Una vez que cruzaste la puerta de entrada para salir al exterior junto con Bernal y Xacome, viste a dos hombres esperando afuera, en plena calle. Parecer ser que, visiblemente por su apariencia y aspectos, hombres de armas, pertrechados a la manera de cazadores: poseen arcos, petos de cuero y cuernos de caza. Mas que ir a buscar a una mujer descarriada, pareciera que fueran en batida de lobos, por lo menos; que lo único que les faltaba a aquellos dos no eran sino los perros para el olfateo. Bernal se acercó a ellos, y con ésto tu sirviente Xacome tras de tí.
Éstos dos señores son amigos mios, don Gabriel -te dijo Bernal con una voz algo entrecortada y nerviosa-: Rodrigo Mayor y Ginés de Alcántara. Nos acompañarán a buscar a esa madre del recién nacido, antes de sus actos paganos dañen al crío... ¡Lo que hay que ver! -clamaba al cielo el padre Bernal como desesperándose y no encontrar respuesta al preguntarse cómo y porqué harían tales herejías-. Los tipos te miraron, y luego a Xacome, y se limitaron a asentir levemente. Sin embargo, éstos no cruzaron palabra, tan sólo se limitaron a lanzar una furibunda mirada seca sobre Bernal, el cual, en medio de la noche, se encogió de hombros y lanzó una risotada.
Je Je.. je... je...ehmm... estooo... -la gracia falaz parecía no causar el disimulo que el padre quería darle a la situación-.
¿Va... vamos ya? -apostilló a modo general, y para romper el hielo y las miradas de sus dos compañeros, en pos de marchar hacia el bosque de Mouromorto-.
No comprendía en qué triquiñuelas habíase internado mi buen señor. Se suponía que habíamos venido a ver a ese párroco, amigo de él, tras mucho tiempo: descanso, algo de vino, y buenos paisajes: un viaje sin prisas. Sin embargo, que me habían sacado de la cama en habiendo dormido apenas una hora, y con las piernas más dolorina que un gorrino puesto su peso un gancho y aún siendo vivo, durante cuatro días...
Que entonces resoplé, y no hice sino dignarme a caminar tras mi señor Gabriel, aunque fuera entre las calles de esa oscura aldea.
Nota: sois cinco en la búsqueda, y vais sin caballo (puesto que meterlo en el bosque de noche es una locura, aparte de que el grupo lleva prisa por ir a buscar a esa mujer cuanto antes).
Miré al sacerdote y asentí:
- Si, cuanto antes partamos, antes llegaremos a nuestro destino...
Mientras andábamos, procedí a hacer a mi criado un resumen rápido de lo que pasaba...
Tras hablarle a tu siervo, el grupo continuó andando por Mouromorto hasta salir finalmente del mismo. Justo antes de pisar el linde del bosque, y para clarificar un poco la situación, Bernal dio algún detalle más de la situción.
Ese rito pagano que piensa hacer la mujer -comenzó a explicar el padre-, solía realizarse antaño en el bosque cercano, ante un roble centenario. Es una especie de bautismo diabólico... ¿Puede creerlo, don Gabriel? -veías entonces cómo la cara de Xacome se amedrentaba un poco, como por el miedo-: y en lugar de agua se usa fuego. Te preguntarás que porqué tanta precaución -Bernal señaló su propia arma con un par de toquecitos de su mano en su pomo-. Con la madre del chiquillo se encuentra una bruja, y el mejor remedio contra las malas prácticas son dos cosas: Primero la fé y Palabra Preclara de Nuestro Señor Cristo..., pero también un buen acero.
Una vez que entrasteis en el bosque, os parásteis en seco.
Propongo dividirnos en dos grupos -señaló Bernal-. Así batiremos mejor el bosque, cada cual en una dirección. ¿Gustaria de venir Vuaced conmigo, don Gabriel?
Asentí, conforme:
- Entonces vos, padre Bernal, Xacome y yo iremos por un lado y vuestros amigos por otro, ¿os parece bien?. No conviene ir solos cuando hay artes oscuras por medio...
Ese tal Rodrigo asintió ante tu respuesta. Acto seguido, se descolgó el gran cuerno de caza que llevaba colgado a la espalda, y se lo entregó al padre Bernal.
Un toque significa "socorro" -apuntó como interpretacion-; dos toques que la madre y el niño han sido encontrados.
Ginés de Alcántara asintió también.
Acto seguido, ambos dos marcharon al noreste y quedásteis vosotros allí de pie.
Venga señores -dijo Bernal-, hemos de salvar la vida a ese chiquillo e impedir que hagan esos paganismos tan cruentos. Y os pusísteis a caminar en mitad del bosque, por la dirección contraria a la de los dos amigos del párroco
Cuando ví cómo asentían esos dos amigos de don Bernal, me pregunté si eran también sacerdotes; sabía que no, que tan sólo hay un párroco por pueblo o aldea, mas pensé también que bien mayores y hombres de derecho y hecho eran como para andarse de monaguillos o pasar el cepillo a las beatas... ¿quiénes eran, entonces?
Mientras caminábamos, pregunté al párroco:
- ¿Quienes son vuestros amigos?. No me parecen simples campesinos del lugar...
El párroco Bernal te miró y sonrió un poco cuando le hiciste tal pregunta.
Verás, don Gabriel... -se guardó de alzar la voz más de lo necesario-: Ginés y Rodrigo pertenecen, como un servidor, a una Cofradía de cazadores... de Caza mayor, diría más bien.
Sin embargo, no dió más explicaciones, y continuó andando en batida.
Haz dos tiradas ocultas: una de Rastrear (PER) y otra de Escuchar (PER)
Motivo: Rastrear (PER)
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 79 (Fracaso)
Motivo: Escuchar (PER)
Tirada: 1d100
Dificultad: 15-
Resultado: 97 (Fracaso)
Mierda, me he dado cuenta de lo de ocultas después de tirar, perdón...
Y es que pareciera que tras tanto viaje, tantas viandas avenidas al estómago y sobre todo ese vino que criaba el párroco Bernal hubiera afectado a la sesera y los sentidos del noble Gabriel. Estabas intentando rastrear posibles huellas en medio del bosque de Mouromorto, y la noche era plenamente cerrada, lo cual debilitaba tu éxito.
Intentabas pegar la oreja, pero no había forma: los ecos de insectos y animales nocturnos como los búhos o las nutrias apelaban por hacer como inútil tu presencia. No obstante, todo hay que decirlo, no estabas normalmente acostumbrado a asuntos mundanos como una batida de jabalí (y menos de personas), que lo tuyo era la caza de diversión, las fiestas palaciegas con el resto de la sociedad nobiliaria y atender los asuntos de tu feudo (cuando no era de hacer visitas de cortesía, galantear mujeres o apertrechar vasallos).
Tu siervo Xacome hizo lo propio que tú: nada pudo sacar en claro. Por supuesto, si tu estabas más o menos en condiciones y tenías ganas de ayudar a don Bernal, poco podía hacer el sirviente de Tui, que poco interés prestaba a posibles huellas o sonidos (et no porque fuera vago o malhecho, sino porque andaba falto de horas de sueño...).
Motivo: Rastrear
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 92 (Fracaso)
Motivo: Escuchar
Tirada: 1d100
Dificultad: 10-
Resultado: 61 (Fracaso)
Finalmente, don Bernal alzó el brazo como cortándoos el pasos, gesto que hizo como para que os detuviérais. Estaba mirando al suelo, y tenía los ojos clavados en un trozo de tierra húmeda. La antorcha que llevaba sobre su mano la focalizó junto a sus pies, y al iluminar pudísteir ver un rastro de pisadas.
¡Vamos! -dijo el cura alzándose mientras seguía el rastro como un can experimentado-.
Escena cerrada