Partida Rol por web

La noche helada pasó como cualquier otra, aunque en realidad algunos no parecían que llegaron a dormir.

Al alba ya estaban llegando los representantes de las diferentes casas del Verdadero Norte para el evento en que se nombraría la Casa que ostentaría el título de Magnar y lideraría todo el Norte.

Los primeros en llegar fueron los miembros de la caza Jägare. Tenían un par de pequeñas fortalezas y muchos refugios en el norte profundo. Se decía que tenían que ser rápidos para huir de los Otros, pues vivían en la frontera con sus territorios. Se movían sobre trineos tirados por unos carneros tan grandes como caballos. Se decía que vivían en sus trineos más que en cualquier sitio y no eran de los más influyentes y no solían tener posibilidades en las distintas pruebas.

La casa Sormigt Hav era una de las aspirantes más fuertes. Sus territorios eran los Colmillos Helados al oeste de las territorios de la Casa Iuken. Tenían un puerto muy concurrido y eran más "sureños" en algunos aspectos de su día a día, pues estaban bastante influenciados por los comerciantes del Dominio y de tierras Lannister.

Los últimos representantes del Verdadero Norte eran los miembros de la casa Metsastaja. Al norte del Bosque Encantado tenían sus asentamientos junto a la costa del Mar de los Escalofríos, al norte de la bahía de las focas y hasta el Agualechosa, el río que dividía el Norte del Norte Profundo e inexplorado.

Los pocos protocolos que tenían allí era invitar a comer a todos los recién llegados para hablar del orden en que se realizarían los eventos, por lo que el desayuno era obligado para todos los miembros de la familia que lideraba el asentamiento y los representantes de los que acudían allí.

Después de aquel combate Brynwulf durmió profundamente, en parte por el cansancio, y en parte por la satisfacción de haber logrado imponerse. Realmente fue el Hombre Rojo el que expulsó al Cazador, cierto... Pero no muchos podían presumir de haber visto la cara de aquel ser. Por supuesto, se aseguró de que alguien le despertara con tiempo, pues mañana era un día importante. Antes del alba ya estaba en pie, entrenando con su arma, y para cuando los primeros visitantes llegaron, él ya estaba listo para recibirles y acudir al desayuno. 

Se había ocupado de inflar el orgullo del dragón para mantener su atención alejada de la preocupación de su hermana.

Leritt descansó pero poco antes del despunte del alba había regresado con las dragonas para ver el estado de salud de la herida. Su deber debía haber sido el mantenerse junto a su familia para recibir a los representantes como buena anfitriona pero si alguno osaba cuestionar la dedicación de la norteña por el bienestar de aquellos que le habían sido confiados acabaría en una pira antes de que se realizase el evento.

La misma sala que había dado el banquete de bienvenida a los sureños la noche anterior estaba preparado para dar la bienvenida a los norteños. Esta vez en el salón solo estaban los representantes y descendientes, nada de damas, acompañantes, ayudantes y demás, porque si no, no entrarían todos los que tenían que entrar.

La familia Iuken se sentó en sus mismos lugares, pues para eso era su casa; pero en esta ocasión diferenciaron entre los sureños, sentados a la izquierda de la familia anfitriona, y los que venían del norte se sentaban a la derecha. Para mostrar la importancia de sus invitados, los tres asientos de los Targaryen estaban pegados a los de la casa Iuken, aunque de momento solo estaba ocupando su lugar el pequeño dragón, y desde ahí se repartieron entre ellos los diferentes asientos y, por suerte, no parecieron discutir por quién se sentaba donde.

Los norteños no tenían ningún problema y se sentaban donde pillaban, sin mostrar ningún interés en un orden o ética, lo que parecía causar confusión entre los sureños. De la Casa Jägare estaban sentados Serko, que era el cabeza de familia siendo un hombre de semblante adusto y serio, y su hija Kanmyra, y también llegaron de la casa Sormigt Hav Vakmarth y Baulag. Eran hermanos, y Baulag se mostraba venía como representante de su casa para el torneo. Aunque sus rasgos eran norteños, tenían algunos gestos que mostraban su trato con sureños.

En el momento en que estaban a punto de comenzar, una niña pequeña entró corriendo a la sala y gritó, provocando un enorme susto a los sureños que no se lo esperaban. Cuando uno de los guardias de la casa hicieron amago de ir a por ella, una mano envuelta en pieles lo detuvo, y ahí estaba él. 

Görlog, líder de la casa Mestataja y con la máscara de una calavera humana real y muchos huesos cubriéndole por completo. Las sureñas dieron un paso atrás al verlo y los hombres sureños se removieron incómodos, salvo el pequeño Randios Targaryen que miraba sorprendido a ese hombre terrorífico y Sirius Dayne, que parecía mirar más allá de ese hombre. Y es que tras él entraba Slygnird, la hija de Görlog y que vestía como armadura una caja torácica cosida al peto de su armadura.

Con un gesto tosco, Görlog se dio un golpe en el pecho que hizo resonar todos los huesos que llevaba encima y caminó hasta sentarse junto a Sonna.

Tras esa interrupción entró Astrid guiando a la pequeña Sonya y delante de la joven Serlinna. La pequeña Targaryen parecía un oso negro con cabeza blanca y era más o menos como la niña que había precedido a Görlog y que ahora se sentaba entre los dos miembros de la casa Mestataja. En cambio Serlinna vestía de forma distinta. Llevaba un vestido típico sureño de color perla que a duras penas cubría los hombros y una enorme capa de pelo grueso y negro que llevaba anudada sobre su hombro izquierdo. Ese hombro en el que había recibido una herida y que mostraba una cicatriz cauterizada y oscura que destacaba aún más por su vestido. Astrid las guió hasta su asiento mientras el pequeño Targaryen miraba alucinado la herida de su hermana y luego se miraba sus manos un momento antes de pasear la mirada por todos lados.

Astrid se acercó a Görlog y clavó sus ojos lechosos en el hombre. Éste se pudo de pie y dejó el asiento a la mujer, y con un gesto hizo que todos los norteños se desplazaran para que se pudieran sentar, solo hubo gruñidos de queja por parte de los dos miembros de la casa Sormigt Hav.

Con un golpe en la mesa, Arnbjörg se puso en pie e hizo el silencio en todo el comedor.

-Bienvenidos a todos a la casa Iuken. Hoy será un día de descanso en el que se expondrán las diferentes pruebas en las que se podrán competir, y a partir de mañana comenzarán. Las pruebas de combate, que son las que más tiempo acaban tardando, se realizarán de la siguiente manera. Cada competidor tendrá un solo combate al día y se hará hasta que uno de los dos contendientes se rinda. Tendrán un día entero para recuperarse de sus heridas y decidir si quieren combatir al día siguiente o no -esperó un momento- las pruebas de astucia se harán cada dos o tres días, y las de caza serán cada tres días y durarán otros tres. No puede haber más de una docena de representantes por cada casa entre todas las pruebas. Estas son las reglas de nuestros antecesores y seguirán siendo las nuestras. La Casa que más victorias tenga será la que sea la Casa representante del Norte y su líder tendrá el título de Mägnar. Que os aproveche y que descanséis -y el banquete de bienvenida comenzó.

El momento había llegado. Sentado en su posición a la mesa del clan, Brynwulf fue testigo de la llegada de los distintos norteños, así como de sus invitados sureños. Parecía que la mujer dragón había sido herida anoche, lo que indicaba que parte de los atacantes se les habían escapado cuando luchaban, aunque al menos parecía bastante entera. El resto fue lo esperable, incluida la aparición de los Mestataja y sus armaduras, que escandalizaron a las damas sureñas, lo que provocó una leve y breve sonrisa en el joven norteño. 

Tras eso, padre explicó las normas de la competición, y como transcurriría. Pronto llegaría el momento de probar la valía de todos los presentes, y ver quién lograba alzarse con el título de magnar. Por lo que respectaba a Brynwulf, consideraba su victoria en los combates casi asegurada, pues pocos combatían con tanta ferocidad y habilidad como él, algo que podía sorprender a muchos, en especial después de haber elegido la espada para entrenarse. Los que le tomaban por demasiado blando y hecho a la forma de los sureños por usar aquel arma pronto solían lamentarlo. Las otras pruebas, en cambio, le preocupaban más... Iba a necesitar más representantes para estas, le gustara a no. Pero, ¿quién? Frunciendo levemente el ceño, se inclinó un poco hacia su hermana y dijo en voz baja:

-Me temo que no soy tan astuto como madre, y tampoco me vendría mal algún apoyo en pruebas de caza, aunque vaya a barrer el suelo con ellos en combate... ¿Qué me dices, te apuntas? ¿O me recomiendas a alguien?