Durante la Larga Noche, la Guardia se vio obligada a unirse a los salvajes que habían llegado a atravesar el muro, y ambos tuvieron que hacer frente a los Caminantes Blancos y su ejército de muertos. El problema fue que, sin llegar a saber como, los Otros dañaron el muro, no mucho, no lo derribaron; pero si hicieron que esa magia que los contenía Más Allá se desvaneciera y pudieran campar a sus anchas.
La Guardia y los Salvajes lucharon con fuego y el poco vidriagón que tenían; pero de entre ellos se alzó el que sería llamado El Desconocido. Un hombre vestido con pieles de salvaje y una capa de la Guardia de la Noche, empuñó una espada que a un roce con su otra mano se envolvió en llamas y organizó la resistencia. Fue una batalla eterna, los muertos eran incansables y cada baja de los resistentes era una tropa más para el enemigo, pero entre el Desconocido y una Bruja Roja que había en el Norte consiguieron retenerlos lo suficiente para que unos salvajes que se habían mantenido al Norte, unos que aún conservaban la vieja sangre y magia, comenzaron a luchar también.
Animales controlados por cambiapieles, algún verdevidente que podía preveer por donde atacarían y la magia del fuego de los dos seguidores de R'hllor, consiguieron detener y rechazar a todos esos seres que intentaban acabar con toda la vida de Poniente y, puede, que del mundo.
Cuando esto acabó, esta unión de salvajes y Guardias habían creado ciertos lazos, aunque aún había enfrentamientos. Muchos desecharon su capa y se fueron al sur, otros volvieron a sus tierras del norte, pero otros decidieron quedarse en ese lugar, pues había buenas tierras. Éstos últimos se dividieron en cinco clanes y dividieron las tierras del Agasajo y el Nuevo Agasajo, así como las del Norte entre ellos. Se prometieron lazos de fidelidad y fundaron diferentes clanes, pero los sureños, los pocos que se habían quedado y que sabían como funcionaba, eran conscientes de que debían de presentar un fuerte unido para cuando los del Sur terminaran sus guerras y quisieran volver a recuperar esa tierra por la que ellos habían muerto y luchado.
Durante unos años pudieron rehacerse, fundar unas pequeñas aldeas y mantener el contacto mediante mensajeros a pie, pues no tenían suficiente alimento como para mantener animales que no les dieran algo a ellos, por lo que los caballos fueron descartados casi desde el principio.
Se fundaron cinco clanes o "casas" para los sureños, Iusken, Svarr, Romlov, Zulver y Valaar. Tenían grandes extensiones, pero quedaron muy pocos, además de tener que lidiar con aquellos que querían aprovecharse de ellos sin ayudarles, tanto bandidos del sur como salvajes que decían seguir las "viejas tradiciones", como si quisieran echar en cara a los que fundaron estos clanes el haberse "arrodillado".
La guerra del sur terminó, y cuando llegaron las noticias de lo que había pasado en el norte, los señores sureños encaminaron un ejército guiados por el que ahora era el Guardián del Norte. Éstos se encontraron aldeas de gente viviendo y unos mensajeros que pedían representantes en lo que en su día fue el Castillo Negro. Éste aún estaba en ruinas, con todos los cadáveres de Guardianes y de Salvajes, muertos y mostrando ese grotesco aspecto de No-Muerte. Algunos habían sido apresados como prueba y se mantenían en el sur. Muchos no podían creer lo que veían y, cuando les contaron la historia no les creyeron. Una chica, una joven de pelo plateado que era descendiente de la antigua casa de Valyria, fue la que dio su voto de confianza aconsejada por el criterio de un Maestre, un Maestre al que llamaban "el Mago", pues había estudiado todo lo que había podido de esa magia, y al llegar al Norte y enterarse de todo lo que contaban, no pudo evitar querer verlo con sus propios ojos.
La Joven nombró Lord a los cinco líderes, pero éstos lo rechazaron. No se arrodillarían ante los sureños y la cosa se complicó. Durante semanas se debatían pros y contras, como poder estar todos unidos contra los muertos para que eso no pudiera pasar, y tras muchas discusiones, se llegó a una concesión. El Verdadero Norte, como se llamaban a sí mismos, serían un Octavo Reino, y como todos, deberían de rendir pleitesía al Trono de Hierro y en sus tierras tendrían sus propias leyes. Aun así, esto no funcionó, pues los Norteños no se arrodillarían, en cambio, si les ofrecerían su ayuda contra los Otros, comerciarían y funcionarían como otra casa, pagarían ciertos tributos a cambio de ayuda para reconstruir fortalezas y se unirían a la Paz de la Reina; pero no se arrodillarían ni someterían. Esto gustó, pues era todo lo que pedían pero sin "someterse", por lo que se accedió y se fundó el Octavo Reino como una marca contra los seres del Norte del Mundo.
El "Mago" se quedó para explicarles el funcionamiento de las alianzas y relaciones de las demás Casas de los Siete Reinos a los Salvajes, y no paraba de intentar establecer unas líneas sucesorias sanguíneas, pero estos no se seguían a un Líder que no fuera digno. Así pues, establecieron que cada uno de los clanes eligiera a su representante, y este recibió el título de Magnar. Así pues, a sus hijos se les hacían pruebas y se les enseñaba para que estuvieran preparados, pero luego tenían que hacer pruebas y demostrarse que podían ser dignos líderes.
Tardaron unas décadas, pero consiguieron demostrar que esa línea de sangre podría ser una representante del clan para los demás, en lugar de un líder, por lo que sería más fácil que tuvieran tratos de algún tipo con los sureños y mantenían el poder elegir. Esto se fue desvirtuando poco a poco hasta llegar a la conclusión de que esos niños que eran de una sangre fuerte tenían que aspirar a ser líderes, por lo que se les hacían pruebas y, los que superaban las expectativas podían pertenecer a ese grupo. Esto acabó formando un grupo que formó lazos y, tras un décadas, formaron una línea sucesoria que buscaba a los más fuertes o hábiles de entre los demás para poder mantener una familia fuerte, digna de ser seguida.
También fue un problema el que se necesitaba a una casa que representara a todo el Verdadero Norte, por lo que en cada generación empezaron a organizar unos torneos y juegos en los que podían participar cualquier miembro de todo el clan, no solo los de estas familias. Estas competiciones eran de lucha, de caza, de astucia, acertijos mentales, todo lo que pudiera demostrar ser mejores; y al final, la casa que más éxitos tuviera sería la representante de las demás. Este torneo se sigue realizando de forma continuada cada 15 o 20 años aproximadamente.
Siglos después de su fundación, este Octavo Reino mostró una mezcla de tradiciones bastante extraña comparada con los Reinos Sureños, pero es lo que surgió de la mezcla de culturas, cuando los salvajes no querían perder su identidad pero era necesario hacer algo para demostrar que podían tratar con los demás reinos.
Primogenitura: La Primogenitura la tiene el primer hijo, sea varón o hembra, heredará los títulos, tierras y posesiones que le correspondan.
Nombramiento: Hasta que no cumplen dos años, el recién nacido no recibe ningún nombre, pues esto puede provocar que los Otros vengan a buscarlo.
Funerales: No hay cementerios en el Verdadero Norte. Todos los cadáveres son quemados y los huesos hechos polvo y extendidos por las tierras del labranza. De la Tierra vienes y a la Tierra volverás.
Religión: Aunque respetan a los Siete, solo rezan a los Antiguos Dioses, a los Arcianos que buscan entre los bosques del Norte o algunos nuevos que han conseguido resurgir de la tierra. Se tiene un gran respeto a R'hllor, pues fue el único que acudió en su ayuda durante la Larga Noche. Estas dos religiones están bien vistas por igual.
Compromisos: Cuando se realizan unos compromisos de matrimonio, siempre (normalmente la chica) pueden exigir una prueba contra sus pretendientes, y si los pretendientes pierden, son rechazados.
Ritos: Todas las noches se hacen hogueras en honor a R'hllor aunque no se quema a nadie. Si hay un difunto, muchas veces se puede sacrificar su cuerpo, aprovechando para incinerarlo, y a cambio pedir algo al dios de las llamas. Algunos ancianos que se ven más como una carga que otra cosa pueden elegir sacrificarse a cambio de buena providencia para sus familias.
Presos: Si algún preso es condenado a muerte suele ser decapitado y quemado, como mandan las antiguas tradiciones. No suele haber presos por mucho tiempo, pues o mueren y se les quema o se les deja libres o, en ocasiones, se les obliga a servir a la familia que dañaron.
Continuará