Partida Rol por web

No te preocupes -sonríe Gwen-. Conozco bien el camino -dice guiñándole un ojo al capitán.

Con desparpajo, la joven pupila coge del brazo a Nimeria y la compaña al interior del navío.

Tranquila. Todavía queda un rato para que zarpemos -comenta-. Los hombres tienen mucho que preparar y los criados aún no han acabado de descargarlo todo…

Echaremos un vistazo al camarote y subiremos a despedirnos de los que se quedan en puerto.

Tras dejar el equipaje de Nimeria en el camarote del capitán, Ryner se dirije al camarote que le han asignado. Arrojando despreocupadamente el petate al interior, apenas tarda un instante en volver a cubierta. Por un momento piensa en ir a la proa, a mirar el mar mientras espera que zarpe el barco, pero aún es posible que alguien suba por la pasarela, así que, dejando de lado sus deseos, va junto a Hug mientras los marineros terminan de preparar el navío.

Al subir la pasarela del puerto, se separa del noble para ir a hablar con el contramaestre. Pese a que esté bastante ocupado, la seguridad del barco es ahora mismo prioritaria. - ¿Todo en orden? - pregunta con seriedad. - En cuanto zarpemos necesitaré que uno de sus hombres me acompañe a registrar el barco. No quiero ninguna sopresa durante el viaje y no me gustaría que nadie se haya colado de polizón.

Tras la afirmativa respuesta del segundo al mando, vuelve con Lord Hug, esperando el comienzo del viaje.

No me hacen ninguna gracia las atribuciones que se otorga Ryner sobre la tripulación. En un barco esta muy claradamente establecida la línea de mando para evitar dudas que puedan llevar al desastre.

– Señor Ryner recordar que sois un invitado a bordo no uno de los oficiales. Como tal podéis solicitar cosas pero no dar ordenes.

– Si deseáis que el contramaestre os enseñe las distintas partes del “Halcón de los Hammerfell” y os presente a la tripulación “solicitárselo” y una vez lleguemos a mar abierto y enfilado el rumbo seguramente os podrá atender.

No creo que sea consciente que acaba de acusar a la tripulación de incompetentes por no saber quien sube a bordo. O de traidores si han ocultado a alguien con intención de atacarnos.

El dorniense mira a Lord Hug, arqueando una ceja con expresión de sorpresa ante su comentario.

- Mi señor, no tengo la más mínima intención de interrumpir la cadena de mando del barco y por esa razón le he pedido - remarca la palabra ligeramente más de lo adecuado - al contramaestre que me asigne uno de sus hombres en vez de dar la orden yo mismo o investigar por mi cuenta. Sin embargo, aunque no sea un oficial del barco, su propio hermano me ha encargado que vele por la seguridad de su hija, su pupila y usted mismo, y no me parece prudente comprometer esa seguridad por ahorrarle a un marinero las molestias de acompañarme en una inspección de rutina.

Pese a la sorpresa inicial, su voz no tarda en retornar al tono neutro al que todos están acostumbrados. En los numerosos viajes que ha realizado como parte de la escolta de Lord Hug, nunca se había puesto en duda su forma de llevar a cabo su trabajo, pero, puesto que en esta ocasión la propia hija de Lord Bruce viaja con ellos, Ryner tiene la intención de extremar las precauciones y si eso hace sentirse incómoda a la tripulación no es su problema, pero, pese a tratarse de una galera de guerra, son marineros, no guardaespaldas y su trabajo es mantener el barco a flote y en ruta, tal vez incluso defenderse contra piratas o manejar una batalla en gran escala, pero no evitar que un posible asaltante se haya escabullido para atentar contra los miembros de la familia.

 Se dirige con Gwen hacia el camarote que le ha sido asignado, y realmente le complace compartir camarote con Gwen, siempre le había gustado, era tan diferente a ella,y podía aprender tanto de ella, no era como las demás mujeres de la corte, siempre cosiendo y contando chismes, con Gwen todo era mucho mas interesante.

Estaba realmente emocionada por su primer viaje en barco, y por todo lo que podrían encontrar fuera de casa.

No parece recordar que estamos en una galera de nuestra casa y estos hombres han luchado por nuestra familia. Algunos de ellos desde antes de que mi hermano Bruce fuera nombrado Lord. Seguramente me lo ha enviado para evitar que trate igual a los hombres de armas de las dos casas que celebraran su boda invitados en nuestra casa.

A la vuelta puede que lo espere un rumor de ir a investigar alguna cosa por los caminos. Sí sería capaz de solicitar al novio que deje sus armas fuera de la casa.

– Por sus palabras esta al mando y si dice que son ordenes de Lord Bruce Hammerfell sólo me resta a la vuelta indicarle donde ha decidido que le sirva yo.

Dicho esto me acerco a Hans para tranquilizarme un poco del desafío que delante de toda la tripulación me ha lanzado Ryner.

¿Qué pretendía un duelo en cubierta?

Emocionada, ¿eh? -dice al ver el nerviosismo de la pequeña de los Hammerfell-. No te preocupes, se te pasará en cuanto te asalte el aburrimiento. ¡Je, je! Eso si no llegan primero las nauseas -ríe, frotando con su mano el hombro de la chica, en gesto de camaradería marinera, ciertamente, demasiado masculina para dos damas.

La mar pude resultar bastante monótona si no se tiene nada que hacer -comenta, mientras se dirigen de nuevo a cubierta-. Bueno, espero que tu tío tenga algo para mí. No quiero pasarme toda la travesía de brazos cruzados, mirando al agua como una boba -dice. Y rápidamente añade-: No te ofendas -Aparta la mirada. Sus mejillas parecen ligeramente ruborizadas: Otra vez hablando más de la cuenta, se reprende. ¡Idiota, idiota, idiota!-. ¡Je, je! Te lo digo yo: lo mejor contra el aburrimiento sobre un navío es encontrar con qué distraerse.

Las últimas palabras de Lord Hug sorprenden al guardaespaldas más aún que su reprimenda inicial. Viéndole alejarse, duda por un momento si extender la conversación o dejarlo estar, pero el gesto enfadado del noble le indica que probablemente haya malinterpretado sus palabras o, cuanto menos, el tono de su voz.

Acercándose a él una vez más, inclina la cabeza en señal de respeto antes de dirigirse al hermano de su Señor.

- Mi señor, lamento mucho si le he ofendido, pero me temo que no comprendo qué está ocurriendo aquí. Por supuesto, usted está al mando y mi único cometido en este viaje es salvaguardar su seguridad, como siempre he hecho con todo el celo que he podido y lo mejor que he sabido. Comprobar que todo está en orden y no hay ningún peligro cada vez que llegan a un sitio siempre ha sido parte de mis acciones rutinarias, pero si usted opina que eso es extralimitarme en mis funciones, por supuesto estoy a su servicio para que me ordene qué es lo que espera de mi.

Espera la respuesta de Lord Hug, sin tener muy claro cómo una conversación rutinaria ha llegado a este punto y maldiciendo en su fuero interno la susceptibilidad de los nobles que ven desplantes, afrentas e insultos a su orgullo en el más mínimo comentario de la gente a su alrededor. Pero es culpa mía. Tras todos estos años viajando con Lord Hug, debería conocerle mejor y haber previsto esta reacción. Aunque no entiendo su enfado por hacer algo que repito todos los días incluso en nuestra propia casa, independientemente de la guarda que Ser Cordak disponga en el castillo.

- Señor todo listo y preparado para zarpar.

 Mira a Gwen sonriente al ver que se ruboriza- no te preocupes, a mime encanta mirar el mar, igual es por que lo veo pocas veces, aunque desde mi habitación se ve el mar, es diferente verlo aquí, que desde allí- mira  a su tío y a Ryner discutir, no le hace mucha gracia, es un viaje de placer, no para que vean cual de los dos es as gallito -Podías hablar con Ryner, es de tierras lejanas y...quizás podría contarte cosas interesantes...- dice mas que nada para que ella aleje a Ryner de su tío, no le gusta el ambiente que se estaba creando.

Sí -asiente ante la sugerencia de la joven dama.

Ryner -lo llama, alejándolo de Hug-. Ven conmigo, quiero que me ayudes con unas cosas.

Nimeria -Gwen coge del brazo al guardaespaldas de modo informal, casi llevándoselo a rastras-, despídete por mí de la costa.

 “Dama” y “caballero” se alejan de cubierta, para introducirse en el interior del navío.