Con la última carta de los lobos levantada boca arriba sobre la mesa, y los vítores y gritos de celebración por parte de los que aún se encontraban en la mesa principal, nos lleva a una simple y conclusión lógica; ahora, pese a que la partida había terminado para bien de algunos y para mal de otros, todos iban a compartir un momento riendo, celebrando, dándose las manos, garras, o... ¿raíces?... Mientras se felicitaban los unos a los otros y se alagaban sus estrategias, su buen ojo, o incluso se lamentaban entre risas nerviosas porque la partida terminó demasiado rápido.
Sea como sea; esa sería la conclusión lógica. Y la que todo el mundo "normal" habría supuesto; de hecho, incluso los Directores, Maxwell y Everet habían subido al escenario para decir alguna que otra palabra y lo más importante aún, cantar una canción a dúo, que daría el fin oficial de la partida.
-Acaba de terminar la partida y ya os añoro,-comentó Everet sacando un pañuelo para secarse una lagrimita que caía por su mejilla- ya solo deseo vuestra vuelta al bar, sin duda madre también agradece vuestra presencia, sobre todo por que seguís vivos.
Tras terminar este corto y emotivo discurso; el joven obispo ya había encontrado la canción que habían acordado cantar entre bambalinas, o mejor dicho "tras la barra". Y con un simple "Click" las luces de todo el bar se apagaron, todos los focos iluminaron el pequeño escenario con aquellos dos; Everet tieso cual palo y Maxwell de pié subido a un taburete. Y la canción comenzó...
Por desgracia he de advertir que esto no es exactamente lo que ocurrió; pese a que ciertamente teníamos a aquella inusual pareja desentonar y destrozar una hermosa canción cantada por Frank Sinatra en el fondo; muchas otras cosas ocurrieron cuando las luces se apagaron y, he de admitir, que también tenía que ver con destrozar cosas.
Al parecer el hecho de estar cometiendo asesinatos brutales a otros clientes del bar e incluso viajeros que pasaban de paso porque el cartel "Barra Libre de Bebidas", que evidentemente no vieron al entrar nuestros queridos protagonistas que aún piensan que todas las bebidas alcoholicas -y libres de alcohol- fueron pagadas por Everet o por Maxwell; no era algo que le agradara al dueño del local ni a los cuerpos de Seguridad de Umbría.
Así pues, mientras tanto Everet como Maxwell lo estaban dando todo encima del escenario, cegados por su propio ego y por la actuación, así como por los focos que apuntaban hacia ellos; no se dieron de cuenta que mientras estaban ahí encima, sus queridos invitados estaban "dándolo todo" allá abajo, algunos peleando por zafarse de los Cuerpos de Seguridad que habían llegado con porras eléctricas y taser, otros tratando de explicar lo que había ocurrido mientras eran esposados encima de las mesas, de la barra, o incluso en el suelo del bar y otros tratando de pasar desapercibidos entre los otros clientes.
Sea como, sea, la partida había terminado. Para bien para los inocentes in-game y para mal para los culpables out-game, los cuales, basicamente eran todos; ya que fueron acusados de causar alborotos, del "asesinato" de unos cuantos NPCs y desacato a la autoridad. Y con el sonido distante de las sirenas, a la par que la canción terminaba y las luces se encendían nuevamente para mostrar a un confundido Everet y un ofendido Maxwell el bar completamente desierto.
-No sabrían reconocer una buena actuación aunque una los hubiera golpeado -Cosa que le pasó a más de uno de los invitados, pero no por buenas actuaciones (no hubo ninguna), sino una porra- ¡Qué falta de sentido del gusto!. Bueno... ¿Quieres tomar algo, Everet?.
Con un "clinck" característico de los dos vasos de los directores chocando en el aire, brindando por la partida, nos trasladamos con la furgoneta policial alejándose del bar, mientras nuestros queridos protagonistas, así como tantos otros NPCs que estaban en el bar durante la redada, amordazados, atados, golpeados y magullados. Se fueron alejando de aquel lugar donde la partida había tenido lugar, mientras miraban por la pequeña ventana de la furgoneta como este lugar cada vez se volvía más y más pequeño en la distancia.