Teo tenía el más grande de los poderes... o el más inútil... El más poderoso o el más inocuo.
Un poder que hasta la noche no empezaría y tenía tiempo para observar bien con los ojos de la intuición y el azar del corazón
EL LOCO DE LA MANADA (PODER INVENTADO)
Este poder puede ser muy poderoso... o no... que incluso puede acabar siendo favorable para el bando de los humanos. A quien se le dio este poder elige a un jugador en la primera noche. Si este jugador muere antes que él, el tonto del pueblo pasa a tener el rol que tuviera en la partida: Vidente, Bruja (con las dos pócimas de nuevo), Cupido (y enamoraría de nuevo a dos...) incluso puede ser otro humano!
Eres el tonto del pueblo, Miguelito. Hasta la noche no me tienes que decir a quién admiras para en caso de que muera antes que tú, heredes su rol.
Había llegado la hora. Tendría que improntar su alma a la de un compañero, aquel que pensara que pudiera ser especial, aquel que fuera de otro bando o simplemente aquel que pensara que podría morir antes que él.
Pfffff, realmente me encantaría que ganarán los humanos en esta historia, pero entiendo que la partida es la partida...
Voy a improntar mi alma a la de Rafael Onieva
Teo se fijó en Rafael Onieva. El hermano del novio. El Maestro de Ceremonias. Pero, ¿qué más era? ¿qué sabemos de la verdadera alma de nuestros compañeros de camada? Saltando al vacío del misterio, Teo le copió la impronta.
Si Rafael caía, él recogería su testigo.
"Quiero que ganen los humanos, que pena los humanos, mimimimimi, pero a la primera de cambio voto contra uno y luego elijo imitar el poder de alguien que en principio no me lo parece" ¡MENUDO LOBACO ESTÁ HECHO EL TEO!