Partida Rol por web

Era otra semana de mierda, cerrando tratos de mierda para Chemosh. Liza miró con recelo la entrada de la nave abandonada donde la habían citado para cerrar la operación de distribución del producto de su señor infernal. Sus órdenes eran reunirse con un hada, un tipo llamado Kerus, que por lo visto tenía previsto realizar una compra importante. Era medianoche y no se veía un alma en aquel arrabal de Moscú.

Liza odiaba tratar con las hadas, su lógica era incomprensible, y ella no tenía paciencia para aquellas chorradas. Así que había pedido a Pietro y a Chuma que la acompañaran. El primero sería quien llevaría la negociación, y el cazador estaba allí por si las cosas se ponían feas y necesitaba músculo extra. Después de todo, muchos de los juguetitos de Chuma se los había proporcionado Liza, y los tres habían colaborado en el pasado.

Los tres empujaron la puerta de la nave, y accedieron a la misma, que estaba completamente vacía, excepto por una mesa y tres sillas en el centro, iluminadas por un flexo. Se aproximaron al hombre que había sentado tras la mesa, que parecía humano.

- ¿Tú eres Kerus?- preguntó Liza directamente, cuando lo tuvieron delante.

- ¿Veis? Os dije que lo traería con ella.- claramente el tipo no hablaba con ellos. Demasiado tarde, vieron salir de las sombras de la nave a su alrededor a media docena de tipos con los ojos rojos brillando en la oscuridad, moviéndose de forma felina. Vampiros.

El hombre se levantó de la mesa, y al hacerlo, vieron que llevaba un colgante con un símbolo: era una hoz y un martillo estilizados, encerrados en un círculo rojo en lugar de una estrella. El símbolo de la logia del Metallicheskiy Shabash.

- Solo queremos al hada irlandesa. Marchaos y podréis vivir.- dijo el mago a Liza y a Chuma.

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Grigor estaba cansado, o lo estaría si le quedaran huesos que notaran el cansancio. Después del incidente con Nitz, había intentado apartarse durante un tiempo de la Logia, pero Kutuzov había usado el poder que tenía sobre sus huesos para exigirle que los ayudara en una misión. Tenían que capturar a un hada con vida para entregársela a una camarilla de vampiros.

Ahora, desde las sombras de la nave, en su forma inmaterial e invisible para todo el mundo, Grigor no se podía creer su mala suerte cuando vio entrar a sus tres conocidos (¿incluso amigos?). El hada al que perseguía la logia, no sabía por qué motivo, era Pietro.

Liza estaba agotada, pero no del todo sorprendida. Algo le sonaba raro desde el principio, y por eso le había pedido a Chuma que les acompañara.

No habían tenido tiempo ni de sentarse en las sillas, que la cosa ya se había descarrilado. Suspiró con frustración y comenzó a hablar. Quizás hubiera forma de evitar recurrir a la violencia.

—Nunca había visto una negociación agriarse así de rápido— mintió. A veces los traidores ni se molestaban en intercambiar palabras— Pero no importa... Mira, este hada me debe a mi, y yo a Chemosh ¿Realmente vas a meterte con él? Porque aquí no soy yo la traicionada, yo soy solo su representante. Te ofrezco un favor, incluso, si es para joder a los lobos hasta haré uno más gratis. Le diré a Chemosh que simplemente no llegamos a un acuerdo y todos los presentes nos vamos a dormir en nuestras camas calentitas, que ya es tarde— Liza reparó en los vampiros y se corrigió— bueno, ustedes no. Pero no negociaré la vida de mi acompañante.

—La alternativa es que todo se ponga muy feo, muy rápido.

Liza lanzó una mirada de reojo a Chuma. No dijo una palabra, pero el mensaje era claro "Atento".

Invisible e inaudible, Grigor era menos que una sombra en la oscuridad. Había acudido a la llamada de su señor a regañadientes pero su desagrado se había convertido rápidamente en rechazo al ver a las víctimas de la emboscada. 

Sin ser visto ni oído, el monje se situó entre los recién llegados y la puerta. 

El mago miró a Liza con desdén indisimulado.

- ¿Quién es ese tal Chemosh? ¿El que sujeta tu correa? Bah, seguro que no le importa perder a un par de lacayos esta noche. Tendrá muchos otros.

- El único trato que hay aquí es este: daos la vuelta ahora mismo y desapareced, y viviréis. Quedaos a hacer alguna heroicidad estúpida, y os chuparán hasta la última gota de sangre.- dijo, con un encogimiento de hombros, como si aquello no fuera con él. Mientras, los vampiros seguían estrechando el cerco lentamente.

Chuma no tenía muy claro con qué se las iban a ver tras la invitación de Liza a aquel bolo, pero de los conciertos en naves abandonadas se solía salir con los ojos amoratados, algún diente de menos y una o dos costillas erosionadas a base de acariciarse en el mosh por, es por eso que se alegraba de haber traído a su fiel Iskra, su escopeta sagrada, al baile de los vampiros.

El cazador obvió por completo al místico gilipollas, porque le quedaba claro, por su escasa charla con Liza que este iba a dejar que fuesen los muertos quienes se abriesen camino hacia su amiguito de las tierras de las estaciones. Si le llegan a decir hace un año que a día de hoy estaría tratando de salvarle el culo a un hada, posiblemente se habría reído en la cara del incauto tras darle un par de soplamocos bien dados.

- Verán, sanguijuelas, sé que aquí el virgen extranjero es muy apetecible, pero me debe un par de bailes y vosotros me lo vais a devolver muy usado, ¿Seguro que quieren bailar al ritmo de mi novia, aquí, la sagrada Iskra?- Les preguntó levantando su escopeta, cuyos cañones recortados y su culata estaban cubiertos de mil cruces gravadas a lo largo de muchos años.

 Liza me había llamado para que la acompañara junto con Chuma ese día, para tratar temas con las hadas locales, eso no era algo que resultaba un problema, lo cual me dejaba en claro por que requería de mi presencia, pero si también había traído a su bff, estaba claro que habría algo de aquella diversión de la que yo mismo no era fanático. Al menos me sentía mas seguro con estos a mi lado.

 El sitio en cuestión para la reunión era el menos indicado para una velada romántica y el solo entrar y tener semejante recibimiento me hizo sentir un escalofrió. No podía saber cuantos de esos chupa sangres había, pero me incomodaba demasiado saber que habían tantas bocas ansiosas de chuparme la sangre y un mago por si fuera poco. Para mi fortuna, el deberle a esos dos terminaba siendo un escudo a mi favor, una alegría y a la ves un pesar, por que seguro me lo cobrarían sin derecho a replica.

 Suspiraría para calmar mis nervios por un momento tras la amenaza de Chuma, algo que bien podría aprovechar para mostrar una expresión mas confiada, pero sin perder ese semblante temeroso.

 -So soy muy solicitado por lo....visto....Pero no me gustan las mordidas, y parecen saber todo acerca de mi..-

 Juntaría mis manos como si estuviera dispuesto a realizar un conjuro allí mismo. -Quien dice que no soy capas de invocar un sol aquí dentro?.- El exagerar bien podría jugarme en contra, pero si no funcionaba, el bailar con Iskra seguro sonaría mas disuasivo.

El reconfortante sonido de la escopeta de Chuma siendo recargada fue un bálsamo para los oídos de Liza y Pietro. Los vampiros se detuvieron al instante al ver el arma sagrada, como si hubiesen llegado al límite de un círculo dibujado con agua bendita. Empezaron a titubear, pensando si valía la pena el riesgo.

- Por la momia de Lenin, ¡los dobláis en número! No son más que dos mortales y un cachorro de hada.- dijo el mago de la logia, intentando azuzar a los vampiros.

Envalentonado por la actuación de Chuma, Pietro se vino arriba y amenazó con convocar al mismo sol. Pero los nervios le fallaron, la voz se le quebró en el último momento, y el efecto fue el contrario del esperado. Los vampiros sonrieron ante la bravata y reanudaron su ataque. Casi los tenían encima, apenas a un par de metros... ya era demasiado tarde para retirarse. Ahora podían ver que dos de ellos llevaban cadenas y los demás unos cuchillos largos, una suerte de dagas ceremoniales.

Grigor observaba la escena en silencio, debatiéndose internamente sobre qué hacer. Solo quedaban unos segundos, y los vampiros saltarían sobre ellos.

Viendo que estaban por echárseles encima, Liza saltó como un resorte para pararse frente al vampiro más cercano a Pietro al tiempo que, como víctima de una combustión espontanea que comenzaba allí donde su cuerpo se cubría de cicatrices, estallaba en una llamarada lanzando un grito lleno de dolor.

La transformación, aunque inofensiva, siempre era dolorosa. Un recuerdo de que era un poder alquilado y no realmente suyo.

Antes de que el chupasangre pudiera recuperarse del susto y la ceguera producto del fuego, una gruesa y pesada cadena al rojo vivo lo golpeó en el pecho, empujándolo hacia atrás. En seguida, un segundo, un tercer y un cuarto golpe lo sucedieron con rapidez y brutalidad, produciendo una sinfonía de repiqueteo metálico y huesos rotos.

El olor de la tela y la carne quemada se entremezclaron con el de las llantas ardientes y el gasoil, y en donde hacía instantes se encontraba parada Liza, ahora se hallaba una figura vagamente femenina, cuya carne abrasada parecía asfalto y cuya cabeza era simplemente una calavera ardiente. Como grotescos piercings, múltiples ganchos de aspecto desagradable se hundían en su campera de cuero y en el cuerpo oculto por ella, a lo largo de sus hombros y sus brazos. Varias cadenas de unos 30 o 40 centímetros pendían de ellos, y una última cadena más larga se hallaba firmemente enrollada a su antebrazo derecho, que la blandía como con furia como si fuera un látigo.

Los ojos ardientes se voltearon hacia el mago, y un dedo acusador lo señaló.
—¡Ahora sigues tu!— dijo, pensando que el espectáculo habría amedrentado a los chupasangre, y sin reparar en que un par de ellos ya se encontraban listos para retaliar.

Liza se dejó llevar por la furia infernal que siempre la invadía tras transformarse. Su cadena destrozó el pecho del vampiro con varios golpes brutales, llegando incluso a prenderle fuego. Llevada por la rabia, Liza avanzaba un paso y otro, empujando a la criatura hasta lograr derribarla. El vampiro quedó inerte en el suelo, con el fuego infernal ardiendo en su pecho.

Liza se giró en busca del mago, pero al hacerlo vio que se había alejado demasiado del grupo. Aunque su intención inicial había sido defender a Pietro, su ciego afán por matar al vampiro la había llevado más lejos de lo previsto. Ahora, el resto de chupasangres se cernía sobre Pietro, y Liza no llegaría a tiempo para impedirlo.

En el caos que se desató a continuación, un vampiro de barba mugrienta se agazapó para abalanzarse sobre Pietro. A pesar de su aspecto esquelético, se movía con la agilidad de un depredador.

Sin embargo, su salto se vio interrumpido cuando un brazo invisible le envolvió el cuello. El no muerto perdió el equilibrio momentáneamente mientras intentaba librarse de su asaltante. 

-¡Recuerda que le necesitamos vivo, tovarisch!-dijo una voz misteriosa. 

- ¡Vot eto pidzets!

Justo cuando Chuma se disponía a firmar su amenaza, tras quedar ridiculizado por la treta de Pietro, la nave se llenó de un olor a carne carbonizada y sulfuro que el cazador odiaba con toda su alma y le hizo presionar el gatillo apuntando a la nada más absoluta, a una buena distancia de la sanguijuela más cercana. 

Si alguna vez podía permitirse el olvidar la naturaleza real de Liza, obviando sus quemaduras y una dureza que no había conocido en casi ningún otro mortal, le bastaba con recordar esas dos ocasiones previas en las que se habían encontrado de mierda hasta el cuello y la motera había optado por derretir su magullada coartada para mostrar su grotesca y humeante esencia.

Nunca lo reconocería en público, pero alguna vez había despertado gritando, sudoroso, en el sofá de su cuchitril, soñando que el diabólico patrón de Liza la obligaba a ir a por su pellejo, forzándola a transformarse lo suficientemente cerca de él como para que sus náuseas lo dejasen petrificada.

Y esa misma parálisis se hizo real en aquel escenario, durante unos míseros segundos que podían ser vitales para no salir de allí con los pies por delante.

Para más inri... ¿Era aquella voz ultraterrena que parecía provenir de aquella fuerza invisible que pareció tironear del vampiro que iba a por el hada? ¿Qué diablos hacía la mortaja en aquel lugar? Ciertamente no contaba con él allí, y aquello no ayudaba a que recuperase el ímpetu que la escena de acción requería.

El vampiro se revolvió como un perro rabioso intentando quitarse de encima a su agresor invisible pero sus zarpazos se perdieron en el vacío. Fue sólo un instante pero creo un hueco en las filas enemigas, una salida para huir de la emboscada. 

-¡Cuidado, idiotas!-gritó Grigor a los vampiros-¡Habéis dejado la puerta trasera sin vigilancia!

Chuma maldijo entre dientes al fallar el tiro. ¿Cómo había podido fallar estando tan cerca? Por supuesto, la respuesta era que la transformación de Liza una vez más le había puesto los pelos como escarpias, y por un instante le había temblado el pulso.

No tuvo tiempo de recargar. Dos de los vampiros se lanzaron encima suyo, con las dagas por delante. Chuma cogió a Iskra con las dos manos para cruzarla ante su cara y parar uno de los tajos, pero mientras hacía esto, el otro vampiro aprovechó para acercarse bajo su guardia y clavarle la daga entre las costillas. Soltó un grito de dolor desgarrador.

- Deberías haberte ido cuando tuviste oportunidad, durak- le susurró el vampiro al oído, mientras lo abrazaba y retiraba la daga con suavidad, para que la herida quedara abierta. La sangre empezó a empapar el costado del cazador.

Mientras, el vampiro que se acercaba por detrás a Pietro hizo un extraño y empezó a dar manotazos contra el aire, como persiguiendo una mosca invisible. Pietro oyó una voz familiar... y mirando atrás vio que tenía vía libre hasta la salida. Frente a él, los dos vampiros restantes se acercaban blandiendo cadenas. Pietro notaba el escozor desde ahí: las cadenas eran de hierro frío.

Chuma, entre el frenesí de verse superado por aquellos colmilludos con sus dagas ceremoniales, y el pavor que estaba generando todo aquel caos, se removió con una fuerza inusitada, logrando desembarazarse de ellos y rodar por el suelo antes de volver a levantar su hierro consagrado y descargar su perdigonazo de metralla divina contra el grupo, jurando entre dientes mientras trataba de localizar a Pietro y el resto de los contendientes por el rabillo del ojo. Al ver que el hada tenía una vía de salida se apresuró a girar en su dirección, preparándose para cargar con cualquier posible obstáculo... Trataba de mantener el dolor en un cuarto especial que había levantado en su inconsciente...

 Su treta no habría funcionado y ahora no solo estaban en una situación mas complicada, sino que eran evidentes los esfuerzos de sus, "compañeros" daban todo de si para crear una apertura de escape. Incluso escuchar aquella voz sin cuerpo justo cuando pensó que sería alcanzado por una de esas sanguijuelas "Viejo zorro" mentalizando aquellas palabras al entender lo que estaba proponiendo.

 Pietro divisaría la salida sin problemas, pero eso implicaría dejar a Chuma solo contra cuatro de las sanguijuelas, por otro lado, dejarle caer sería librarse de sus deudas con el y su ojo vigilante ante la oportunidad de llenarle de plomo por un mal comportamiento. No era un mal trato, pero...

 -Gracias niño, solo no sigas a la luz si la ves.- Tras decir eso con una sonrisa en su rostro, apuntaría con su mano abierta en dirección al grupo de los cuatro vampiros y al tiempo que sus ojo y palma brillasen en un tenue halo dorado, este se amplificaría de golpe al proyectar un haz de luz que dejaba a Chuma a contra luz de estos seres. Jugaría con sus mentes con ese show de luces para hacer de su escape mas galante y efectivo. Pero no contaba con esa sensación desagradable en el ambiente, hierro frío. El temor nato al contacto le hizo creer que su mejor opción no era irse, sino darle apoyo a sus compañeros, con suerte ellos se cargarían a los que portaban esas cadenas.

 -Hie...hierro frio....estos no vienen a secuestrarme!!.- 

Grigor maldijo internamente cuando vio que Pietro no aprovechaba los escasos segundos en que se había abierto un agujero por el que escapar. Al ver las cadenas de hierro frío, el hada se había quedado petrificada de miedo, y para cuando volvió a moverse, el vampiro ya había recuperado su posición y estaba tras él de nuevo.

Viendo que le habían cortado de nuevo la retirada, Pietro recurrió a su magia innata, e hizo aparecer varias luces intensas para deslumbrar a los vampiros y con suerte asustarlos. No tardarían en darse cuenta de que aquella luz solar falsa realmente no les dañaba, pero con un poco de suerte les daría al grupo unos segundos preciosos... Los vampiros de las cadenas se protegieron los ojos y dejaron de avanzar hacia él.

Las luces iluminaron la nave más de lo que Pietro había esperado, de manera que todo el mundo quedó deslumbrado por un momento (al menos, todos los que tenían ojos, que no era el caso de Grigor). Chuma aprovechó el momento de confusión para sacarse de encima al vampiro de la daga, dándole una patada. Rodó por el suelo, se levantó en un instante mientras cargaba a Iskra, y disparó contra el maldito. Esta vez no falló, y la bala consagrada impactó en la cabeza del vampiro, haciendo que estallara como una uva. El cuerpo descabezado quedó de pie por unos instantes antes de caer de rodillas y finalmente desplomarse.

Tras frotarse los ojos y recuperarse del deslumbramiento, Liza buscó al mago, pero descubrió que este había desaparecido de la vista...

La corrompida estaba a punto de salir corriendo a por el mago con intención de estamparle la cara contra las sillas cuando el ruido de la escopeta y un fogonazo de luz la sacaron de su trance. Cuando volvió a poder ver claramente, su objetivo había desaparecido... pero aún quedaban varios de sus esbirros.

No es que Liza dejara de ser ella exactamente al momento de cambiar. Seguía en control, no era como algunos de los lobos, arrastrados por impulsos primitivos a los que había que poner bozal.

Ella seguía al volante, pero… su temperamento se alteraba, como se altera aquel de una persona ebria, o el de un adolescente salido. Podía elegir parar, ponerse un freno, podía elegir huir y no hacer una estupidez ¿Pero quería hacerlo? Su mente no se llenaba de una niebla roja que la incitara a la violencia, sino de excusas que la justificaban.

—Ellos saben con quién se meten. Si no termino esto ahora, vendrán por mi o por Pietro luego. Chemosh me recriminará si no hago ejemplo de los traidores— se decía a sí misma en el instante en que recorría el galpón con la mirada tratando de tomar una decisión. La cadena en sus manos iba retomando aquel tono rojo-anaranjado del metal calentándose.

—El mago ya se ha ido, esto no va a parar de todas formas. Las sanguijuelas son como las cucarachas, por cada una que ves hay 3 en las sombras. Si los matas a todos, terminarás agravando el problema y desatando una vendetta interminable.— pensó apenas un momento después.

Afuera la aguardaba el frío aire nocturno y su motocicleta aún encendida. En casa la aguardaba una cama calentita, un paquete de cigarrillos y media botella de vodka ¿Aquí adentro? Solamente la aguardaban sangre, mordiscos y puñaladas.

Era tiempo de irse.

—¡Pietro, Chuma, al auto! ¡Yo les cubro!

Liza empezó a acercarse hacia la salida, haciendo girar la cadena sobre su cabeza y trazando arcos frente a ella, preparada para lanzar un golpe de advertencia si alguno de los vampiros se atrevía a algo.

Otro vampiro se derrumbo cuando algo le puso la zancadilla.

-iCuidado, ineptos! iEsta aqui detras!-grito una voz aunque nadie sabia a quien se referia.

La mesa se volco repentinamente tirando el flexo al suelo. La bombilla se hizo mil pedazos y la oscuridad inundo el interior del almacen. 

Grigor se aparto de la mesa rota lo mas silenciosamente que pudo. Un fantasma invisible en una habitacion oscura no era un blanco facil pero no queria arriesgarse a llevarse una bala perdida.

 Enceguecerlos sería útil, pero solo por unos momentos; en cualquier segundo aquellas sanguijuelas verían la burla a la que habían sido sometidos y vendrían aun mas encabronados probablemente. No habrían mordiscos suaves a la hora de sacar la sangre encantada, sino unos violentos y eso se le hacía poco apetecible, pero también, sumamente aterrador dada la diferencia numérica.

 Por lo que al escuchar a Liza proponer el cubrirles para salir de allí, no lo dudaría mucho pero por culpa de sus nervios, quizás por el hecho de saber que habría echado mas leña al fuego, es que el escape de Pietro estaría repleto de tropiezos y trastabillarse.

 -Malditas sanguijuelas, en serio las odio!!!.-