Las palabras de Andrés fueron el germen que todos necesitaban para darse cuenta de que era mucho mejor continuar avanzando y emplear las fuerzas que les quedaban en resistir que dejarse vencer por el agotamiento o el desánimo. Era una dura caminata la que os esperaba por delante hasta llegar a la región de pantanos y criaturas, pero también era grande la recompensa.
Libertad.
Así que todos se pusieron en marcha, caminando a través de lo que en principio era un hermoso paraíso y que muy pronto fue transformándose en un terreno más rocoso y árido, con menos vegetación que suponía a cada paso, un reto aún mayor para continuar avanzando.
Rose no se separaba de Bill, viendo como su debilidad era más patente a cada vez. El padre de Lily se apoyaba en esta y en Liam, e incluso Lucke ayudaba a los más débiles, sintiendo que las manos acudían a él para servirse de su resistencia. Ya no lo miraban como si fuese un monstruo, sino como un salvador.
Y poco a poco fuisteis llegando a donde queríais, con la sensación de que vuestros perseguidores debían estar ya muy cerca. Los pantanos se abrían delante de vosotros, con un ambiente cubierto por la niebla, árboles retorcidos y aguas que parecían ocultar muerte bajo la superficie.
Organa había tomado la delantera, guiando a todos hacia el lugar, ignorando el dolor de sus piernas y la sensación de que aquella podía ser una batalla perdida de antemano. Pero no era la primera vez que todo estaba en su contra... aunque podía ser la última.
Se detuvo en la orilla, alzó su mano y miró hacia atrás. Todos estaban agotados pero nadie se quejaba por ello.
-A partir de aquí comienza el verdadero peligro. Una vez entremos en el agua, los Mokmoth nos perseguirán. Pero debemos adentrarnos un poco para estar protegidos. Avanzad en fila y en silencio, y no os separéis. Mientras estemos juntos, no nos ocurrirá nada.
Lily caminaba bastante animada, a pesar del calor y del cansancio. La pelirroja tenía claro de que iba a comenzar algo que le motivaba, la "caza de Freak", que consistía en lo que hace normalmente una hembra alfa cuando le agrada un macho que terminará siendo beta, enamorarle tan profundamente que cualquier cosa que ella pudiese decir fuera un claro sí a toda intención. Lástima que la joven Benz no supiera que tenía prácticamente el trabajo hecho, pues el mutante ya la miraba de particular manera, solo que ella, no se había dado cuenta.
Fue así cómo la muchacha sonreía hasta cuando tropezaba por el camino. La fase una de la conquista consistía en sonreír por todo, y así parecer siempre dispuesta y simpática. Ya llegarían los momentos de menstruación para que se enterase de que la eterna alegría había sido un vil y completo engaño.
- Oh pero qué paisaje tan lindo - Dijo la mujer de forma encantadora, haciendo unas señales a su mejor amigo, y aunque no lo supiera aún, víctima matrimonial. Debía resultar raro que el terreno árido y rocoso le agradase a la mujer, la cual prefería las flores, o alcachofas, a su alrededor.
Hubo varia veces que Liliana tomó el brazo de Lucke, como si necesitara ayuda. Sobre todo cuando alguna bonita joven soltera se le acercaba. Había que marcar el terreno, por supuesto. Había empezado el cortejo reproductivo de la pelirroja.
Fue así como llegaron a los pantanos, un lugar oscuro y siniestro, gobernado por aguas estancadas y árboles tenebrosos que les recordaban por su altitud, lo que costaba treparlos en caso de peligro.
Organa se adelantaba, advirtiendo al grupo de que debían permanecer unidos porque los Mokmoth estaban al acecho, y una vez que se adentrasen en las aguas, estaban expuestos. Lily se acercó a Lucke y le miró con intensidad, le dio un suave abrazo, como si su contacto le hiciera recordar que a su lado estaba segura. Se sintió bien, quería estar a su lado y así lo hizo notar, le cogió la mano. No se movería de su lado en ningún momento.
- Vamos allá... - Dijo en voz baja antes de meterse en el agua, pues cuando lo hiciera, todo sería silencio.
Llegaban a la zona empantanada, Rose se abrazaba fuertemente al brazo de Bill, y parecía que Lily hacía lo propio con Freak.
-Tranquila, corazón, ya falta poco.-
Bill dudaba en intentar atravesar el camino sin más, o en sugerir que alguien veloz y resistente hiciera de carnada para llevar a los depredadores hasta la zona de sus perseguidores.
-Organa... si nos perciben pero nos mantenemos avanzando en bloque... ¿Piensas que el efecto de manada los disuadirá de atacarnos?- El botánico recordaba sus clases de ciencias naturales en la academia, dónde había una táctica parecida que utilizaban animales herbívoros como los búfalos para protegerse de los leones. Pero siempre había alguno que perdía contra el pánico e intentaba alejarse corriendo... Esa era su sentencia... Alejarse de la manada.
Freak avanzaba ayudando a quien podía, el mutante radiano parecía estar llevando bien la situación en cuanto a lo físico, pero sus preocupaciones mentales eran patentes.
No, no, no... Cosa mala, venir aquí no es buena idea. ¿Qué piensan que hacen? Esos monstruos nos van a morder el culo ni bien estemos a su alcance, Ay no... Ay no... Mi culito... -Kiuuuh...- Musitó con angustia.
En eso Lily se le acercaba y lo tomó del brazo.
Lily es buena, Lily siempre quiere tranquilizarme, ella sabe siempre lo que me pasa, ella es buena. Se dijo sin sospechar las verdaderas intenciones libidinosas de la mujer.
Luego de que ella se metiera en el agua, todo se volvió más intenso. Su blusa húmeda se pegaba contra sus pechos haciendo notar el relieve de sus pezones y transparentando la tela.
Freak tragó saliva, su corazón se aceleraba. La cara del radiano se puso colorada como el cabello de Lily en cuanto aquella volvió a tomarle del brazo.
Lily... ella... es... ¡Sexy! Intentó evitar mirar a toda costa su pecho. ¿Por qué pienso en estas cosas? Pobre Lily, ella está cansada y busca mi apoyo agarrándose de mi inocentemente y yo pensando en cosas sucias. ¡Vergüenza debería darme!
Empezó a agitar su mano como abanico, simulando que el calor que sentía era producto del clima, aunque no era así. De repente, empezó a sentir un cosquilleo en sus zonas íntimas, parecía que algo comenzaba a despertarse.
Ay no... Ay no... Comenzó a preocuparse, pero esta vez, no era por el lugar hacia donde iban.
Organa se detuvo un instante, a un lado de la fila, mientras ayudaba a otros a seguir adelante. Cuando Bill se acercó y le preguntó, le respondió sin dudarlo.
-Eso espero. Nunca me he movido por estos terrenos con un grupo tan numeroso -le dijo, reanudando la marcha y volviendo a colocarse delante.
La fila era extensa, pero parecía que todo el mundo había comprendido la importancia de permanecer en silencio y soportar el dolor y el cansancio. Algunos caían, agotados, pero enseguida otros los ayudaban a levantarse y continuar avanzando.
Era como si una fuerza invisible hubiese cubierto los agujeros que el cansancio había dejado, impulsando a cada uno de vosotros a intentar, una vez más, regresar a vuestros hogares y seguir con vuestras vidas.
De repente, una trompeta resonó en la lejanía, una de las que llevaban los negreros para despertar el terror en sus víctimas e incrementar el deseo desesperado de las criaturas que llevaban consigo. Por si olor de la carne no era suficiente, allí estaban ellos para estimular su ansia.
Y estaban cerca.
Organa aceleró el paso, avivando con ello el miedo pero también la mínima esperanza que os quedaba, hasta llegar finalmente a la orilla, a donde fueron llegando uno detrás de otro, sin que sufrieseis ninguna baja. Entonces, al girarse, vio lo que había más allá de la niebla, figuras retorcidas y que rugían esperando su momento, y el horror del ejército negrero, con una docena de necrófagos esqueléticos atados a la vanguardia... y un súpermutante a su lado.
Liam miró más allá de la niebla, con la boca abierta.
-Son... demasiados. No podremos con ellos. Creo que hemos llegado al final del camino.
La pelirroja esperaba que las criaturas del agua fueran tímidas, y que no salieran ante la marabunta de personas que cruzaban los pantanos, pues de lo contrario, se encontrarían con el festín de su vida. Organa además no podía darles calma, pues nunca se había aventurado por esas regiones con tanta gente. ¿Cómo reaccionarían los Mokmoths? Casi prefería no saberlo por lo que eso implicaba.
¡Qué ganas tenía Lily de volver al refugio! Soñaba con el café recién hecho y caliente que servía en la cafetería, con nata y cacao en su superficie, una delicia que llevaba una eternidad sin catar. Y es que en esa situación, los más mínimos placeres de antaño eran lujos sobre valorados en ese preciso instante.
Sonó una trompeta de fondo cuando estaban dentro del agua. Aquel sonido daba pavor y la joven pelirroja se apretó contra Freak, tan apurada y temerosa, que no se percató del tronco de árbol que flotaba entre ambos, consecuencia del cosquilleo de tanta proximidad. Lucke era la persona en la que más confiaba, ¿cómo no aferrarse a él como si de un héroe salvador se tratase? Nunca le había decpecionado.
Organa, su guía, aceleró el paso y Lily se dispuso a seguirla, una vez que aseguraba con su mano, que Freak no se separaba de ella. No había emitido sonido alguno, sabía que a los Mokmoths el ruido los alertaba, así que cuando cruzo al otro lado de la orilla y observó a las figuras que les perseguían, se le ocurrió una idea.
- Debemos hacer ruido. Tanto como podamos. A ver si se comen los Mokmoths a nuestros perseguidores. Esperemos que se metan en el agua y comenzaremos a chillar y a tirarles piedras. ¿Os parece bien?... Huir ya no tiene sentido. Son rápidos, nos capturarán, intentemos echarles cara y dejemos que los monstruos del pantano haga el resto... - Rogaba porque el plan saliera bien, de lo contrario, ese sería el fin de su libertad y puede que hasta de su existencia.
Bill avanzaba y comenzaba a sentir l la pesadez en sus piernas por todo el cansancio acumulado.
Quizás esos malditos negreros hayan desistido ya de perseguirnos, ¿Lo habrán intentado en un comienzo siquiera? Nunca los vimos... A lo mejor nunca salieron de la cueva... Quizás meternos al pantano a sido un peligro innecesario.
-Ya falta cada vez menos, mi amor. Verás que lindo que es el bosque cuando lleguemos, vi un rosedal la primera vez que me adentré en él, ¿Sabes?- Le decía a su prometida mientras atravesaban el pantano, y a lo mejor porque necesitaba un incentivo extra para resistir el día o porque tuvo una epifanía con ella vestida de blanco en aquél rosedal, se le ocurrió una idea. -Rose...- La tomó de la mano y la miró a los ojos. -...todo esto que hemos pasado me ha hecho pensar, un día estamos vivos y al otro no. Eres la mujer que amo, y con quién quiero vivir el resto de mi vida, estamos prometidos pero ya no quiero esperar más. Rose, ¿Te casarías conmi-
La proposición de matrimonio había sido interrumpida por una estruendosa trompeta militar que le heló la sangre.
Están aquí... Ellos si que nos perseguían...
Lily lo sacó de su mutismo, la pelirroja tenía un plan para atraer a los mokmoths, era curioso puesto que hasta hacia instantes lo único que quería era no tener que cruzarselos y ahora buscaba atraerlos.
-Si, es nuestra mejor opción.- El botánico se preparaba para gritar y chapotear. -¡Todos pegados unos a otros! ¡Formemos una masa compacta y uniforme!- Si las bestias se aparecen, almenos aparentaremos ser un objetivo más difícil que aquellos negreros.
¿Por qué no vemos a los monstruos aún? Los gorilas las habrán matado a todas? No... El pantano es muy grande, debe de haber muchas más. Si tan solo mis iguales aún estuvieran con nosotros, si hubiera una de esas raíces por aquí, y si supiera dominar ese poder podría intentar algo, pero soy un inútil total.
De repente todos se habían detenido y se giraban sobre sus espaldas. Freak era sordo y no escuchó la trompeta, pero no tardó más de un par de segundos en percatarse de lo que estaba pasando.
El momento ha llegado...
Vió a los necrófagos, aquellos mutantes se parecían a los radianos, solo que sus ojos parecían desprovistos de toda humanidad. El supermutante era inmenso, ¿Sería el mismo que había matado a Alberto? No estaba seguro, solo sabía con certeza una cosa, y eso era lo que tenía que hacer ahora.
...vencer o morir.
En un momento, Freak notó que todos parecían estar gritando, haciendo ruidos en el agua, y demás.
Quieren asustar a los esclavistas... Ya veo, no está mal intentarlo. Yo también intentaré asustarlos entonces...
-¡¡¡¡¡¡KAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!- Gritó guturalmente de una forma inhumana con toda la fuerza de sus pulmones. ¿Hasta donde sería escuchado tal poderoso grito?
Jefaaa, puse esto en un post separado porque no sabía si en efecto haríamos ruido o si los npc reaccionarian de otra forma, cosa de que si es el segundo caso se pudiera borrar con mayor facilidad.. :3
Vuestros gritos resonaron por todo el pantano, haciendo que hasta la niebla pareciera disiparse a causa de ellos. Al otro lado del agua, vuestros enemigos se miraban entre ellos, algunos, confundidos, aunque las criaturas que ya no tenían absolutamente nada de humanos simplemente intentaban zafarse de sus captores, como siempre.
Mientras tanto, el agua permanecía tranquila, como si nada pudiese romper el equilibrio que parecía existir en su interior.
Entre todos aquellos gritos, Rose solo tenía ojos para Bill. ¿Acaso había algo más importante que él en aquellos instantes? No, nada. Por eso, con lágrimas en los ojos, agarró su rostro entre sus manos y lo besó con fuerza, mientras todos gritaban intentando crear la ilusión de que no había miedo.
-Por lo que pueda pasar, desde ahora soy tu esposa, hasta que la muerte nos separe -le dijo a Bill, entrelazando sus dedos y exultante, gritando tanto como los demás, hasta que su garganta pareció abrasarse.
Y entonces, sucedió.
Los necrófagos fueron soltados y agitando sus brazos, desesperados y llenos de ansiedad, se dirigieron a toda velocidad hacia vosotros, metiéndose en las aguas hasta que apenas podían verse sus piernas, y detrás de ellos, todos los demás.
La distancia que había entre las dos orillas implicaba que en menos de diez segundos, llegarían hasta vosotros, a no ser que salieseis a su encuentro. Los gritos cesaron y solo se oían los rugidos de aquellas masas vacías y desesperadas que únicamente tenían un sentimiento.
Hambre.
Pero como si fuese un truco de magia, uno tras otro fueron desapareciendo, hundiéndose en la negrura. Era como si unas manos invisibles tiraran de ellos hacia abajo, hundiéndolos para siempre.
Y así, al igual que habían entrado en el agua y esta se había agitado para recibirlos, en cuestión de segundos todo volvió a quedar en silencio, salvo por un extraordinario sonido que retumbaba detrás de vosotros.
El gigantesco simio hizo retroceder a todos hacia el agua y su rugido pareció ser el principio del fin para vosotros.
Con los ojos brillosos y una mezcla de alegría por las palabras de Rose, y de miedo por la situación en la que estaban, Bill asintió a su prometida y ahora esposa.
-Hasta que la muerte nos separe.-
Con fuerzas revitalizadas, Bill gritó con las últimas esperanzas de que el plan funcione, pero poco a poco las fue perdiendo cuando aquellos necrófagos estaban ya a menos de diez metros de distancia.
Habrá que pelear... Si la muerte sola puede separarnos... ¡SOBREVIVIRÉ!
Cuando dió el primer paso para cargar contra los necrófagos con su lanza, vió que uno desapareció como si fuera succionado por el agua, y luego otro, y otro.
-Están aquí...- Se dijo. -¡Los mokmoths están aquí!- Gritó para advertir a todos, pero entonces su grito fue totalmente opacado por el de un simio gigante.
Rodeados como estaban entre esclavistas, necrófagos, bestias terrestres y acuáticas, el panorama era desalentador.
-Este es el fin... vamos a morir.-
Demonios, no los estamos asustando, ¡están cargando contra nosotros!
Freak apretó con fuerzas las empuñaduras de sus armas, preparándose para lo inevitable: luchar a muerte por la libertad y sus vidas.
Entonces los necrófagos comenzaron a desaparecer, los mokmoths debían de estar allí, y a sus espaldas sintió la enorme vibración del rugido del simio gigante.
Casi por instinto, buscó con la mirada una de esas raíces tan particulares con las que los radianos se "conectaban" con la naturaleza, quería hacerle saber al simio que ellos no eran sus enemigos.
Miró a un lado y luego al otro, no había nada más que manglares en esa agua, entonces se le ocurrió una idea.
Quizás porque ya había estado "dentro" de él o de sus hermanos, Freak se acercó al simio con cautela pero sin miedo. Tiró el machete del supervisor y el bate del béisbol, hundidos en el fondo del agua ya no sería fácil volver a encontrarlos, pero Freak quería asegurarse de que el simio no lo piense una amenaza. Poco a poco se acercó hasta estar frente a él.
Sin hacer contacto visual y mirando hacia abajo, como quien se acerca a un Rey para ganar su favor, Freak comenzó a preguntarse si no había perdido completamente la cabeza y comenzó a levantar una de sus manos.
Quería tocarle, tal y como los radianos tocaban las raíces; tal y como se tocaban entre ellos para comunicarse; tal y como habían hecho en el primer encuentro con Freak y con Lily en aquella suerte de oasis al bajar de la cueva.
Sin saber si el simio lo mandaría a volar de un enorme manotazo o si le permitiría tocar su pelaje, Freak solo repetía una cosa.
No somos enemigos, permítenos el paso, por favor... No somos enemigos, permítenos el paso, por favor...
Los gritos fueron constantes, aunque no tan incómodos como para impedir que Bill y Rose se besaran con auténtica pasión, dándose el "sí quiero". Lily lamentó no haber podido hacer una tarta nupcial para la pareja. ¡Hubiera sido tan ideal! Sería de ruibarbo y le pondría doble de mermelada, así como guindas para adornar el pastel. La mente de la pelirroja volaba libre hacia su cafetería, donde la gramola ponía música de Frank Sinatra y de los Mills Brothers. Suspiró como si estuviera enamorada, aunque en realidad. ¿No lo estaba?
Freak chillaba como un energúmeno. Era su salvaje favorito. Lily sabía que a su lado nada malo podía pasarle, así que cuando los necrófagos se metieron en el agua, con clara intención de atraparles, ella simplemente confió en la presencia de su amigo y no se movió ni un ápice, rogando mentalmente que las criaturas del agua tuvieran hambre y emergieran para comer un radiactivo festín.
- Espero que haya sido una buena idea... - Dijo antes de que los mutantes comenzaran a desaparecer en la negrura de las aguas - ¡El plan ha funcionado! - La alegría le duró más bien poco a la pelirroja, pues un sonido de elevadas cotas se escuchó a sus espaldas.
Lily se giró despacio. Muy despacio, mientras su rostro palidecía al ver al enorme simio que les miraba con cara de muy pocos amigos, dispuesto a darles una lección magistral de selección natural. Bill tiraba la toalla diciendo una frase derrotista, pues esperaba de alguna manera de que el enorme ser les matara.
Tomó la iniciativa Lucke, acercándose al enorme orangután, desarmándose en el proceso.
¡Qué haces loco! ¡No te acerques! ¡Te matará!
Los pensamientos de la pelirroja comenzaron a ser funestos, más cuando SU Lucke, levantó la mano dispuesto a tocar al peludo animal. Lily quedó quieta, congelada. No entendía nada, pero supo reaccionar adecuadamente. Su amigo no tenía las armas y estaba acercándose con cautela, quizás deseaba empatizar con la criatura. ¿No era acaso lo que ella hacía siempre con todo el mundo? Quizás no fuera tan mala idea.
- Monito bonito... Te ves lindo así relajado... Sí... Mucho... Hoy es un día especial, Bill y Rose se han casado. No queremos arruinarles la fiesta, ¿a qué no? - Le comentaba con suavidad, dando explicaciones de algo que seguramente le importase más bien poco al simio, pero quizás con su dulce voz calmase la bestia.
El simio parecía dispuesto a acabar con todos, no solo con vosotros sino con el grueso de los negreros que aún permanecía al otro lado de las aguas. La caída de los necrófagos les había sorprendido, pero aún disponían de muchas más armas. Sin embargo, la aparición del simio pareció convencerles de que aquel no era el lugar en el que debían estar.
Así que en cuanto aquel rugido atravesó todo el lugar, huyeron despavoridos, olvidándose de lo que habían ido a hacer allí, de vosotros, de sus esclavos que habían sido robados, y de volver a pisar aquel lugar que era tan peligroso, más de lo que habían supuesto,
Estaba claro para ellos que si aquellos seres que habitaban las aguas no acababan por devoraros, lo haría el simio y otros como él que seguramente estarían próximos.
Vuestras vidas estaban selladas.
Y a la vez que sucedía esto, Lucke tocaba al peludo animal, que gruñía y enseñaba sus enormes colmillos, y bajó la vista hacia aquel minúsculo ser, ese radiano marginado que era incapaz de hablar pero no de sentir y expresar emociones, que había sido el responsable de que el grupo hubiese llegado tan lejos y que ahora, estaba arriesgando su propia integridad para salvarles a todos.
El cuerpo del simio se encorvó ligeramente para ver mejor a Lucke y su mano, enorme, grandiosa a la vista de cualquiera de vosotros, que podía haber aplastado sin ninguna clase de problemas tanto a Lucke como a Lily, Bill, Rose y Andrés al mismo tiempo, descendía para colocarse al mismo nivel que el radiano, como si estuviese invitándolo a que subiese a ella.
Parecía como si Lucke hubiera sido identificado no solo como alguien que no representaba un peligro, sino también como uno más de ellos.
La presencia del gran simio daba miedo. Lily se encogió cuando la mirada de la bestia se deslizó entre los presentes, no dudando de que podría eliminarles con un solo golpe. Algo así debieron pensar también los necrófagos, los cuáles huían despavoridos ante la enorme criatura, dejando a los ciudadanos del refugio 252 completamente expuestos.
Lucke había demostrado valentía acercándose y el simio le tendió la mano, quizás interesado en que su amigo se subiera sobre su superficie. Lily tembló, ¿y si hacía daño a Lucke? ¿Y si le perdía para siempre? Era muy doloroso plantearse esa situación, y más en esos precisos instantes en los que estaba segura, sentía algo por él.
La pelirroja dio un par de pasos hacia ambos, no quería alejarse de freak. Si la bestia le dañaba, ella misma le tiraría de los pelos de los testículos. Y es que la muchacha sabía donde ir para hacer daño.
Como le hagas lo más mínimo, tendrás lo tuyo....
Sintiendo una gratitud inconmensurable que Freak intentó transmitir al simio, se acercó hacia su enorme mano, parecía que lo estaba invitando a subir.
Freak sentía que la bestia lo reconocía como uno de los suyos, y algo en él sabía que tenía un lazo particular con el bosque y sus creaturas, eran una pequeña parte de un todo mayor que no alcanzaba a comprender pero que sentía en cada fibra de su ser.
Se detuvo antes de poner el primer pie en la mano del enorme primate y miró tras de sí.
Si, finalmente tras una vida de marginación y soledad, Freak había encontrado su lugar en el mundo, pero pese a ese sentido natural de pertenencia que sentía, había algo que necesitaba para estar completo, y a decir verdad, era lo único que siempre necesitó.
Lily...
Estiró una mano esperando ver si la pelirroja la tomaba para subir juntos encima del enorme simio o no.
...todo lo que soy y seré, será siempre a tu lado.
¿Qué haría la pelirroja?
Los esclavistas habían huído despavoridos, probablemente dando por muertos a sus antiguos prisioneros a manos de aquella inmensa bestia, y no era para menos, el propio botánico creyó que su fin había llegado.
Vió cómo Freak se acercaba ante aquella amenaza, y recordó a los simios que le ayudaron la primera vez.
¿Será posible...? Definitivamente el simio no era un enemigo al ver cómo interactuaba con el radiano. Tengo que hacer estudios sobre éste bosque ni bien pueda... Dijo para sí sin poder ocultar su mente científica, y si en aquél mundo apocalíptico había una persona viva capaz de siquiera descubrir algo superficial sobre la extraña simbiosis entre los animales y las esporas de aquella nueva especie de planta nacida de la radiación, ese era Bill Chadwick, pero parecía que el botánico tendría otras prioridades en el corto plazo.
-Rose... ¡Estoy tan feliz de que estemos vivos!¡Lo logramos!- La tomó de las manos con ojos llorosos. -Rose...no, mejor dicho, Señora Chadwick, ¡quiero que formemos nuestra familia al llegar al bosque! ¡La vida es tan importante! Sé que alguna vez dije que solo quería uno o dos hijos, pero... ¡Ahora quiero siete al menos!- La besaba, estaba tan emocionado que no podía para de hablar. ¡Estamos vivos, maldita sea! Pensaba alegre, y es que los últimos días había visto y pasado demasiadas cosas. Vieron morir la esperanza y su proyecto de vida en el refugio cuando fue invadido, vieron la muerte de amigos y familiares, vieron la muerte en los páramos que contrarrestaba a la vida en estado puro al descubrir el bosque, vieron renacer la esperanza y tuvieron que dar muerte con sus propias manos a aquellos que les arrebataban la posibilidad de un futuro... Tanto acercamiento entre la muerte y la vida, le hizo revalorizar tales conceptos. -Y si el primero es hombre, ¿Qué tal si lo llamamos como tú padre? Pero si es mujer... si es mujer, quiero que se llame Layla.-