Una larga escalera de piedra sube hasta la cumbre de una montaña y termina en una caída al vacío. Esta construcción, aparentemente modesta, ha sobrevivido al tiempo y constituye una de las escaleras más largas del mundo.
Esta civilización consagraba un gran culto a los muertos y a sus secretos.
Sus eruditos pasaban sus jornadas subidos a grandes cometas, intentando comprender la sabiduría de los muertos contenida en el viento. Algunas cometas siguen volando hoy en día con los esqueletos de sus pilotos mecidos por el cielo.
Obtenían toda su energía del viento de gran altura, esencialmente de grandes molinos de viento, que permitían hacer funcionar una red de ascensores dentro de la montaña.
Flautas para hablar con los muertos. Modular su aliento les permite volver del más allá.
Existe todo un camino para deshacerse de todo lo que nos pesa: nuestras posesiones, nuestro ego, nuestras relaciones, nuestras emociones y finalmente nuestro cuerpo.
Toda la civilización ha abandonado el lugar para difundir su palabra por el mundo.
Aquellos que mueren aquí, a gran altura, se convierten en grandes vientos, libres y felices.