con odio durante unos instantes, observando la flecha que había acabado con su vida...

Luego, mi rostro vuelve a ser de preocupación...

Veo como el enano revisa al anciano e ignoro parte de su comentario

No fue nada maese - musito en tono bajo aunque el comentario fue audible para todos -

Me acerqué a los dos humanos con prisa, Hador parecía en mejores condiciones pero la situación de Eadar era preocupante...

Apuré el paso ante las palabras de Hador y me dispuse a ayudarlo una vez estuve a su altura...

Me quité la mochila y la puse a mi lado, rebuscando por las vendas que tenía en ella...

Una vez las encontré, aparté la mochila a un lado y me dispuse a vendar las heridas de ambos, no había que descuidar una herida...

Ánimo - les dije al tiempo que forzaba una sonrisa - Van a estar bien, tienen los dos una valentía envidiable - agregué mientras miraba a los ojos a cada uno de ellos por unos instantes -

Lo mismo para usted - le dije al enano sin borrar la sonrisa pero no lo miré, sino que concentré mi atención en los vendajes -

Vamos - me dije a mí mismo - Esto tiene que acabar bien - pensé ahora...mis verdaderos pensamientos no eran tan entusiastas -

Acomodáis a Lorn y atendéis a Eadar y Hador, la noche cae encima de vosotros, os acomodáis lo mejor posible en las ruinas para pasar la noche, al amanecer Lorn recupera la consciencia pero precisa de atenciones sanitarias, dais un registro rápido a las ruinas y encontráis 10100 modedas de españo (1 de oro aproximadamente) que rapartis en partes iguales (Lorn no acepta quedarse con nada), despacio reemprendéis el regreso hacia Mornen, de camino Lorn os explica su cautiverio, Lorn fue guardia en la mismísima cuernavilla (abismo de Helm) los orcos querían sonsacarle infomación sobre las defensas de aquel lugar, le resulta extraño porqué un grupo de orcos querían esa información… llegáis al camino principal y a los pocos kilómetros tropezáis con uno de los guardias de Erech, os estaban buscando, os escolta hasta Erech donde hay mejores sanadores, al poco de llegar vosotros llega también Toridas con vuestra recompensa y sus felicitaciones, permanecéis unos días allí hasta que os recuperáis completamente de vuestras heridas.