El regreso fue bastante más plácido. A pesar de que el camino era largo, y difícil, no era lo mismo hacerlo con la tranquilidad que proporcionaba el saber que no había nadie detrás de vosotros.
Organa sabía que dentro de poco estaría junto a lo suyos y en cuanto a los demás, no fue difícil decidir que el regreso al refugio era la prioridad absoluta para todos.
Lo que unos momentos antes habían sido gritos de terror y abrazos en señal de despedida, ahora eran sonrisas y el convencimiento de que una nueva vida os esperaba, aunque en realidad, era la misma que antes, ni más ni menos, y eso siempre que lograses volver a hacer el refugio habitable.
El enorme simio pareció seguiros, o más bien, seguir a Lucke, como si él fuese alguna clase de amigo, hijo o parte de su vida. Los temblores de sus pisadas se convirtieron en algo habitual hasta que de repente, desapareció. Estaba claro que no iba a abandonar el mundo que conocía.
Rose no se separaba de Bill; su destino estaba sellado. Lily, por su parte, marchaba al lado de Lucke, a quien miraba de otra manera. Cada uno tenía su propio lugar en el grupo aunque vosotros habíais encontrado el vuestro más allá, al haber sido los responsables de que todos regresaran a casa. Las miradas que recibíais no eran solo de agradecimiento, sino de colocaros en un altar... incluso a Lucke. Lo que antes parecía ser desprecio, ahora era un completo respeto.
De repente ya no estaba solo. Nunca volvería a estar solo.
A la llegada a los bosques, Organa se despidió de todos. Ella tenía su grupo y debía darle alcance. Por más que hubiese estado bien con vosotros, su lugar era otro. Quizás Lucke quisiera unirse a ella y al resto de sus "hermanos", por no decir que al pasar por delante de la vegetación, esta parecía "reaccionar" ante su presencia, como si se inclinara al sentirlo. Era como si entre aquel extraño mundo y él se hubiese forjado un vínculo extraño e irrompible.
La decisión era suya. ¿Seguir... o quedarse allí? El resto regresaría al refugio para volver a vivir, conseguir sentirse seguros y de nuevo aceptar que aunque el mundo se hubiese acabado, ellos aún disponían de un futuro.
Los pensamientos de Lily eran variados y se contradecían. Por un lado imperaba su deseo de volver a casa, trabajar en la cafetería mientras los niños correteaban, escuchar la música de la gramola y que las sonrisas volvieran a ser la tónica habitual. Los deseos mundanos seguían apareciendo, como volver a estar limpia y oler bien, cocinar el pastel de higos que a nadie le gustaba o recibir como regalo unas alcachofas que le alegrasen el día.
La pelirroja suspiró sintiendo que esa vida tan ordenada y segura era la que realmente quería. Pero cuando apareció el gran simio, con sus garrapatas surcando el sucio pelaje, comprendió que Freak no iba a regresar a su mundo. Empatizó con él y recordó las veces que había tenido que ayudar a Lucke para que encajase, las ocasiones en el que nadie le comprendía porque chillaba cosas sin sentido, comía sin protocolo ni modales, o rompía conductos cuando se suponía que lo estaba arreglando. En todos esos momentos de vida llenos de incomprensión, Lily estaba allí para él, tendiéndole una mano, defendiéndole, incorporándole a su vida. Y ahora, él pedía lo contrario.
Le había tendido la mano cuando la conexión entre el coloso animal y Lucke se hizo vigente. Y ella debía elegir si marcharse con su familia y amigos, o dejarlo todo por él.
Ven conmigo, aquí solo hay naturaleza, bichos, peligros... ¡No hay papel higiénico!
Le miró a los ojos y comprendió que en la vida del Vault 252, a Freak le faltaba algo y era importante. Era un café sin espuma, un bizcocho sin azúcar glasé por encima, un chocolate a la taza en vaso. Esos ejemplos hicieron comprender a la pelirroja que realmente no podía hacerle eso, el café debía llevar espumita y un dibujito para que fuera una delicia al paladar, una manera ideal para no arruinar el día.
- No lo sé... - Le dio la mano pero los gestos de su rostro eran inseguros. Él la conocía, sabía que dudaba. Aquello era entregarlo todo por amor y no dudaba de que le quería pero, ¿estaría dispuesta a sacrificarlo todo por él?
Miró sus ojos sin párpados, su carne llena de pústulas, las venas remarcadas debajo de su piel y supo que le amaba por su forma de ser, y estaba convencida de que el amor lo podía todo. Por tanto, hizo lo que de su alma salía. Besó sus labios, parte de la piel se éstos se desprendió, como si fuera una serpiente mudando su epitelio. Sabía raro, pero a la pelirroja eso no le importaba, así que buscó intimar aún más en la profundidad del beso, transmitiendo la pureza de sus sentimientos hasta que finalmente se separaron.
- Nos vamos a casa Freak - Dijo Lily cogiendo de la mano al mutante - Al refugio 252. ¡Y punto! - Señaló el camino - Los simios y las tribus de los árboles serán nuestra segunda residencia de vacaciones. Pero vamos a hacer las cosas bien, tener una buena calidad de vida, casarnos y tener hijos. No te preocupes por cómo te encuentras por dentro cielo, cuando te coja de noche vas a sentir que estás en calma con la naturaleza y en quien menos vas a pensar es en el mono de las garrapatas - Hizo un gesto grosero pero totalmente comprensible "Luego te follo"
Y si Freak no actuaba como un varón inteligente, tendría un futuro "idílico" al lado de una pelirroja mandona que obtenía todo lo que deseaba haciendo ojitos, pero no había que obviar que el verdadero poder de Lily radicaba en la intimidad, y es que si Lucke se enfadaba, el fuego de sus cabellos y el de otra parte de su cuerpo, tenían la potencialidad de darle calma.
Lo bueno del momento, es que él podía elegir huir.
Freak observaba a la multitud haciendo los preparativos para el largo viaje de regreso al Vault 252 mientras estaba sentado en el tronco de un árbol.
La gente con la que cruzaba miradas lo saludaba efusivamente para llamar su atención, después de tantos años de marginación e invisibilidad, Freak era admirado y respetado, más que eso, era notado hasta el extremo, tanto que no parecía tener un segundo de intimidad.
Esto es casi peor que antes, ¿Por qué no pueden tratarme normal y ya? Pensó mientras hacía una sonrisa forzada a un grupo de gente que le miraba comer una fruta desde debajo del árbol, de repente se sentía como un animal en uno de esos antiguos zoológicos.
Así nunca podré olvidar todas las cosas malas de monstruo que hice... No, no malas, como dijo Lily, fueron para hacer el bien, si, ella tiene razón... Aunque eso no las hace menos desagradables. Recordaba sus manos manchadas de sangre.
Soltó un suspiro, definitivamente no volvería al refugio con aquella gente, no se sentía cómodo siendo alabado como si estuviera en un altar.
Tenía que decírselo a Lily.
Por un momento tuvo la esperanza de que si la invitaba a quedarse, ella lo haría, pero al verla con su familia lista para partir, sonriente, posiblemente imaginando la ducha de agua caliente que se daría al llegar, comprendió que era un caso perdido.
Al menos le diré lo que siempre he sentido por ella.
Pero cuando la tuvo enfrente y para su total sorpresa, fue Lily quien besó a Freak.
¿Estoy soñando?
-¡Kaaaahhhh! ¡Kaaaaaaahhhh!- Freak daba saltos de alegría en el lugar con los brazos levantados, llamaba la atención de los presentes seguramente, pero a él no le importaba, definitivamente se sentía como el más grande triunfador de todos los tiempos, ahora sí que se sentía merecedor de que lo pusieran en un altar. -¡Kaaaaahhh!-
Lily le transmitía en señas lo que le haría luego en la intimidad. ¡Mi primer beso, y mi primera vez! ¡En el mismo día! ¡Y CON LILY! Realmente tengo que estar soñando...
Parecía que las dudas del radiano sobre dónde estaría su futuro se habían totalmente disipado.
-¡Bueno, bueno! Esto sí que no me lo esperaba amigos, ¡Ja ja ja!- Reía Bill antes de abrazar a Freak y Lily a la vez. -Los extrañaré, los extrañaré mucho.- Dijo antes de soltarlos, sabía que el radiano no podía oirle, pero no dudaba de que sentiría el afecto que quería transmitirles.
Bill retrocedió y tomó la mano de Rose antes de continuar hablando.
-Nosotros nos quedaremos en el bosque. Hay muchos estudios que quiero hacer sobre la vegetación local, quizás suene tonto pero... Creo que aquí se esconde el secreto para poder reconstruir la vida en el planeta luego de la catástrofe nuclear.- Dijo con un brillo lleno de esperanza en sus ojos, desde luego, un científico botánico no abandonaría lo que era quizás el último ecosistema vivo en el planeta. -Pero igual volveremos a vernos, tendré que ir seguido al Vault a analizar las muestras en el laboratorio, así que no se desharán de mi tan fácilmente.- Miró a Rose. -Eso hasta que nazca nuestro primer hijo, hicimos una promesa, la investigación ahora en el bosque, pero la crianza de los bebés en la seguridad del refugio, lo que me recuerda a qué vinimos a buscarlos...-
Bill tomó un anotador y escribió algo en él. Quiero que Lucke también se entere a la vez.
Antes de que partan... ¿Nos harían el honor de ser nuestros padrinos de bodas? Será rápido e improvisado, Andrés ya se está preparando para hacer de pastor, ¡Así que tienen que hacerlo! Por favor... :)
Los chillidos de alegría de Freak resonaban por doquier, mientras el mutante actuaba de manera ridícula, pero a Lily eso no parecía importarle, pues ella siempre había estado muy al margen de lo que opinaban los demás, valorando siempre la buena compañía que Lucke le ofrecía a diario. Era más, la mirada clara de la mujer observaba con cariño a su futuro esposo y nadie podía negar que, a pesar del grotesco aspecto del humanoide, la pelirroja estaba completamente enamorada.
Bill no esperaba aquella futura unión. Quizás nadie creyese que una de las chicas más guapas del vault pudiese acabar con el más esperpéntico varón del refugio. Pero a veces la vida funcionaba de manera ilógica y lo importante, al final, solo consistía en sentirse bien, tener estabilidad y alguien con quien avanzar en el camino de la existencia.
- ¿Extrañarnos? ¿Acaso te vas? - Lily miró con pena a su amigo, así como a Rose. No llegaba a entender la decisión de ambos, pues para ella todo lo que no era refugio, significaba medio hostil, y más después de lo vivido - Oh, comprendo... - El segundo amor del botánico era precisamente estudiar la vegetación, algo que podía hacer viviendo cerca de la tribu de Organa. Bill nunca precisó una cafetería para ser feliz, así que su camino iba a divergía del suyo - Espero que aprendas mucho del mundo exterior y ya estoy deseando que Rose se embarace para que regreséis - Dijo la pelirroja con buena fe mientras miraba curiosa lo que su amigo apuntaba en el anotador.
El mayor honor de una amistad siempre es que las personas queridas te hagan partícipe de los mejores momentos de sus vidas. Bill y Rose querían que los padrinos de su boda fueran Lily y Lucke, un honor que la muchacha no pudo negar, y menos porque sus ojos se anegaron en lágrimas por la emoción, denotando lo mucho que le había enternecido la petición.
- ¡Por supuesto que sí! Al igual que vosotros seréis los padrinos de la nuestra - Hizo unas señales con la mano para que Freak, su recién adquirido novio, se enterase de lo que ella además proponía - Va a ser un día muy especial, celebrar vuestra unión y la libertad de la comunidad - Y es que en esos instantes, no se podía ser más feliz.
La seguridad que ofrecía aquel lugar era incomparable, pero para todos, el refugio continuaría siendo el hogar deseado, aquel al que necesitaban llegar y también a donde querían ir en cuanto pudieran. La noticia acerca de la boda de Rose y Bill se propagó como la pólvora, al igual que la de Lucke y Lily. Todo el mundo se refería ya a Freak como Lucke; se lo había ganado.
Era un momento sin igual, feliz y a la vez, triste, pues se avecinaba la despedida de algunos de vosotros. Andrés accedió a oficiar las bodas y Organa fue en busca de los suyos para decirles que se unirían a ellos en breve.
Todo era extraño, fantástico y nostálgico a la vez.
Los peligros no habían desaparecido, pero por una vez, de nuevo, sentíais que el mundo os ofrecía una oportunidad para vivir y crear algo que durase.
Volvía la esperanza.
Lucke no podía dejar de sonreír ni tampoco de pensar que era el día más feliz de toda su vida. Bajo sus pies, mientras tanto, la electricidad recorría las raíces, pues se había creado una conexión que ya no volvería a quebrarse jamás. La vida del bosque ansiaba unirse a él, por mucho que se alejase. Tarde o temprano, ambos volverían a unirse, para siempre.
Pero no ahora, no cuando la vida le prometía un futuro.
En cuanto llegó la gente de Organa, prepararon sendos arcos de boda y todos se engalanaron. Lily y Rose fueron cubiertas de hermosas flores del bosque y el aroma que desprendían incrementaba su belleza; Lucke y Bill sustituyeron sus ropas con otras en mejor estado y las cubrieron con hojas y letras que simbolizaban felicidad.
Un pequeño grupo de caza logró la suficiente carne como para, por un día, o más bien, una noche, a nadie le faltase de nada, a pesar de todos cuantos erais, aunque lo más importante era la felicidad que se vivía en aquellos instantes. A la mañana siguiente todos cuantos deseaban volver al refugio, es decir, todos menos Rose y Bill, partirían sin demora, pero aquella noche todos estabais juntos.
Era una noche mágica; una noche para soñar.
Lucke no lo entendía, pero tampoco le importaba. Lily tampoco podía explicarlo, pero se sentía dichosa y no deseaba despertar de aquel extraño sueño.
Todo era simplemente perfecto.
Cuando las primeras luces del alba iluminaron los rostros de todos, la satisfacción por la noche que habíais pasado os llenaba tanto que nadie tuvo problemas en ponerse en pie y empezar a trabajar, a prepararlo todo para la partida. Era la despedida y el regreso al trabajo, al refugio.
Bill y Rose tenían una nueva familia, pero quizás cuando llegase el primer hijo, tal y como habían pensado, volverían con la primera. Ahora mismo, sin embargo, había demasiado que ver, demasiado que descubrir, y Bill se sentía mejor que nunca. Lucke, en cambio, no podía apartarse de Lily, del sueño que se había hecho realidad, y allá donde fuese ella, iría él, siempre, y la protegería, y procuraría que jamás le faltase de nada.
Liam no lo entendía, pero tampoco intentaba hacerlo. Se conformaba con ver a su hermana feliz y una vez regresaran, que continuase así.
Y finalmente se despidieron, dejaron a Rose y Bill con el resto del grupo de Organa, mientras ellos partían de regreso al refugio, en un trayecto que se hizo más corto de lo esperado, puesto que con los pies ligeros y alegres se marcha mucho más deprisa.
El refugio estaba en unas pésimas condiciones. El destrozo era grande y los muertos, considerables. El olor a carne putrefacta hizo que olvidarais por un momento la felicidad que hasta entonces había reinado, pero no durante mucho tiempo. Liam dio un paso adelante, se arremangó la camisa y dio un paso adelante.
-Está bien. Pongámonos a trabajar. Esta es nuestra casa y no volveremos a permitir que nadie nos la quite.
Y con esa frase, todos supieron que así sería. Que aquel volvería a ser su hogar... hasta que alguien luchase contra ellos para arrebatársela y les derrotase. ¿Volverían a intentarlo?
Quién podía decirlo.
Pues chicos, yo creo que esto es todo. Si queréis añadir algún epílogo personal, adelante. Me parece que os lo habéis ganado!!!
-Después de todos estos años de avances en la comunicación con el ente guardían que conecta el bosque, ¿Por qué nos habrá dejado de hablar?- Dijo Bill Chadwick, quien ya portaba algunas arrugas en su rostro, parecía que aquella cabellera rubia que alguna vez supo lucir ya estaba comenzando a ceder ante las primeras canas. -No lo entiendo, Rose, realmente que no lo entiendo...- Comentó rascándose la cabeza. Si hasta se estaba mostrando tan... Curiosa... -Y hoy todos los radianos que vivían en la aldea han desaparecido, ¡Tiene que estar conectado!- Espero que esto no sea nada grave, ¿quizás algún ritual? ¿Por qué no nos avisó?
Rose también se mostró preocupada, habían pasado muchas temporadas en el bosque, pero aunque ya no lo hacía asistiendo al científico de su esposo, sino vacacionando con sus cuatro hijos mientras él hacía lo suyo, nunca había pasado algo como aquello desde que Bill hizo el primer contacto con "ella", una nueva forma de vida inteligente nacida de la radiación, que no tenía un cuerpo en sí, pero que vivía vinculada a todos los seres vivos que estaban radiados genéticamente con su espora.
La mujer le preguntó cuáles fueron los tópicos de las últimas sesiones que hicieron.
-Pues, últimamente estaba interesada en la historia de la humanidad, ya habíamos terminado lo más relevante del siglo XX, la Primera y Segunda Guerra Mundial, las civiles de Cuba. Rusia, y Corea, los Beatles, la Guerra del Golfo, y estábamos comenzando con los sucesos previos a la gran última guerra antes de que todo se desmoronase... Estaba más curiosa que de costumbre...-
Lucke chorreaba hilos de saliva por su boca mientras se sacudía violentamente en la camilla donde estaba amarrado. Era difícil para los enfermeros del refugio estar amaniatándolo como si se tratase de un animal, no solo por la enorme fuerza que el radiano poseía a pesar de estar entrado en años, sino que era alguien a quien admiraban profundamente, al igual que todos hacían en el refugio.
-¡KAAAAAHHHH!- Escupía espuma de la boca como si fuera un animal rabioso, tenía la garganta destruida de tantos chillidos en el último par de días en el que había mostrado aquél comportamiento demencial.
Entonces, para sorpresa de todos los allí presentes, el sordomudo de repente se apaciguó y comenzó a hacer algo que todos creían imposible, hablar.
-Parassssssitossssss... ssson sssolo parasssssssitosssss...- Dijo Lucke, aunque no era él quien estaba allí hablando, sino más bien alguien más que parecía haber tomado control de su cuerpo, tal y como él alguna vez hizo con animales de inteligencia inferior en aquélla época en la que los esclavistas aún existían.
Una persona a la que Lucke amaba con todo su ser se le acercó, creyendo que ya había vuelto en sí y no solo eso, que había adquirido el habla. Quitó sus amarres y el radiano, o más bien su usurpador mental, no perdió la oportunidad en propiciar un fuerte golpe en el delicado rostro de aquella persona.
¡¡NOO!!
La voz de Lucke despertó de su letargo en el fondo de su insconsciente, demostrado una fuerza de voluntad inconmensurable para recuperar el control.
-Kiuuuhhh...- Susurró angustiado con lágrimas en sus ojos por el daño que había hecho, sentía una jaqueca muy pesada. DIó un beso a modo de disculpas en la herida que había provocado y sin perder un segundo más, tomó los amarres de cuero que antes tenía puesto y se los colocó a sí mismo. Soy un peligro. ¿¡Cómo pude hacerle eso!? ¿Qué me está pasando...?
En medio de aquella escena, una joven enfermera ingresaba a la sala médica donde estaban, parecía contenta y traía noticias.
-Qué bueno que el Señor Lucke ya esté más calmado y recuperado, ¡Justo a tiempo!- Dijo la enfermera y miró a sus colegas. -¿A qué no saben? ¡Los radianos han venido a visitarnos por sorpresa! Una multitud se apareció en la compuerta, la nueva supervisora en persona ha ido a recibirlos, ¿Se imaginan? Finalmente son ellos quienes vienen de vacaciones al refugio, y no al revés... ¡Ja, ja, ja!- Se la notaba emocionada, era un acontecimiento importante después de todo.
Un ruido comenzó a escucharse momentos después en todos los pasillos del refugio.
Tiempo. Había pasado bastante tiempo desde que Lily y Lucke se unieron en matrimonio. Aún recordaba los arcos de boda testigos de aquel encuentro, así como el olor de las flores que engalanaron su pelo. El episodio que les sacó del refugio terminó siendo una bendición para aquellos amigos que, de no haber sido traicionados por el supervisor, jamás habrían acabado eligiendo una vida juntos.
Los cabellos pelirrojos de Lily ya estaban surcados por algunas canas y había sido muy feliz dando a luz tres hijos. Un niño radiano como su padre, una niña que también tenía unos espectaculares ojos sin párpados, y una última fémina que era clavada a su madre cuando tenían la misma edad. Su familia era lo que más le importaba, así como seguir satisfaciendo al resto de los habitantes del refugio. Nunca llegó a ser supervisora, uno de los sueños que, hacía años, anhelaba. Quizás porque era imposible que alguien hiciera mejor pastel de higos que ella o, puede que, no tuviera la inteligencia necesaria como para desempeñar el cargo, así como exceso de bondad.
Lily Benz tenía una vida feliz hasta que el comportamiento de Lucke comenzó a cambiar. Se había vuelto muy violento y precisaba para calmarle varios hombres, de gran porte y envidiable físico, para mantenerle a raya pues ella, con la suavidad de sus palabras, no conseguía que hiciera lo que le indicaba, tal y como sucedía en el pasado.
- Le vais a hacer daño - Parecía sarcasmo aquel comentario, pues Freak era un auténtico energúmeno que se revolvía frenético sobre la camilla, mientras la mirada preocupada de la pelirroja no perdía detalle de su amado - Por favor, Lucke, por favor, cálmate... - Susurraba cerca de su oído con la clara intención de darle algo de paz, mientras le quitaba los espumarajos de la boca y los restos de piel que a veces se le desprendía. Si eso no era amor...
Y ocurrió lo impensable. Freak habló, comentando la base de su mal, haciendo que Benz mirada a los médicos como pidiendo explicaciones, a pesar de que lo novedoso fuera de que el sordomudo hablara y se comunicara como uno más.
- ¿Parásitos? ¡Denle algo! - Quizás los doctores pensasen que era mejor cianuro para acabar con su sufrimiento - ¡Curénle!... - Nadie parecía saber qué hacer, así que la mujer se aproximó a su radiado marido y le acarició la frente - Vamos a salir de esta, lo prometo.... - Parecía que se calmaba, tanto confió en ello que le liberó de sus amarres, pues verle privado de libertad era un sufrimiento para la propia Lily.
La pelirroja cayó al suelo, un fuerte impacto sobre su rostro consiguió desestabilizarla, y el origen de ello había sido él. Lucke, el radiano que siempre le había mirado con profundo amor acabó levantándole la mano, pero a la par, besó su herida y se aprisionó a sí mismo. Era un peligro. Él lo sabía. No podía controlarse. ¿Quería acaso? Quizás sí en su fuero interno, pero la pelirroja ya no estaba tan segura de eso.
Y de pronto llegaron las nuevas noticias. Los radianos venían a visitarles y como si de una mala premonición se tratara, sonó la alarma del refugio, un ruido infernal que a la mujer le recordó el infierno del pasado. Pero ya no era una joven inexperta que deseaba salvar su vida, era una mujer madura que tenía hijos a los que proteger. Así que la pelirroja, sin mirar atrás ni perder un solo instante, se fue a la armería para conseguir un arma con el que enfrentarse a sus enemigos.
Lily luchó bien, abatió a tres radianos antes de que su cuerpo fuera molido a golpes, recibiendo un impacto en el cráneo que le arrebató la vida. Pero antes de eso pudo salvar a sus hijos. Los dos radianos parecían poder soportar el parásito que afectaba a Lucke, y ellos velarían por su hermana pequeña que era fiel reflejo de su madre. Habían salido del refugio y quizás por eso, la camarera Lily Benz, pudo morir en paz, dejando en la mente de su amado marido, su recuerdo.
Me ha encantado el giro argumental...jajajajajaja ;P
Bill no lo entendía, pero la desaparición de los radianos era el principio del fin de la paz que habían conocido durante tantos años. A partir de entonces se verían obligados a huir y volver a luchar por sus vidas, como habían hecho años atrás, solo que en aquella ocasión, no habría segundas oportunidades.
Mientras ambos se preguntaban lo que había sucedido, en el refugio se desarrollaba una escena que se había repetido algunas veces, pero jamás como hasta ese momento. Lucke estaba atado y se debatía con rabia, intentando librarse. A pesar de estar preparados para situaciones como aquella, los amarres de Lucke parecían estar a punto de soltarse. La fuerza que hacía el radiano era brutal y parecía suficiente como para romperlos, incluso con los enfermeros sosteniendo sus manos. Como alguien así, mucho más mayor que ellos, era capaz de superarlos, era algo que no acertaban a entender.
-Maldita sea, Chuck!! ¡¡Agárralo fuerte por tu lado!! -exclamó uno de ellos, descargando todo el peso sobre el brazo del Lucke.
-Eso intento, joder. Pero el maldito viejo es más fuerte que no. ¿Qué coño le pasa? -preguntó el otro, a punto de subirse a horcajadas en la camilla para retenerlo.
Por su aspecto, nadie diría que año atrás había sido un héroe y que a se había casado con la mujer más hermosa del lugar, a quien todos admiraban. Controlarlo se había vuelto cada vez más complicado con el paso de los años pero en aquellos momentos resultaba casi imposible.
Hasta que finalmente, igual que había comenzado, se detuvo. Su cuerpo se relajó, sus ojos se abrieron de par en par y de sus labios salieron, por primera vez desde que lo conocían, palabras. Eso hizo que los enfermeros retrocedieran, mitad confusos mitad asustados, más aún cuando vieron pasar por delante de ellos a su esposa.
-¡No lo haga! -gritó Chuck, al ver que la mujer le estaba quitando los amarres.
Lily pensaba que su sonrisa y maneras cariñosas podían convencer a Lucke para que se tranquilizara, pero lo cierto era que esto iba más allá de lo que el radiano era capaz de controlar. Aún así, los ojos de Lily conseguían llegar, siempre, al verdadero Lucke, el padre de sus hijos y el hombre a quien ella quería.
Pero tras soltarlo, Lucke descargó con fuerza un golpe sobre su rostro, lanzándola hacia atrás. El golpe que recibió Lily fue mayor de lo que esperaba, pero no suficiente como para hacerle olvidar por qué estaba allí y quién era el que lo había hecho. Las lágrimas de Lucke demostraban que había mucho de él mismo todavía en su interior, pero no durante todo el tiempo. Cuando volvió a agarrase, sus ojos miraron los de Lily y ambos entendieron que el peligro que corrían no era por voluntad propia.
Nada podría romper el amor que sentían el uno por el otro.
En su mente resonaban de nuevo lo que había dicho, milagrosamente, Lucke. ¿Parásitos? ¿Qué parásitos? Era difícil saber si se refería a que tenía parásitos dentro de su organismo o que estaba llamando así a cuantos le rodeaban. Pero no, esa idea era absurda. Debía ser que tenía algo en su interior que no habían conseguido encontrar ni por supuesto, eliminar.
Sin tiempo para conseguir darle sentido a esas palabras, llegó la enfermera con la noticias de que los radianos habían llegado al refugio y el efecto fue el opuesto al de la muchacha. Lily se volvió hacia ella con gesto confundido y desconfiado. ¿Radianos... aquí?
La alarma evidenció que no se trataba de una visita de cortesía. Todo un ejército de radianos había conseguido flanquear las defensas del refugio y ahora entraban portando armas de toda clase, como piedras, gruesas ramas de árboles y restos encontrados por el camino, golpeando a todos cuantos se cruzaban con ellos.
Lily no fue enemigo para ellos. Lucke se debatía todavía entre él mismo y su otro "yo", pero solo durante el tiempo suficiente como para verse rodeado por los suyos y entender que había encontrado un nuevo lugar y un nuevo destino. Mientras el cuerpo de Lily yacía en el suelo, delante de la puerta de salida, y sus hijos huían junto con algunos de los habitantes del refugio, Luke terminó por unirse a los suyos en una bacanal en la cual el objetivo era simplemente matar. Los parásitos durmientes que habían viajado desde la tierra hasta los radianos gracias a la comunicación que se había establecido entre ellos, años atrás, habían despertado con el paso de los años, como si de un supraorganismo se tratase.
Ahora solo sentían la necesidad de comer y matar, porque eran esos los instintos más básicos e intensos y o había nada que despertase más su ansia.
En la antigüedad, se había hablado de plagas como aquellas que asolaron la Tierra como si de una maldición se tratara y ahora le había tocado el turno a los radianos. Durante los años siguientes cubrirían toda la superficie acabando con todo rastro de vida que encontrasen en su camino, transformando lo poco que algunos habían logrado recuperar, hasta encontrarse con los restos de otros seres que también necesitaban sangre y carne.
Diez años más tarde, el mundo estaba muerto.
Pocas almas habían logrado escapar a la muerte. Ni siquiera los habitantes de los bosques consiguieron sostener durante mucho más tiempo su frágil civilización, pues allá donde hubiese vida, los radianos primero y los necrófagos después, llegaron y arrasaron con todo.
Tres pequeñas figuras procedentes de un refugio de quien nadie se acordaba, y cuatro habitantes de los bosques, miraron un día hacia arriba, hacia los cielos, viendo un destello que hasta ese momento jamás habían visto. Una extraña luz que fue haciéndose más grande a medida que descendía, hasta conseguir posarse en el suelo, más allá de su campo de visión.
Era una estructura de metal con forma esférica, de la cual descendieron dos figuras humanoides que miraron hacia la desolación que les rodeaban como si buscasen explicaciones.
-Bueno, ¿y es aquí donde dices que podemos encontrar minerales? Pues yo no veo nada de nada.
-Tranquilo, los he visto en los sensores. Este planeta es muy rico en untendium. Prácticamente está hecho de eso. Podemos hacernos ricos.
-Ya, ya. Siempre dices lo mismo, pero al final tenemos tantas deudas que pagar que no conseguimos mucho más que para arreglar la chatarra a la que llamas nave.
-Eh, no insultes a Xadne. Y empieza a sacar la maquinaria.
Sin darse cuenta, los parásitos se movieron bajo la tierra al sentir el calor de nuevos seres sobre ellos y antes de que se dieran cuenta, atravesaron sus ropas y su piel, introduciéndose en los que iban a ser los nuevos huéspedes. Puede que tardaran años en salir pero sin saberlo, dentro de poco, podrían infectar a toda la galaxia.
F I N