Partida Rol por web

Rorschach se quedó completamente quieto, sin hacer ánimo alguno de querer mover un músculo ni un milímetro. Ventajas de ser un psicópata, que tu cuerpo pasa a ser una mera herramienta en manos de tus deseos. Pasar pruebas como el polígrafo eran nimiedades comparado con el placer de poder aguantar estoicamente el aliento a herrumbre de Jones.

- Tú tienes tus métodos, yo los míos- respondió moviendo ligeramente la mandíbula-. No me importa en absoluto que no los entiendas o compartas. Tus problemas de identidad sexual y carencia de afecto no me atañen- referencia "candidatura a reina del baile", "Mis Congeniality" y su personalidad en general-  El olor a parásito en cambio se me pega a la gabardina, y no me gusta usar la lavadora de casa. Hace mucho ruido. Creo que tiene algún hueso atascado.

No cambió el timbre ni la intensidad de su voz. Le hubiese encantado sonreír, pero no le salía con naturalidad. Rorschach tenía muy claro que, para desgracia de su economía y del resto de miembros del grupo, su dignidad estaba por encima de entrar en Jericó. No imperaba matar a Jones, pues le sobraba tiempo para ello, pero no podía dialogar con un ser así, y no estaba dispuesto a dejarse ningunear. 

No entendía muy bien a que venía esa absurda discusión, Jones había decidido hablar y aunque las formas no eran quizá las adecuadas sus palabras eran bastante sensatas. Era posible que hiciéramos lo que hiciésemos al final se liase y acabaría siendo todo mucho peor, quizá la técnica de fingir sería mucho más eficiente. R quería a Charles como diplomático pero se equivocaba, quizá era el más sereno de todos, eso no lo dudaba ni un instante porque desde luego que se había unido a un grupo de perturbados. Quizá también era el más acostumbrado a trabajar en grupo y en saber que la unidad hace la fuerza, pero también sabía cuando debía dejar a alguien hacer lo que quería pues tratar de cambiar su idea podría causar más problemas al grupo que la idea que pretendía.

Charles estuvo tentado de poner una mano en el hombro del hombre de la máscara pero quizá aquello se lo tomaba como algo negativo o un ataque a su espacio vital así que cuando alargó su brazo lo volvió a retirar casi al momento. Así que simplemente negó sus palabras.

- Agradezco que pienses así de mi y que creas que tengo más aptitudes sociales, y aunque consideres que él es la peor apuesta creo que deberíamos dejarle hacer. Hagamos una cosa, actuemos tal y como nos pide el Sr. Jones y si las cosas no salen como él quiere, bueno, quizá debamos actuar a nuestro modo. ¿No crees? 

Standford sonrió a R con la esperanza de que le hiciera caso, no quería causar los problemas antes de empezar la misión.

De todas maneras, también deberíamos escuchar las opiniones de los demás. Ustedes qué dicen, muchachos.

Oh, fantástico. Nuestra manera de superar la prueba para Jericó va a ser fingir que somos artificieros de unas bombas por las que nosotros mismos hemos avisado. La desesperación se pinta durante un instante en mi rostro, aunque no es algo que mis compañeros puedan observar. Sí, tenemos todo el camuflaje que quieras, y quién sabe si hasta es capaz de resistir rayos-x, visiones térmicas y todo lo que una empresa de tecnología punta, si ha hecho bien los deberes, debe de tener para casos especiales. Y eso si no contamos con que tienen su propio servicio de guardia y eliminación de explosivos, lo que no es del todo descabellado. Hay tantas cosas que pueden ir mal en ese plan, que no sé ni por dónde empezar. Y no porque lo haya dicho el Sr. FBI-Loquesea. Que ya empiezo a dudar bastante de que sea del FBI, y no fuese otra triquiñuela. Y encima se mete con mi equipamiento. ¡Como si yo me hubiese metido con él, o algo! Por supuesto, todo eso no hace sino que Rorschach se ponga también a la defensiva. Y también se meta conmigo. ¿Qué pasa, que uno no puede tratar de estar tan tranquilito? Vaya dos. Me gustaría llevarme la mano a la cara y rascarme los ojos, pero no es algo que se pueda hacer con este casco, y eso que alguna vez ya lo intenté al principio, vanamente.

Giro la cabeza para abarcar con la mirada a todos mis compañeros. -Si en algo hay que darle la razón al Sr. Jones es que lo más complicado va a ser entrar. Y si yo fuese una fábrica -y cito textualmente- cuya principal rama es la robótica y las aplicaciones cibertecnológicas a nivel militar, al menos yo, trataría de contar con mi propio sistema de seguridad y eso incluye control de explosivos. Lo que no quita que parezca el mejor y único plan con posibilidades que tenemos, así que mientras consiga que entremos, yo me doy por satisfecho. Eso sí, una vez dentro y en cuanto se descubra el pastel, y no dudeis que ocurrirá por lo que sea, yo pongo como prioridad el paquete. Así que os agradecería bastante que no os dejaseis matar, si se da el caso. -Y para demostrar mi acuerdo con el plan, me suelto el broche que sujeta el capote entre los pliegues del hombro, hago una bola con ello y lo dejo un poco oculto en el callejón. Por un momento, me siento tentado de hablar a quien sea que nos esté observando ahora mismo para decirle que quiero recuperarlo, pero en el último segundo me abstengo. -Esto es una competición con tiempo. Así que señor mago, disfrace al personal. Y quien no quiera participar, no nos vendría mal un cebo para que se piensen que es cierto lo de que les han plantado unas cuantas bombas sin que se den cuenta. -Y me estoy empezando a cansar un poco de tener que hablar tanto para no conseguir nada, lo cual sin lugar a dudas se acaba reflejando en mi tono.

Jones sonreía a Caramanchas, tranquilamente, mientras esperaba a que el último de ellos, Eartho, la mole de piedra con la que había viajado en la furgoneta, se pronunciase sobre la disputa que acababa de suceder.

Había estado mirando como ambos gallos de pelea cacareaban y se encaraban uno con el otro, cada cual intentando llevarse el gato al agua. Aunque la idea de Jones perdía algo de valor gracias a los comentarios de Steelblade, estaba claro que era de las pocas opciones de las que disponían.

Sopesaba la situación, aún sabiendo que era el único que no había dicho palabra alguna tras la exposición del plan.

-Por lo que veo, es más fácil descartar la idea de alguien que plantear una nueva -dijo mirando al de la máscara con manchas-. Sinceramente, a mi lo único que se me pasa por la cabeza puede que sea la idea más destructiva de todas. Aún así, no dejo de entender que nos están poniendo a prueba como grupo, si esto fuera una misión individual, reventaría los cimientos de la propia fábrica y recuperaría el informe de entre los escombros. Pero tenemos que colaborar, así pues, si alguien tiene algún plan alternativo al de Jones, que lo exponga y dejémonos de tontería y sarcasmos. El tiempo sigue corriendo y cada vez está más contra nosotros.

No estaba completamente de acuerdo con el plan de Jones, podía ser la mayor locura a la que se hubiera enfrentado. Pero a falta de algo mejor, era lo único que tenían. Jugársela a entrar como supuesto artificiero o quedarse en el callejón y seguir soportando las absurdas discusiones del resto. Y puestos a elegir, prefería enfrentarse a la muerte a seguir escuchando a aquellas gallinitas. Se puso en pie mirando al cambiaformas.

-Preparado para hacerme pasar por artificiero y que pase lo que tenga que pasar.

La sonrisa de Jones no creció más, como quizá podría esperarse tras tener el apoyo a su plan del resto del grupo que Jericó había decidido formar.

La mirada seguía fija en la máscara que cubría a Rorschach pero una ceja se alzó ligeramente. ¿Acaso era posible que una ceja pudiese hacer un movimiento que se considerase burlón? ¿O estaba midiendo a su oponente como esos cowboys del Oeste en pleno duelo bajo el sol en una polvorienta calle?

Su boca se abrió, volviendo a mostrar su pulcra y blanca dentadura. La máscara. fue lo único que dijo, sin cambiar de postura.

Rorschach exhaló bajo la máscara. Charles tendría probablemente razón, pero era algo subjetivo. Rorschach no compartía un enfoque en el cual hay que dejarles el poder a los necios por comodidad. Esos eran los erróneos paralelos del Justiciero con respecto a Charles. No se trataba de una cuestión de eficacia, sino de justicia. Y cuando alguien se ponía en el camino de ese concepto, el enmascarado tendía a arreglarlo fácilmente con un cuchillo de cocina. Tarde o temprano, más lo segundo que lo primero por desgracia para la humanidad, acabaría con aquel pozo de maldad primigenia, pero hasta entonces sólo podía intentar ganarse el pan vendiendo sus principios morales por un trabajo en la compañía. Si todo salía bien, conseguiría ambas cosas, recuperando sus principios en el proceso.

Cerró los ojos bajo la máscara, con el objetivo de abandonar aquella visión a dos colores de luz y muerte, intentando prepararse para recuperar la visión típica de unos normales y corrientes.

Se dio la vuelta, poniéndose de espaldas al grupo, y comenzó a quitarse los guantes. Tenía las manos pequeñas, blancas como si viese poco la luz del sol. Sin embargo, bajo los gruesos guantes de color oscuro parecían considerablemente más grandes.

Desabrochó uno a uno los botones de la gabardina, y guardó los guantes en un bolsillo interior de la misma. Dejó enganchada su Garra en los pantalones y comenzó a quitarse la gabardina. Tenía unas hombreras gruesas, como la de un montañero que debe soportar un gran peso sobre los hombros. La gabardina parecía pesada, rellena no sólo de objetos y tejido, sino también de plumas. Era abultada.

Cuando se la quitó, bajo la gabardina se escondía, cayendo como una cascada por el sombrero, una melena negra y compacta, como la mata de hierbas salvajes en un bosque. Pero era un cabello cuidado, más por higiene y apariencia cuando no llevaba la máscara y su identidad de Rorschach.

Se quitó la gorra, dejando ver unas orejas redondeadas y pequeñas, sobre las cuales nacía el cabello de alquitrán, liso. 

Y se dio la vuelta.

Llevaba los mismos zapatos, de un color marrón oscuro, de suela alta, y sus pantalones, negros y de corte, hacían juego con su traje. Vestía como una empresaria. Era una mujer, de rasgos finos y mirada educada, ligeramente dulce. Sus labios esbozaban una forma de corazón, ligeramente rosados. Metió las manos entre el pelo, recogiéndolo en un único manojo con forma de tubo flexible, o una cadena de ADN caótico.

Con aquella ropa no parecía a ciencia cierta un oficial de las fuerzas de seguridad públicas y comunes, pero bien pasaría por una administrativa, una agente del gobierno, o alguien con el suficiente rango como para dejar de llevar uniforme y llevar simplemente traje.

- No vas a ponerme las manos encima- avisó como la gata que avisa al violador de que debería irse a su casa a llorar. Se refería a que a ella no iba a disfrazarla-. No estoy dispuesta a que me toques con ese sucio alquitrán que tienes por manos.

Y que le jodan a tu respuesta machista.

Dobló la gabardina sobre el brazo izquierdo, sujetando el sombrero con la mano. La mano derecha seguía libre, con el único objetivo de poder seguir usando la Garra para lo que fuese.

Que tengamos una bola de demolición incorporada en el equipo es quizá una de las mejores opciones una vez hayamos entrado y si tienen un mísero escaner y se atreven a obligar a la policía a pasar por él, cosa no especialmente imposible, aunque seguramente algo que haga que se peleen con la jurisdicción. En general, todo problemas del Sr. Jones, excepto la bola en sí, que es algo intrínseco a Eartho. Mientras me desequipo de mi propia capa, no le presto mucha atención a Rorschach haciendo lo mismo. Y es por eso que la sorpresa es mayúscula, tanto que no puedo evitar echar el peso en un pie y quedármela mirando con cara de pasmarote al ver la asombrosa transformación. ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Qué? o ¿Pero qué cojones? son unas pocas de las expresiones que se me pasan por la cabeza al ver la situación. Aunque probablemente me quede con la última de ellas, dado que la ocasión lo merece. Recobrándome de mi pequeño shock, retorno a mi posición en el pseudocorrillo que hemos montado. -Señor Jones, creo que es el momento de que empiece a hacer todas las llamadas que tenga que hacer para que se crean el aviso de bomba, y ponernos en marcha cuanto antes mejor a por el objetivo. Espero que en la primera parte no encontremos más fallos básicos... como el caso de la Señora Smith. -Hago un par de estiramientos de las articulaciones, principalmente cuello y muñecas. Y me pongo serio por fin, ahora que empieza de verdad la misión. -Caballeros, cuando quieran. -He estado a punto de añadir un señorita por en medio, pero si ha querido caracterizarse como Rorschach, una figura aparentemente masculina, no voy a ser yo el que le diga nada.

Vaya, vaya, parece que el tema de los secretos y los problemas de identidad sexual era algo que molestaba a la señorita marca claramente la palabra con un tono burlón por problemas de exclusividad.

Tranquila, princesa. hace una ligera reverencia hacia la mujer. Tengo gustos... diferentes. sonrió, una sonrisa que expresaba algo que no podía definirse con palabras.

CHASC

Un chasqueo de dedos y la furgoneta volvía a ser la de los SWATS.

CHASC

Eartho ahora era un artificiero con el traje completo.

CHASC

Fuese lo que fuese ese último chasquido, no fue visible para el resto, como si lo fue el guiño de ojo que le lanzó Robert a la nueva Rorschach.

Se giró y acto seguido vestía un traje bastante parecido al que vestía Rosalía, su pelo ahora era completamente oscuro y su rostro era el de un recio agente de la ley.

Todos dentro, Eartho en la parte trasera, SteelBlade afuera, enganchado al agarramanos. Vapor conduce y la dama en el asiento de copiloto. indicó a los otros miembros del grupo. Si hay sitio, iré delante, si no detrás. Agente Tennant, lleve el vehículo hasta la puerta principal y déjenme hablar a mí.

Y recuerden, si algo sale mal, será la hora de los fuegos artificiales...

Me quedé admirado ante la belleza de nuestra no tan nueva compañera, y a pesar de no poder evitar que mi cara se sonrojase decidí ser profesional y asentir ante la nueva, o mejor dicha, verdadera apariencia de R. Después me dispuse a escuchar las palabras de nuestro supuesto líder y tomé el mando de la furgoneta sin decir absolutamente nada.

Esperaba que el resto me vieran acatar las órdenes que Jones nos estaba dando y que el resto hicieran los mismo. El futuro de la misión estaba en juego, pero para cuando llegaran al lugar y antes de hacer nada preferiría hacer él antes una cosa. Pero aquello no lo comentaría hasta que no estuvieran todos dentro de la furgoneta y ya en camino.

Su primer impulso había sido analizar con la máscara nuevamente a Jones, y al vehículo, y a Eartho, intentando adivinar qué clase de parasitismo primigenio se había extendido, si es que era verdaderamente eso lo que hacía aquel ser, a falta de querer llamarlo hombre. Rosalia, o Rorschach, o como queráis llamar al cuerpo con doble identidad, no tenía profundos conocimientos de ocultismo, por lo que sólo podía hacer conjeturas acerca de un mal pocas veces visto en combinación con unas facultades propias de una entidad simbiótica o parasitaria. Sí, el metamorfismo no era propiamente eso, pero según los datos de su máscara tenía cierto símil.

Subió al camión al otro lado de Vapor Negro sin decir nada, poniendo la chaqueta como respaldo para el trasero y la espalda. Cabe decir que no se puso el cinturón de seguridad, y que salvo la suela de los pies, el resto no tocaba directamente el vehículo. Era una paranoia, por qué negarlo, pero no se puede esperar que un asesino y arquetipo de antihéroe se quite la máscara sin más y se convierta en una persona totalmente cuerda. Tenía sus manías. Y sus miedos.

Se había quedado mirando a la mujer que había bajo la máscara de manchas. Su inexpresivo rostro no mostraba signos de sorpresa, pero estaba claro que se había sorprendido al ver que bajo esa fachada psicótica se encontrara una mujer, a simple vista sencilla y corriente.

Sin comentar nada sobre la verdadera identidad de Rorschach, porque a saber como se lo podría tomar, esperó a que Jones hiciese el cambio en su vestuario y le transformara en el artificiero. Antes de subirse al camión, caminó un poco por el callejón, para hacerse un poco con los andares típicos de un artificiero y que no pareciera que el traje apenas le pesaba.

-Bueno, vamos a desactivar una bomba -su nuevo rostro humano esbozó una tonta sonrisa, había perdido la práctica de como se hacía y el resultado fue una ridícula mueca-.

Estaba preparado para lo que pudiera suceder, pero no estaba seguro de si quería formar un caos en la ciudad subterránea, había más riesgos que beneficios en desplegar todo su potencial en el subsuelo.