Dex se aseguró de llegar al medio día a la casa de Margaret Deakin, así se aseguraba de que estuviera en la casa y poder hablar con ella sin tener que esperar. Cuando aparcó el coche se dirigió a la casa de Margaret, una enorme casa con un gran jardín que la rodeaba y un pequeño camino que llevaba hasta la residencia. Era una casa con dos plantas, muy bien cuidada que no dejaba duda sobre que era una familia con dinero. Eso por no hablar del precio de las casas en aquel barrio de lujo que no muchos podrían permitirse.
El plan salió bien y nada más llamar al timbre le abrió Margaret que miró al detective sorprendido. Vestía un vestido sencillo que dejaba sus hombros al aire y unos zapatos mucho más cómodos de los que llevaba el día anterior.
-Buenas tardes, señor Raymond-le saludo- ¿Qué le trae por aquí? ¿Ha descubierto ya algo?-le preguntó asombrada por la extrema eficacia que suponía al detective.
Cuando llegó a la dirección indicada y vio la casa, Dex no pudo evitar emitir un silbido por lo bajo. Estaba claro que el lugar respiraba dinero por los cuatro costados. Pero fue la mujer que le abrió la puerta la que, de no haberse contenido, se hubiera merecido otro silbido más potente. Estaba vestida de manera más sencilla pero quizás por ese motivo su hermosura destacaba más en ella.
—Buenos días señorita Deakin —saludó educamente, preguntándose si la mujer lo atendería allí en la puerta o lo invitaría a pasar—. Por el momento nada concluyente. Pero quería hablar con usted para hacerle varias preguntas por si me pudiera ayudar. Y, si fuera posible, quisiera visitar también a su hermana.
-Pase, señor Raymond pase. Justo estaba comiendo, pero no se preocupe-dijo con una sonrisa invitándole a entrar, sonrisa que mudó rápidamente cuando escuchó que el detective quería ver a su hermana- No creo que sea buena idea señor Raymond. El estado de mi hermana... no ha hablado con nadie desde que apareció. Es como si estuviese ida... ¿Para qué necesita hablar con ella?-le preguntó desconfiada la mujer mientras cruzaba la amplia entrada y guiaba al detective hasta un salón recargado que era tan grande o más que su oficina.
—Discúlpeme, no sabía ni la hora que era —dijo el hombre al darse cuenta lo avanzado que estaba el día—. Venía para saber porqué cuando nombró la Luz Argéntea no me habló de Clara Nebel... Por lo visto se vieron varias veces y usted rechazó una y otra vez su oferta para ayudarla.
Al ver su reacción al preguntar por su hermana, Dex empezó a preguntarse si Margaret solo la protegia o si por el contrario temía que pudiera hablar... de algo que a ella no le interesaba.
—Quizás me he expresado mal —se excusó el detective ante la reticencia de la mujer—. Mi intención no es interrogar a Helen ni nada parecido. Simplemente quisiera observarla; ver si reacciona ante ciertos estimulos como descripciones o simples nombres. Podría ayudar bastante en la investigación.
Dex no estaba muy convencido de ese último punto pero no perdía nada por intentarlo.
—Y por último... —Quizás se estuviera excediendo con sus preguntas hacia Margaret pero, si quería que él investigara lo sucedido a su hermana, tendría que exponerse a toda clase de cuestiones aunque éstas fueran desagradables—. Por casualidad sabría decirme dónde podría encontrar a Marshall Daly... ¿Este sujeto ha intentado contactar en algún otro momento con Helen?
El detective había asociado ese nombre que ya le había comentado Margaret con el tipo del que hablaba el señor Pelley, por ese motivo su siguiente movimiento sería ir a interrogarlo a él.
- No recordaba su nombre, aunque si lo de esa luz Argéntea. Son solo tonterías místicas que usaban para sacarle el dinero a mi hermana-respondió la mujer- y lo último que le hace falta ahora a mi hermana es tener a una loca cantando cosas místicas o lo que sea que hacen para engañar a los incrédulos. Si usted me asegura que no va a hacer nada que ponga nerviosa a mi hermana o empeore su estado no tengo problema en que suba a verla unos minutos. Ahora mismo está con la enfermera, pero podemos subir si quiere-la mujer señaló las escaleras indicandole el camino al detective.
-Daly trabaja en Capitol Pictures, es un guionista o algo así que trabaja para la industria del cine-le explicó- seguramente lo pueda encontrar allí. Vino preguntando por Helen después de que desapareciera... parecía de muy malo humor. Es guapo pero tiene mal carácter. Como no sabía si él tenía que ver con algo de lo ocurrido no le dije nada-dijo Margaret mientras subían las escaleras hacia el dormitorio de Helen.
Dex no dijo nada más respecto a la explicación que le daba la mujer sobre Clara, aunque seguia sin tenerl muy claro si Margaret no le estaría ocultando algo. Y sobre el tal Daly... casi repitio palabra por palabra lo mismo que le había contado en el despacho cuando fue a contratarlo.
Con un sentimiento de frustración, el detective asintió a la oferta para visitar a Helen y, con un gesto de la mano, invitó a la mujer para que lo guiara.
—Detrás de usted —dijo, mientras seguía a Margaret hasta la planta superior.
No sabía muy bien qué esperar de todo aquello y tampoco tenía claro que fuera a conseguir alguna reacción, por pequeña que fuera, en Helen. Lo único que podía esperar era no alterarla para que Margaret no se molestara y, tal vez, se planteara apartarlo del caso que le iba a proporcionar comodidad económica para una temporada.
Margaret guio al detective por las escaleras de aquella enorme casa neoclásica de Beberly Hills y le llevó hasta la habitación de Helen. Abrió la puerta y le hizo pasar. En la habitación se encontraba la víctima y su enfermera, una joven afroamericana espabilada y discreta a la que le presentaron como Ella Perreau. Ni Margaret ni Ella salieron de la habitación mientras el detective observaba a su alrededor y a la víctima.
La habitación estaba prácticamente vacía. Se habían retirado todos los muebles y objetos decorativos de la habitación. En el cuarto de baño anexo a la misma no había espejo, tijeras, ni limas de uñas: nada con lo que Helen pudiera hacerse daño.
La chica estaba sentada al borde de la cama, ataviada con una bata de vestir nueva que la enfermera le había puesto. Al moverse se abrió ligeramente y dejó al descubierto un recatado camisón de encaje. Margaret se acercó para cerrársela de nuevo. Parece que la acababan de lavar el pelo y le colgaba húmedo y enredado. Su mirada estaba fija hacia delante y movía los labios como si estuviese murmurando algo, pero no emite ningún sonido.
Cuando Dex entró en el cuarto echó un rápido vistazo al lugar, dándose cuenta que se parecía más a la habitación de una clínica psiquiátrica que a la habitación de una joven llena de vida. Con más lujos, pero igual de aséptica, vacía e impersonal.
Se acercó a la joven con paso tranquilo y se colocó agachado frente a ella. Sabía que ni la enfermera ni Margaret tenían pensado salir del cuarto mientras él estuviera allí, pero tendria que aguantarse y sentir sus recriminatorias miradas en su espalda.
—Hola Helen... Me llamo Dex y venía a saludarte —sonrió a pesar de no saber si la joven lo escucharía tan siquiera, pero intentó mostrarse tranquilo para no alterarla—. Y también porque quiero saber quién te ha hecho esto. Sé que no puedes hablar conmigo pero... ¿Me harías un favor? Puedes indicarme si voy por buen camino con algun gesto o mirada... ¿Me ayudas?
Si en el fondo Dex se sentía estúpido haciendo aquello no lo demostró en ningún momento, simplemente se mantuvo agachado frente a ella manteniendo una sonrisa calmada en el rostro.
—Clara te manda saludos y espera que te recuperes cuanto antes —dijo, observando con atención cualquier reacción de Helen al nombrar a la líder de la orden—. Y luego voy a ir a ver a Marshall... Te acuerdas de él ¿verdad? ¿Quieres que le diga algo?
Seguramente estaba dando palos de ciego pero necesitaba intentarlo por muy estupido que pareciera.
La chica apenas reaccionaba a las palabras de Dexter. La chica apenas hacia un sonido y seguía moviendo los labios como si hablase sola o recitase algo para si misma. Ni siquiera se movió cuando Dex se puso a su altura. Sin embargo este al mirarla a aquellos ojos perdidos sintió una sensación vertiginosa, como si estuviera cayendo en el interior de sus ojos. Como si la locura que contenían intentase arrastrarlo a las profundidades.
Volvemos con los chequeos esta vez por partida doble.
El primero es un chequeo de estabilidad por Caer en la mirada de Helen. El avance es con 8+, el pase con 5-7 y el contratiempo con 4 o menos.
Una vez lo hayas hecho tendrás que hacer otro, ya que eres solitario y Helen es una Damisela en apuros. Avance 4+, pase con 2 o3 y contratiempo con uno o menos.
Igual que hiciste con el chequeo de Calma para Mantener la profesionalidad con Margaret. Simplemente tienes que tirar 1d6.
Recuerda que puedes usar un empuje (tiras+1d6) u optar por tener un problema extra a cambio de sumar un +1d6. Puedes decidirlo después de tirar claro. Esto aclaramelo en las notas xfa para no liarla yo :)
Imposible, de Helen iba a ser imposible poder sacar algo que le diera una pista para saber que iba bien encaminado. Dex comenzaba a frustrarse. Aquel caso era extraño pues se movía entre gente mucho más extraña aún; pirados que creian en estupideces y fascistas que exterminarían sin contemplacion a los que no pensaran como ellos.
Lo único que podia sacar en claro el detective era que Helen había quedado muy afectada... Demasiado.
Buscó su mirada para intentar conectar de alguna forma pero lo que vio en ella... Por unos instantes se sintió atrapado en una espiral que lo arrastraba a un abismo que no deseaba descubrir. Aquella mirada era la locura en estado puro que exigía un sacrificio... Y el sacrificio era él.
Intentando soltarse de aquel hilo invisible que lo ataba a los ojos de la joven, Dex se levantó de golpe con la sorpresa y el miedo reflejados en su cara.
Había intentado sacar algo de ella, incluso había intentado interpretar lo que sus labios vocalizaban sin emitir sonido. Pero nada... Lo único que había conseguido era empezar a dudar incluso de él mismo y de lo que era capaz de ver con sus ojos.
—Está bien... Ya veo que no quieres hablar conmigo... De todas formas le daré recuerdos a tu amigo Marshall —dijo Dex antes de dar media vuelta para salir de aquella agobiante habitación y, en especial, de aquella mirada que a punto había estado de engullirlo.
Motivo: Estabilidad
Tirada: 2d6
Resultado: 3, 3 (Suma: 6)
Motivo: Desventaja
Tirada: 1d6
Resultado: 2 [2]
Motivo: Estabilidad 2
Tirada: 2d6
Resultado: 6, 2 (Suma: 8)
Pues problema extra al canto...
Mientras observaba la mirada de Helen el detective sintió una sensación espeluznante que le duró varias horas, incluso después de haberse marchado. Por suerte al final fue capaz de quitárselo de la cabeza. Por otro lado al ver la fragilidad de la bella y desamparada muchacha pudo entender que alguien se enamorase de ella y que tuviese tantos "amigos". El detective se sentía solo desde hacía tiempo y quizás hace unos años hubiese acabado enamorándose de Helen, o quizás de su hermana. Afortunadamente Dexter no era así.
Ventaja
Autocontrol: Gracias a una demostración de autocontrol, ahora tienes la confianza que necesitarás si la cosa se pone fea durante la investigación. Gasta esta ventaja para obtener un dado extra en un Control de Calma o Estabilidad, o una bonificación de +2 en cualquier Control de Habilidad general/mental.
Problema
Sangre fría: Conservas tu propia cordura dejando de sentir empatía por los demás. Cuando gastes un empujón en Consuelo, tira un dado. Si el resultado es impar no obtienes beneficio del empujón, y descartas este problema.
Puedes apuntarlos en tu ficha
Salió de aquella casa con un claro sentimiento de frustración pero sobre todo con una sensación que, aunque no sabía reconocerla, le había dejado muy mal cuerpo. Como si hubiera vivido una maldita y espeluznante pesadilla de la que no recordaba nada pero que aún rondaba en su subconsciente.
Se despidió de Margaret prometiéndole que seguiría haciendo todo lo que estuviera en su mano para averiguar lo que había sucedido y, mientras conducía hasta la dirección del tal Marshall, no podía quitarse de la cabeza lo que había sentido al mirar en la profundidad de los ojos de Helen.
Aunque también tenía que reconocer que le había impresionado la delicadeza y hermosura de sus rasgos, parecidos a los de su hermana pero a la vez bastante distintos. No podía negarse que cualquiera de las dos, si de unos años atrás se hubiera tratado, le hubieran hecho perder la cabeza, pero estaba claro que su corazón ya llevaba tiempo roto y dudaba que hubiera alguien capaz de arreglárselo.
Con un cigarrillo colgándole de los labios, Dex circuló por varias calles hasta dar con aquella en la que seguramente encontraría a Marshall y, mientras aparcaba, tuvo que reconocer que se sentía muy perdido con aquel caso.