El bardo seguía indignado con las acusaciones de Astérix. Siempre lo había considerado alguien sensato y respetuoso, y sin embargo, la había tomado con él, un humilde artista.
- Me parece muy bien que sospechéis del César. Yo también lo haría si no me pareciese que la actitud de Astérix es peor. La otra vez votó a Julio, y ahora que la mayoría sospecha del romano, va y le da por acusarme a mí, con un argumento totalmente sin fundamento. No parece nuestro Astérix de siempre.
Quizá a ti te convenga acusarme, Asuranceturix. Que el culpable se haga la victima es algo muy común, y como sabes que te he descubierto, tratas de enemistar a la gente en mi contra.- responde el galo, también indignado. Pues no voy a consentir que te salgas con la tuya. Conseguire desenmascarrate de una forma u otra.
-Yo diría que Julio le tenía envidia a mi jabalicito, por lo buen jefe que era hasta que lo aviaron. -el cabreo iba sustituyendo a la pena, pero aún sollozaba-(snifff, snifff)