Grigor jadeaba a pesar de no respirar. Su silueta etérea parecía derramarse silenciosamente sobre el suelo, el equivalente fantasmal a sangrar.
-¿Estás bien, Chuma? Te aseguro que yo no...
—Con la de problemas que estoy causando, es clavado que alguien va a terminar por pedirte ayuda— dijo, alzando los hombros y sacudiéndose la ropa tras la estampida, como para quitar peso al asunto.
En realidad le importaba, y bastante. La presencia de Chemosh era literalmente un pedacito del infierno en la tierra. Pero Liza aprendió rápido que el miedo, el bajar la cabeza, los "por favor" y "gracias", no llevaban a ningún lado con Él. Debía ser obediente, pero no débil ni aduladora.
Liza se tanteó los bolsillos, el móvil, las llaves de la moto y el departamento, la billetera y el amuleto estaban todos allí de puro milagro. La corrompida sacó un paquete de cigarrillos prácticamente destrozados, tomó el único medio decente y arrojó el resto del paquete a las vías del tren.
Era ya una suerte de costumbre ritual, aunque Liza no sabía si realmente servía a algún propósito, pero mal no le venía el cigarrillo de todos modos. Chemosh le daría fuego con el suyo y hablarían hasta que la última pitada se hubiera consumido... aunque en ocasiones eso podía tomar tiempos sospechosamente largos.
La Corrompida tendió la mano, sosteniendo el cigarrillo medio aplastado en el aire, esperando por el fuego.
—¿Qué necesitas que haga?— Liza fue al grano, no podía permitirse el lujo de tiempos sospechosamente largos.
- Ouch... Jo-der... Estoy dividido entre hacer de esfínteres o repetir el viajecito con un par de cervezas... BU JUUUUU!- Realmente Chuma lo que estaba era contento de haber vuelto de una pieza, huyendo de aquella estampida y tratando de hacerse a la idea de que, lo quisiese o no, posiblemente estaría vetado en las tierras de las hadas de por vida, lo que simplemente afianzaba más su posición en aquel eterno conflicto. Puede que con Pietro estuviese haciendo una excepción, peor a fin de cuentas era por ayudar a una humana, ¿No era así?
Clado que cuando vio a Grigor en aquel estado, su semblante y ánimo cambiaron. - ¿Qué te ha pasado? ¿No creía que las gentes de ese plano pudiesen afectar a los tuyos... ¿Hay algo que pueda hacer?
Y al mismo tiempo, se dio cuenta de que Liza no terminaba de cruzar, o no tras ellos, ¿Se habría quedado atrapada en el otro lado? No era capaz de saberlo. - ¿LIZA, ESTÁS POR AQUÍ?- Tal vez estuviese en algún pasillo o anexo.
Chemosh sacó su Zippo de gasolina, una belleza cromada en plata y negro, y le ofreció fuego a Liza. Cerró la tapa, se guardó el encendedor en el bolsillo y la miró con ojos penetrantes.
- Pues verás, sé que has estado liada con esos amigos tuyos, y que vuestros líos os han llevado a tener algún roce con unos vampiros en la Casa Blagration. Me interesa esa Casa, y por culpa de un antiguo pacto, yo no puedo ir allí directamente. Así que voy a necesitar que vuelvas allí a hacerme un “recado”.
—Justamente he venido al mercado a conseguirme una llave para el lugar— dijo dando una pitada, mientras trataba de sostenerle la mirada. Sus ojos parecían humanos, pero transmitían la frialdad de los de un tiburón— ¿Cuál es el recado?—Liza hizo la primer pregunta importante.— Y ¿Me lo estás pidiendo como un favor, o estás reclamándome lo debido?— la otra gran pregunta.
Si Chemosh simplemente estaba pidiendo ayuda, Liza podía negarse sin demasiadas consecuencia, y si seguía adelante con el recado, sería ella la nueva acreedora de una deuda. Pero si Chemosh le demandaba que saldara ella sus deudas pendientes, decir que no iba a ser mucho más peligroso.
- Creo que tanto tú como yo sabemos que me debes bastantes favores, Liza.- dijo el demonio.- Esta es tu oportunidad de reducir un poco esa deuda.
- En esa casa hay refugiado un huésped en quien tengo un interés especial. Lo identificarás fácilmente, pues probablemente sea el único humano que encuentres allí. Cincuenta y tantos, pelo y barba gris, gafas. Quiero que lo mates.- dijo simplemente.
—Vale, vale— Liza alzó las manos y bajó la mirada, dando un par de pasos hacia atrás. Nada era realmente diferente en Chemosh, pero ella sentía que la presión de su mirada se hacía más intensa— pregunté solo para estar en la misma página.
—¿Dónde está lo difícil? ¿Es un mago o qué? Porque no me imagino a un abuelito cualquiera simplemente compartiendo casa con los vampiros— dijo con escepticismo— el trato en el almacén de anoche se ha caído porque resultó ser una emboscada del Metallicheskiy Shabash, colaborando con los chupasangre, no había ningún Kerus— informó la corrompida no sin poca sospecha.
Los rumores en Moscú viajaban rápido... pero sólo ella, sus compañeros y los vampiros estaban realmente enterados del asunto. Si en menos del par de horas de las que habían hablado con Douglas la cosa había llegado a Chemosh, bien los vampiros habían estado revolviendo las cosas de antes; alguien la estaba vigilando; o cierto americano tenía los labios muy flojos. La otra posibilidad es que su jefe supiera desde un principio que aquello iba a terminar mal y pensaba desde el principio orquestar esta rencilla para sacar tajada.
-¿Has probado a rezar e ir a misa? -masculló Grigor con sorna-He tenido que forzar mi forma etérea para sacarte de allí. Literalmente, hemos dado un salto entre dos mundos. Y no es fácil sin un poco de ayuda.
Miró a su alrededor.
-No te preocupes: la señorita Novak sabe cuidarse sola.
- No, nada de mago, es un mortal común y corriente. Puede que esté armado, no lo sé, y desde luego los vampiros lo tendrán bien protegido. Pero eso es todo.- Chemosh tiró el resto de su cigarrillo a la vía y lo pisó con sus zapatos italianos.- Confío en ti, Liza, no me falles con esto.
Si no quieres decirle nada más, en el siguiente turno podéis narrar como os reencontráis tras buscaros un rato.
—Bien, yo me encargo— dijo Liza asintiendo con la cabeza. Cerró los ojos y dio una larga pitada al cigarrillo que iba por la mitad. Al abrirlos, solo tenía una colilla entre los dedos, y el túnel estaba frío, oscuro y vacío.
Liza respiró hondo, aliviada de la presión que le ponía la presencia de su jefe. Tomó el móvil para hacer algo de luz, y comenzó a buscar una salida. Tan pronto como tuviera señal, llamaría a Chuma, le diría que tenía todo listo y elegirían algún punto de encuentro antes de intentar nuevamente asaltar la casa.
Ya sentados en el auto de Chuma, en algún callejón poco transitado, Liza abrió su chaqueta para enseñar el amuleto.
—"Ningún servidor de la noche podrá acercarse a menos de 20 codos de su portador"— recordó lo que dijo el vendedor.— Habrá que ponerlo a prueba ¿Verdad? Yo no creo que debamos andarnos con sutilezas, no nos dieron resultado la primera vez. Si dependiera de mi, pateamos la puerta, sacamos a la chica y por las dudas prendemos fuego el lugar.
(Un par de horas más tarde)
La Taza de Dostoyevski era un tugurio de los bajos fondos regentado por una bruja retirada. Era un punto de encuentro común para seres sobrenaturales y no era raro ver a hombres lobo bebiendo junto a demonios, magos jugando a las cartas con vampiros o fantasmas deslizándose entre el humo.
Los tres compañeros estaban sentados en torno a una mesa apartada. No era algo fuera de lo común, al contrario: en la Taza de Dostoyevski todo el mundo se traía algo turbio entre manos.
-Bien, ya tenemos el amuleto-dijo Grigor-¿Servirá para todos o solo para uno?
—Dijo que funcionaba por distancia, así que mientras estemos cerca, supongo que ha de servir. Igual, no está de más ir mirando por ventanas tapiadas y cosas del estilo, con tal de romperlas y dejar entrar luz en caso de una emergencia
- El problema fundamental es que ahora vamos sin el canijo, así que la cosa ya está torcida de antemano, yo diria que ahora ya no estamos en el marco de unas negociaciones, sino en el de una infiltración y liberación de la rehén. Joder, esto suena como una fase de esa mierda digital a la que juegan los críos Call of Durruti o una mierda así. Pffft. Así que somos nuestro propio factor sorpresa. Es genial contar con Grigor para hacer cosas a espaldas de los colmilludos, peor los magos posiblemente puedan olerlo, así que, puede que, en vista de que no hemos conseguido mucho más, si que vayamos juntitos de la mano y disparando y zurrando en todas direcciones. Dudo que el alcantarillado llegue a un sitio tan posh. En la furgoneta tengo todo lo necesario para ir bien pertrechado, pero, coño, ya sabéis que lo mío es el cara a cara con pequeñas hadas. No he olisqueado la formación digital y sus mierdas ni desde lejos, nenas.
La cabeza de Chuma seguía siendo un hervidero que se debatía entre entrar pegando tiros allí cuanto antes o tratar de encontrar alguna ruta que no pareciese obvia para entrar a escondidas. - ¿Creéis que hay alguna oportunidad de hacer el Batman dentro de ese puto castillo?
—Los hombres murciélago ya están dentro— dijo Liza— un pequeño ejército de ghouls y váyase a saber cuantos chupasangre de verdad. Yo digo que nos acerquemos lo más que se pueda con los vehiculos, arrollando a alguno si es necesario, y entremos a tiros y cadenazos, sacamos a la chica y salimos pitando.
- El tema es averiguar donde tienen a la niñata yanqui cautiva, porque no la tendrán en el centro de un salón abierto y sigue siendo su puta moneda de cambio, así que estoy viendo que nos va a tocar tomar algún rehén o vete tú a saber qué podemos usar para encontrarla de cabeza y salir por pies. Pena que nuestra fata no le plantase un GPS en el culo. En fin...
-No soy un gran partidario de la violencia dijo el monje desde debajo de su hábito-pero esa chica es inocente. No puedo quedarme de brazos cruzados y la sutileza no ha funcionado.