Barry que estaba en plan redentor sobre si mismo, al escuchar las palabras de Ted se pone muy tenso. Sus musculos se engarrotan, no tanto por el frio como por la ira que le revuelve el estomago. Pero su cabeza, su cabeza se calienta hasta casi exhalar humo por los ojos.
Los estaban siguiendo, habian amenazado a su hermano pequeño. Los estaban jodiendo vivos. En cierta manera no se lo podria creer.
Que alguien amenazara a unos don nadie sonaba estupido incluso en su mente. Pero asi parecia ser. Y eso solo podia significar una cosa.
Nos estamos acercando. Si nos estan jodiendo de esta manera, es que creen que sabemos algo importante, o que podemos descubrirlo. Y sea como sea, podian habernos cosido a balas hace un momento. No tenian porque ser tan blandos como para llamar al guarda.
Su cabeza bullia, intentaba pensar. Pensar en como pretendian que dejara de buscar al asesino de su hermano. Que era lo peor que podia pasar. Que mataran a Roger, que se cargaran a Ted. Si eso era exactamente lo que querian decirles. Hemos matado a vuestro hermano, a saber porque, pero lo hemos matado, si os meteis, os daremos por el culo.
Pero se habian equivocado. Nadie, nadie en toda la historia de su vida se habia metido con un Foster y habia salido bien parado. Ya habia apaleado a mas de un chaval por meterse con Ted, y eso eran cosas de crios. Si tenian que dejar a mas gente como a los dos matones de medio pelo que habian dejado para pudrirse en aquel callejon, que asi fuera. Pero nadie, nunca, intimidaba a su familia.
Vamos a la casa de ese imbecil, como dice Ted. Quizas veamos algo que nos responda que demonios hacia Terry mezclado con asesinos. Pero yo no me voy a rendir aqui. Y os aseguro, que mañana volvere para enterarme en que trabajaba nuestro hermano.
Camina dejando tras de si unas huellas profundas en la nieve. Que tardarian bastante en desaparecer. Pues pisaba con fuerza, con rabia, y no pensaba aflojar esa fuerza, hasta que encontrara al culplable de su hemano.
Roger asintió y tomó al vuelo las llaves del coche, abriendo entonces la portezuela y situándose en el puesto del conductor. Mientras sus hermanos se acomodaban y él arrancaba (no sin esfuerzo) el frío motor del vehículo, miró a la densa noche que se dibujaba en el retrovisor y dijo:
-Ted, ¿tienes el número del que te ha llamado? Ahora puede no ser importante, pero quizá en algún momento lo necesitemos. Y sí, estoy con vosotros, vamos a casa del tipo aquel, aunque recordad que si la policía ya ha metido las narices en el asunto sabrán que tenemos sus llaves y podriamos encontrarnos con un disgusto. Así que los ojos bien abiertos.
El motor arrancó por fin con un zumbido atronador. El guardia aún los miraba con una mezcla de miedo y furia cuando el coche pasó a su lado lentamente para perderse en la oscuridad de la noche.
-No... -dice sentado en la parte posterior del auto, negando también con la cabeza. Mientras contesta mira su teléfono, en su mano, como asegurándose de nuevo de lo que iba a decir -Ya lo pensé, pero el número entrante estaba bloqueado... Solo espero que tengamos esta vez suerte y la pasma no haya metido aún las narices en esto, que no nos van a dejar irnos de rositas como lo ha hecho este.
Al pasar cerca del guardia, evita sin embargo dirigirle la mirada. Quería dejarlo atrás y seguir adelante, porque tenía la sensación de que las cosas podían haber salido mucho peor, con ese coche siguiéndoles los pasos tan de cerca. Intenta no pensar en qué hubiera pasado sin el vigilante, o qué pasará, pero sabe que hará lo que sea necesario para llegar hasta el fondo del asunto.
Los tres se vuelven a meter al coche ante la mirada del guardia de la fabrica, quien los sigue con la vista mientras se mete en la casete y los sigue observando desde el lugar.
Mas paranoicos que antes, pues ahora esta casi confirmado que alguien les sigue, o les siguió hasta el momento, se meten al coche y fijan rumbo nuevamente, cruzando una vez mas aquella parte de la ciudad, siguiendo la dirección que Roger pudo rescatar de la identificación de uno de los tiradores que habían castigado apenas una hora atrás, en aquel callejón.
Atraviesan esas calles que presentan el mismo panorama que habían mostrado hasta entonces aquella noche, salvo que ahora la nieve cae con completa soltura, ralentizando bastante la marcha.
Finalmente el automóvil se detiene frente la casa en Bell Blyd St. 1543, un barrio de clase media, bastante tranquilo, y tan desolado en aquella noche como el resto de la ciudad. La casa parece estar vacía, solo las luces que dan a la calle están encendidas, pero no hay señales de que haya alguien dentro, todo esta tan desolado como en el resto de la calle.
Tras pensarlo un poco, los tres entran a la casa, sin mucha dificultad, pues Roger también había conseguido las llaves como “motín de guerra”. Al entrar pueden confirmar que realmente no hay nadie. Todo esta tranquilo.
La casa esta ordenada, aunque no hay muchos muebles, salvo por la mesa y un par de sillas en el comedor, un viejo sofá, un equipo de música, y la cama en el cuarto correspondiente, junto con una cómoda. Aun así, revisan todo sin perder tiempo, aunque ninguno de los vecinos parece notar la intrusión, ni tampoco hay señal de que alguien espía desde algún automóviles, ni llamadas inoportunas.
Tranquilos revisan el lugar, dividiéndose las pocas habitaciones, aunque no hay mucho en donde buscar, y en menos de treinta minutos ya han podido revisar el lugar de arriba a abajo. Se miran con decepción al encontrarse de nuevo en el comedor, pues la búsqueda no a dado resultados. De hecho, aquel lugar esta completamente limpio, demasiado limpio para la clase de tipo que parece ocultarse en él. Siquiera armas o drogas, absolutamente nada.
Un pequeño reloj que hay sobre la una Tv vieja en la sala de estar indica que ya a pasado una hora desde medianoche, mientras los tres permanecen en silencio y de pie en aquella casa, mientras pueden ver a través de la ventana que da a la calle como la nieve comienza a mermar nuevamente.
Barry había conservado la esperanza de encontrar algo en aquella casa que les diera una pista de por dónde buscar al que ordeno la muerte de su querido hermano. Y sin embargo, no había dado con nada.
Sus hermanos, siempre vigilantes parecían estar tan descorazonados como el mismo. Sin embargo algo le rondaba la cabeza.
Sabéis que, hay algo que no cuadra en todo esto. Un rompe culos con una casa en un barrio residencial de clase media. Ese tío tenía mas pinta de vivir junto a aquel negrata al que preguntamos por la tarde. Esto no pinta nada.
Si no hubieras abierto con la llave que le sacaste, no me creería que podía vivir aquí. Es que no le pega nada.
Todo lo que estaban viendo le olía raro. Como si hubiera algún tipo de plan malvado, que los implicara en un allanamiento, para no conseguir nada.
Sea lo que sea, mejor lo hablamos en el coche. Aquí somos presa fácil de cualquiera que quiera decirle a los polis donde estamos. Y seria complicado de explicar que cojones hacemos aquí. Porque ni yo mismo lo sé ahora mismo.
Barry se acerco a la ventana, donde estaba apoyado uno de sus hermanos, y observo fuera. La calle parecía parada en el tiempo, a excepción quizás de los copos de nieve que caían como si fuera la única noche para ello.
El frio se podía sentir a aquel lado de la casa, y aquello no hacía sentirse al Foster.
A Ted cada vez le parecía más raro todo. No se esperaba desde luego encontrar una casa como esa para un tipo como aquel, ni tampoco quedarse una vez más con las manos vacías, en otro callejón sin salida. Algo se les escapaba, pero ¿el qué? Cada pieza nueva que encontraban parecía encajar todavía menos en el puzzle...
Tiro por si acaso... (de nuevo Perspicacia+Inspección)
Ted echa una nueva ojeada al lugar mientras están de pie en el medio de aquella habitación, aun sin decidir del todo que hacer a continuación. No se le ocurre en donde mas puede buscar algo que le pueda ser útil. No es que haya muchos escondites en esa casa, y los que hay ya los han registrado sin ningún éxito...
Ted no se quería dar por vencido así como así, se negaba a aceptar que de nuevo se volvieran con las manos vacías. No puede evitar pensar en volver a dar una ojeada al lugar, tozudo, pero la verdad es que no se le ocurre nada más que buscar que no hubieran hecho ya, habían mirado por toda la casa entre los tres una y otra vez y no habían encontrado nada útil.
Quizá tengan algo justo frente a sus narices y no sepan verlo, pero ahora mismo lo que resulta claro es que cuanto más tiempo estén en la casa más problemas puede traerles. Ted no olvida tampoco que sabe que alguien les sigue sus movimientos, y permanecer ahí no deja de ser arriesgado. Ya lo ha dicho Barry, ni ellos mismos saben que cojones están buscando en la casa, y la verdad que no haber dormido durante tanto tiempo también podía estar comenzando a nublarles el juicio. Igual sólo necesitaban dar una cabezada en el coche para se les aclararan las ideas...
Después de pasar de nuevo la vista rápidamente por el lugar lanza un bufido.
-Quizá lo mejor sea que volvamos al coche, si... -dice dándose por vencido y negando cabizbajo, en dirección a la puerta de la entrada.
Finalmente los tras abandonan la casa, pasando tan desapercibidos como cuando entraron, dejando todo como estaba (o al menos tratando de que fuera así) y vuelven al coche, en donde ya hace tanto frío como fuera.
Los dedos se les congelan mientras están dentro del auto, contemplando la calle vacía y la nieve caer, mientras deciden que paso dar a continuación.
Roger abrió la portezuela del coche y se acomodó en el asiento del conductor. Su cabeza, fría por la nieve, golpeó suavemente contra el respaldo y abrió los ojos mirando los copos caer tras el parabrisas. Con los dedos rojos de frío, puso en marcha el vehículo y el monótono ruido de la calefacción empezó a sonar.
Ojalá fuera el listo de la familia, pero todos sabían que no era así. Roger sólo servía para una o dos cosas. Aún así, intentó desgranar lo que sabían:
-Sabemos que mataron a Terry por un encargo, ¿no? Que pagaron mucha pasta a unos desgraciados para hacerlo. Eso implica que quien lo hizo tenía mucha pasta y pocos escrúpulos. ¿Quién conocemos que sea así y pueda haber estado mezclado con nuestro hermano? -Roger se golpeó las sienes- No puede haber sido fortuito. Supongo que, aunque nos joda, tenemos que hablar con nuestra cuñada muy seriamente. Es imposible que Terry cabreara a un pez gordo con pasta sin que su mujer notara algo. ¡De algún sitio tenemos que tirar!
Ted en esos momentos no tenía ninguna gana de seguir pensando en ninguna teoría. Todo eso de la casa le resultaba raro, pero el día había sido agotador, y la noche lo estaba siendo más todavía.
- Está bien, hagamos eso y preguntémosle a Julia, pero yo ahora lo que quiero es dormir un poco... y supongo que ella también, ya nos ocuparemos de toda esta mierda mañana por la mañana ¿no? Y si hace falta vamos a la fabrica y hacemos lo que sea, pero yo estoy reventado por hoy...
Barry no queria ir a molestar a su cuñada. Pues la perdida de Terry para ella lo era todo. Ahora tenia que enfrentarse a la vida en soledad, como ellos, pero cargando con niños, esa tarea se multiplicaba por diez. No le gustaba nada la idea, pero no encontraba argumentos contra ella.
Sabia que ahora mismo estaban dando palos de ciego, cuando iniciaron toda su aventura aquella tarde, tenia claro el objetivo, hacer pagar la muerte de su hermano. Y aunque sabia que a los que habian dejado medio muertos, o muertos, solo eran los idiotas de la historia, no podia dejar de sentirse como si ya hubiera dado su merecido al mal que se habia llevado al mas bueno de los cuatro hermanos.
No podia decir nada, estaba cansado, cansado de darle vueltas. La fabrica era una opcion, su cuñada otra. Quizas incluso la prensa pudiera darles alguna pista sobre lo que hacer para desenmascarar a su hermano. Sin embargo la cabeza le daba vueltas. Y el frio no le ayudaba precisamente.
Removiendose dentro de su propio abrigo buscando un calor que se escaba de su cuerpo segundo a segundo decidio hacer caso a Ted.
Debemos descarnsar con este puto frio no se puede pensar, y estoy molido de darle vueltas al coco. No se que hacemos como unos polis dando vueltas toda la noche. El cabron que encargo la muerte de Terry no se ira lejos. Lo mato porque queria algo, solo hay que esperar a ver que es lo que se pone en marcha mañana.
Toco en el hombro a Roger, para idicarle que se marcharan de aquel anodino barrio, donde la logica y los hechos se chocaban como un iceberg contra un transadlantico.
El motor del coche vuelve a rugir una vez mas en aquella desolada calle, frente a la casa vacía de uno de los matones, lugar en el que los tres hermanos no encontraron mas que otra decepción en su investigación.
Al viejo Cadillac de Roger le cuesta ponerse en marcha, el frío se hace notar cada vez mas, y la nieve que cae, ahora mas cerrada, hace que tengan que atravesar aquella parte de la ciudad, completamente desierta, casi a paso de hombre. Salvo por la nieve que cae con bastante intensidad, no hay nada ni nadie a la vista, nada que les llame la atención o haga romper el silencio que se hace dentro del coche mientras vuelven a casa.
La nieve y el hielo en las calles hace que el viaje se prolongue durante casi media hora, hasta que finalmente el coche se detiene frente a la casa en donde los tres habían pasado su niñez, junto a Terry, y que solo Barry habita actualmente.
El ambiente cálido que hay dentro de la casa es reconfortante, aun después de haber estado vacía todo el día y no tener encendida la calefacción, como si la idea de volver a casa a descansar, al menos por un rato, fuera lo suficientemente agradable. La puerta de la entrada rechina al abrirse y pone resistencia a la hora de cerrarse, como siempre, algunas cosas parecen no querer cambiar nunca en aquel lugar.
Los tres se desploman en los sillones de la sala, los cuales les parecen mas cómodos de como los recordaban (salvo para Barry). El calor lentamente va llegando a las extremidades entumecidas y el frío comienza a irse poco a poco, pese a que a través de las ventanas aun se puede ver como la tormenta de nieve no parece tener intenciones de detenerse.
Nadie dice nada, los tres están cansados como para seguir dándole vueltas al asunto, al menos sin dormir un poco, y uno a uno, relajados en los sillones, en aquella sala de estar, silenciosa, y sin mediar palabra, sin ánimos para siquiera subir las escaleras hasta las habitaciones, van quedando dormidos en el lugar, mientras la nieve sigue cayendo en la noche.