Un nuevo día había llegado a vuestras vidas, pero no sería uno cualquiera. Os sorprendió gratamente la llegada de una carta: era sencilla y con una caligrafía bastante esbelta, no sabíais como pudo llegar a vuestras manos ni cuanto habían tardado para localizaros pero aquella fina hoja iba directamente dirigida a cada uno de vosotros, su remitente era la directora del orfanato de Hagand, la señorita Bariday.
Conservar recuerdos de ella o el orfanato era difícil, erais muy pequeños cuando abandonasteis el lugar para ser acogidos por otra familia, sin embargo las palabras estaban cargadas de amor y sinceridad. Había frases como:
"Sé que ya no te acordarás de mi, pero yo no me he podido olvidar de ninguno de los pequeños que han estado bajo mi tutela" que eran capaces de arrancaros un trozo de nostalgia y melancolía. Otras hacían referencia a vuestros colgantes
"Espero que aún mantengas aquel cristal que te acompañó al igual que a tus hermanos... por alguna razón siempre he creído que te ha protegido y dado suerte durante todos estos años"
La carta finalizaba haciendo un llamamiento
"Son tiempos oscuros los que azotan nuestra tierra, no han pasado inadvertidas ante mis ojos las hazañas que has completado tanto tú como el resto de tus hermanos, aquellos que compartieron las mismas horas en el orfanato cuando erais solo unos bebés. Solo vosotros podéis ayudar a esta zona abandonada por los reyes y gobernantes a luchar contra el mal que vuelve inseguras nuestras tierras. Acude en cuanto puedas a Hagand, allí te recibiré tanto a ti como a tus hermanos con los brazos abiertos"
Para vosotros encontrar la zona donde estaba el orfanato sería fácil, algo hizo que nunca quisierais olvidar esa parte de vuestro pasado, ese "origen", vuestra familia nunca ocultó que erais adoptados, de hecho se sentían orgullosos de teneros e incluso respetaron que decidierais embarcar vuestras vidas a viajes plagados de aventuras y emociones, a pesar de los peligros... la cuestión era ¿por qué tantos esfuerzos por parte de la directora, persona que hace más de 15 años que no sabéis nada, decida contactar con vosotros? las respuestas solo se encontrarán en Hagand...
¡Bienvenidos al mundo de Final Fantasy!
Aquí debéis narrar vuestras impresiones, lo que será el sentir que una parte de vuestro pasado vuelve para reclamaros ¿ayuda?. Abandonasteis el orfanato en diferentes edades, entre los 10 y los 15 años (a vuestra elección), pero la cuestión es que han pasado ya 15 desde que una nueva familia os acogió (sois libres de elegir como han sido esos 15 años)
Dicha carta la habéis podido recibir ya sea en el calor de vuestro hogar o a través de un mensajero (humano o animal) que os ha localizado allá donde estuvierais. Debéis finalizar el post narrando vuestro viaje a Hagand, sois libres de elegir si estabais muy lejos o cerca de la ciudad, al igual que el método elegido, simplemente tenéis que procurar tener en cuenta que actualmente se vive un ambiente de miedo y tensión por el cambio climatológico tan brusco y la aparición de monstruos en la superficie.
Haced el mensaje público así nos deleitamos todos :D
No llegaron a 14 días los que pasé lejos de mi clan cuando me alcanzó la carta. Vino de la mano de Korach, un orgulloso guerrero que había seguido mis pasos para darme alcance. Una parte de mi orgullo se sintió atacada por la facilidad con la que Korach me siguió el rastro, pero el hombre era mayor que yo. Tenía más experiencia en la vida y como guerrero, así que acepté la lección con toda la humildad que pude.
La carta provenía de mi anterior vida, antes de unirme a los Cahan a la edad de 10 años. La directora del orfanato de Hagand donde pasé mis primeros años aun parecía recordarme bien a pesar de que mis recuerdos sobre ella fueran más borrosos. Sin embargo, tenía una cosa clara en mi memoria, y era que se trataba de una buena mujer y de que me cuidó bien mientras viví en el orfanato. En la carta, me pedía que volviera a Hagand a visitarla, pero los detalles no eran claros y no sabía si se trataba de una llamada de socorro o de algo diferente. En cualquier caso, Korach me dijo que los ancianos habían leído la carta (no me ofendí, pues los Cahan no guardamos secretos entre nosotros) y que habían decidido que mi búsqueda podía esperar, ya que la deuda de honor que me ataba a la señorita Bariday la adquirí mucho antes de unirme al clan. Habían mandado a Korach para darme la carta y la noticia de su decisión. Mi honor me ataba a mi clan, pero también a esa mujer que había hecho tanto por mí. Estaba claro, visitaría Hagand y repagaría mis deudas antes de reemprender mi viaje.
Ofrecí a Korach campamento para la noche, ofrecimiento que aceptó con facilidad. El mundo estaba cambiando recientemente, más inhóspito y peligroso, y ni siquiera guerreros como los Cahan despreciaban la oferta de la seguridad y el calor de un compañero. Por la mañana compartimos un entrenamiento matutino donde aprendí de la técnica de un guerrero más experto y tomamos un desayuno frugal antes de separarnos. Él viajaría de vuelta al clan con la noticia de nuestro encuentro y yo iría hacia Hagand a buscar aquello que el destino nos deparara.
Por suerte, no me encontraba a muchas jornadas de viaje de la ciudad cuando me alcanzó el mensaje. Tan solo tuve que desandar una jornada de viaje y retomar el camino hacia el sur en una encrucijada. Preferí hacer esto para viajar por camino y evitar ir campo a través, pues aunque hay gloria en cada combate no se debe confundir la búsqueda de gloria con la temeridad. El momento de la batalla ya llegaría, ya que cada vez eran más los monstruos que se veían a plena luz, y cada vez eran más osados.
Los cuatro días de viaje hacia Hagand fueron tranquilos y rutinarios: largas caminatas a la luz del día, entrenamientos por la mañana y al atardecer y noches de descanso ligero, acompañado con comidas más pequeñas de lo que me hubiera gustado. Durante el viaje tuve tiempo de recordar un detalle de la carta de la señorita Bariday en el que mencionaba el colgante de cristal que tengo desde que era una niña. No se trataba de nada especial, pero guardaba valor personal para mí y me sorprendió que la mujer lo recordara. Aun a día de hoy pendía el colgante sobre mi cuello.
Finalmente divisé Hagand. El viaje había sido tranquilo, pero mis raciones empezaban a escasear y necesitaría reponerme en una tienda. A pesar de eso, decidí que lo primero sería ver cuál fue el motivo por el que me llamaron, así que emprendí la búsqueda del orfanato.
De mis mayores logros sin duda el mayor y para mi familia adoptiva, fue el ser una soldado de liga Dragoon, los caballeros draconitos de la nación. Todos y cada uno de nosotros somos soldados solitarios, algo que sin duda me vino bien frente mi actitud. Siempre he preferido trabajar sola antes que tener que preocuparme de que mis compañeros recibieran daño y durante años he podido entrenar con los mejores para ello. Quizás el único problema de ser una caballera dragontina, era estar sola durante los viajes, aunque alguna que otra vez tuviera que ir con alguien.
En este caso no era así, iba sola de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, para superar la misión que me fue conferida. Fue ya después de dicha misión cuando un emisario vino a mi con una carta. Dicha carta era de un lugar de mi pasado el cual aún no había olvidado, pero jamas pensé que volviera a cruzarse en mi camino. En parte me alegraba de ello, era como volver mi mente a algunos buenos años de mi vida.
Aunque no todo eran buenas palabras pues las últimas frases de aquella carta me dejaron ciertas dudas sobre que ocurría. No obstante, no iba a ser yo quien dejara tirada al lugar y a la persona que me cuidaron hasta mi adopción, eso sería siempre lo último que hiciera.
Mi mano se aferró al cristal el cual saqué de mi armadura y estaba colgado a mi cuello - Siempre hay tiempo de un pequeño desvio antes de informar de una misión bien hecha. Aún así informaré por carta de mi ausencia y el resultado de la misión - Hablaba conmigo misma, pero ya era mucho tiempo haciendolo. Simplemente hice lo propio antes de encaminarme a Hagand. Por suerte sabía el camino que había que tomar, aunque fueran muchos días de camino solo pensaría en quien vería al llegar allí en agradecerle todos aquellos años de cuidados que nos dió.
Carlaaaas, te dejo todo el día de hoy para que postees ¿vale? ya mañana tendré que seguir para que no afecte mucho más al ritmo.
Espero que no andes muy resacosa de fin de año jaja
¡Besos!
Esa mañana estaba tendido sobre la hierba bajo el cobijo de un gran árbol. El viento movía sus cabellos de forma grácil, obligándole a veces a apartarse rebeldes y voladores mechones del rostro para que no le molestara, mientras acomodaba la espalda en la corteza del roble que le acompañaba.
Cerraba los ojos disfrutando del sentido auditivo. El plácido mecer de la hierba bajo su cuerpo, el cantar lejano de los pájaros y algún jolgorio del pueblo más cercano, colina abajo. Luego fueron unos menudos pero rápidos pasitos que se acercaron a su posición hasta estar lo suficientemente cerca como para escuchar la entrecortada respiración por la caminata.
Abrió los ojos para encontrarse con una pequeña de sonrosadas mejillas y amplia mirada, la misma que recordaba haber visto el día anterior cuando paseaba por el pequeño pueblo. Le tendió una carta sin remitente, sólo un único nombre escrito en un lateral, el suyo.
Correspondió a la pequeña mientras cogía la carta con una cálida sonrisa y una leve inclinación de cabeza, esperando a que se fuera con sus padres o a jugar antes de leer su contenido.
De entre todas las cosas que se esperaba, lo último era una carta de su lugar de origen. Tenía escasos y confusos recuerdos del orfanato, algún aroma, un par de voces distorsionadas y lo que no sabía si eran hechos reales o fruto de su alocada imaginación, pero sabía que había sido y siempre sería, en su corazón, su verdadero hogar.
Era demasiado pequeño cuando abandonó el cobijo del orfanato, un niño sin experiencia adoptado por una pareja circense que se dedicaba a viajar por el mundo con su espectáculo. Cuando tuvo la edad suficiente partió en solitario, conociendo el resto del mundo que le esperaba impaciente a su descubrimiento.
Leyó meticulosamente el contenido mientras se perdía en sus innumerables vivencias, rozando con la yema de los dedos el cristal que pendía de su cuello de forma inconsciente al llegar a ese punto de la carta. En algún momento se había preguntado de dónde venía ese amuleto y, hasta el momento, no recordaba su origen. Le alegraba saber que algo con tanto significado siguiera acompañándole aunque ahora fueran tiempos oscuros.
Se levantó tranquilamente mientras doblaba la carta y miraba al horizonte, donde las nubes se arremolinaban y las montañas se hacían visibles. Llevaba años sin visitar Hagan pero conocía el camino tan bien como si el día anterior lo hubiera transitado, así que cogió el bolso de piel que había a un lado del árbol, colgado en una de sus infinitas ramas y donde guardaba todos sus enseres indispensables para el viaje más los regalos agradecidos de los pueblos que visitaba antes de partir.
Era hora de volver a casa.
Los sentimientos que afloraron tras el reencuentro dejaron huella. Poco a poco ibais llegando a aquel orfanato que os vio crecer, aprender, cometer errores e incluso amar.
La Directora Bariday seguía como el primer momento, esa imagen de una mujer afable, cariñosa pero a la vez recta apenas había cambiado, si acaso algunas arrugas que sabía disimular con soltura... pero entre los abrazos y gestos de cariño hubo un hueco para la desolación.
La tristeza inundó vuestros corazones cuando comprobasteis que de los “Cuatro Inseparables”, ahora tan solo quedabais tres. Zerion no había aparecido, no había acudido a la llamada de Bariday ¿Qué habría podido pasar? ¿Habría fallecido? Decidisteis esperarle, porque algo os decía que aquel encuentro debía ser “completo”, pero ese día nunca llegó.
Cuando asumisteis la realidad, que tan solo quedabais tres, que los años no pasaban en balde, llegó el momento de tratar de seguir adelante, de conocer el verdadero motivo de este llamamiento tan enigmático.
Aquí debéis narrar vuestras impresiones ante el reencuentro y las noticias de la pérdida de uno de vuestros compañeros.
Recordad que realmente los 3 que quedáis de niños os llevabais bien, como normalmente solía llevarse una “pandilla” pero que con el paso de los años se distanciaron.
Muchos recuerdos de mi infancia despertaron, como si hubieran estado esperando todo este tiempo para aflorar de nuevo, nada más divisar el edificio del orfanato. Allí había crecido, aprendido, hecho amigos y explorado. A pesar de que no era perfecto y de que pasé malos momentos, siempre recordaba una presencia amigable cuando me encontraba mal. Aunque hubiera crecido sin padres, sentía que fui una niña afortunada.
En el orfanato se produjo un inesperado reencuentro conforme fueron llegando los que fueron mis amigos más cercanos durante mi estancia. Recordaba con cierta claridad cómo habíamos vivido aventuras o simplemente pasábamos las tardes de verano juntos bajo algún árbol. Allí estábamos, más de una década después, y a pesar de que se trataba de un encuentro cálido no podía quitarme una sensación agridulce del cuerpo: ya no éramos niños. Habíamos pasado tanto tiempo o más viviendo con nuestras nuevas familias que el que vivimos juntos. Dejamos atrás una pandilla de niños que se conocían perfectamente, pero no tenía forma de saber cómo eran los adultos con los que me reencontraba.
Por otro lado estaba la ausencia de Zerion. El que era el cuarto miembro de nuestra cuadrilla no apareció, y aunque no le pude dar muchas vueltas a la cabeza al principio sí que cabilé con las distintas posibilidades. ¿Habría fallado el envío de la carta, o habría ocurrido algo peor? Quizá no quería acudir a la llamada de Bariday, o no quería ser encontrado, incluso podría haber fallecido. Ha pasado mucho tiempo y hay muchas preguntas sin respuesta, y era hora de responder algunas de ellas y descubrir por qué se nos había llamado al orfanato de nuevo.
Ver a sus compañeras de pie en la entrada era hacer un viaje al pasado. No las veía a ellas envueltas en sus flamantes armaduras y con espadas que un hombre normal podría levantar, más bien veía a dos pequeñas niñas de vestidos largos y cabello recogido que tanto recordaba, aquellas que corrían cuando jugaban, que gritaban su nombre al estar más separado del grupo y que le animaban.
Se paró al tenerlas cerca, pasando la mirada de una a la otra sin decir nada. El tiempo habrá cambiado sus cuerpos, incluso sus mentes o algo de su actitud, pero sabía que sus mejores amigas, hermanas, e incluso su primer amor estaba frente a él, aquél que a día de hoy no había podido olvidar y despertaba en su interior un cosquilleo que creyó dormido. Por eso las palabras sobraban, abriendo los brazos para fundirse en un largo abrazo con ellas.
Pero su corazón estaba dividido, pues sabía que en ese grupo todavía faltaba una persona. Su fiel amigo y escudero en las batallas de niños, aquél que le había despertado largas noches para contar sus fantasías más alocadas a los pies de la cama de la habitación que compartían.
Miró a la puerta con la esperanza de verle entrar en cualquier momento, pero la preocupación y tristeza crecían a medida que las horas pasaban. Acarició el colgante que pendía de su cuello mientras buscaba un asiento, meditando en todo lo que sucedía y negando que la posibilidad de su temprana muerte pudiera ser cierta.
Directora, ¿a qué dirección mandó la carta de Zerion? – Pensó que, tal vez, ellos podrían ir a buscarle, comprobando así que habría sido un error de comunicación.
Al llegar al hogar de mi infancia pude ver de primeras a mi mejor amiga y confesoras, alguien en quien, de pequeña, podía confiar puramente. Algo más que una amiga, una hermana casi como de sangre o incluso mejor. El tiempo fue lo que hizo estragos ante las relaciones se forjaron con ella y con quien entró después por aquella puerta. Estaba feliz por un momento, olvidando por un segundo el verdadero motivo por el que estaba allí. Sin embargo observando a los miembros del antiguo grupo que formamos en este mismo orfanato, faltaba uno.
-¿Donde estaba Zerion? - Esa era quizás la pregunta que nos haciamos los tres mientras esperabamos que por cierto acto de milagro, un cuarto miembro abriera la puerta y el grupo estuviera completo.
Mientras esperabamos me reconcomía en la mente las preguntas de como habían ido sus vidas y... si ellos pensaban que había cambiado mucho. De ser una pequeña niña normal y apenas fuerte a ser como era ahora, era una diferencia abismal que solo el tiempo, los que me adoptaron y yo, sabiamos que ocurrió. Pero era normal. Lo mismo pasaba con Sláine, una amiga que nunca esperé verla como estaba ahora y con Laymbra, quién parecía estar más calmado que de pequeño.
Pero por mucho que esperaramos, había que hacer las preguntas pertinentes, y fue Laymbra quien se adelantó. Tras el eco de sus palabras miré a la directora para oir la respuestas que los tres esperabamos oir y que aún a sabiendas de que podrían ser las peores que podriamos oir de sus labios, esperando fervientemente que solo fuera un retraso, o que el no fue llamado.
Aunque todos ansiabais obtener respuestas, fue el tiempo quien se encargó de poner cada cosa en su sitio.
Bariday os acogió como si fueseis sus hijos biológicos y lloró la pérdida de Zerion, porque precisamente el tiempo fue lo que demostró que había fallecido. ¿La Prueba? Una carta que llegó al orfanato por parte de la esposa del aquel huérfano intrépido que dejó mella en vuestros corazones.
Dicha carta implicaba dos detalles importantes: uno de ellos era que la esposa indicaba que Zerion falleció a causa de un infarto, fue una muerte súbita. Por otro lado estaba la prueba irrefutable de que aquello era cierto: la carta iba acompañada de su colgante.
Se hizo un pequeño funeral en la parte de atrás del orfanato donde la directora dedicó unas emotivas palabras, no sin antes colocar el colgante que quedó huérfano sobre la lápida...
Tras el íntimo funeral, todos os reunisteis dentro del hall principal.
- Gra... gracias chicos, tardaré en superarlo pero al menos os tengo aquí... por favor, no olvidéis nunca vuestros orígenes - se quedó unos instantes en silencio, aún abrumada por la situación.- Tengo que hablaros de algo importante -
La directora os había servido bebidas (ninguna con alcohol, era como si os tratase aún como bebés) y se había sentado en una de las sillas para hablaros.
- Sé que sois personas muy inteligentes, es inevitable pasar por alto que estamos viviendo una situación complicada en los últimos días, vosotros habréis notado que siempre ha habido algo que os ha acompañado -con un delicado gesto la señaló vuestros colgantes. Todos ellos diferían en color pero parecían estar elaborados del mismo material: cristal.
- Cuando os encontraron ya llevabais estos colgantes en vuestro poder, nunca nadie os habló de vuestros orígenes y es algo que he querido ocultar, pero mi alma me dicta que tenéis que entender que hay un secreto encerrado en vuestra existencia y en esos colgantes - cerró los ojos y dejó caer una lágrima.
- Encontraron vuestros cuerpos en la antigua biblioteca de Refugio Estelar, es un pueblo vecino que sucumbió a las hordas de monstruos años atrás, todo lo relacionado con vuestro origen quedó sellado como si fuera un tabú, a mi el alcalde me prohibió hablar de ello, al igual que los sabios ancianos de la comunidad. Mi primera impresión fue que erais parte de algún tipo de ritual, no lo sé, tan solo de pensarlo se me estremece la piel, lo único que tengo claro es que parte de las respuestas deben estar ocultas en esa biblioteca en ruinas y os he citado aquí para que conozcáis la historia y vayáis a ese lugar... sois libres de no hacerlo, pero sé que allí podremos averiguar respuestas ante vuestro origen y sobre todo ante lo que está sucediendo en el mundo... tengo el presentimiento de que todo está conectado - se quedó unos instantes en silencio, su tez reflejaba a la perfección la tristeza y la impotencia de una situación así, pero por primera vez en vuestra vida os estaban arrojando atisbos sobre la verdad de vuestro origen.
- Marchad, buscad cualquier documento o indicio de qué pueden significar los cristales y qué relación tenéis con ellos y los males que están aconteciendo; si no tenéis como viajar justo detrás del orfanato tenemos varios chocobos domesticados, cogedlos a vuestro antojo y aprovechad su velocidad para llegar al lugar, Refugio Estelar se sitúa justo al sur, no tiene pérdida y las criaturas conocen el camino... - La directora se dedicaba a comprobar la temperatura de vuestro compañero y acariciarle la cabeza.
Aquella mujer parecía estar arriesgando algún tipo de promesa por desvelaros aquella información ¿había sido realmente este caos en el mundo el que había obligado a Bariday a lanzaros una petición así? Sentíais que no podíais defraudarla, tampoco a la memoria de Zerion.
Debéis narrar vuestras impresiones y sobre todo lo importante...
Aceptar la petición y viajar a las ruinas de Refugio Estelar
No aceptar la petición y regresar a vuestra anterior vida (Requiere superar una tirada de Mente 10 en concepto de voluntad)
Laymbra lloraba por dentro, aunque no salieran lágrimas. La carta sólo confirmó lo que todos temían, la muerte de un amigo, un hermano que ya no estaría nunca más entre ellos. Quería haber aprovechado este reencuentro para ponerse al día tras tanto tiempo y, ahora, sólo quería estar apartado recordando su memoria.
Estuvo en el funeral privado en silencio, apoyado en la corteza de un árbol mientras sacaba de su bolsa una ocarina hecha a mano, un regalo preciado de sus primeros viajes, y se la llevó a los labios para tocar una melodía triste. Movía los dedos entre los agujeros mientras cerraba los ojos, dejando que sus sentimientos se expresaran en forma de notas musicales.
Adiós, Zerion.
Dejó de tocar cuando la directora reclamaba la atención del grupo y les tendía una bebida, cogiendo su vaso con un zumo de frutas diversas que le transportó a las mañanas de juegos, recogiendo la fruta para exprimirlas en el desayuno. Cogió un segundo vaso y lo llevó a la improvisada tumba de Zerion, vertiendo el contenido en la tierra a modo de tributo antes de darle dos pequeños sorbos a su vaso.
El invocador nunca había tenido esa curiosidad de conocer su pasado, su origen, puesto que el tiempo vivido con la gente que le rodeaba y las experiencias diversas habían marcado quién era ahora y delimitado su familia, no precisamente de sangre. Sin embargo escucharla hablar con tanto misticismo encendió una pequeña vela de intriga sobre sí mismo.
Yo voy.- Dejó su vaso sobre cualquier superficie cercana antes de llevar su mano al pecho y hacer una leve reverencia de respeto a su directora.- Quiero ayudar a saber qué está pasando.
No tuvimos que esperar demasiado para que cayera un jarro de agua fría sobre el reencuentro. Llegó una carta que anunciaba que Zerion había fallecido recientemente. El ambiente se volvió sombrío, y aunque mis sentimientos eran confusos al llevar tanto tiempo sin saber de él, ver a los demás tan dolidos y sumergirme en mis propios recuerdos hizo surgir la tristeza en mi corazón.
Era una cuestión de respeto hacia un camarada llevar a cabo el funeral. Además, ayudaría a la señorita Bariday a poner su alma en paz. Laymbra sacó un instrumento y tocó una triste melodía. Se podía ver cómo la canción salía de su propio corazón, y fue por eso que su interpretación tenía tanta potencia. Tras el acto, y antes de que la señorita Bariday nos ofreciera una bebida, me acerqué a la improvisada tumba de Zerion y le susurré unas palabras.
- Na sir 's na seachainn an cath. - Se trataba de un viejo dicho en mi clan. Se traducía como "Ni busques ni huyas de la batalla", y era el último consejo que los míos daban a un amigo cuando partía a la otra vida: debían honrar a su clan sin huir de una batalla pero mantener la cabeza alta y fría sin generar conflictos en las tierras del más allá.
La señorita Bariday, aun afligida, nos sirvió un zumo de frutas que despertó en mí poderosos recuerdos de mi infancia, de momentos compartidos con mis compañeros y con Zerion también. Bariday nos contó una historia acerca de cómo vinimos de otra ciudad, destruida hace años y tomada por monstruos, y de cómo todo el mundo había hecho un pacto para no revelarnos esta verdad. La directora pensaba que nuestro origen y nuestros colgantes hermanos podrían dar alguna clase de explicación acerca de nuestras familias biológicas y acerca del mal que azota el mundo. No sabía qué la llevaba a pensar eso, pero esa mujer me crió como si hubiera sido mi madre, y aunque pudiera estar equivocada, me deshonraría no seguir aunque sea su consejo. Laymbra demostró arrojo al ofrecerse a viajar en busca de una respuesta.
- No soy una erudita, y no creo que pueda hallar respuestas por mí sola, pero prestaré mi espada a quien pueda hacerlo. - fui la segunda en levantarme y mostrar conformidad con la misión. Apoyaría a mis compañeros en todo lo que pueda dar de mí.
La noticia fue la peor que nos podría dar... Nuestro compañero, amigo de la infancia y practicamente hermano, había fallecido. Sin duda una notica que partió nuestros corazones. Ver que allí había una tumba para el mientras todos estabamos a su alrededor... Era irreal. Cada uno aclamó su despedida de formas diferentes, al igual que yo. Clavé mi lanza en el suelo apartada y me arrodillé para tocar la tierra donde haciamos honor a su nombre y recuerdo. - Se feliz allá donde vayas, pues aquí siempre te tendremos vivo en nuestros corazones. - No tenía unas palabras especiales como Sláine, ni una música como Laymbra, pero si tendría un mensaje que sería real.
Iba a echarle mucho de menos, más de lo que ya le echaba en mis viajes al igual que extrañaba a los presentes. No sé podía hacer nada, pero aún se le podía honrar su memoria de otra manera. Fue Bariday quien nos sugirió la otra manera. Un lugar donde poder entender nuestros origenes, donde poder saber de donde venimos - Si encontramos alguna muestra del pasado de Zerion... al igual que la nuestra... Igual podemo hacer que su alma descanse en paz con todos los cabos atados
Asentí ante Bariday y la forma tan decisiva que mis amigos decidieron aceptar la propuesta. - El pasado es incierto, y puede que descubramos cosas que no nos gusten... Pero seguro que servirá para llenar nuestras almas y la de Zerion en el más allá. Me uno a la partida - Dije sacando mi lanza de la tierra anclada. - Entre los tres descubriremos todo lo posible. De vuelta a formar el grupo de antes... aunque no completo.