En cuanto bajó del coche Jim apuró una lata de refresco, la machacó contra su cabeza con una sonrisa bobalicona y la tiró a un lado para proferir un sonoro eructo. Todo ello ante la mirada de aquella mujer que intentaba ocultar como podía su total desagrado por los recién llegados.
-Bueno, pues ya estamos aquí.- Dijo rascándose la entrepierna y estirándose un poco mientras miraba a su alrededor hasta que su mirada se encontró con la mujer que los recibía.- Disculpe los modales de mis compañeros, no son lobos de mar curtidos como uno mismo.- Dijo con varios aspavientos bastante ridículos para finalmente tomar la mano de la mujer y besarsela con una sonrisa socarrona.- Capitán Jim Silver, ¿Dónde está mi navío?
La mujer recuperó su mano en cuanto pudo, y enseguida recibió un pañuelo de uno de sus acompañantes con la que se limpió los restos de chocolate que Jim había dejado. Su rostro estaba claramente torcido, por un lado andaba totalmente descolocada por sus palabras, y por otro parecía no tener muchas ganas de seguir gozando de su compañía, aun así hizo de tripas corazón.
-Si bueno...- Dijo carraspeando después.- Hemos preparado una gran bienvenida con la esperanza de que se sientan lo más acogidos posible en su nuevo hogar.- Aunque las palabras sonaban bien, la mujer enseguida se encaminó hacia el pabellón sin esperar el resto de presentaciones.- Vamos vamos, apresuraos queridos.- Dijo con un rintintin que casi sonaba mágico.
Sigurd siguió a sus amigos con una sonrisa y a una distancia prudente, aunque nunca los perdía de vista a veces se detenía unos segundos a hablar con alguien, pero enseguida se disculpaba para poder seguir su camino. La verdad era que aquella ceremonia le parecía excesivo, si, estaban dando una oportunidad a aquellos tipos, pero ¿de verdad les iba a gustar el centro de atención de tantos desconocidos?, tenía serias dudas sobre aquello, pero suponía que tampoco era nadie para mencionarlo, así que se había mantenido totalmente en silencio al respecto, solo esperaba que todo saliese bien.
Por un instante, casi un parpadeo, Sigurd frunció el ceño al ver a tanta gente en el lugar, igual no había sido buena idea del todo, aun así enseguida recuperó su rostro sereno y relajado y siguió a sus amigos evitando en la medida de lo posible a la gente.
-Eso parece.- Le dijo a Tao con una cálida sonrisa.- Ahora os busco, que tengo que saludar a alguien.- Dijo de forma totalmente casual y con un pequeño tono de disculpa, pero sin cambiar la expresión.
Dicho lo cual, se desvió con sutileza de sus compañeros, no quería privarlos de los mejores sitios donde verdaderamente pudieran exhibir sus galas. Él por su parte se fue a una zona más alejada de la gente, era un lugar un tanto esquinado y no se veía muy bien el lugar al que llegarían los recién llegados, pero era un sitio mucho más tranquilo.
Mucho más relajado Sigurd se estiró un poco y se dispuso a esperar tranquilamente al acontecimiento del año mientras echaba un vistazo alrededor.
—¡Ay, ay! —Se quejó de los arañazos, dando algunos saltitos de puntillas para quitar las piernas de sus manos —¡Mala Dysthe! ¡Mala!
Acto seguido le gruñó como un perro desde arriba, lanzando un mordisco al aire como advertencia. Casi de inmediato, lo olvidó y sacó la lengua para disfrutar de la velocidad y el viento. Al menos la mayor parte del tiempo, quitando el instante en que un bicho le entró a la boca y tosió hasta escupirlo a la carretera.
—Le falta spitz a esa música —Se sumó a las protestas de Asha —. Así no se toca una cuerda. No saben nada de tocar cosas.
Chasqueó la lengua.
Las casitas bonitas le entretuvieron un segundo. Le gustó la primera, la segunda... la tercera ya le aburrió. A esas calles les faltaba mucho más que spitz.
Para evitar deprimirse por la vista, y en absoluto impresionado por el castillo gris, se impulsó con los brazos y dio una voltereta por el techo para bajar rodando por el parabrisas y, justo al borde del capó, ponerse de pie para bajar de un salto que causó una pequeña abolladura más. El conductor exhaló un pesado suspiro que dejaba más que claro cuantos insultos se callaba.
—Deberían pintar el castillo ese de rojo. Todo queda mejor pintado de rojo —comentó a quien tenía a su lado1.
Como Asha, Dyre no saludó a la señora. Solo murmuró algo inentendible con una vocecilla aguda antes de soltar una risa, y tan pronto la mujer se marchó, la siguió imitando su postura y sus pasos con manerismos exagerados y floridos.
1 Quien quiera <3
Bliant dejó lo que le quedaba de té, y el pequeño pastelito sin acabar, y se puso de pie. Le tendió una mano a Bry, llamándola a ponerse de pie e ir con elle, y caminó junto a Tao.
Ver que tantas personas se preocupaban de recibir a los nuevos en sus mejores galas le llenó el corazón de orgullo y felicidad, pero la sonrisa que llevaba en los labios le creció aún un poco más al escuchar el cumplido de Tao. Miró a un lado, negando con la cabeza.
—Basta ya... —respondió, con algo de pudor, aunque cualquiera de sus amigos reconocería que eso era más un «me encanta, sigue» a un «por favor, para».
No le extrañó oír a Sigurd disculparse por compromisos sociales, pues no se salía en absoluto de lo habitual.
—Te guardaremos un lugar —dijo con una sonrisa, sin detenerse.
Un instante después, las palabras de Tao le hacían fingir ofensa.
—¿El evento del año? —Se llevó una mano al pecho, con falsa indignación tiñéndole la voz —Los únicos eventos del año son mis cenas. Si esto entra en competencia, me veré en la obligación de declararle la guerra a las nuevas incorporaciones.
Guardó la seriedad un momento, aunque casi de inmediato se volvió a reír y le acarició el brazo a Tao, disculpándose por cualquier apuro que pudiera haber causado. Más o menos en ese momento, se vio llegar a los nuevos. Bliant los observó con curiosidad, aunque sin perder la expresión dulce y cordial que le era habitual.
—Sin duda son más... «peculiares» de lo que esperaba —comentó en voz baja —. ¿Cuál es vuestra primera impresión?
Por supuesto, aún faltaba ver cómo se comportaban, pero Bliant ya parecía haberse formado una opinión tan solo con verlos entrar.
La reacción de Dyre a mis arañazos me hizo reír por lo bajo, pero ya cuando salto por el techo del coche pude moverme al fin, asi que después de que salieran todo lo hice yo estirando los brazos sobre mi cabeza y curvando ligeramente mi espalda.
Fue entonces cuando me di cuenta de TODA la gente que había allí reunida — ¿Somos un espectáculo de circo? — Pregunte al aire a mis compañeros de vehículo, pues eso o animales de un zoológico.
Camine tranquilamente mirando a unos y a otros hasta que una cara conocida apareció ante mis ojos y una media sonrisa maliciosa apareció en mi rostro. Mira tu, mi primita la estirada. La salude cejeando y acelere un poco el paso para alcanzar a Dyre — Puede ser un plan de futuro, darle color al lugar — Demasiado tono pastel y perfeccion.
Evidentemente ignore al Hada Madrina, por culpa de lo que sea que hiciera mi padre y esa señora ahora estaba ahí y aun tenia que decidir si era algo bueno o malo, pocas cosas había peor que el inframundo pero... prefería no ilusionarme por ahora.
Estaba esperando al que tenia encima jajaja
Estaba sumamente ansiosa con todo aquello, asi que mis ojos observaron la limusina con atención, viendo como iban saliendo a cada momento chicos mas peculiares.
Lo que no se podia negar es que tenia energía.
La primera era una chica que parecía bastante seria, no muy feliz de estar aquí la verdad, pero suponía que no todos lo estarían, al final habían dejado lo que conocían y su hogar atrás. Eso para algunos seria algo muy bueno, pero quizás para otros no tanto, aunque ahora que lo pensaba ¿podían negarse a venir? Si ¿no? Eso suponía al menos.
El segundo era un chico de bonito cabello ondulado, que parecía bastante alegre la verdad, no lo había escuchado muy bien pero al menos su gesto es lo que indicaba.
El siguiente lo hizo de tal forma que mis ojos se abrieron bastante, rodando sobre el coche y con unos movimientos de lo mas ágiles y serpentinos, ademas de su color llamativo de cabello. Era al primero que habíamos visto en realidad, pues venia con medio cuerpo por fuera del techo de la limusina.
Lo que no me espere fue la ultima persona que salió y mis ojos ahora si se abrieron muchísimo y sin darme cuenta una de mis manos copio con fuerza una de las de Bliant. No podia ser, aquello era imposible, ella no vivía en la isla, ella estaba recluida en el inframundo con su padre. Tenia el corazón acelerado pero en cuanto sus ojos se posaron en mi y vi esa sonrisa y como me cejes, no, no, no, aquello no estaba nada bien.
Sigurd observó en silencio como aquella gente hacía su aparición estelar, estaba apoyado contra una pared de brazos cruzados. Y en cuanto comenzó a ver lo que solo sabría describir como un sin fin de excentricidades, alzó una ceja.
No sabía que clase de vida habrían tenido hasta el momento, y no era una persona a la que le gustase prejuzgar, pero sin duda se lo ponían bastante difícil. El lado positivo es que al menos parecía que junto a ellos las risas estaban aseguradas, al menos eso sugería la actitud de la mayoría. Lo que si encendieron rápidamente sus alarmas fue el ver como no parecían comprender el concepto de espacio personal...
El Hada Madrina dio un paso adelante para dirigirse a todos los alumnos que se habían reunido para ver a los nuevos.
-Vamos vamos, bajad la voz, se que estáis emocionados por la llegada de los nuevos estudiantes, y todos tendréis tiempo de disfrutar de su compañía.- Comenzó su discurso con una voz que rezumaba dulzura y cariño. El pequeño alboroto que había enseguida se relajó, dejando que el Hada Madrina pudiera proseguir enseguida.- Ellos son las señoritas Hyaeinade y Dysthe, y los caballeros Dyre y Silver, espero que sepan hacerlos sentir como en casa...- Dijo dándose cuenta entonces de su error, la que la hizo dudar por un segundo, pero pareció decidir que era mejor obviarlo y seguir adelante.- Por favor Fitzherbert de Corona, si fueras tan amable, seguro que estarán encantados de que le enseñe todo el lugar.- Dijo mirando directamente a elle con una sonrisa, y volviéndose entonces hacia los nuevos.- Es una persona encantadora.
El Hada Madrina se dirigió directamente a Bliant para indicarle donde se encontraban los dormitorios de los chicos nuevos y alguna otra información que vio pertinente.
Desde su rincón Sigurd rio por lo bajo al comprender que su querida Hada Madrina prefería quitarse de en medio lo antes posible. Entonces dirigió su mirada a Bliant, la verdad es que era experte en convenciones sociales, pero no estaba seguro de hasta que punto disfrutaría al darse cuenta de que se había convertide en el centro de atención de la gala.
Postear con todos juntos de seguido con los dos personajes se me hace bastante raro, así que creo que es mejor que nos vayamos intercalando, al menos si no tenemos algo en mente claro que queremos hacer con el otro personaje, y no es mi caso xDD.
Así que dejo este post y que postée quien quiera ^^