Estaba con la guardia en alto mientras Laymbra empezaba a pasar las paginas a aquel libro. No quería que nada más nos pillara por sorpresa a ninguno. Ya era suficiente el daño que habiamos recibido.
Por suerte Laymba terminó encontrando algo que al leerlo resultaba enigmatico y al mismo tiempo terrorifico. Parecía una profecía más bien que un mensaje... pero el hecho que mencionara los cuatro cristales nos estaba dando el pie para que volvieramos al orfanato si o si.
Asentí con la cabeza mientras reposaba de la postura de guardía - Está bien, corramos al orfanato. - Que Laymbra levantara el libro me hizo ponerme en guardia otra vez - Corred, por si acaso. Saldré detrás de vosotros. - Les dije para avanzar lentamente hacia la salida.
Conociendo cual sería el camino de vuelta, el grupo consiguió salir de las ruinas en un tiempo record y con la soltura de no tener que plantarle cara a ningún obstáculo o trampa.
Era de agradecer la brisa del exterior que impactaba con vuestro cuerpo, algo agobiado de permanecer tanto tiempo en unas instalaciones subterráneas donde habían pasado años desde que recibió visita por última vez.
Ahora el grupo estaba en un lugar seguro, o al menos eso creían, Laymbra era aquel que portaba el libro de tapas doradas cuyo enigmático contenido encerraba más preguntas.
Tomasteis rumbo de nuevo al Orfanato, por suerte al igual que antes el camino era bastante seguro, aunque no sabíais si era realmente por el tipo de terreno o por la velocidad que adoptaban vuestros chocobos a la hora de atravesar las espesas llanuras a gran velocidad.
El cielo se tornaba cada vez más oscuro y los relámpagos azotaban el aire generando campos de luz que dotaba de claridad el terreno durante unos breves segundos.
El súbito estruendo provocaba que los chocobos estuvieran más nerviosos, por suerte el edificio del orfanato estaba en las afueras y se llegaría en cualquier momento.
Aproximadamente una hora después los intrépidos aventureros llegaron a las inmediaciones del edificio, justo en los jardines del exterior se encontraba la directora Bariday. Actualmente se encontraba junto a la tumba de vuestro hermano caído.
Ella se encontraba arrodillada y con los ojos cerrados, en su mano estaba el cristal que portaba.
La mujer no podía contener sus lágrimas, su sentimiento de pesar era contagioso sin embargo se notaba que hacía todo lo posible por mantener la compostura. Os observó llegar y os dedicó una sonrisa cálida.
- Me alegra saber que habéis vuelto sanos pequeños míos... - dijo aún claramente conmocionada.
- Decidme... ¿qué habéis encontrado en Refugio Estelar? siento que a cada minuto que pasa avanzamos hacia un desenlace que no traerá más que pesar y lamento a nuestras vidas - después volvió a mirar a la tumba.
- Y me temo que esto no solo concierne a mis chicos, sino a todos - su última palabra retumbó al unísono que un relámpago que marcó el punto de inicio de una gran tormenta, el viento azotó con más fuerza y la lluvia os golpeaba lateralmente el cuerpo con violencia.
A diferencia de la ida, la vuelta fue más silenciosa. Laymbra cabalgaba su chocobo sin hablar más allá de reconducir al animal en alguna dirección concreta, todavía dándole vueltas a las palabras que había leído y el peso que suponía tener el libro en su bolsa, como si le estuviera susurrando palabras que no entendía.
Ascendió la mirada cuando las nubes sobre su cabeza se arremolinaban y oscurecían. Notaba la tormenta acercarse y el chocobo también, acariciando el pelaje del animal para tranquilizarlo mientras aumentaba la velocidad, inclinándose levemente para no caer hacia atrás. El estruendo hizo que mirara a sus compañeras y luego al frente, vislumbrando por fin las paredes del orfanato.
Aminoró la marcha cuando entraron en los terrenos de la directora, dejando al animal en un lado para que pudiera descansar resguardado de la tormenta y bajándose de un salto, ayudando al resto por si lo necesitaba.
Le destrozó ver a la mujer que había sido una madre para él tan destrozada, colocándole una mano en el hombro y apretando, una muestra muda de cariño que concluyó con una triste sonrisa.
Creo que encontramos lo que nos indicaste, pero será mejor hacerlo dentro.- El viento cada vez era más agresivo, empujándole levemente mientras la lluvia mojaba sus prendas.- Estamos bien.- Estaban heridos, confusos y cansados, pero prefería no añadir la completa verdad de su viaje para no preocuparla, colocando un brazo alrededor de la mujer para llevarla al interior, cubriéndola lo que pudiera de la tormenta.
Afortunadamente el viaje de salida de las ruinas fue mucho más sencillo y menos peligroso que el viaje de ida. Me reconfortó sentir de nuevo aire fresco sobre la cara y por un momento me dejé llevar por esa sensación, pero el viento traía presagios de tormenta y las nubes se ennegrecían a nuestro alrededor.
Magullados y agotados, la cabalgada en chocobo de vuelta al orfanato fue mucho más silenciosa. El animal se mostraba inquieto ante la inminente tormenta, así que tenía que estar atenta para calmar a la criatura y redirigirla por el camino. Las palabras alabando la nobleza de mi amigo emplumado parecieron darle ánimo y llegamos ante el orfanato sin ningún problema.
Bariday parecía continuar con su duelo. Para ella descubrir la muerte de nuestro compañero había sido algo devastador, y si lo que el libro decía sobre cuatro cristales era cierto todo esto podría ser un mal presagio. La directora quiso saber del resultado de nuestra búsqueda al momento, pero Laymbra supo redirigirla a un lugar más cómodo y calmado.
- Laymbra tiene razón. Vayamos antes dentro. Tenemos la tormenta encima y no debe estar fuera con tan mal tiempo.
Al salir de aquel lugar, agradecida por no encontrarnos con problemas, maldije el hecho de tener que volver a cabalgar a lomos de aquel animal. Sin embargo la prisa que llevabamos y la importancia del asunto hizo que no me importara el hecho de realizar el rumbo a lomos del Chocobo. También empecé a cogerles gusto un poco cuando se pusieron a toda velocidad.
Por desgracia el camino no iba a ser de rosas, pues en mitad del mismo las nubes empezaron a cubrir todo el cielo a nuestro alrededor con su fiereza, amenzando que iba a tronar como si no hubiera un mañana - Será peligroso mantenerse al raso así, será mejor que lleguemos al orfanato cuanto antes. - Sentencié aunque era seguro que estaba en mente de todos el hacerlo.
Por suerte estabamos cerca, al igual que veiamos el orfanato también vimos a la figura de la directora Bariday llorando en la tumba de nuestro hermano común. Era descorazonador no poder hacer nada por el, y mucho menos no poder consolar de otra manera a la que fue nuestra madre común durante mucho tiempo... Apoyé mi mano en su espalda mientras mi compañeros aconsejaban ver el libro dentro. - Es lo mejor. Además que estas sorpresas es mejor sopesarlas en caliente. - y fui tras los demás para una vez dentro explicarle todo.
Una vez a resguardo dentro del orfanato, comenzasteis a explicarle a la directora todo lo que habíais vivido dentro de aquellas ruinas subterráneas, pero el clímax de la conversación llegó cuando se hizo alusión al libro y al texto que había escrito en él.
Bariday no tardó un instante en tomar el libro y comenzar a ojear por ella misma tomando como referencias las indicaciones que le habíais dado. El gesto de la mujer era de absorción absoluta, estaba tan concentrada en el texto que hasta parecía haber dejado atrás el lamento por la pérdida de su "niño".
En cuanto sus pupilas dejaron de recorrer de un lado a otro la directora se quedó callada. Después os miró a todos y observó su mano, la cual aún portaba el cristal de vuestro hermano.
- Esa cueva... estoy segura que puede estar relacionada con los orígenes de los cristales, son demasiadas coincidencias... - aquellas palabras sonaron extrañas para vosotros.
- Estos cristales fueron encontrados originalmente cerca de una cueva, ¿se referirá a la misma? pero nunca ha tenido nada especial, solo era un agujero de rocas ennegrecidas por el tiempo... - la mujer cerró el libro
- Por favor, necesito que vayáis allí, quizás este libro esté indicando el camino para encontrar algo en esa cueva, quizás sea la solución a esta catástrofe climática, o como mínimo que nos de una explicación de qué provoca esta espiral de oscuridad en nuestro mundo... necesito que hagáis esto a pesar de saber que no estáis atados a responder a mi súplica - dicho aquello lentamente os hizo entrega del colgante de Zerion.
La directora cerró los ojos y tomó aire. Antes de comenzar a hablar os miró durante unos segundos en completo silencio, era una mirada directa a los ojos, muy expresiva y sobre todo sincera.
- A simple vista solo son cristales... un simple abalorio pero yo sé que son algo más, no forman parte de la simbología de ninguna casa noble o reino y sin embargo vosotros... - suspiró - llevabais uno en su cuello, era como una señal, pero en su momento no quisimos investigar más, no lo vimos apropiado.
- Yo creo que estas piedras tienen un mensaje, un mensaje que debe ser llevado al lugar adecuado y... - volviendo a centrarse en el libro - el único lugar que puede tener un vínculo con los artefactos es esa cueva, pero a partir de ahí no puedo adivinar qué es lo que sucederá o qué es lo que hay que hacer. Por eso necesito que estéis juntos, que portéis estos cristales e investiguéis esa cueva, debe haber algo, una señal, un rastro, cualquier mera pista será un avance - después os indicó en un mapa.
- Esa cueva está situada dentro de la cadena montañosa septentrional, no está lejos de aquí pero hay un problema, no sé si después de tantos años el lugar seguirá teniendo un acceso visible y claro, pero sé que seréis capaces de encontrar la manera de acceder ¿verdad? - acto seguido comenzó a daros indicaciones más específicas de donde "debería" estar la cueva, para que así pudierais tomar rumbo.
- Por favor... si encontráis en el interior cualquier peligro, del tipo que sea, no arriesguéis la vida, ya buscaremos más indicios o pediremos ayuda, pero no quiero que más vidas inocentes se esfumen por ayudar a este mundo -
Podéis narrar vuestras impresiones y si queréis, tomar rumbo a la cueva misteriosa que os ha indicado Bariday.
Al estar en el interior del orfanato, lo primero que hizo el invocador fue quitarse la larga chaqueta que cubría su cuerpo, húmeda por la lluvia, y dejarla sobre una silla para que pudiera secarse, quedándose con el torso desnudo. Lo siguiente fue comprobar que el interior de la bolsa no se había dañado, dejándolo en el mismo lugar antes de atusarse su largo cabello y quitarse algunos mechones pegados en su frente.
Necesitaba entrar en calor antes de coger una hipotermia, buscando una manta para pasársela por encima y cubrir su cuerpo, secándose las perladas gotas de lluvia que descendían por sus brazos.
Esperó a que la directora leyera el libro y les resolviera la misteriosa página, colocándose a su lado e instigando a sus compañeras a que se acercaran, incluso cederles la manta si lo necesitaban y no había más a la vista.
Nos abandonaron siendo bebés y nos cuidaste. Acudimos aquí a tu llamada sin pensarlo.- Cerró los ojos, sosteniendo entre sus manos el colgante de Zerion, anidado por tantos recuerdos vividos.- Si hay algo que pueda hacer para agradeceros todo lo que habéis hecho no dudes que lo haré.- No era capaz de ponérselo en el cuello, no era suyo pero tampoco quería despegarse de él, atándose la cadena a la mano para formar una especie de pulsera.- Antes de partir necesito descansar. La expedición hacia las ruinas nos causaron heridas que me gustaría sanar, al igual les hará bien a ellas.- Sonrió a ambas, sin saber todavía si aceptarían la aventura.- No os preocupéis, no arriesgaré más de lo necesario.
Antes de partir me gustaría curarme, que eso de ir con un corazoncito por la vida no me gusta demasiado xDD
Bariday siguió nuestra historia con especial pasión e interés. Sus ojos se iluminaron cuando le dimos el libro y devoró cada palabra del misterioso pasaje. Si había alguien capaz de dar sentido a las palabras era ella, pues tenía más experiencia en la vida y más información que nosotros de la época en que nos encontraron.
Las palabras de la directora eran ominosas. Ella creía que había algo más detrás de todo esto, detrás de nuestra llegada al orfanato y detrás de nuestros cristales. A mí me costaba creer que hubiera algún destino que nos guiara, pero la pasión con la que la directora defendía sus creencias era conmovedora. Aparte, tenía una deuda de honor con ella: había sido mi primera familia y debía honrarla como tal. Debía ver a dónde llevaba todo esto por Bariday, por mi clan y por mí misma.
Laymbra parecía decidido a partir a la cadena montañosa de la que nos habló la directora. Sin embargo, el viaje parecía haber hecho más mella en nuestro compañero que en Tanya o en mí, y un descanso era necesario. Asentí a las palabras del invocador mientras miraba a Bariday.
- Investigaremos este asunto hasta el final, y haremos cuanto sea necesario para obtener la información que buscamos, pero un pequeño respiro antes de partir no sería nada imprudente. Mejor esperar a que arrecie la tormenta que enfrentarse a ella en terreno de montaña.
Una vez dentro del orfanato, empece a quitarme la armadura poco a poco para que el agua que habia en esta no empapara alla por donde pisara. La deje a un lado de la entrada quedandome solo con la ropa básica que llevaba debajo, la cual se trataba de prendas comodas de color rojo. Solo mantuve conmigo la lanza de la cual no me despegaba y en este caso usaba de baston. Me mantuve un poco al margen por detras de Laymbra escuchando todo lo que la señora Bariday tenia que decir.
La situacion no parecia desentrañar muchas de las preguntas que nos haciamos, al contrario. Solo nos generaban mas y mas dudas. Tan solo pude coger el colgante del que pendia mi cristal para verlo preocupada y con curiosidad - Algo tan indefenso puede convertirse en algo tan importante. Es algo que no podemos ignorar
Viendo que todos estaban de acuerdo en ir me quedé a un lado para dar mi opinión. - Iremos, no se preocupe. Pero como dice Laymbra, deberiamos descansar y al menos esperar que pase la tormenta... O al menos a reponernos de la última expedición. - a pesar de que el lugar no estaba lejos, era recomendable reponer fuerzas, y ademas esa tormenta daba mala espina - No se si deberiamos de hacer guardia - mencione a los compañeros mostrando preocupación mientras recogia mi pelo hacia alante procurando evitar mojar nada