Partida Rol por web

Fayyn guardó el blaster, pero se colocó discretamente la nudillera en caso de que hubiese problemas. Por el momento parecía que todo estaba saliendo a pedir de boca, pero no quería cantar victoria hasta que la nave estuviese preparada.

Ayudó a Coldo a cargar con el reactor de hipermateria e instalarlo en la nave, pero le dejó el trabajo técnico a él. Mientras fingía que era una más de la cadena de mando, miraba de reojo a los droides, lista para abalanzarse sobre ellos a la menor señal de peligro.

Kaled se mantuvo detrás del grupo a una distancia prudencial. No servía para disparar ni para combatir, tampoco para pelear o pilotar, pero sin duda si algo se le daba bien era hablar. 

Dio un par de pasos al frente y suspiró al darse cuenta de que no hacía falta de su intervención, pues todo parecía ir viento a favor. Después de tanto tiempo, parecía que conseguían empezar a tener buenas noticias.

—Vamos.—fue lo único que llegó a decir mientras se sentaba en algún sitio de la nave, preparado para partir de ahí.—Cuanto menos tardemos mejor.—aportó sin realmente poder aportar mucho más.

Coldo se puso a trabajar en la pieza con alegría, tras tanta huida y pelea, volver a manejar sus herramientas y hacer funcionar las cosas era liberador, la tarea no tenía mucha dificultad y enseguida partirían al exterior.

- Bueno, y ahora que esta todo tranquilo. ¿Dónde vamos a ir? Ya hemos visto que los imperiales nos buscan.

—Espero que hayas venido a avisarme de que el módulo esta listo —dijo una voz que arrastraba las eses excesivamente. 

Cuando Klee entró en la cabina se encontró al trandoshano sentado en el asiento de piloto, detrás suyo, junto a la puerta de la cabina y apuntando directamente a Klee con sus armas había otros dos droides de seguridad. No fueron necesarias las presentaciones, el único trandoshano que podía haber en esa nave era el mismísimo Trex, quien estaba realizando un diagnóstico de sistemas a la nave cuando fue interrumpido por el rodiano. La mirada de Trex se le clavó encima, con sus ojos amarillos fijos en los oscuros de Klee, y la mano lista sobre el bláster, esperando escuchar la más mínima incongruencia para abrirle un agujero nuevo en el cuerpo. 

Klee sabía que la situación era delicada. Si Trex se olía algo, aquello podía terminar muy mal, un combate en medio de la nave no beneficiaba a nadie, y menos si dañaban algún circuito importante y se quedaba varados de por vida en aquel vertedero. Sus compañeros permanecían ajenos a la presencia del trandoshanos allí, y casi era mejor que así fuera. Era imposible predecir qué pasaría si la woockiee y Trex se veían las caras, especialmente teniendo en cuenta el odio visceral que una especie sentía por la otra, y añadiéndole a aquello que Trex era un reconocido esclavista. En el Colmillo de Krayt habían viajado encadenados unos cuantos woockiees.  

El rodiano apenas pudo aguantar el tipo al ver al trandoshano en el asiento del copiloto. La sorpresa fue grande y, aun así, la reacción fue mínima. Klee solía jugar al sabacc y ahora, lo que allí en aquella cabina, era un duelo de apuestas. Había que arriesgar... eso estaba claro. Pero no había que olvidar que, aunque el piloto aún tenía algún as en la manga, sus cartas eran en esta mano ostensiblemente peores que las de su contrincante. Trex contaba con dos droides de combate mientras que en aquella cabina Klee se encontraba solo. Pero si algo sabía hacer el rodiano era tirare un farol y apenas sudar en el proceso.

—Demonios, Trex... —chilló Klee con la voz ligeramente más elevada de lo necesario para que sus compañeros le escuchasen desde el otro lado de la nave. —Me has asustado. Baja ese chisme y no seas desconfiado que ya tengo al ingeniero trabajando en ello. La pieza estará instalada en apenas unos minutos. De hecho... —continuó preparando el cebo. —Te estaba buscando. Algo se está cocinando ahí afuera que tienes a los imperiales tratando de bloquearte. Ya sabes que no me meto en los asuntos que no me competen... soy un tipo discreto... pero si hay algo en este carguero sobre lo que no quieres que esos tipos posen sus sucias manos, lo mejor será despegar cuanto antes. He conseguido bloquear la entrada al muelle e incluso he intentado mandar allí a los droides que tienes apostados a la entrada del Colmillo para contener a los soldados, pero son muy desconfiados. Estos cabeza de lata... —dijo señalando a los dos droides que acompañaban a Trex, —solo aceptan órdenes tuyas.

Klee había tendido la trampa. No había mucho más que decir. De hecho, bien sabía que conforme el discurso estaba concluido, para que la mentira no oliese demasiado mal, lo mejor era no seguir hablando. Y eso era algo complicado para el piloto y su habitual verborrea. Finalmente este se encogió de hombros en un gesto de "tu verás" mientras se daba media vuelta y añadía...

—Voy a achuchar un poco a ese ingeniero para que no se le ocurra ponerse a vaguear ahora.

Los intensos ojos de reptil del trandoshano se clavaron en Klee, aunque este mantuvo la compostura como si llevase una bazofia de cartas frente a una mesa de sabacc con las apuestas al máximo y el centro a rebosar de créditos. La tensión era palpable. Trex le miraba con mucha desconfianza, como si no se estuviera creyendo nada de lo que el rodiano le decía. En cualquier momento esperaba sentir el impacto de un bláster en su anaranjada piel. 

—Está bien, iré a ver —dijo al fin, para alivio de Klee—. Vosotros, acompañad al rodiano y comprobad que se está instalando el módulo —añadió volviéndose hacia sus droides. 

Los droides de seguridad aceptaron la orden inmediatamente y se colocaron detrás de Klee, dispuestos a seguirle hasta el mecánico. Trex se había tragado la patraña, pero sabía que algo olía mal. No se fiaba de lo que le había contado Klee, aunque iría a comprobarlo fuera. 

La buena noticia era que, como pudieron comprobar Coldo y Klee, la nave estaba lista para despegar. Los amarres seguían sueltos, y los escudos, torretas defensivas y el resto de equipamiento de la nave estaba a punto. Incluso Coldo les comunicó a los demás que el módulo de arranque del reactor de hipermateria no era indispensable para despegar, podían hacerlo igualmente y mantenerse a velocidad sub-luz hasta que lo consiguiera reparar. Aquel módulo solo era necesario para dar un salto que les permitiera alejarse de las naves que vigilaban celosamente el planeta tan rápidos como un chasquido de dedos. La mala noticia es que no estaban solos en la nave.

—Demonios, Trex... —escucharon decir a la voz de Klee que les llegaba a través del pasillo que conducía a la cabina. 

Aquello les hizo ponerse en guardia, tal vez debieran buscar algún lugar donde esconderse, al menos Fayynchawlienga, pues el odio que se dedicaban mutuamente los woockiees y los trandoshanos era legendario. La verborrea de Klee trató de convencer a Trex de que ya tenía al ingeniero trabajando en el módulo averiado y de que había unos imperiales tratando de bloquearle. Klee le aseguró que había intentado convencer a los droides de seguridad de la entrada de que fueran a contener a los soldados pero que se habían negado, siendo necesario que Trex fuera a darles las órdenes en persona. Trex contestó algo, no pudieron escuchar muy bien qué porque el trandoshano hablaba en voz más baja y siseante. Pero poco después escucharon sus pasos a través del pasillo.  

Al escuchar la voz de Klee, Fayyn, en contra de lo que le decía su instinto, se apresuró a esconderse en la torreta. Por mucho que quisiese arrancarle las extremidades una a una al trandoshano, si Trex le veía podría poner la misión en peligro y lo más importante era salir de Tatooine cuanto antes.

Se esforzó por no refunfuñar y ascendió hacia la torreta, donde se familiarizó con el armamento en caso de que fuesen a necesitarlo más adelante.

Cuando Trex alcanzó el anillo central de la nave donde se encontraban todos, la única que se había escondido era Fayynchawlienga, quien se había subido a la torreta dorsal para evitar ser vista por el trandoshano y de paso hacerse con los controles de la artillería pesada del vehículo. El resto permaneció en el pasillo circular, junto a la entrada de la nave, a excepción de Coldo, quien ya se encontraba trabajando en la sección de ingeniería. 

—¿Todos estos van contigo? —Le preguntó Trex al rodiano clavando sus ojos amarillos de reptil en el droide, el twi'lek y el hombre canoso que los acompañaba. 

Dos droides de seguridad más escoltaban a Trex, dirigiéndose inmediatamente hacia la zona del motor para comprobar que el mecánico hacia su trabajo. Cuando le vieron trabaja en el módulo de arranque del reactor de hipermateria hicieron un gesto a Trex para indicarle que todo estaba en orden y se quedaron vigilando. Uno vigilaba al mecánico y el otro a los recién llegados. Mientras tanto, el trandoshano se dirigió al exterior, por la trampilla de salida. 

—Vamos —le dijo a los droides que custodiaban la entrada—, al parecer ese cabezahueca del teniente Herkin no sabe que trabajo con Teemo y sus hombres están incordiando. 

No sabia si aquello era bueno o malo pero saludé con la cabeza a Trex cuando me miró, seguramente para estudiarme y decidir si se fiaba de mi o no.

Aún no confiaba en todo el grupo y no sabia que le había explicado Klee a Trex. Ni siquiera sabía si se conocían con anterioridad pero de momento no parecía un peligro inminente. Sólo el problema de la wookie escondida que habría que solucionar más adelante.

Coldo estaba concentrado en su tarea con el hiperimpulsor, los demás lo mismo estaban con Trex que acababa de subir a la nave, era un momento de tranquilidad que era muy bienvenido tras tanta persecución, sólo un cacharro y sus herramientas.

Girar los tornillos, colocar bien los cables de alimentación, calibrar el flujo de energía, eran actividades que relajaban al mecánico y lo llevaban a su propio mundo, mientras su mente cavilaba como añadir mejoras al aparato que tenia delante.

- Creo que puedo hacer algo con esto que nos vendrá bien...- estaba hablando para si mismo, pues a los droides se la soplaba en sus circuitos lo que comentaba el humano.

Klee esperaba... er... aspiraba a que sus forzosos compañeros de desventuras fuesen un poco más avispados y, ante su voz de alerta, se hubiesen ocultado pertinentemente. Pero solo había pillado la indirecta la siempre bella y diligente wookie. Los demás permanecían en los pasillos como pasmarotes y, como temía el rodiano, se toparon con ellos de frente cuando acompañaba a Trex a la salida del Colmillo. 

Sin embargo, la suerte o el destino le había decidido sonreír ya que, cuando el trandoshano preguntó si aquellos pazguatos iban con él, se mostrase satisfecho con una simple sacudida afirmativa de la cabeza naranja del piloto. Y si no era la suerte, era que el capitán del carguero, aun a punto de ser destituido a la fuerza, era aún más tonto de lo que cabía esperar. Klee le acompañó hasta la entrada de la nave y esperó a que se alejase lo suficiente con ese par de droides de la puerta, de camino a la entrada al muelle*.

—Por supuesto, capitán... —afirmó. —Habla con ese teniente chusquero y aclara esto o me veo aquí varados por las estupideces de esos burócratas. Yo me encargaré de supervisar el asunto del hiperimpulsor y que todo esté listo en seguida.

Luego se giró hacia el interior de la nave y guiñó un ojo al twi'lek comentando de soslayo procurando que no se le escuchase desde afuera...

—Ey... quizá el ingeniero necesite que enciendas los motores para calibrar el flujo de energía, ¿podrías acercarte a la cabina y pulsar el conector principal?

Kallia'star hizo caso a Klee sin dejar de mirar de reojo a Trex que abandonaba la nave. Se dirigió a la cabina e identificó el conector principal como había dicho Klee. Se sentó en el asiento del piloto y sin esperar más pulso el botón esperando que aquello desencadenara lo que tuviera que pasar.

Si escuchaba los rugidos del motor sería un éxito.

Por fortuna Trex no les prestó demasiada atención al resto de los ocupantes de su nave, y dio por hecho que iban con Klee, quien se lo había metido en el bolsillo con su facilidad de palabra. A veces era mejor tener una lengua resuelta que un buen armamento, y si uno podía contar con ambas cosas tenía la vida algo más sencilla en aquella parte de la galaxia. El trandoshano salió de la nave farfullando sobre los imperiales, y sobre el hecho de que los estúpidos de la torre de control no hubieran quitado los amarres magnéticos aún a pesar de lo mucho que le pagaba a Teemo, desconociendo por completo que los amarres ya llevaban sueltos unos cuantos minutos. 

Con su verborrea, Klee había conseguido que Trex abandonara la nave y se llevara con él a dos de los cuatro droides que tenía para custodiarla. Debían aprovechar ese momento si querían salir de Mos Shuuta y de Tatooine cuanto antes. Ahora solo quedaban dos droides en el interior de la nave y no debería costarles demasiado deshacerse de ellos. Pero si esperaban a que Trex volviese, lo haría habiendo comprobado la verdad y probablemente con unos cuantos hombres de Teemo o imperiales malhumorados detrás de él. 

Kallia'star fue a la cabina de la nave y la puso en marcha. Los motores arrancaron, pues tal como sabían el módulo que estaba instalando Coldo solo era necesario para saltar a la velocidad de la luz. La nave funcionaba con normalidad a velocidad subluz, suficiente para salir a toda leche del planeta. 

En una buena partida de sabacc uno tenía que saber jugar a largo plazo. Esperar el momento adecuado para lanzar una maniobra maestra y, sin que los demás jugadores de la mesa pudiesen reaccionar, llevarse el premio gordo. Así había ideado Klee aquel asalto al Colmillo de Krayt y, aunque la presencia en él de su capitán, el trandoshano Trex, pudiese parecer un impedimento y de hecho lo era, todo había ido moviéndose al son de la música que el rodiano tramposo había ido tocando. El medio lagarto se bajó de la nave como este había dispuesto llevándose consigo a dos de los droides de vigilancia. La posible resistencia se reducía al cincuenta por ciento y este, a su vez, estaba dividido entre vigilarle a él y al ingeniero. La proporción no engañaba, allí, junto a la puerta del carguero, un único droide debía "vigilar" a tres extraños. La aplastante superioridad numérica debía ser suficiente aún teniendo en cuenta que aquel tipo de pelo cano y barba de caballero jedi, no parecía interesado por las armas o la supervivencia propia. Pero, eso sí, la jugada debía realizarse con suma precisión.

Conforme Klee calculó que el trandoshano se alejaba lo suficiente camino a la puerta del muelle y nada más sentir cómo el rugir de la nave advertía que Kallia la había conseguido poner en marcha, alargó la mano izquierda y pulsó el cierre de la puerta y el replegamiento del puente que daba acceso a la nave. Casi a la vez, como un buen tahúr, su mano derecha extrajo el blaster y a bocajarro descargó un tiro directo al droide.

—¡Nos largamos! —voceó para advertir a todos los habitantes de la nave y azuzarles a mover el culo.

Uk-47 se removió en el asiento al oír el grito de Klee. 

¿Nos largamos? ¿Acaso el piloto había estado jugando con Trex? Pues tuvo suerte de que Uk no le disparara cuando dedujo erróneamente que era un traidor...

El rodiano rojizo cada vez le caía mejor, sin duda algo sorprendente para ser un cacho de carne, pensó Uk-47 mientras atacaba por sorpresa a uno de los droides que seguían en la nave, el desgraciado droide sentiría el verdadero poder de los vibrocuchillos en manos de un asesino experimentado.

Sabía que eras de los nuestros Klee, no dudé ni por un momento de tu lealtad. Por desgracia la euforia del momento le jugaron una mala pasada a Uk-47 y no logra acertar con los vibrocuchillos al droide. 

Kallia'star se sentó rápidamente en el lugar del piloto y cogió los mandos de la nave. Toco los botones correspondientes para la secuencia de despegue y al escuchar la voz de Klee a la orden de "Nos largamos" presionó los mandos hasta notar que esta se elevaba sobre la plataforma de despegue.

Al poco noto como los impulsores tomaban potencia y, por fin, abandonaban aquella roca infecta. Sólo esperaba que Coldo fuera rápido con el arreglo y la hiperluz estuviera arreglada pronto. Sólo con la subluz estaban a merced de cualquier perseguidor.

Klee disparó su arma contra el droide que sorprendido recibió el impacto del bláster en el pecho obligándose a retroceder un par de pasos, sus circuitos mentales todavía debían estar procesando qué había pasado cuando UK-47 saltó a por él haciendo relucir un par de vibrocuchillos que estuvieron a punto de mandar a la porra todas sus tuercas. El droide resistió como pudo el envite y se lanzó a contraatacar ante tamaña jugarreta. El droide disparó automáticamente con su pistola bláster integrada, devolviéndole a Klee el tiro. 

—¡Es una trampa, señor! —dijo el droide por el intercomunicador que tenía también integrado para alertar a Trex y al otro droide. 

El segundo de los droides, se acercó a ver qué pasaba, dejando al mecánico en la sala de ingeniería. Vio que UK-47 se lanzaba con los vibrocuchillos por delante a por su compañero y disparó contra él impactándole de pleno en la espalda, el ataque fue tan duro que hizo que UK-47 se tropezara quedando nuevamente expuesto a un segundo disparo por parte del droide de seguridad, aunque esta vez por fortuna tuvo menos puntería. 

Coldo se encontraba entretenido en los sistemas del hiperimpulsor, aunque oyó voces y el sonido del motor al encenderse, no le dio mucha importancia, se estaban alejando del puerto por lo visto, de momento no necesitaban el impulsor, pero mejor darse prisa en terminar...

Pero algo le hizo cambiar de idea, no sólo estaban hablando ¡Estaban disparando!, eso era grave, no era el tranquilo viaje que estaban esperando.

- ¿Pero que pasa aquí? Cuidado con esos disparos  que podéis dañar algo vital.

Al asomarse al pasillo, vio a uno de los droides que les vigilaban disparando a UK-47 y a Klee, sin tardanza se acerco a la espalda del droide para desequilibrarlo.

Fayyn estaba demasiado lejos para enzarzarse en un combate cuerpo a cuerpo, por lo que decidió ayudar a sus compañeros de otra forma al tiempo que se acercaba.

Dejó que la iluminación de la nave hiciese su trabajo extendiendo su sombra por el pasillo circular y acompañó el teatro con gruñidos guturales. La clave de aquel engaño es que lo que se acercaba hasta los droides sí era un monstruo capaz de desmembrarlos.

—¡GRRRRRBB AGGGHHHHHT BRRRRHJJJJJ!*