http://www.youtube.com/watch?v=X7faJXeAGR4&fea...
Si este pueblo fuera como el vuestro lo que molaría ¿verdad?
Pero desgraciadamente vuestro pueblo cada vez va más a peor. No os habeís visto en otra igual desde aquel día en el que Detritus se metió a regalarle un jarrón a Asterix, y hostia puta la que se lió en aquel momento. Que si Abraracurcix iba para senador, que si Panoramix le había dado la poción a Asterix y este a su vez a los romanos, etc etc etc.
Después de hacer las votaciones pertinentes, el cartero de la aldea, Filatelix, por imperativo legal fue enviado con el correo de la aldea a seguir con sus envios. Lo malo es que a lo que salió del pueblo llegó un golpe de aire y salió volando por ahí. Que mala puñeta. El caso es que a la mañana siguiente a Edadepiedrix le dió un jamacuco por que claro, después de la pila de platos que tenía por fregar, se encontró con que después tenia que secarlos y eso ya era de más. En Gergovia ( lo que viene siendo cuando tu padre te dice " pues yo en la mili") esas cosas eran aguantables porque era joven, pero ahora ya no había nada que hacer. Así pues aqui estamos, con que sólo quedais ya 5 en el pueblo y aún así se sigue aviando al personal.
Ordenalfabetix se sentía muy satisfecho, sus dotes de deducción habían probado ser tan buenas como las de Asterix... ¿Sería él el nuevo héroe de la aldea en ausencia del pequeño galo de rubios bigotes? Pero no... sin la poción mágica... Con esa reflexión y el recuerdo del viejo druida, el pescadero volvió a salir de la pescadería con aire melancólico, y resolvió ir a ver que andaba tramando el más anciano de la aldea, pues era otro de sus sospechosos... Qué sorpresa la suya al encontrar al viejo derrumbado en el suelo.
¡Edadepiedrix! - gritó a pleno pulmón, antes de arrodillarse frente al anciano y poner su cabeza sobre su estómago para ver si seguía con vida (sin duda a estas horas de la mañana, su estómago rugiría de hambre) - ¿Cómo ha podido pasar?
Ahora si se sentía completamente perdido. El repartidor y su perrito eran demasiado ingenuos y simplones como para hacer algo asi, pero tampoco podía sospechar de las dos mujeres, ambas habían visto aviados a sus amados... ¿Quién podía haber sido?
Falbalá almenos tenía la conciencia tranquila de que gracias a su poder de jefa de la aldea, se había hecho justicia. Pero la cosa no había acabado, y aún seguía teniendo responsabilidades a su espalda. Durante todo este tiempo, en su cabeza se habían formado ideas y sospechosos. Pero ahora que solo había 4 la cosa se complicaba, aunque seguía teniendo sus teorías. Pero como buena jefa de aldea, pide ideas a la población.
¿Y bien? ¿Alguna idea o acusación? Está claro o que esto no se detendrá hasta que cojamos al culpable. Dijo con seriedad, aguantando el tipo, e intentando no flaquear viendo al anciano aviado.
Obélix cada vez lo veía más claro, al menos, después de lo ocurrido y de todo lo que podía dar de sí su dura cabeza de mercader de menhires.
Los que votaron a Esautomátix fueron Karabella, Filatélix y Asurancetúrix. Y ahora, resultaba que dos de ellos eran malvados aviadores. ¡No había que ser un más listo que un jabalí para ver una relación entre ambos! Y lo peor de todo, es que Karabella acusaba a su perrito. ¡Su pobre e inocente perrito! ¡Él que no haría daño ni a una mosca!
Algo le olía mal a Obélix, y no era precisamente el jabalí... Ya que hacía mucho que no comían jabalí. El bosque debería de estar repleto de ellos.
Noté cómo Obelix me miraba mal, era un tipo que no sabía esconder sus emociones, se podía leer en su rostro como en un libro abierto.
-Obelix, ¿no estarás pensando que yo avié a Edadepiédrix, no? ¡Que te estoy viendo venir! Si nos ponemos a acusar, ¿y por qué no pudiste ser tú mismo? Tú, que tienes fuerza más que sobrada como para aviar a alguien bien lejos.. Yo ya he tenido bastante con el avío de Abraracúrcix. Podéis creerme o no, pero yo no he sido.
Digo solemne, y callo, cubriéndome la cabeza con mi manto, señal de pena por el aviamiento del aviado más reciente y más anciano de la aldea.
Las palabras de Karabella hicieron reflexionar al pescadero. No había escuchado que nadie le acusase de nada... Y tras mucho pensarlo, tenía muy claro que de Falbalá no podía dudar, ella había sido, junto a él mismo, una de las que se empeñasen en expulsar al bardo y, después, la que hizo valer su poder como jefa de la aldea para expulsar al cartero. Ambos aviadores habían sido expulsados por ellos, y el perrito se había manifestado deacuerdo en lo del bardo... Sin embargo, ni el gordo ni la esposa del jefe habían hablado nunca en contra de los aviadores...
Karabella, nadie te ha acusado de nada, ¿Por qué tanta prisa en justificarse? ¿No será que te sientes culpable?
El pescadero seguía desconcertado, pero cada vez más parecía convencerse recordando los deseos de la mujer de irse a Lutecia, sus quejidos sobre que estaba casada con un jabalí... ¿habría sido capaz de aviar a su propio esposo?
-Porque sé lo que estáis pensando.. Que soy una aviadora. Pero no, no lo soy. Por mucho que me quejase, y que riñésemos, yo quería a mi cerdito.. Sniff, sniff.. Nunca se me hubiera ocurrido aviarlo, ¿qué haré ahora sin él?.. Si queréis, me iré a Lutecia un tiempo, pero decidáis lo que decidáis, os diré que el aviador está entre vosotros. Es lo que sé.
Me quedo callada, y me siento en un rincón, apenada.
Inquieto, Idefix mraba de hito en hito a los pocos aldeanos que aún no habían sido aviados. Karabella le había acusado injusta e infundadamente de estar detrás de todo aquello ...y acaso él no había votado a favor de linchar a uno de los responsables? Era de locos pensar que él tenía algo que ver con aquello!
Ahora que lo pensaba, Si Ordenalfabetix y Falbalá también habían votado a favor de linchar a los aviadores, eso les convertía en vecinos de fiar pues dudaba que los villanos fueran tan ruines y ladinos como para apuñalarse vilmente de esta manera y sabía qué él, desde luego, no tenía nada que ver con el asunto luego quedaban como sospechosos Karabella y su Obelix...
¿Qué hacer? Era un dilema! Debía decidir entre su cuidador (y alimentador) y la mujer que acababa de acusarle horas antes y pedía que se le ajusticiara ...no le quedaba otra al pequeño animal que confiar en su instinto de cazador. Pronto, con algo de suerte, todo habría terminado y todo estaría en orden