Partida Rol por web

La cantina de Brana se encuentra en el distrito central. Como tantas otras construcciones de Karma es un edificio de madera de dos plantas que parece construido de forma temporal pero que lleva más de diez años dando cobijo a todo aquel que quiere tomar una copa y comer algo. Desde la destrucción de la Base Gulliver y el traslado de las unidades a la pequeña aldea-ciudad esta cantina se ha convertido en el punto principal de reunión de la soldadesca.

Brana es una mujer de media edad, muy morena y vital. Desde que aumentó el trabajo ha contratado a dos muchachas para que atiendan a los sedientos soldados cuando no están de servicio.

El sacerdote entró en la cantina con su capucha echada sobre la cabeza, sus pies llenos de barro denotaban que no había sido cuidadoso por donde había andado, pero es que eso es muy difícil en cualquier lugar de este planeta. Mientras se restregaba un poco los pies en la entrada se iba quitando la capucha para dejar ver su denso pelo rizado y su tez oscura. Dió un par de pasos hacia delante y dijo

- Buenos días hijos míos, que el Pancreator os guíe y erradique todo mal y todo bicho sin alma.

Tras eso fue directo a un taburete en la barra

Alice se giró hacia el sacerdote y después devolvió la vista a su vaso que aun estaba casi lleno. Aquel tugurio estaba lleno de soldados, que trataban de despejar la cabeza aunque para todos era difícil. Alice, la dueña del local y las otras dos muchachas que había allí eran casi los únicos civiles aunque eso a Alice no le importaba. Lo que si le importaba eran aquellos "sectarios" nunca se había llevado bien con el clero.

Esperaba que no tardasen mucho mas en llegar sus compañeros.

El bullicio acostumbrado fue la única bienvenida que recibió Owen al entrar en la cantina. Miró a uno y otro lado. Estaba hasta arriba de soldados apurando sus respectivos descansos.

Caminó hasta la barra para pedir su bebida acostumbrada, mientras se pasaba una mano por el pelo corto de marine. El día estaba siendo duro, y no había hecho más que empezar...

La puerta se abrió con fuerza y golpeó contra la pared. Una mano enorme asomaba por el dintel y, aparentemente, era la que había abierto con tanta violencia. Era una mano grande, fuerte, y con uñas de mujer. La soldado que seguía al brazo era enorme, de unos dos metros de altura y robusta y musculada. Llevaba una camiseta de tirantes caqui sobre los pantalones de combate y estaba parcialmente manchada de grasa. su rostro, sin embargo, reflejaba un aspecto infantil pero serio. Como el de una niña a la que acaba de reñir su profesora.

La joven torció el gesto cuando descubrió que casi se carga la puerta de Brana. 

-Mierda, Brana. Pensé que pesaría más. -dijo con un acento extraño.

La mujer era grande pero se movía con precisión, totalmente consciente de sus dimensiones. Ignoró las mesas y se acomodó en la barra, donde pidió...

-Agua con hielo, por favor.

- La puerta es resistente... depende de con que lo compares.

La tabernera sirve a los recién llegados. A estas horas la taberna está todavía vacía. Se nota cierta expectación en el ambiente. Las informaciones que vienen del frente son confusas y dispares. Y la llegada de tropas imperiales al planeta tampoco anima a nadie. Todos ven esos refuerzos como intrusos en el estilo de Estigma.

La única buena noticia parece ser que el Capitán Tanhauser ya está de nuevo al mando. Eso quiere decir que todavía queda esperanza para este planeta abandonado por el Pancreator.

El "sacerdote" entró a la taberna tranquilo, como siempre. Las miradas de los que estaban allí se posaron por una milésima de segundo en él y al poco tiempo, los cuchicheos comenzaron a sonar en los oídos de Travis. "Traidor", "Simbionte", "Planta", "Infectado", un montón de palabras que llegaban a sus oídos, pero a todas, no les hacía nada de caso. Él sabía muy bien quién era, como era y que hasta ahora, no había dado signos de infección...

Por lo menos no signos físicos de infección... su mente si que había cambiado al beber el agua de ese árbol...

Tras su regreso, tuvo que aguantar interrogatorios, escribir informes, más interrogatorios, pero todos llegaron a la conclusión que, aunque había cambiado su forma de pensar un poco, seguía siendo el mismo Casmir de siempre.

Se acercó a la barra, acomodó su toga de acólito hacia atrás, y se apoyó en ella.

- Buenos días, Brana. - Saludó de manera cortés. - Una cerveza. -

Dexar miraba de reojo al sacerdote recién llegado. Trataba de ser disimulado pero no lo conseguía.
Finalmente se levanto y sin ningún tipo de tapujo se sentó a su lado. Sin ni siquiera mirarlo ni saludarle le dijo

- siempre es un placer ver verdaderos creyentes por esta selva

- Creyente, si, es posible. Quedan pocos, la verdad. - Dijo Casmir mientras esperaba su jarra. - Aunque no se crea todo lo que ve, sacerdote, y menos si viene de parte de un Avestita renegado que no sabe a dónde ha ido a parar su Fe estos últimos meses. -

Travis se mantenía impasible como siempre, en eso no había cambiado.

- Pero no se preocupe, sacerdote, no he venido a hacer creer a nadie más sobre nada. Sólo vengo a impartir justicia. -

-La FE es lo que nos mueve. Es lo que nos diferencia de los animales, lo que nos hace civilizados, nuestra espiritualidad.

-Travis Casmir. He oido hablar de ti. Ese bocazas de Sailor no hace más que ponerte a caer de un burro. Te diré una cosa, no  creo una palabra de ese carroñero pero no me gusta la gente que simpatiza con las plantas (si tal cosa es siquiera posible). He viajado muchos años para llegar aquí y matar a esas cosas para gloria del Pancreator.

La puerta de la taberna se volvió a abrir pocos minutos después de que Casmir lo hiciera, la mujer se paró unos segundos para mirar a su alrededor antes de continuar avanzando.

Su ropa era claramente militar, a excepción de las dos pistolas en sus caderas que no parecían reglamentarias. El cabello rubio y corto, la mirada fría, evaluadora, su caminar era tranquilo, aunque algo en su gesto adusto hacía pensar que estaba totalmente alerta, incluso en un lugar como ese.

Se dirigió a la barra colocándose al lado del avestita, o lo que fuera en ese momento, a ella le daba bastante igual, cuando se lo encontraron dudó de él, normal, ella estaba allí cuando se hundió el puto túnel, dejándole atrás. Apoyó los codos en la madera y miró de reojo a Casmir.

-¿Ya te han soltado esos cabrones chupatintas? - Su mirada giró hacia la tabernera. - Una cerveza, Brana.

Era demasiado pronto para algo más fuerte, aunque no le faltaban ganas de hacerlo, demasiados días de tranquilidad, esperando ya no sabían qué.

- No sé quién eres, mujer, tampoco es algo que me interesa. - Dijo seco como siempre. - Yo también estoy aquí para lo mismo, para matar, pero la diferencia entre tú y yo es que mi misión es hacer desaparecer bajo el fuego del Creador a todos los enemigos, no sólo a las plantas. -

Se giró con una media sonrisa, dejando ver sus ojos oscuros como la noche.

- No todas las "plantas" como tu las llamas son enemigos, ni tampoco todas las personas como nosotros son amigos. Ten en cuenta eso. Una "planta" como tú las llamas me salvó la vida, y me trajo de nuevo a Estigma para seguir impartiendo Justicia. Pero si, digamos que la gran mayoría necesitan una purificación. -

Se giró hacia Nova, que había entrado sentándose a su lado y le sonrió. Esta vez la sonrisa no era cruel, sino más bien amistosa.

- Buenos días, Nova. Si, me han soltado, no había nada en mi contra, por lo que tras horas y horas de charlas y de rellenar papeles, vuelvo a la compañía sin más. -

Josh entró muy tranquilo a la taberna.

Iba vestido con ropa militar, unos pantalones de camuflaje, botas con puntera de acero y una camiseta oscura. Llevaba una pistola en la cintura y un cuchillo amarrado a un lado de su bota derecha. Sus brazos al descubierto, mostraban tatuajes con motivos militares.

Miró a un lado y al otro, para después, darse cuenta que su hermano estaba sentado en la barra y se acercó hacia él.

Cuando estuvo justo detrás de Travis, colocó su mano sobre el hombro de su hermano y se asomó hacia su campo de visión.

- ¿Qué tal, Travis? -

Los comentarios que suceden tras el corto dialogo con aquel avestita o ex avestita, lo ponen de sobre aviso y algo ojiplatico se aparta un poco...

- como?!! He entendido bien?! Un avestita que ha perdido la fe, que es amigo de simbiontes y que quiere repartir justicia???!!!!
Santísimo profeta pero que tengo ante mis ojos???

Dexar agarra fuertemente su colgante ortodoxo que delata la doctrina en la que fue instruido
A pesar de sus ropajes no demasiado vistosos sus ademanes son bastante refinados

Alice trató de no escuchar a aquellos tipos. Le daban dolor de cabeza, después de lo que le hicieron a ella y a su familia no les tenía ya ningún respeto. Se giró hacia el tipo que se había sentado junto a ella. No lo había visto nunca y, aunque no le apetecía charlar demasiado, trató de entablar conversación con él. Así al menos trataría de alejar su mente de aquellos clérigos.

-Hola-dijo timidamente- no te había visto por aquí. ¿Estabas en Estigma?-le preguntó pues no sabía si aquel tipo había pasado todo lo que habían pasado en la guarnición o si quizás traía noticias nuevas.

Una vez más la puerta es abierta. Una mujer más entra al local. Debían estar todas juntas en aquel lugar, pues no era demasiado común encontrar mujeres en lugares tan hostiles como lo es Karma. Con movimientos felinos se encamina hacia la barra. Tras echar una rápida ojeada a todo el local con mirada analítica, parece haber encontrado algún conocido.

Con descaro, y habiendo sido testigo de la reacción del "cura", se coloca entre éste y el renovado Travis, apoyándose con ambos codos en la barra para dirigirse a Brana. Sí, pretende cortar el discurso del cura por lo sano.

- Otra cerveza para mí, Brana. Gracias.

Luego gira la cabeza hacia Hadyn y Travis, saludándolos a ambos con una media sonrisa que no llega a sus ojos. Nunca.

- Nova, Casmir... -Tras un momento de contacto visual con Josh, vuelve a girarse hacia Travis- ¿Otro Casmir? ¿Se puede saber cuántos sois?

Bromea, antes de dirigirse a Josh.

- Jenna Lynch. Ya eres el tercer Casmir con el que me cruzo. Seguro que acabas por sorprenderme tanto como tus hermanos.

Su tono de voz es frío y distante, marcando distancia con todos excepto con Nova y Travis. Había compartido demasiado con ellos durante los últimos meses... Demasiado como para mantenerlos al margen.

- Josh, Casmir, por supuesto. Encantado. - Dijo el muchacho. - Y somos cinco. Ya conoces a tres, a los tres chicos imagino. Las otras dos están perdidas en alguna parte, una en algún lugar secreto y la otra, perdida por los bajos fondos de algún planeta, nunca se sabe. -

Palmeó el hombro de su hermano un par de veces.

- ¿No vas a saludar a tu hermano querido? -

- Posadera, por Bula Imperial y Eclesiastica, tengo ordenes de que todo ciudadano imperial acobije mi persona, en especial en defensa de los bienes que traigo en beneficio del Imperio.

Ramiro leyó aquel papel arrugado y de tono ocré, con multitud de sellos remachados con filigrana de oro y efigies administrativas de multiples autoridades y burocracias planetarias.

- Así que sirva gachas a los mercenarios de la Asamblea y algo de pan para el cargamento que traemos. Ya sabe, a mayor gloria del Imperio.

Aquel tipo, en su treintena larga, con ligeras ojeras y gafas de vista cansada apenas mantuvo la vista de la posadera un par de segundos antes de girarse y apoyarse contra la barra, observando con atención como uno de aquellos perros presa con forma ligeramente humana pegaba patadas contra uno de los elementos de su cargamento, algún esclavo hereje o prisionero barbaro.

Ramiro presto su atención en aquel espectaculo de clerigo avestita convertido a profeta naturalista, y no pudo sonreir levemente.

- Esta claro que este planeta convierte a los pecadores en santos, y a los herejes en heroes.

Owen se sorprendió de que una chica se dirigiera a él en mitad de la cantina, y más una chica como aquella. Se preguntó si aún seguiría soñando, pero las conversaciones que retumbaban en sus oídos alrededor, le hacían saber que no era así.

- Hola -respondió, tratando de mirar únicamente al rostro de la joven-. Sí, estaba por aquí... pero me hirieron y me perdí todo el lío. Ya es la segunda vez que caigo inconsciente en una batalla, aunque esta vez por suerte, puedo recordarlo...

Esbozó una media sonrisa, como queriendo decir que no sabía si eso era una alegría o un fastidio. Se señaló una cicatriz cerca de la sien izquierda, donde había perdido algunos cabellos.

- No pareces un soldado -comentó-. Dudo que estés aquí por el paisaje, ¿qué misión tienes...?

En efecto no soy soldado. Soy civil, enfermera. Me llamo Alice-dijo estrechando su mano- he estado con los chicos tratando de que no se hicieran mucho daño cuando las cosas se pusieron feas en estigma, aunque ha decir verdad no logré gran cosa. Por lo menos no se murió ninguno...-dijo desanimada, tratando de esgrimir una sonrisa- tienes suerte soldado, normalmente esos cabrones no dejan tranquilo a aquellos que caen en el combate ya sea heridos o "durmiendo". Brindo por tu suerte-dijo dando un trago.