-Disparé una flecha pero la puntería no es mi fuerte. - Ningún tipo de enfrentamiento armado lo era en verdad. -Pero sirvió para distraerlos al menos y que sintieran que teníamos una ventaja mayor de la que en verdad teníamos. Si hubieran decidido atacaros, lo lamento mucho pero mi ayuda habría sido muy pobre. - Le respondió a Axe.
Siguiendo las palabras de Mut se dedicó a registrar los bolsillos del hombre caído, quien al parecer era el jefe del grupo atacante. También comprobó si llevaba algún colgante o símbolo que pudiera proporcionarles una pista de su identidad, o al menos del grupo al que pertenecían, y del mismo modo comprobó sus brazos. A veces aquella clase de bandidos se hacían tatuajes o marcas que les ligaban a una banda concreta. Tal vez no lograran identificar el símbolo pero podrían hablar con algún guardia que supiera de esos temas.
Alguno de vosotros parecía haberse quedado con un sentimiento agridulce. Poca información, dos de ellos habían escapado… Pero así son las cosas, no siempre sale todo perfecto. Los demás también jugaban sus bazas. En la próxima ocasión sabríais que esto era algo que podía volver a ocurrir, y habría que conformarse con ello, o tomar diferentes medidas.
El chico apenas se había llevado un pequeño golpe en la espalda y la cabeza. Le saldría un chichón, pero la herida no se había abierto.
El encapuchado vestía con ropas oscuras. Tendría unos 35 años. Una melena con unos pocos mechones grises. Llevaba encima seis monedas de oro. Una espada ancha y una ballesta, esta última parecía ser de excelente calidad. No tenía tatuajes ni distintivos, quizá querían pasar desapercibidos a propósito.
Cerrasteis ventanas y permanecisteis alerta esa noche. Y a partir de la mañana siguiente organizasteis guardias. Además de llevar al chico a la habitación superior, donde resultaría más complicado intentar secuestrarlo o asesinarlo.
Las horas se hacían largas montando guardia. Pero la paciencia también es una virtud y obtuvisteis recompensa. Al quinto día desde que lo encontrasteis amaneció con un sudor frío sobre toda la piel. Pero despejado y con los ojos abiertos. El chico se había recuperado.
Os contó que su nombre era Saer Bruk y que junto con su padre y unos cuantos hombres más, iban río abajo con un pequeño barco de transporte (el que visteis quemado). Era de noche y vieron una luz potente, pensando en que se trataba de un faro desviaron su curso, pero resultó tratarse de una emboscada. Encallaron en la orilla y al mismo tiempo fueron asaltados. Pillados por sorpresa los acribillaron a flechazos. El chico logró saltar al agua tratando de salvar su vida, pero uno de los bandidos lo vio y lo alcanzó con una flecha. El chico se hizo el muerto y se dejó arrastrar corriente abajo hasta la ciudad. Donde ya con hipotermia, la pérdida de sangre y el principio de la infección cayó inconsciente delante de la posada.
Recuerda que estando semi inconsciente, como en sueños, encontrarse en el salón de la posada y haber visto uno de los asaltantes (aquel día que lo visteis con los ojos abiertos de par en par y temblando, pensasteis que había empeorado, pero en realidad, nadie se percató de que estaba mirando fijamente a un hombre que había entrado en la posada)
Aquel asaltante volvió con sus compinches. Creían al chico muerto y no querían testigos, nadie que los pudiera reconocer. Decidieron volver, llevarlo a cuestas hasta el río y ahogarlo allí. Sus crímenes quedarían impunes. Pero no habían contado con vosotros. Con su jefe muerto prefirieron salvar la vida. El chico los podría reconocer, pero había otra opción a matarlo, huir bien lejos y no volver a cruzarse en su camino.