Partida Rol por web

Las nubes se abren y de los cielos desciende a la sacra luz de iomedae, el destello envuelve a los hombres lagarto que luchan por acercarse al templo que los repele de manera incansable, estos se cubren los ojos y chillan incapaces de avanzar ante el destello que daba una tremenda ventaja a los tiradores que implacables descargaban sobre ello una lluvia de proyectiles, que diezman a las fuerzas adversarias.

El pistolero buscaba a lagarto que había eludido su disparo para terminar con él y se da cuenta como este esta recostado contra una Columba, este mira en dirección al pistolero y Miller se percata de que no vale la pena gastar otra salva en ese lagarto, lo que inicialmente había parecido un fallo había sido un golpe mortal, la parte izquierda del cráneo del lagarto había desaparecido y al parecer el enemigo aún no se percataba de su propia muerte, para cuando resuena de nuevo el cañón del pistolero otro de los lagartos cae al suelo con un enorme boquete en el pecho.

El pequeño niño dispara con gran ímpetu contra uno del enemigo aturdido por las artes arcanas del elfo, pero el monstruo se sacude las heridas mientras entra en un frenesí asesino que lo consumiría como a una llama bestial.
El humano que había resistido junto a Niso seguía en una refriega contra un adversario formidable, pero su desesperación deja el honor para las fortalezas y festivales, aprovecha la presa de la mole de piedras y enredaderas que contenían al berserker escamoso que casi lo había matado, desesperado trata de ensartar su espada, la cual lo atraviesa de lado a lado al monstruo arrancándole un alarido de dolor intenso, lo que hace que este comience a sacudirse con fuerza tratando de alcanzar su libertad.

El sonido de las ramas separándose alertaron a todos los presentes de que el berserker había escapado del abrazo del guardián, pero más trepano que tarde la mole de roca y plantas descarga tremendos golpetazos que lo ponen de rodillas y de manera inmediata lo someten y abrazan evitando su escape de nuevo.

Los arqueros que acompañaban a los lagartos se ven acorralados por los defensores pero antes que escapar sueltan sus arcos dejando ver su ferocidad animal, en una muestra de habilidad descargan sus garras y mordiscos sobre los que los atacaban, los soldados que corrieron en auxilio de uno de sus aliados ven con terror como su armadura no parece poder detener las garras que como dagas se incrustaban en su cuerpo a la vez que sus armas no logran causar heridas a los lagartos, la misma Ravena que había cargado a la batalla ve como había sido imprudente, pues el terreno le jugaba una mala pasada y una apertura en su defensa le valió un corte en la mejilla, de no haber corrido la cara podría haber quedado desfigurada o recibir una herida de mayor consideración.

La espada del elfo se clava de nuevo en el adversario, pero lo hace de tal manera perfora de manera simultánea en múltiples órganos, si se tratara de otro ser seguramente estaría muerto, pero este no era el caso, más muerto que vivo el lagarto contra ataca, pero, sus movimientos son en extremo torpe y el elfo ni siquiera trata de esquivar el ataque, si bien no estaba muerto era improbable que resistiera otro ataque.

Haciendo acopio de su fuerza de voluntad la paladina se acomoda de manera que la apertura en su defensa no sea tan pronunciada y con rápidas estocadas trata de acabar con sus enemigos y hacerles retroceder, sin embargo para ese momento los efectos del encantamiento del elfo se han disipado y en aullidos de furia ciega se convierten en unos monstruos del combate, lo que hace que estos no resultan fáciles de matar a pesar de sus heridas, rápidamente queda atrapada en una descarga de colmillos, garras y una estrella del alba que que le causan heridas de consideración.

Pero la paladina no estaba sola la pequeña gnoma contra uno de sus dedos y una de las pequeñas bolas de energía se disipa, la lluvia se aclara cuando otro relámpago aterriza de manera inequívoca aterriza sobre la cabeza de uno de los lagartos haciendo que su cuerpo se encienda antes de caer muerto.

Los malditos lagartos la estaban rodeando, Rania se lo había puesto fácil lanzándose a la boca del lobo, pero no iba a ni a flaquear, se trataba de ellos o nosotros, la piedad no tenía lugar y todo era una vorágine de garras, filos y golpes.

La paladina grito con todas sus fuerzas mientras la guadaña destellaba golpeando salvajemente.

- Rendíos criaturas! Nada podéis contra mi poder!

El conjuro surtió efecto y se encontró entonces ante un grupo de lagartos ciegos, era por tanto el momento de avanzar. Regis estaba esperando ese momento desde hacía rato, el de empuñar el espadón y poder abrir la carne de algún enemigo. En el fondo sabía que no estaría satisfecho si la sangre no llegaba a manchar su piel. Era algo de lo que quizás debía de avergonzarse y sin embargo era una necesidad también, que tenía que mantener controlada para no actuar como haría un verdadero orco.

- ¡Es vuestro final! ¡Rendíos y tendré misericordia!

Gritó sabiendo que debía de dar oportunidades a aquellos lagartos, tal era el dogma de su diosa y lo seguiría fielmente. Pero por el momento asestó un fuerte golpe con el que esperaba conseguir que una de esas criaturas terminara gravemente herida o incluso muerta.

Esta vez el viejo elfo hace una finta haciendo creer que su ataque era el importante, cuando el lagarto lo esquiva de un reverso Tharlathos corta de manera limpia la cabeza del lagarto que sale volando a una considerable distancia.

- Yo os cubro, dijo mientras se interponia entre los tiradores y el resto de lagartos