Partida Rol por web

Aquel era un día particularmente hermoso. Tanto que parecía que el clima pretendiera contrarrestar los ánimos contradictorios de los estudiantes luego de enterarse de la noticia más cuestionable que se hubiese oído jamás en los terrenos de Auradon: en unas horas, cuatro de los hijos de los villanos más peligrosos de todos los reinos saldrían de la Isla de los Perdidos por primera vez en su vida.

Nadie sabía quiénes serían los cuatro elegidos. Solo se sabía que el recién nombrado rey, en un arranque de lo que nadie podía determinar si era bondad o locura, había decidido que abriría las puertas del instituto para cuatro estudiantes más. Nada más. Ningún detalle, ningún nombre, nada de nada. Solo la más profunda incertidumbre sobre un plan en el que todos menos el monarca veían miles de fisuras.

La mayoría tenía muchísimas preguntas. La primera y más importante de todas: ¿por qué? Pero también había interrogantes más elaboradas como: ¿Se quedarían en el mismo edificio que el resto? ¿Tendrían vigilancia? ¿Algún tipo de prohibición o resguardo? ¿Cómo rayos iban a aprender al ritmo de todo el resto de estudiantes? ¿Sabían siquiera leer?

El instituto era una colmena agitada. En el comedor apenas habían servido el desayuno y ya todos los alumnos iban de un lado a otro, cuchicheando rumores o planeando formas de escape ante el inevitable desastre que traerían tan terribles personas a un sitio tan pacífico y honrado como Auradon. Los profesores, en cambio, ya estaban ocupados preparando lo que sería la bienvenida de tan polémicos invitados.

Ansiosa.

Asi es como estaba, completamente ansiosa. No como la mayoría que parecían asustados, yo estaba totalmente pletórica, aquello era algo grande, algo nuevo, era... ¡Era emocionante! 

Estaba claro que podía salir mal por miles de razones, pero tambien podía salir genial, ademas que... no se, eran los hijos de los villanos, no los villanos en si. ¿Por ser sus hijos debían ser malvados tambien? ¿Y no todos teníamos derecho a una oportunidad? No se, el padre de Bliant antes era ladrón y ahora un rey maravilloso, la madre de Sigurd había tenia una crisis en la que casi mata a todo su pueblo, la madre de Teo había mentido haciéndose pasar por un hombre, mi madre no era la mas correcta precisamente y no se... Todos habían tenido otra oportunidad ¿No? ¿Por que no dársela a ellos? Y mas cuando ni era otra oportunidad, era una oportunidad pues ellos no habían hecho nada malo aun, solo tener a los padres incorrectos.

Aquel dia madrugue un montón, mas de lo normal en mi y me había arreglado un poco mas de lo normal tambien, con un vestido rojo con aberturas en la cintura, evidentemente lo que rompía la elegancia eran las converse del mismo color que el vestido. Nunca me había gustado seguir todo el protocolo si no era necesario.

Asi que con una enorme sonrisa llegue al comedor para desayunar buscando a mis amigos.

Ya habían pasado unas cuantas horas desde que Bliant había despertado para beber su típico té con limón y miel, esta vez sin pastelitos. Había visto el amanecer mientras su rutina de skincare hacía efecto, y había absorbido los primeros rayos de sol con una sonrisa tranquila.

Se tomó su tiempo en elegir el atuendo perfecto para tan importante evento. No había tenido tiempo de coser algo apropiado para la ocasión, pero sí para modificar una prenda lo suficiente para que pareciera un atuendo totalmente nuevo. Vestía de seda blanca y encaje fino: pantalones sueltos con una especie de camisón acorsetado con mangas amplias y cuello ornamentado.

Apareció en el comedor con su habitual gracia, un don que hacía parecer que incluso los movimientos más cotidianos fueran parte de una danza que solo bailaba elle, y se deslizó por el comedor hasta llegar junto a su mejor amiga.

—Buenos días, Bryanni —La saludó con voz cálida y cariñosa. Su tono era una dicotomía perfectamente equilibrada: firme pero suave, dulce y grave a la vez. Demasiado agudo para ser ronco, demasiado ronco para ser agudo. 

—¿Entusiasmada por hoy? Me muero de ganas de ver a quiénes nos envían.

Miró alrededor, buscando a Tao y Sigurd, antes de volver a hablar.

—Quizás deba ampliar un cupo más en mis cenas para invitar a uno de ellos. No tengo ninguna duda de que serán una compañía de lo más interesante, y solo puedo imaginar cuántas cosas podrán contarnos sobre la Isla de los Perdidos —Sonrió con ilusión —¿Qué te parece?

Como de costumbre Sigurd se había despertado temprano, y para cuando la gente comenzaba a reunirse en el comedor él ya había estado corriendo, practicando sus ejercicios de yoga, duchado y tomado unos cereales. Esa era su rutina mañanera solitaria, por así decirlo, la que precedía a la social.
La noticia que tanto ajetreo había traído al instituto le era bastante indiferente, siempre que le habían mencionado algo al respecto había dado una opinión amable y cordial. Pero la verdad es que no le importaba demasiado, esperaba que aquellos chicos no tuvieran problemas, y haría lo posible por ayudar, como siempre, pero no creía que eso fuese a cambiar nada realmente, al día siguiente el volvería a madrugar, a correr, a hacer yoga...

A diferencia de otros de sus compañeros su vestimenta no difería de la habitual: el uniforme de la escuela, una camisa de cuello alto, y unos guantes blancos, dejando entrever de su piel solo la cara.
El muchacho saludó de forma cordial a varios grupos, deteniéndose un momento a hablar con ellos, como siempre afectuoso, pero sin acercarse demasiado a nadie en particular. Entonces su mirada le hizo captar algo, en una de las mesas, se disculpó de otro de los grupos que lo había detenido, recogió un café, y se acercó a la mesa de Bryanni y Biant.

-Me parece que los chicos hoy no van a prestar mucha atención en clase.- Dijo con una sonrisilla traviesa echando un vistazo a Bryanni, luego giró el cuello y su sonrisa se ensanchó abriendo un poco los ojos y soltando una pequeña risa al ver a Bliant.- Vaya, sin duda los nuevos se van a sentir como estrellas de cine.- Añadió divertido.

Sonriente como siempre, el muchacho se sentó con ellos, seguro que más pronto que tarde alguien reclamaría su atención, pero con ellos se sentía cómodo, así que siempre intentaba dedicarles un poco de su tiempo.

La mañana de la llegada de los nuevos, Tao se había despertado más ansioso de lo normal. No estaba convencido con la idea de que traer a los hijos de los villanos más malvados del mundo fuese buena opción; sus estudios sobre táctica de guerra eran muy claras en cuanto a tener al enemigo cerca: puedes vigilarlos mejor, pero implica el riesgo de un ataque desde dentro.

Tras sus actividades mañaneras que incluían salir a correr se puso el uniforme y se dirigió al comedor; en cuanto entró se fijó en que ya estaban todos allí y que Bliant y Bryanni se habían puesto de gala -Qué exagerados, ni que viniera la realeza de visita- Se acercó a la mesa con su desayuno fit, café solo y sin azúcar y tostadas con aguacate y pavo al 0%, mantenerse en forma implicaba ser muy estrictos con la alimentación. 

-Hola gente, veo que nos hemos despertado con ganas de conocer a los nuevos, ¿De verdad os parece buena idea? Sigo pensando que esto acabará en problemas- Dijo antes de ponerse a comer su desayuno.

Cuando llego Blaine le mire con los ojos brillantes ante la ilusión y el ansia que sentía por lo que estaba por venir — ¡Ala! ¡Me encanta tu ropa! — Le dije con sinceridad, siempre conseguía llevar algo increíble puesto, aunque claro la percha que tenia para llevar cualquier cosa tambien facilitaba toda su estética siempre.

— Estoy super ilusionada y si podrías ampliar el cupo, me muero de curiosidad por ver como son y todo lo que podrán contarnos — Mis ojos no dejaban de brillar mientras me untaba una tostada con mermelada y mantequilla, fue entonces cuando llego Sigurd y mire la tostada, partiéndola a la mitad y dejándole a cada uno en su plato una. Aunque la sonrisilla traviesa del ultimo en llegar y su comentario me hicieron ponerme ligeramente colorada —  No digas tonterías — ¿Llevaba bien los piropos? No, fatal, según mi madre tenia que tomármelos con naturalidad, pero a mi seguían dándome cosquillas en el vientre y calor en las mejillas.

Y entonces llego el pesimista del grupo y comencé a untar una tostada para compartir con el — Solo son cuatro y nosotros miles, no puede ser tan terrible, ademas no es justo culpar a los hijos por los errores de sus padres ¿no? — Pregunte no solo a el si no a la mesa en general —  Todos merecemos una oportunidad.

—¡Muchas gracias! Tú estás preciosa —respondió al cumplido de Bryanni.

Una sonrisa le iluminó el rostro al escuchar que la pelirroja compartía su misma emoción. Era algo nuevo y excitante, un montón de personas que, al menos hasta que llegaran, eran un completo misterio. ¿Quiénes vendrían? ¿Cómo serían? ¿Alguno se parecería a sus padres, o serían totalmente distintos?

Con la llegada de Sigurd se le colorearon las mejillas. Un sentimiento que, desde luego, no consiguió alivio cuando este halagó su sentido de la elegancia.

—Tenemos que estar a la altura de la bienvenida.

Y de verdad lo creía. Serían su primera impresión de un mundo distinto; la responsabilidad le pesaba sobre los hombros. No demasiado, claro. No lo suficiente para que la euforia de lo diferente a lo conocido dejara de acelerarle el corazón.

—Buenos días, Tao —Lo saludó con amabilidad mientras tomaba una magdalena diminuta de las dispuestas al centro de la mesa y la dejaba sobre el plato frente a elle.

Antes de contestar, escuchó a su amiga y sonrió.

—Mi padre es el mejor ejemplo de eso. Era un ladrón y un delincuente, sí, pero uno con buen corazón que dejó aquellas costumbres atrás el día que conoció a mi madre.

»Y no es el único. Mis padres tienen un montón de amigos en las mismas condiciones.

Muchos de ellos habían dejado la carrera criminal una vez habían podido encaminarse a conseguir lo que su corazón deseaba.

—A veces las personas más problemáticas solo necesitan una mano amiga que les escuche y les enseñe el camino a cumplir sus verdaderos sueños.

Tao no entendía la excitación de sus amigos ante la llegada de los ‘perdidos’ -Basta con una manzana podrida para echar a perder todo el cesto- Le dio otro mordisco a su tostada -Deberíamos aprender de los errores, y si en el pasado decidieron encerrarlos en una isla con un campo de fuerza, sería por algo- De verdad que Tao no podía entender la decisión del rey de traerlos de vuelta a Auradon; no podían estar seguros de sus intenciones, de si de verdad querían enmendar sus errores o si todo esto era una oportunidad que le dábamos en bandeja para volver a destruirlo todo.

-Estamos hablando de los hijos e hijas de los mayores villanos, de grandes traidores, hay gente en esa isla que ha traicionado a su sangre, a su pueblo, cegados por poder; no se Bliant, no creo que una mano amiga sea lo que necesitan- Tao se estaba alterando, así que respiró hondo, tomó otro sorbo de café y sonriendo al grupo les dijo -Ojalá tengáis razón, aunque como bien dices Bryanni, si se ponen tontos los podemos machacar sin problema- -O al menos eso espero- Dijo para si mismo. 

A diferencia de sus compañeros, había optado simplemente por el uniforme, porque no creía que un comité de gente engalanada, fuese la mejor forma de recibir a gente que llevaba literalmente años encerrada, pero desde luego no diría nada al respecto, estaba claro que ellos se habían preparado con toda su ilusión, y no sería él quien se la tirase por tierra. Les sonrió a ambos con calidez, mirando a Bryanni simplemente divertido por su respuesta, y entonces girando la cabeza hacia Bliant.

-Sin duda eso lo habéis conseguido.- Le contestó, parecía que iba a decir algo más, pero se detuvo al ver aparecer a Tao.

Este parecía haberse levantado de mal humor, tampoco era raro, suponía que la situación era complicada. Confiar siempre suponía un salto de fe, y si dicho salto fallaba, te exponías al peligro. Pero el peligro siempre estaba allí, en los lugares menos esperados, ni si quiera hacia falta un villano que lo esgrimiera, podía surgir como el caos de cualquier sitio.
Escuchó la conversación de sus compañeros mientras miraba la media tostada sobre el plato que le había ofrecido Bryanni, como si tomase una difícil decisión. Finalmente decidió sujetarla para darle un bocado.

-No te preocupes tanto Tao, seguro que todo sale bien.- Dijo con total confianza, esperando trasmitirle aunque solo fuese un poco de ella a su compañero.- Y en el peor de los casos te tenemos a ti para defendernos.- Dijo divertido, sin perder aquella animada sonrisa, no pensaba que fuese a pasar nada, pero tampoco era una burla, de verdad creía que era alguien totalmente capaz, sabía lo mucho que se esmeraba con sus entrenamientos.

La verdad es que no sabía muy bien que esperar de los nuevos, probablemente porque tampoco se había detenido a pensar demasiado en ellos. Suponía que sería lo mismo que con cualquiera del resto de los estudiantes nuevos, solo más alumnos a los que intentaría echar un cable.

— No mas que tu que tienes un don para la moda, yo me limito a dejar que mi madre me aconseje o elija la mía — Conteste a Bli con una enorme sonrisa y dandole un besito en la mejilla antes de dar otro sorbo al zumo.

A medida que Bliant iba hablando yo iba asintiendo sin dejar de desayunar. Es que eso era lo que yo pensaba tambien, no creía que alguien naciera malvado, solo que las cosas que te ocurrían en la vida podían ir oscureciendo tu corazón y a veces cuando la luz parecía apagada todo se volvía maligno, pero eso no quería decir que no se pudiera intentar encender esa luz de nuevo, o aportar una nueva.

La confirmación de Sigurd sobre nuestro aspecto hizo que me pusiera aun mas roja mirando a un lado y bebiendo un poco pero por suerte Tao me dio una vida de escape con su pesimismo.

— Taooo, encerraron a sus padres no a ellos, si te paras a pensarlos para ellos nosotros debemos ser los villanos, los encerramos cuando no habían cometido ningún delito, solo por ser hijos de alguien, eso no esta bien — O al menos asi pensaba yo, esos chicos no había hecho nada y se los juzgaba como a si fueran sus padres.

Con lo ultimo eleve una ceja — ¿Yo he dicho eso? — Pregunte riendo por lo bajo, no recordaba que mis palabras fueran ponerse tontos o machacar a nadie.

—Oh, venga ya... —contestó a la pelirroja con una sonrisa halagada que creció un poquito más al recibir su besito en la mejilla.

No mentiría: se había quedado intrigade con lo que parecía haberse callado Sigurd. La curiosidad era una de sus mayores debilidades. Sin embargo, no se quejó por el silencio: pedir más cumplidos del arandés sería pecar de avaricia.

Además, Tao está hablabando, y lo que decía sonaba terrible. No era infundado, claro. Después de todo, los padres de esos estudiantes habían hecho justo lo que su amigo se temía, y había una cosa que Bliant no podía negar: tu sangre marcaba tu destino. Elle era el fiel reflejo de su madre y nadie podía decir lo contrario. En personalidad, en talentos, en... tantas cosas. Y su madre, a su vez, era súper parecida a sus abuelos en mucho más que solo lo biológico. ¡Y ni siquiera había crecido con ellos!

Por suerte, Bry le hizo volver a recuperar la esperanza casi de inmediato.

Tomó la diminuta magdalena con la punta de dos dedos y le dio un mordisco aún más pequeño, comiendo apenas un tercio de esta antes de volver a dejarla sobre el plato y beber un sorbo de té.

—Debe ser terrible estar encerrado desde que naciste —O eso se imaginaba elle. Su madre parecía creer que no era tan terrible siempre, solo aburridísimo... quitando algunos momentos complicados —. Al menos se tenían los unos a los otros. Eso de seguro les habrá traído consuelo.

»De todas formas, no creo que llegue al punto de conflictos físicos. Estamos bajo cuidado del Hada Madrina, y ella jamás dejaría que algo nos pasara. Ni a ellos, supongo, ahora que son estudiantes también.

Tao seguía tomando su desayuno, aunque siendo sinceros se había levantado a por otra tostada, esta vez con huevo y un toque de pimienta y un segundo café solo. Los acontecimientos de la mañana requerían de dosis extra de cafeína. 

- Puede que tengas razón Bry, el mal lo hicieron sus familias…pero sigo sin fiarme, yo sigo el camino de mis padres, confío en sus decisiones y sigo sus pasos…¿Por qué ellos no harían lo mismo con los suyos?- No iban a convencerlo de lo contrario, no le gustaba que los perdidos llegaran a Auradon, no significaba que fuera a tratarlos mal, pero no iba a confiar en ellos, eso seguro. - Bueno Bryanni, dijiste que ellos eran cuatro y nosotros miles….es prácticamente lo mismo que machacarlos - Dijo Tao mientras no podia contener una carcajada. -Aunque según Sigurd me basto yo solito para defenderos- Le guiñó un ojo a su amigo mientras removía su café, no tenía azúcar, pero le gustaba remover el líquido en la taza mientras se enfriaba.

Tao se quedó escuchando a Bliant, su capacidad de empatizar con todo el mundo era algo que admiraba de elle. -Conflictos habrá seguro Bliant, pero esperemos que no necesitemos al Hada Madrina para solucionarlos- Le sonrío Tao. Hacían un grupo de lo más peculiar, se parecían entre poco y nada, sus personalidades eran muy diferentes pero su amistad era verdadera y Tao tenía muy claro el significado de la lealtad y haría lo que fuera por sus amigos.

- ¿Sabéis a que hora teníamos que estar en el pabellón para la bienvenida?- A Tao no le gustaba la idea de los perdidos, pero tenia curiosidad por ver cómo eran sus nuevos compañeros y odiaba llegar tarde. 

Mientras sus compañeros mantenían un intenso debate sobre los hijos de los villanos, la justicia y el destino del reino, Sigurd los escuchaba en silencio con una sonrisa. Aunque intentaba prestarles atención de vez en cuando tenía que dividir esta a otras personas que le saludaban efusivamente, aunque siempre manteniendo la distancia, no se sabía exactamente como, pero sin haber dicho nunca ni una palabra al respecto el joven había conseguido que se respetara su espacio personal, probablemente uno de los misterios de la escuela. Ya fuera por el respeto que suscitaba, o fuese por el miedo a perder su amistad por quebrantar aquella norma no escrita, era algo de lo que nadie hablaba, pero que todo el mundo sabía. Casi como si fuese un príncipe de cristal que cualquiera que tocase pudiera romper.

Sigurd saludó a unos chicos desde la distancia, para poco después saludar a un grupo de chicas que se sentaban unas mesas más allá, y también tuvo tiempo de ayudar a uno de los más jóvenes a resolver un problema que le mostraba en una libreta. Todo ello sin perder la sonrisa, y manteniendo la charla de sus amigos en una de sus orejas. Multitarea, ese era su superpoder.

Tampoco le interesaba meter baza en el problema de los nuevos, entendía el punto de Bliant y Bryanni, pero también comprendía perfectamente los temores de Tao, y en fin, pensaba firmemente que era mejor no hablar si lo que tenías que añadir no tenía más valor que tu propio silencio, así que simplemente siguió en silencio hasta que surgió un tema sobre lo que si tenía algo que aportar.

-Han suspendido la primera hora de clase para que podamos recibirlos. Así que se puede ir en cuanto acabemos el desayuno.- Dijo saludando nuevamente a una pareja que entraba ahora en la cafetería. Era gracioso, porque en realidad él ya había acabado, solo seguía allí sentado.- Podemos ir juntos si no habéis quedado ya.- Añadió, curiosamente a él si que le habían ofrecido varias personas el ir a recibirlos juntos, pero los había declinado amablemente.

Una de las primeras frases de Bliant hizo que mirara mi taza y apretara un poco los labios. Vivir encerrado desde que naciste. Me hizo pensar en un momento en mi prima, la que se dedicaba atormentarme un mes al año, pero es que fuera de ese mes ella vivía encerrada. ¿Seria asi por eso?

No fue hasta que escuche mi nombre de la boca de Tao que volví a la mesa y deje mis pensamientos — Tus padres son buenas personas, por eso has seguido sus pasos, quizás sus padres no han sido buenos con ellos y no ha decidido seguir sus pasos — Comente encogiéndomelas de hombros —  Hasta que los conozcamos no lo sabremos — Solo podíamos teorizar y por ahora prefería pensar en que todo iría bien a preocuparme por algo, como había dicho Bliant, estábamos bajo la protección del Hada madrina.

— ​​​​​​​Bueno no quería decirlo asi, me refería a que no creo que pudieran llegar hacer nada muy malo... — Machacarlos sonaba muy fuerte — Pero, si confiaremos en que tu nos protejas — Bromee con una sonrisa mirando después a Sigurd y asintiendo a la vez que le daba un apretón a Bliant bajo la mesa en su mano.

— Claro, podemos ir juntos ​​​​​​​— Conteste animada mientras iba terminando mi desayuno.

Siempre le había fascinado la popularidad cálida y natural de Sigurd. Si bien tanto elle como su amigo gozaban de bastante buena reputación y fama, estas se manifestaban de formas totalmente distintas. En su caso, Bliant era una figura distante; a pesar de su amabilidad y buena disposición, le gustaba gozar de su soledad y de su espacio personal. A veces, eso causaba que le tacharan de dive, mientras que otros se admiraban por el ambiente de exclusividad que le rodeaba. Esa era una de las razones por las que sus selectas cenas generaban tanta expectativa: marcaban los nombres que importaban esa temporada.

En cambio, Sigurd era mucho más cercano. También requería su espacio, claro, pero tenía un magnetismo carismático imposible de ignorar. No le cabía duda de que todo Arandelle lo adoraba, tal como lo hacían todos allí. Y no le extrañaba en lo más mínimo, porque se merecía hasta la última gota de atención, respeto y cariño que recibía.

—Eso espero yo también —coincidió con Tao.

Incluso en el peor de los casos, sabía que podría contar con él. El hijo de Mulan era una fuerza imparable: todo aquel que lo hubiese visto pelear lo sabía. Y si bien le tentaba llamarlo demasiado precavido, no podía evitar preguntarse si su alerta era simple sensatez. Después de todo, los hijos de los villanos venían de una tierra peligrosa y ajena a cualquier autoridad.

Apretó la mano de Bryanni dedicándole una suave sonrisa, y le acarició el dorso de la mano con el pulgar. Los gestos de cariño con ella le resultaban naturales y, quizás, hasta vitales.

—Definitivamente —confirmó, con una sonrisa capaz de iluminar la más oscura de las tinieblas—. No me perdería esa bienvenida por nada del mundo, y mucho menos rechazaría tan buena compañía.

Tao estaba bastante nervioso con la situación, pero si en algo estaba de acuerdo con Bliant es en que no se perdería la bienvenida por nada, y es que estaba muerto de la curiosidad aunque no lo quería admitir. -Pues perfecto, ya que estamos todos de acuerdo, nos vamooooos- Dijo mientras apuraba el último trago de café y se levantaba de la mesa.

Por los pasillos de la academia apenas se veían estudiantes, y los pocos que había iba hacía su misma dirección; algunos iban vestidos con el uniforme, otros sin embargo habían decidido sacar sus mejores galas -Parece que no sois los únicos que habéis decido ponerse elegante esta mañana-Les dijo con tono divertido a Bryanni y Bliant -Aunque vosotros estáis mucho mejor- Dijo con las manos en alto y una sonrisa, a sus amigos les gustaba destacar y no quería que pensaran que los demás estudiantes iban mejor que ellos, eso jamás.

El pabellón estaba abarrotado de estudiantes que se agolpaban en todas partes. Además de la biblioteca era una de las estancias que más había impresionado a Tao cuando llegó a la academia; él se esperaba algo como en la imperial, un lugar donde practicar deportes con sus gradas…pero nada que ver, los ventanales tenían formas orgánicas que llegaban desde el suelo hasta el techo que tenía talladas en mármol blancos unas preciosas ondas que parecían simular el océano y el suelo era un espectáculo por si mismo teniendo una amplia gama de colores veteados en sus grandes losas de mármol. En aquel lugar podría celebrarse un baile real…y ahí estaban todos los estudiantes y profesores de la academia, impacientes y expectantes, esperando a que los nuevos llegasen. -Parece que nadie quiere perderse este día, parece el evento del año-Les comentó Tao a sus amigos.