Partida Rol por web

- ¡Sígame Sr. Boyle! - Digo al británico, asiéndolo por una mano, mientras empiezo a recitar con potencia y convicción,  moviéndome a paso lento pero decidido hacia la salida de la carpa asiendo con toda mi fuerza mi Biblia enfrente de mi para hacernos paso, y girándome a cada poco para mostrar a esos engendros el poder de la Palabra del Señor -

Yo vivo bajo Tu sombra protectora
Altísimo y Todo poderoso,
y te digo mi Señor
Tú eres mi refugio, mi castillo,
mi Dios en quien confío.
Sólo Tú me libras
de trampas ocultas y plagas mortales,
pues Me cubres con Tus alas,
y bajo ellas estoy seguro.
¡Tu fidelidad me protege
como un escudo!

No tengo miedo a los peligros nocturnos,
ni a las flechas lanzadas de día,
ni a las plagas que llegan con la oscuridad,
ni a los que destruyen a pleno sol;
pues mil caen muertos a mi izquierda
y diez mil a mi derecha,
pero a mi nada me pasa.
Solamente lo veo de presenciar:
Veo a los malvados recibir su merecido.
Ya que he hecho de Ti Señor mi refugio,
de Ti Altísimo mi lugar de protección,
no me viene ningún mal
ni la enfermedad llega a mi casa;
pues Tú mandas a tus ángeles
para que me cuiden por donde quiera que vaya.
Me levantan con sus manos
para que no tropiece en piedra alguna.

Puedo andar entre leones,
entre monstruos y serpientes.
Tú me pones a salvo,
fuera del alcance de todos,
porque yo te Amo y te conozco.
Cuando te llamo OH Señor,
Tú me contestas:
¡Yo mismo estoy contigo!
¡Te libro de la angustia y
Te colmo de honores;
Te hago disfrutar de una larga vida!
¡Te hago gozar de Mi Salvación!
Amen.

¡¡Ahí estaba!! , parece mentira que después de tantos meses hubiesen acabado encontrando hombres lobo , pero ni mucho menos era lo que el británico estaba preparado para manejas , ya que en vez de una alma solitaria , había encontrado toda una jauría de perros rabiosos.

- Voy detras de usted padre

Con cuidado mientras manipulaba los prototipos que llevaba en su bolsa , siguió detrás del clérigo pegadito a el como si de un amante se tratara.

El capitán Rogers y la mayoría de los hombres lobo parecían ocupados con Hank y Bill. Los licántropos que buscaban devorar al padre y Boyle (que no eran pocos) eran incapaces de acercarse. Stephen era incapaz de explicar el fenómeno, pero simplemente agradecía que tal fuera el caso.

Usando alguna triquiñuela, Hank y Bill se las apañaron para salir lentamente de la carpa y muchos de los enemigos los siguieron. Gabriel y Stephen, en todo caso, estaban demasiado ocupados pensando en su propio pellejo. Fueron retrocediendo paso a paso hasta que el británico tuvo la espalda en la lona de la carpa. El cura, justo delante, continuaba su letanía, que mantenía alejados a los monstruos impuros.

Si tan solo pudieran hacer un agujero en la tienda, o colarse por debajo... Claro que cualquier despiste podía acabar con sus vidas de forma muy dolorosa.
 

La situación no podía ser mas que peliaguda , la verdad es que Boyle tenia suficientes de sus experimentos encima para tratar de hacer algo espectacular y que quedara como mínimo grabado en las torturadas mentes de esas criaturas que los acechaban desde la maldita intimidad de la carpa en la que se habían refugiado para el refrigerio. Por fortuna , las necesidades nutricias de dichas bestias parecían inclinarse mas por la putrefacta carne de mis poco agraciados compañeros , que por el saludable y rosado festín que suponían las carnes , criadillas y demás suculentas partes que componían tanto al sacerdote como al singular ingeniero, o tal vez fuese que realmente las oraciones de Gabriel les fuese a estropear la digestión. Con un rápido giro de su inseparable bastón , una delgada pero extremadamente filosa hoja de acero quedo al descubierto , aprovechando para hacer una puerta de buen tamaño en la lona de la carpa.

- Siga retrocediendo padre , he abierto brecha en la tela , si no alejamos un poco me encargare de dejarles un pequeño presente con los buenos deseos de dios y el beneplácito de su majestad la reina..

Con un ruido de desgarro que parece atraer todas las atenciones en millas a la redonda, Boyle creó una puerta nueva en la tienda y apenas había sacado su bastón-estoque cuando ya estaba saliendo por ella.

Se dio la vuelta, ya fuera, para ayudar al sacerdote, que parecía mantener a raya a los hombres lobo y se movía solo muy lentamente y de espaldas hasta la salida.

Un tropiezo con el borde roto de la tela, y Gabriel cayó de espaldas al suelo. Había acabado en el exterior de la carpa, afortunadamente, porque perder pie dentro de ella hubiera significado la muerte. Lo malo era que con todo aquello parecía haber perdido la concentración y varias garras enormes ya empezaban a rasgar la lona para agrandar la salida que ellos eran demasiado grandes para usar.

En todo caso, el sentido común decía que los rezos del cura serían mucho menos efectivos aquí fuera, en lo abierto y con la luna llena brillando salvaje. Cuando los lobos hubieran rodeado por completo a los dos humanos, solo sería cuestión de tiempo que se convirtieran en comida para perros.

- Recupero mi biblia y me dispongo a volver a llamar por la protección del Señor incluso en el suelo, para levantarme una vez más

El británico viendo mas espacio abierto comenzó a trastear con uno de los ingenios que habia traido del otro campamento

- Sio rezando, invocando la protección pero con mi caída mi concentración se pierde un algún grado, pero mantengo la Fe

Colmillo y garra rasgaban la lona, y era cuestión de segundos que la tienda se abriera para parir un sinfín de bestias hambrientas.

Con prisa paro sin pausa , el ingeniero manipulaba sus pequeños dispositivos intentando que la chispa prendiera en el lugar indicado , a continuación comenzó a lanzarlas al interior con intención de desatar el caos entre sus enemigos.

Desgraciadamente para Boyle, los lobos ya estaban muy cerca. Desesperado, dio tantos pasos hacia atrás como pudo antes de hacer uso de su particular magia llamada química.

La explosión fue mayor de lo esperado y científico y sacerdote salieron proyectados hacia atrás. Las variadas quemaduras en el cuerpo parecían bienvenidas en comparación a lo que los licántropos podrían hacerles. Con todo su peso, cayeron al suelo de espaldas, golpeándose la cabeza.

Todo empezaba a ser borroso, quizá por el humo, quizá por las contusiones en la cabeza. Lo último que recordaron ver fue a un monstruo peludo horrible, grandes dientes y garras, que sin embargo no parecía ser un hombre lobo. Después solo oscuridad, en más de un sentido.